«Pasarán los años, pero la Microbiología no se irá de mí», afirma joven villaclareña
Texto y fotos Ricardo R. González
Para Norlenys Morales Cueto la medicina fue una sorpresa en su vida. Así lo declara porque quería escribir historias, leer mucho y nutrirse de una carrera de Letras como sueño que la inspiraba desde niña; sin embargo, no pudo ser, y el camino estaba aún distante de vestir con bata blanca.
Del afán por una Filología o una Historia del Arte incursionó por los números, una senda totalmente opuesta, y a su puerta tocó la contabilidad. «Inicié un técnico medio en la escuela Ramón Pando Ferrer para luego comenzar la licenciatura, pero me di cuenta que no era lo deseado y fui buscando la orientación hacia las carreras universitarias hasta que un día llegó la medicina a mi vida».
Confiesa que el impacto le resultó estremecedor. De lo contable a las ciencias médicas, un trecho muy diferente y los primeros años resultaron una especie de extraño universo.
«La primera conferencia a la que asistí fue de Anatomía y me encantó. Nada que ver con los números y al parecer había algo de genética porque existen antecedentes familiares en el ejercicio médico que a lo mejor influyeron en mis patrones».
E inició la exploración. Para ella los dos primeros años de estudios de la carrera son más teóricos, pero también crean la base indispensable, y ya en tercer año «descubrí que mi mundo era ese al vincularme directamente al paciente, llegar a dictámenes por propia convicción, y vivir con mayor intensidad la pasión de ser médico».
— ¿Cómo, entonces, comienzas?
— Me gradué en 2013 y desempeño por casi dos años la especialidad de Medicina General Integral (MGI) con asistencia en el policlínico Marta Abreu. Luego me traslado al «Chiqui Gómez» y recuerdo el cariño de mis pacientes. Considero que cada médico graduado debe rotar por esta especialidad a fin de reafirmar más lo estudiado durante la carrera.
En estas funciones me mantuve como especialista hasta 2018 en que me otorgan la especialidad de Microbiología en el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM).
— En medio de tu trayectoria te sorprende la maternidad.
— Cierto. Llegó luego de diplomarme como MGI en 2015, y cuando tuve la posibilidad de solicitar la segunda especialidad me inclinaba por la Dermatología, mas no pudo ser en ese año y como segunda opción figuraba Microbiología.
— ¿Hubo algo curioso en este tiempo?
— Sinceramente cuando estoy en el Dpto. de postgrado para solicitar la especialidad veo el expediente del Dr. Rafael Ábreu Duarte, que hoy trabajamos juntos, y de otros compañeros muy valiosos y me subvaloré, pensé que no la iba a alcanzar porque era una especie de competencia con super profesionales, pero lo logré.
— ¿Tu primera impresión ya en el Laboratorio de Microbiología y Química Sanitaria?
— Por cualquier lugar donde existe la especialidad no nos hemos sentido desamparados porque tiene un claustro excelente con profesionales que nos han abierto las puertas y nos han enseñado todas las bondades que emana de la utilidad. Fui muy acogida.
Me siento muy bien en un mundo multiplural de licenciados, técnicos, auxiliares… todos tenemos nexos porque sin ellos no pudiéramos avanzar desde el punto de vista laboral.
— En este capítulo de tu vida llega la pandemia a uno de los sitios no exento de peligros
— Con la epidemia creo que la Microbiología tomó una fuerza diferente, Un antes y un después. La especialidad tiene sus contrastes, pudiéramos decir que es muy tranquila, pero difícil a la vez, un mundo a descubrir y para estudiar virología la pandemia nos empujó a ello, ante el comportamiento actual de los virus, muchas veces impredecible, y tenemos que adentrarnos más en el universo de ese desarrollo virológico y de las nuevas tecnologías.
— ¿Sentiste miedo?
— Esos años lo revolucionaron todo. Primero un gran temor, sobre todo las mujeres que tenemos niños ante algo totalmente desconocido y bastante agotador, pero a la vez una fuente continua de aprendizaje.
En lo personal me limitó mucho el contacto con mi pequeño. Llegaba a la casa y luego de retirarnos toda la ropa del laboratorio no olvidaré nunca sus ansias y su carita detrás de la reja, como implorándome que no demorara más el encuentro. Me recibía con sus brazos abiertos, mas no podía reciprocarlo de primer momento.
Eran sentimientos encontrados, una mezcla de impotencia al trabajar con muestras directamente y llevarnos la duda de trasladar el virus al hogar porque en esa etapa vivía también con mis padres, pero logramos que todo el personal que enfrentó la pandemia en el Laboratorio nunca enfermó gracias al cumplimiento estricto de las medidas y normas de seguridad, una disciplina ante una experiencia sin igual.
— Hablas de disciplina ¿qué te inspiró la Dra. María de Lourdes Sánchez?
— Llegué a la oficina del Laboratorio y vi por primera vez a la Dra. Lourdes Sánchez, recuerdo su sonrisa cuando me dijo «bienvenida a la especialidad y Microbiología es una gran familia. así te vas a sentir». Ese primer recibimiento me inspiro a seguir.
La vida y el día a día me han demostrado que es excelente persona e inigualable profesional. Como guía nos ha mostrado el camino certero a quienes estudiamos la Microbiología, la admiramos todos los residentes, junto al resto de los profesores.
Lourdes se creció mucho más que lo que normalmente hace. Fue el ejemplo cotidiano, era la última que cerraba el departamento, muchas veces se quedó y amanecía aquí, aun no sé cómo lo lograba en este Laboratorio de Microbiología y Química Sanitaria que incluye otras secciones de trabajo y existe un grupo de jóvenes dedicados al perfil de la Biología Molecular
— ¿Otros inspiradores en la carrera?
— Muchos (me menciona más de 10 personalidades) y sumo sus respectivas familias. Cada uno de estos profesores tiene una linda huella en nuestras generaciones como residentes.
— ¿Y tu mundo hogareño?
— Inmejorable. Hablé de mi pequeño Camilo Nel, de siete años, que me ofrece ese impulso diario. Me siento muy orgullosa cuando en su escuela le dice a sus compañeritos que su mamá es doctora y que estudia los bichitos. Eso me da aliento y me impone el reto de ser mejor profesional y persona inspirada en él.
Soy hija única y mis padres siempre han estado al tanto de mis pasos y mi trayectoria, a tal punto que mi mamá me plancha la bata médica diariamente, y mi esposo, dedicado a la Cultura Física, desde el inicio de la carrera de medicina es otro baluarte de apoyo.
— Hiciste un juramento el día de tu graduación ¿cómo lo sigues?
— Las personas dependen de un diagnostico que nos corresponde procesar con calidad y seguridad, eso es maravilloso, indicar el tratamiento adecuado para prologar ese tesoro que se encierra en la vida y hay que salvarla.
— Pasará el tiempo y los años. mas ¿te mantendrás en la Microbiología?
— Es una pregunta difícil, pero pienso que sí. Siempre la llevaré adentro, fue el inicio más profundo. Es cierto que la MGI constituye algo indispensable y lo reafirmo porque ofrece algo global de todos los segmentos de pacientes: niños, embarazadas, ancianos; sin embargo, la Microbiología llegó para quedarse porque descubrir muchas irregularidades del cuerpo humano a través de los microscopios y lograr prevenirlo y orientar sin dudas es algo maravilloso. No me arrepiento haber dado este paso, y creo que es lo mejor que me ha pasado. Lo volvería hacer sin pensarlo.
PIE DE FOTOS
1.- La Dra. Norlenys Morales Cueto se encuentra realizada en la Microbiología. «Creo que es lo mejor que me ha pasado», reafirma.
2.- De los números a la medicina, un camino totalmente opuesto.
3.- Con dos de sus compañeros de labores. La Dra. María de Lourdes Sánchez Álvarez, al frente del Laboratorio, y el Dr. Rafael Abreu Duarte.
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