El sol ilumina para todos

El complejo «Santa Rosalía» ofreció un gesto de amor a pacientes de la Sala de Oncohematología del Hospital Pediátrico de Villa Clara en historias de familias unidas por la sensibilidad humana.
Texto y fotos Ricardo R. González
La disciplina resulta evidente. Pacientes y familiares permanecen en sus cubículos cumpliendo al máximo las medidas de protección en un universo que lo reclama. Entre ellos conviven los pequeños y adolescentes que ya muestran la pérdida de su cabello debido a lo implacable del tratamiento, en tanto las hembras lo disimulan al recurrir a sus gorritos.
Es la Sala de Oncohematología perteneciente al hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, de Villa Clara, donde no hay espacio para pesimismos ni decepciones porque la vida se impone y, entre todos, tejen sus sueños apoyados en diferentes ilusiones.
Algunos son expresivos y se convierten en una especie de líderes, otros permanecen callados, pero su instinto de observadores está muy presente, y no faltan los que exponen visibles temores ante la presencia de extraños al imaginar que recurrirán a las agujas o a otros métodos nada gratos para ellos.
Así escriben su historia. Ríen y hacen sus travesuras. No importa si falta el cabello o si los bracitos están entablillados con las bránulas porque lo que nunca los abandona es la esperanza.
PRUEBA DE AMOR FILIAL
En una mañana de este caluroso agosto llegaron hasta allí representantes del complejo gastronómico cultural «Santa Rosalía», perteneciente a la Empresa Extrahotelera Palmares S. A. y del Sindicato Provincial de Trabajadores del Turismo, en las personas de Manuel Soliño y María Vázquez, respectivamente. Ellos acudieron con donativos propiciados por este colectivo a todos los infantes que reciben su terapéutica en estos momentos.
Desde allí conocieron a Caleb León San José, siempre sonriente, activo, de esos niños a los que no les faltan las palabras y demuestra una disposición extraordinaria para asumir la representatividad entre todos.
Junto a su mamá Mayumi San José Díaz comparte retos y esperanzas en la Sala; sin embargo, la responsabilidad paterna se hace sentir. José Luis León Rodríguez sabe que no puede violar los reglamentos establecidos por el bienestar colectivo. Desería besar a su Caleb, en su corazón permanece ese deseo, y desde la ventana externa del recinto sigue a su hijo, no pierde los procederes, y le trasmite el afecto filial de un padre que no abandona a su pequeño.
Caleb ha recibido 19 tratamientos de quimioterapia, además de radiaciones en La Habana. Estuvo año y medio en esta Sala de Oncohematología, mas una recaída impuso el retorno.
DE MEDIA LUNA A SANTA CLARA
Cada cubículo constituye una lección de amor al prójimo. El caso de Lennoy Alexander Andrés Nuñez, de 7 años, es el ejemplo vivo de que nada puede obstaculizar la vida de un menor. Residen en el lejano Media Luna, municipio de Granma, aquí casi no tienen familia, y su mamá, Lisandra Nuñez La O, relata que hace unos meses vivieron un momento difícil cuando el pequeño manifestó signos de gravedad.
«La desesperación era marcada. Allá no había camas para el ingreso, y el director del Hospital de Manzanillo que conoce muy bien a Lennoy, en extremo preocupado, comenzó a llamar a otros servicios del país. Era como si el niño fuera un familiar de él. Con tan buena suerte la Dra. Marta Beatriz García, jefa de la sala en Villa Clara, recibió la llamada y se abrieron las puertas de esta provincia, a pesar de la distancia».
Cuatro meses llevan en el centro de Cuba. Con anterioridad el niño había recibido tratamiento en Santiago de Cuba. Ahora transita por una recaída.
Similar reincidencia experimenta Rocío Barrios Verdecia, quien ya había terminado su ciclo, pero sus condiciones la llevaron nuevamente a la Sala luego de un año de pasar por radiaciones y otras terapéuticas.
MÁS HISTORIAS ENTRE CUBÍCULOS
Mientras cada infante recibía sus obsequios se conocían particularidades en torno a la afección oncohematológica. Por primera vez en ingreso aparece Samanta Rondón Carvajal, con 9 años, quien no oculta su vitalidad, al igual que Nascheli Zerquera Felipe, de 3 años, acompañada por su mamá, Adriana Felipe García y dos meses de hospitalización, en su primera vez, tras detectarse el padecimiento.
Cada una con su manera de ser. Allí están, también, Gilian Borges Dieguez, Diego Alexander Herrera Rodríguez, Yordan Daniel Pérez Ríos, Ana Lia González Flebles, Josiel Alejandro Quintero Iglesias, y pacientes que asisten para recibir su tratamiento ambulatorio como Luis Enrique Veitía Novoa, o Yoanna, Robin Daniel y Yureily.
Son jóvenes y adolescentes que no pierden las motivaciones ni tampoco la ternura. Por ello hay cabido para celebraciones de cumpleaños colectivos como inspiración futura.
Junto a sus progenitores el personal de la Sala que recibe el agradecimiento por tantas atenciones, y entre ellos, una especie de ángel protectora, la Dra. Marta Beatriz García Caraballoso, un bálsamo que insufla ánimo cuando faltan las fuerzas en determinado momento, alguien que no deja de desvelarse ante un medicamento indispensable no disponible, o quien fuera de la Sala, ya en su hogar, sigue pendiente de sus niños.
Una satisfacción experimenta su rostro al ver que un pequeño mejora o transita hacia otro estadio en medio de circunstancias muy difíciles en la que faltan citostáticos e insumos.
Aun así, sin magias, con mucha ciencia e intelecto, puede hablarse de un colectivo que logra un porciento elevado de supervivencia, sin ocultar que existen casos en los que resulta imposible la curación.
LO INSENSIBLE EN ESTE MUNDO
No se concibe en ningún lugar del Planeta dividir dosis de un citostálico entre los necesitados. Inaudito e inhumano que ante la reacción adversa de un infante a un fármaco resulte imposible adquirir el requerido porque la patente pertenece a un consorcio norteamericano, y aun en terceros países tienen prohibida su venta a Cuba.
¿Habrá corazón que resista ante aquellos menores que logran su sobrevida, y en algún momento sorprenda una infección sin disponer del acceso de catéteres permanentes imprescindibles?
Para toda persona sensible en el universo la infancia debe convertirse en algo sagrado ¿Cómo es posible que existan estas trabas encaminadas a coartarle la sonrisa y la tranquilidad a una familia?
Pero si algo no se puede «comercializar» es la sensibilidad de nuestros galenos y del resto del personal de Salud para vencer obstáculos y limitantes. Así obran, y se crecen ante los ojos de la humanidad.
Y sume la irrupción de magos, payasos y exponentes de otras manifestaciones del arte que alimentan la necesaria espiritualidad, así como los aportes de otras entidades y empresas que si bien no donan el fármaco ideal traen sus obsequios para propiciar alegrías que salen del alma en un mundo, injusto y cruel por un lado, pero donde el sol ilumina para todos.
PIE DE FOTOS
1.- La alegría se comparte con la realización de cumpleaños colectivos dentro de un área permitida.
2.- Aquí está Caleb junto a su mamá Mayumi (a la izquierda), la Dra. Marta Beatriz y Manuel Soliño (El Pionero) luego de que el niño recibiera sus obsequios.
3.- Desde una ventana exterior de la Sala para cumplir con la disciplina José Luis León Rodríguez, el papá de Caleb, sigue los pormenores de su hijo.
4.- No solo hay pacientes hospitalizados. También los niños y adolescentes que reciben terapéutica ambulatoria como el caso de Luis Enrique Vertía Novoa junto a su mamá Yaima Novoa Fernández. Ya suman siete meses de tratamiento y ambos se sienten muy bien atendidos por el personal de la Sala.
5.- Desde el oriental municipio de Media Luna llegó Lennoy para recibir su tratamiento en Villa Clara.
6.- Acompañado de su mamá, Lisandra Nuñez La O. el caso de Lennoy demuestra que para la infancia están abiertas las puertas y son bien recibidos.
7.- Ana Lia González Flebles tiene 12 años, es de Sagua la Grande, y permanece desde enero en la Sala recibiendo tratamiento. Con ella permanece su mamá Yailé Febles Rivero.
8.- Muy observador es Yordan Daniel Pérez Ríos, de tres años, acompañado por su mamá Youdalis Ríos López. Prefiere sus diminutos animales que muestra sin reparos. En mayo iniciaron el tratamiento.
9.- Nascheli Zerquera Felipe, de solo tres años, se refugia en su progenitora Adriana Felipe García ante la presencia de extraños. Lleva dos meses de hospitalización en lo que constituye su primer ingreso tras detectarse el padecimiento.
10.- Varias hospitalizaciones acumula Josiel Alejandro Quintero Iglesias, de 14 años. Su tratamiento supera ya el año y medio. La tía acompañante destaca su excelente comportamiento. «Muy disciplinado, me recuerda la hora de sus medicamentos y consideran al personal de la Sala con una labor muy humanitaria, verdaderamente de excelencia»
11.- Rocío Barrios Verdece, 17 años, Había terminado tratamiento, pero una recaída la hizo retornar.
12.- Para Yesenia Dieguez García su hijo Gilian Borges Dieguez evoluciona muy bien en los cinco meses que lleva de tratamiento.
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