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soyquiensoy (Ricardo R. González)

Con 2...

«Con 2 que se quieran» Silvio Rodríguez (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Silvio Rodríguez (Parte I)

“No me he olvidado del joven que fui”

Amaury. Muy buenas noches, estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ª Avenida y calle 32, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy, cerrando el primer ciclo del programa, un invitado especial, y especial para mí por varios motivos. Muchas veces se ha dicho que yo invito a mis amigos, bueno, ahora soy mucho más osado, ahora invité a un hermano, que en mi caso es mucho más que un amigo. Al trovador, Silvio Rodríguez.

Mi hermano, buenas noches.

Silvio. Buenas noches.

Amaury. Yo sé que en tu apretadísima agenda has hecho un esfuerzo grande por estar conmigo, lo sé, y, no nos hagamos sufrir. Tú me dijiste una vez algo que yo he utilizado mucho: “Estate atento a cómo te quieren y a cómo te tratan los hijos de tus amigos y así sabrás cuánto te quieren tus amigos”.

Silvio. Realmente es algo que aprendí sin darme cuenta, o sea, con el tiempo, con los años, de pronto me percaté de que los hijos de mis mejores amigos me trataban muy bien y me había pasado también, que los hijos de algunas personas que yo creí amigos, y después con el tiempo resulta que no lo han sido tanto, guardaban cierta distancia de mí y entonces fue una cosa que aprendí de la vida. Lo aprendí observando lo que me pasaba.

Amaury. ¿Tú eres una persona de muchos amigos o de buenos amigos, pocos?

Silvio. Yo he querido a mucha gente, realmente. No te sabría decir si todos han sido mis amigos o no. Pero he querido a mucha gente y lógicamente a través de los años, también hay muchas personas que se han mantenido, traspasando las eras.  Entonces esos son los grandes amigos, aquellos amigos de toda la vida, que se suele decir. Pero de pronto hay amigos de etapas de mi vida que pasaron, amigos que hice en el Ejército; amigos que hice cuando estaba con los pescadores en el Playa Girón y que son personas que conocí circunstancialmente, en quienes deposité realmente grandes sentimientos y de quienes tengo una memoria extraordinaria y los recuerdo con un afecto tremendo, aunque no se hayan mantenido como amigos de toda la vida.

Amaury. En el caso hipotético en que tú tuvieras que exigirle cosas a un amigo, ¿qué le exigirías? Lealtad, agradecimiento…

Silvio. Que me soportaran.

Amaury. ¿Que te soportaran, nada más que eso? (risas)

Silvio. Me parece que no hace falta más. (risas)

Amaury. Tampoco es tan complicado soportarte, Silvio. (risas)

Silvio. ¡Bueno, imagínate tú!

Amaury. Hay gente que piensa lo contrario.

Silvio. Sí, posiblemente. “Yo sé que hay gente que me quiere; yo sé que hay gente que no me quiere”.

Amaury. Cuando yo escucho tus canciones y no es un secreto que escucho mucho tus canciones, de toda la vida, siento que tus canciones están recorridas por un halo de tristeza. Incluso, las más optimistas, las más movidas, las que tienen los arreglos más vitales y la pregunta entonces sería (no me hables de la tristeza en tus canciones), sino ¿tú eres una persona triste?

Silvio. Hace poco una persona me dijo que yo era triste desde los tres meses de engendrado, que algo sucedió que me hizo triste. Yo creo que he sido triste y que he sido alegre. Es probable que sea maniaco-depresivo, para hablar un poco científicamente. Por suerte, mis fases maniacas suelen ser muy visibles, ¿no?, y las depresivas no tanto, porque me escondo. No me gusta que me vean triste ni nada de eso. Pero yo creo que todos pasamos un poco por las verdes y las maduras también, ¿no?.

Amaury. Pero te considerarías, por ejemplo…

Silvio. …¿Especialmente triste?

Amaury. Sí.

Silvio. No me parece. ¿A ti te parece?

Amaury. Hummm. A mí me parece. Me ha tocado muchas veces verte triste, solo, dentro de ti mismo.

Silvio. Puede ser. A veces también uno no sale de uno mismo porque no se anima mucho por lo que ve afuera. Es una ventaja también poder tener un mundo interno, Amaury; o sea, es una ventaja como podría decir otra ventaja: tener el hábito de la lectura. Eso es una forma también de introspección. Poderse sumergir, tener un mundo abstracto, poder acudir a pensamientos, a conjeturas.

Amaury. Claro, lo que puede ser muy peligroso y esto me ha pasado a mí, es que no encuentres la llave después para salir de esa introspección.

Silvio. Eso son los esquizofrénicos, Amaury.

Amaury. Exactamente. ¿Tú me estás diciendo esquizofrénico? (risas)

Silvio. No, no, no, (risas) espero que tú no me lo estés diciendo a mí. (risas)

Amaury. Ya empezamos, ya empezamos… (risas)

Silvio. …Pero esquizoide, a lo mejor, sí soy. (risas)

Amaury. Para muchos, y para mí, tú eres un fundador, sin embargo, tú te consideras un aprendiz.

Silvio. Es que la vida es una aprendizaje, todos los días uno aprende cosas. Muchas veces me di cuenta de que creyéndome que sabía, hacía “papelazos”. Entonces llegué a la conclusión de que mejor era no creerse que uno sabía tanto, porque en definitiva, la vida, las experiencias te demostraban que siempre había algo nuevo que aprender y entonces ya, me lo quité. Me lo quité y ya más nunca me creí que era el bárbaro en nada.

Amaury. Sí, pero yo sé, me pasa a mí y le pasa a muchos de tus amigos, nos ocurre que nosotros vamos a hablar contigo, a pedirte consejos sobre determinados temas: artísticos, políticos, familiares, y tú tienes siempre una respuesta importante para cada una de esas preguntas que muchas veces son arriesgadas, porque uno está hablando de su propia vida. Eso ¿qué te lo da?: ¿los años, el instinto?

Silvio. A lo mejor ustedes no notan que la mayoría de las veces, yo lo que estoy es dialogando con ustedes, o contigo, si es el caso, y que realmente no te estoy dando respuestas, sino que estoy tratando en la interlocución de encontrar algún tipo de respuesta, incluso para mí mismo.

Amaury. Cuando hablábamos del aprendiz, eso, por supuesto, siempre lo remite a uno al dibujo animado Fantasía, ¿no?, y eso me va a llevar, entonces, a lo que tú has contado en tu blog, esa anécdota de tu tío que te llevaba al cine.

Silvio. ¿Angelito?

Amaury. Sí, Angelito. Háblame de Angelito y de esa fascinación que tú sientes todavía por los dibujos animados infantiles y por las películas de capa y espada, afición que compartimos.

Silvio. Bueno, Angelito era el hermano de mi padre. El único hermano de mi padre, que fue también mi padrino. Yo no le decía Angelito, ni Mary, mi hermana ,tampoco le decía Angelito; ambos le decíamos “Padrino”. Fue Padrino hasta que nos dejó. Yo viví con él como desde los 6 hasta los 11 años, aproximadamente. Yen esa etapa en que uno se está empezando a abrir al mundo y comienza a ir al cine y a entender cosas, fue muy importante la relación con él. Todas las semanas me llevaba al cine y le gustaban las películas de aventuras, las películas de guerra, las películas del oeste, las películas de capa y espada, como tú dices. Pero, realmente, son todavía las películas que más me gustan, Amaury, las películas de aventuras son las que me gustan y las películas estrambóticas, fantásticas. Esas son las cosas que a mí me gustan, realmente.

Amaury. Bueno, ya estoy en Angelito y entonces voy a irme todavía más atrás, voy a ir a San Antonio (de los Baños). Pero voy a llegar a San Antonio a través de los ojos de Malva, de tu hija más pequeña. Un día, y tú lo recordarás, o espero que lo recuerdes. Salíamos de casa de Sergio Vitier, de un cumpleaños de Sergio, y nos fuimos a San Antonio. Tú quisiste que pasáramos por San Antonio, y en un momento determinado, yo quise…

Silvio. …¿Veníamos de Huachinango?

Amaury. Sí, y yo te dije que me enseñaras la casa donde tú habías nacido y nos paramos en la puerta y, Malva, que era muy chiquitica me dijo: ¿Y aquí nació mi papá? Como sorprendida porque es una casa de madera, una casa muy, muy humilde, y yo quiero que tú me hables de cómo fue tu vida, tu niñez, en San Antonio.

Silvio. Yo salí de San Antonio con cinco años. No tengo mucha memoria, tengo un poquito, pero todo dentro de la casa. No pude conocer el pueblo. Recuerdo haber ido al cine cuando muy chiquito, porque mi mamá me llevaba. Pero la gran memoria que yo tengo de mi pueblo es de cuando muchachito, que estaba en una escuelita, vivía en casa de una tía con un primo hermano y dos primas hermanas. Había un perro en la casa, y vivíamos al borde del pueblo, o sea, ya cuando empieza el bosque, el río.

Amaury. ¿Entonces no fue la casa que vimos aquel día?

Silvio. No, yo no recuerdo, Amaury, cuál casa fue la que yo te enseñé. Debe haber sido, a lo mejor, la casa en la que yo viví en esa época, es muy probable. ¿Era una casa que hacía esquina?

Amaury. ¡Sí, hacía esquina!

Silvio. Sí, esa es la casa donde yo viví esos años, como de los 10 a los 11, o a los 12 años. Y fue cuando aprendí a nadar, cuando me fugaba para el río, cuando andaba con un perro. Cuando empecé a conocer el monte, a buscar nidos de pájaros o a meterme en cuevas. En fin, cuando empecé a mataperrear, como quién dice, ¿no? Porque mientras viví en La Habana no podía mataperrear mucho, porque no se podía salir a la calle, estaban los carros y ese tipo de cosas. Cuando estaba en San Antonio, era como la libertad.

Amaury. Tú consideras a San Antonio el lugar esencial para ti, no solo en tu vida, sino en tus canciones.

Silvio. Sí, porque tengo memoria, la primera vez que vi a un hombre muerto, por ejemplo, lo vi en San Antonio y ya de paso puedes introducir la pregunta sobre la muerte.

Amaury. ¿Por qué tú sabes que venía?

Silvio. Porque te conozco, Amaury. Empezaste preguntándome si era triste y todas esas cosas.

Amaury. (risas) No, pero esa no te le imaginaste.

Silvio. Ya, ya, ya. Entonces, la primera persona que yo vi muerta fue Narciso, “el mocho”.

Amaury. El del Papalote.

Silvio. El de “El Papalote”, el personaje de “El Papalote”. O sea, todas esas memorias… La cosa de andar con un perro, de tener un perro amigo, eso es una cosa importantísima para un niño, Amaury. Uno en gran medida conoce la amistad, la fidelidad, la intimidad, el cariño hacia otro ser, a través de los animales. Por lo menos a mí me llegó mucho a través de mi relación con los animales, con los perros, con los gatos, con una vaca, con un caballo, con cualquier animal. Me fascinaban, siempre me gustaron mucho los animales. Los pájaros, los pájaros me fascinaban, siempre me han gustado mucho los pájaros. Es probable que yo hubiera dado, quizás, un buen biólogo, ¿no?

Amaury. Un naturalista.

Silvio. Algo así. Tengo un amigo, Giraldo Alayón, que es biólogo, eminente, además, pero ese vivió toda su vida en San Antonio. A lo mejor si yo me llego a quedar en San Antonio, hubiera dado algo así como un científico.

Amaury. Sí, pero a lo mejor si te hubieras quedado en San Antonio no hubieras dado las canciones que has escrito.

Silvio. A lo mejor las hubiera dado mejores.

Amaury. Es que el hubiera sabemos que no existe. Pasó lo que pasó y no voy a ir a la pregunta de la muerte. Voy a preguntarte: ¿cuando recuerdas al niño, a aquel niño, Silvio, en San Antonio, tú te recuerdas mala cabeza? Porque después fuiste un joven mala cabeza. Cuando yo te conocí eras joven y eras mala cabeza.

Silvio. No, yo no fui un niño mala cabeza. Yo hice cosas normales que hacen los niños. Me fugaba de la escuela y me iba al río a bañarme, aprendí a nadar ahí en el río y bastantes palos que cogí por meterme en el río. (risas)

Amaury. ¿Y pasaste sustos?

Silvio. Tú puedes creer que no, chico.

Amaury. ¿No te pasó nunca nada?

Silvio. Jamás me pasó nada desagradable.

Amaury. ¿Y quién te daba los palos, Argelia, tu mamá?

Silvio. Sí. (risas)

Amaury. No me la imagino, no me imagino a Argelia dándote palos.

Silvio. Ya, ya. No, yo tampoco. (risas)

Amaury. (risas) Oye, voy a una pregunta que me sugirió Petí. Qué difícil debe ser -te pregunto-, ¿es difícil que tomen en serio todo lo que tú digas?

Silvio. Sobre todo siendo de San Antonio, que es un pueblo que le llaman además, San Antonio del Humor, ¿no?, que ha dado tantos humoristas y que se caracteriza por dar personas de buen humor y  gente desenfadada. Yo no sé realmente… eso es alguna gente, porque yo, a mí mismo no me tomo tan en serio, Amaury.

Amaury. Sí, pero yo he estado presente, bueno, durante los últimos cuarenta y tantos años que nos conocemos, y desde siempre te tomaban en serio. Tomaban literalmente todo lo que tú decías y eso provocó más de un equívoco.

Silvio. Bastantes, bastantes.

Amaury. Conmigo recuerdo uno, por ejemplo.

Silvio. Es terrible, porque que te tomen así al pie de la letra, es terrible… y con lo que me gusta a mí la metáfora.

Amaury. Bueno, eso ya lo sabemos. Ahora, ¿tú te consideras bueno haciendo chistes?

Silvio. No, ¡malísimo!. Yo soy un incomprendido haciendo chistes, profundamente incomprendido. A veces he tratado de hacer un chiste, incluso, al público, a la gente, y se ha transformado en un hito de mi leyenda negra. Sí, sí, sí, terrible, terrible.

Amaury. ¿Por qué tú crees que mucha gente, y puedo decir que los que no te conocen bien -esa es una acotación mía-, te considera un tipo difícil? ¿Por qué?

Silvio. A lo mejor es por eso mismo, porque me toman demasiado en serio.

Amaury. Háblame de tus hermanas.

Silvio. Mis hermanas. Mary, María de los Ángeles.  Me acuerdo el día que nació perfectamente. El otro día estaba hablándolo con Niurka, rememorando el día en que nació Mary. Me acuerdo que  mi abuela me estaba durmiendo, mi abuela paterna, en su casa que era como a una cuadra de la nuestra, y llegó mi tío Angelito y me dijo: vamos para que conozcas a tu hermanita, y fui para allí, y vi la cosita aquella chiquitica, así era Mary, a quien ya caballerosamente le había cedido mi cuna, que quedaba al lado de la cama de mis padres, y entonces a mí me pusieron en una camita en la sala. Pero bueno, ya eso era una cosa que estaba decidida desde antes que ella naciera.

Mi hermana Anabell, la gran voz de la familia, la única voz, se pudiera decir, de la familia.

Amaury. No hay que exagerar, pero bueno.

Silvio. Me acuerdo también cuando nació. Recuerdo que era asmática cuando niña. Cuando yo llegaba del Ejército, venía a veces, cada quince días o algo así, me pasaba una sola noche en La Habana, y a veces esa noche me la pasaba con ella cargada. Y tuvo asma hasta los 7 años. A los 7 años se hizo un tratamiento con unas vacunas y se le quitó.

Amaury. No se le nota.

Silvio. Se le quitó, se le quitó. Bueno, esas son mis hermanas.

Amaury. Tú eres una persona hasta dónde sé agnóstica. ¿Tú estás adscripto a alguna religión?

Silvio. ¿Religión?, no.

Amaury. Sin embargo, hablas mucho de ángeles en tus canciones.

Silvio. Sí, pero bueno, tú sabes que eso es parte de la cultura del hombre.

Amaury. Recuerdo unas cuantas, Ángel para un final, no solo Cita con ángeles, que es tan conocida.

Silvio. Ohhh, muchas, muchas canciones mías hablan de ángeles.

Amaury. Y ahí sí viene la pregunta de la muerte. Porque además  de los ángeles, la muerte aparece mucho en tus canciones.

Silvio. Sí, en fin, es algo que nos pasa. Es como empezar a crecer. Uno empieza a crecer el día que se da cuenta de que todos nos morimos.

Amaury. Sí, pero ahí vendría la contra pregunta entonces, y esos ángeles, ¿qué son, los ángeles guardianes?

Silvio. Los ángeles son un símbolo, no hay que detenerse en el angelito con las alitas…

Amaury. …No, no. Son como esos espejos de uno.

Silvio. …sino en las casualidades y causalidades de la vida, que hacen que las cosas pasen o que no pasen ¿te das cuenta?

Amaury. Hablaba de eso.

Silvio. Hablando de causalidades y “Causas y Azares”, está esa canción también, que no habla de ángeles pero es como si hablara de ángeles también.

Amaury. Cuando yo te llamé, debo decir que a la primera persona que llamé para este programa, cuando era un proyecto, fue a ti, no estoy mintiendo con eso, y tú lo sabes. Fuiste la primera persona a quien llamé.

Silvio. Y yo te recomendé que invitaras como a cuatro o cinco gentes.

Amaury. Sí.

Silvio. He visto a algunos en el programa.

Amaury. Casi todos los que me recomendaste han estado.

Silvio. Casi todos.

Amaury. En realidad, me faltaron, creo, que dos jóvenes que me recomendaste, pero los demás, todos, han estado.

Silvio. Te van a preguntar seguro quiénes eran, en el blog que ustedes tienen.

Amaury. No, que lo pregunten, yo no lo voy a responder porque no lo recuerdo. Sin embargo, ha resultado que has venido al último programa de la serie. Te llamé para el primero y al final resultó que terminaste viniendo al último. Y es curioso, porque antes que yo hiciera este programa de televisión, este y el anterior, tú habías tenido un programa en televisión, “Mientras tanto”, donde tú, no solo cantabas, sino también hacías entrevistas, preguntabas, leías poemas, yo lo recuerdo bien. ¿Por qué ha sido tu reticencia en los últimos años, tanto en Cuba como fuera de Cuba, a hacer televisión?

Silvio. Supongo porque la hice bastante. Empecé por la televisión, como todo el mundo sabe. O sea, no me fue tan mal; porque la televisión te salva o te embarca, una de dos.

«Con 2 que se quieran» Silvio Rodríguez (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Silvio Rodríguez (Parte II)

Amaury. ¡Dímelo a mí!

Silvio. Te salva o te embarca. A mí me hizo mucho bien la televisión. Enseguida que salí por televisión hubo gente que me preguntó ¿y cuándo vas a hacer otra cosa? Y alguna muchacha se enamoró de mí enseguida también y eso era agradabilísimo.

Amaury. La televisión trae eso.

Silvio. Es muy agradable, muy agradable. Sobre todo para esas cosas es para lo que más sirve, porque realmente en la televisión una de las cosas…

Amaury. …¡Servía!. (risas)

Silvio. Servía, servía. (risas) Una de las cosas que más insoportable yo encuentro de la televisión, Amaury, es la cantidad de horas que hay que estar aquí para salir tan poquito después, es horrible, es espantoso.

Amaury. Sí, bueno, aquí no. En este programa no, pero es así.

Silvio. Hay cosas a las que yo le puedo dedicar mucho tiempo, pero me son un goce. Por ejemplo, una canción que dura tres minutos, yo puedo estar tres meses haciéndola, pero cada instante que le dedico a esa labor, a ese quehacer, lo disfruto.

Debe ser que los que hacen televisión disfrutan cada instante, como yo disfruto hacer una canción. Entonces de eso es de lo que se trata. Yo no disfruto esto. Yo lo que disfruto es hacer canciones. Tan sencillo.

Amaury. Oye, tú has escrito una cosa que leí el otro día en tu blog, respondiéndole a la cantidad de gente que te escribe, y me llamó mucho la atención. Es una frase importante, la apunté, la voy a citar: “Si para algo no hay nadie imprescindible, es para los reclamos”.

Silvio. Eso lo dije en un contexto en que yo me tuve que ausentar durante algunos días del blog que tengo, pero en esos días en que no estuve, muchos de los que participan en el blog dieron opiniones, reclamaron, exigieron, se expresaron. Entonces, por eso escribí eso.

Amaury. Tú abriste este blog, que es un espacio de Internet donde tú pones fotografías, cuentas cosas, pones lo que se llaman post. ¿Tú lo abriste por una necesidad de polemizar o de establecer un puente con la gente?

Silvio. Yo lo abrí porque Cecilia Todd…

Amaury. …La venezolana, la gran cantautora.

Silvio. …la gran cantante venezolana…

Amaury. …Cantante, cantante venezolana, sí.

Silvio. …me escribió y me dijo: Mira este blog de este muchacho, que es un cantautor venezolano, y que había puesto una cosa muy cariñosa con respecto a mí. Y bueno, lo miré, lo vi, qué bonito. Me leí varias de las cosas que escribió y cuando iba a cerrar la página, miré arriba y decía: ¿Quiere hacer un blog? Pinche aquí y entonces yo dije: Bueno, no puede ser tan fácil.

Pinché y me abrió una página. Ponga su nombre, puse el nombre. Pinche aquí. ¡Ya usted tiene un blog! No, espérate, no puede ser así. Y fue así. Entonces hice un primer escrito, que le llaman post en el mundo de los blogs, y ya, y de pronto empezó a meterse gente, a decir cosas, a dar opiniones, a participar y bueno, de pronto ya hay más de…

Amaury. …Sí, hasta hoy había seiscientos y pico mil de visitantes.

Silvio. De entradas: seiscientas y pico mil entradas.

Amaury. Que son muchas.

Silvio. Son muchas, sí, para nueve meses que lleva el blog.

Amaury. Yo pienso que tú eres tú, tus canciones y tu misterio, ¿revelar el misterio en público no será perjudicial para el resultado final de tus canciones?

Silvio. ¿Tú crees que hacer un blog es revelar algún misterio?

Amaury. En el caso tuyo, sí.

Silvio. Yo tengo entonces una enorme vocación reveladora. Realmente no tengo ningún misterio que esconder. Yo siempre he sido anti vedettístico, tú lo sabes. (risas)

Amaury. Yo lo sé. (risas)

Silvio. Para mí los misterios que pueda haber en un artista, son precisamente esos, el hacerse interesante, el artistaje. Además, ¿no empezamos diciendo que yo me consideraba un aprendiz?

Amaury. Claro.

Silvio. ¿Qué misterio va a revelar un aprendiz? El aprendiz es precisamente el que está detrás de los misterios. Yo estoy detrás de los misterios, Amaury.

Amaury. Era solamente una apreciación mía y quise compartirla con los televidentes. Muchas veces fuera de Cuba, sobre todo, fuera de Cuba, tildan a algunos artistas que están con la Revolución, que están con el país, de ser artistas oficialistas y con especial interés te nombran a ti como a la cabeza de los artistas oficialistas. La primera parte de la pregunta sería: ¿si tú te consideras un artista oficialista y qué es para ti un artista oficial?

Silvio. Bueno, mira: si es de la Revolución Cubana, la Revolución que comandó Fidel y que han continuado tanta gente valiosa, Raúl, el Che, Camilo, toda esa gente, a mucha honra, mi hermano, a muchísima honra ser oficialista de esto. Yo, de lo que no puedo ser oficialista, es de los que les caen a bombazos a Iraq, a Afganistán. Ahora se están tratando de aprovechar de todos estos movimientos revolucionarios en el Magreb. Los que quieren invadir a Libia a toda costa. Los que han querido invadir a Cuba. Aquellos que gritaban: Ahora Iraq, mañana Cuba. Eso sí para mí es una deshonra y una vergüenza sería oficiar en favor de semejantes ideas.

Amaury. Y hay artistas que son oficialistas de eso.

Silvio. Absolutamente. Acuérdate que a cada rato iban a cantarle a Bush, algunos latinoamericanos también.

Amaury. Sí.

Silvio. ¡Lagarto!

Amaury. Tú hiciste primero la gira por las cárceles, de eso se habló en su momento, muchísimo. Pero ahora estás haciendo una por los barrios y es bien curioso lo de la gira por los barrios, y tú me lo explicarás, porque ahí sale entonces la pregunta de: esta canción que hacemos, ¿tú crees que todavía tiene una utilidad popular, o sea, que vale la pena llevar estas canciones a los barrios y que hay un público todavía que tiene interés en lo que nosotros cantamos? En este caso lo que cantas tú.

Silvio. No es que lo crea, es que la gente me lo está demostrando. Cuando vayas, el día que se te ocurra ir a una de estas actividades en los barrios, te vas a dar cuenta. La gente canta nuestras canciones, agradecen nuestra presencia. Además, hacer esto está más allá, yo creo, que de estar de moda o dejar de estar de moda, de estar en la televisión, o de ser pasado por la radio o no, Amaury.

Es una cosa que tiene que ver con nuestra realidad, con la realidad de nuestro país. Muchas entradas a los teatros para conciertos de gente como nosotros, lo que suelen costar son veinte pesos por persona y una familia más o menos normal, son cuatro, cinco personas; eso son ochenta, cien pesos. ¿Y cuánto gana una familia cubana normal al mes? Que una familia vaya una noche a un teatro representa la tercera, la cuarta parte, si es que gana cuatrocientos pesos, de su sueldo. Entonces yo creo que es algo también muy realista, muy realista.

Creo que hay que llevar la Cultura, sea cual sea. Ojala también sean las cosas que se pasan por la radio. Ojala también sean las canciones y la música con la que más se identifica la gente, que es en definitiva la que la radiodifusión promueve. Pero, bueno, yo lo hago y la gente va, y la gente canta las canciones y me aprendí las canciones, las dos o tres canciones infantiles que he hecho en mi vida y se las canto a los niños y yo no sé, de alguna manera los niños las recuerdan, porque las cantan. Yo no sé ese milagro en qué consiste, la verdad. Es algo para mí asombroso, es un misterio.

Amaury. Otro.

Silvio. Del que estoy detrás también, como aprendiz. (risas)

Amaury. A ver, en tu último disco, en tu último disco editado quiero decir, porque yo sé que hay una cantidad de discos que no han salido nunca ni se han mezclado, yo sé que hay un almacén de discos sin terminar.

Silvio. No, no son tantos.

Amaury. ¿Que no son tantos? Recuerdo los que hiciste con Diákara, con Afrocuba y si sigo más nunca terminamos.

Silvio. Uno y uno. Uno con Diákara y otro con Afrocuba.

Amaury. Bueno, en este último disco, en Segunda Cita, tú hablas ahí de cambiemos la R de Revolución.

Silvio. Sí.

Amaury. Y lo has dicho en entrevistas que se han publicado fuera de Cuba, lo has dicho en Cuba, en prensa escrita, pero nunca lo has dicho en televisión y yo creo que sería clarificador, iluminador que lo dijeras en televisión, porque es una cosa arriesgada y que muchos de nosotros, incluso muchos políticos, después la han citado.

Silvio. Yo lo dije porque la Revolución aparece de vez en cuando. Cuando hace falta una Revolución. Se produce en un momento donde se dan determinadas condiciones, pero la evolución tiene que ser constante. Ya hicimos la Revolución, ahora tenemos que seguir evolucionando.

Amaury. ¿Tú crees que lo que más daño le puede hacer a un país es el estatismo?

Silvio. Sí. El inmovilismo que hemos padecido durante años nos hizo daño, mucho daño y creo que hemos roto la inercia, afortunadamente, en muchas direcciones y tenemos que seguir avanzando. Me siento optimista, sin duda que me siento optimista, porque hemos roto la inercia, y porque estamos moviéndonos, que es un principio del Universo, ¿cómo vamos a estar estáticos cuando todo se mueve?

Amaury. Yo quería preguntarte por una amiga muy querida, que yo tengo, y que da la suerte, fortuna para ti, que es tu compañera: Niurka.

Silvio. ¿Niurka?

Amaury. Niurka. Yo sé que has tenido amores valiosos en tu vida, pero nunca te sentí más tranquilo, equilibrado y, debo decir en público, que enamorado, como te he visto de Niurka. Quiero que me hables de Niurka y de tus hijos, que además, a veces pierdo la cuenta de cuántos son, aunque los conozco a todos.

Silvio. Son siete, hace rato que son siete y me parece que se van a quedar en esa cifra.

Amaury. ¡Aunque uno nunca sabe!

Silvio. No, no, no: orinar contra el ventilador, no lo hagas nunca. Nunca digas nunca jamás… Chico, Niurka realmente es un regalo que me dio la vida, y realmente sí es cierto todo lo que tú dices. Encontrar de pronto un espíritu así, afín, una persona, no solo talentosa, sino también de una calidad humana especial. Porque si hubiera sido solo talento…

Amaury. …Doy fe.

Silvio. …Amaury, pero no era solo talento. Era talento musical, pero era, y es, talento humano también. Entonces, eso es muy seductor. Y nada, nos conocimos de casualidad, gracias a Leo (Brouwer). Leo me la mandó, me habló de ella para que grabara, porque nunca había grabado. Estamos hablando de quince años atrás, ¿te das cuenta? Y, bueno, así nos conocimos. Después, ella ya se iba para París. Yo estuve en su examen de ingreso en la Cité y estuve en su examen final, también. Ganó Diploma de Oro, o sea, ganó la máxima calificación. Y luego vino para acá e hizo el ISA, y un día la invité a que tocara con nosotros y, bueno, desde entonces  también colabora con nosotros.

Amaury. ¿Y cómo es el Silvio papá?

Silvio. El Silvio papá es bastante normal. Lamentablemente no he podido criar a todos mis hijos. Algunos hijos han crecido lejos de mí. He tratado de ocuparme de todos, Amaury, de todos, sin excepción, incluso de los que no son cubanos, porque hay dos que no son cubanos.

En el año 2007, me parece, los reuní a todos. Fue un alarde de coordinación internacional, una cosa impresionante. No sé cómo lo conseguimos, pero lo conseguimos. Y estaban todos y me los llevé. ¿A qué tú no sabes adónde me los llevé?

Amaury. No.

Silvio. Al río.

Amaury. ¡¿Al río?!

Silvio. Al Río Ariguanabo, y me senté con todos ellos allí, y nos hicimos fotos, y le di una foto de esas a cada uno de ellos para que tengan ese recuerdo. Siempre van a poder regresar al río Ariguanabo conmigo. Me parece algo maravilloso.

Amaury. En cualquier circunstancia, además. Yo vivo Silvio, admirado de la relación que tú tienes con tu mamá. Háblame de ella.

Silvio. Es que mi mamá es una persona bastante fácil en el sentido de que es muy buena para la música… Mira, ¡a esa sí nadie le pone en duda los chistes! y no es que no la tomen en serio. (risas)

Amaury. No, no, claro y se le tiene respeto.

Silvio. Y no es que no la tomen en serio, se le toma en serio y sin embargo le ríen los chistes, ¡mira tú! (risas) Mi mamá es así y ha sido un poco la mamá de muchos, de muchos amigos míos.

Amaury. De muchos de nosotros.

Silvio. A muchos les dio de comer, a muchos, muchísimos. A muchos los pelaba. Ahora mismo me vino a la mente mi mamá pelando a Luis Rogelio Nogueras, por ejemplo. Los pelaba, los inyectaba.

Amaury. Nos dio de comer muchas veces. Bueno, todavía lo está haciendo, de alguna manera.

Silvio. A todos los amigos y a algunos enemigos también. (risas)

Amaury. ¿Cómo tú llevas lo de los enemigos ya que dijiste eso? ¿Cómo tú llevas el tema de los enemigos, de los enemigos de tu obra, de los enemigos de tu persona, cómo tú manejas eso?, ¿es complicado?

Silvio. No, realmente, no.

Amaury. ¿Los pones a un lado?

Silvio. Sí, claro, a veces también se te atraviesan delante, ¿no? Yo trato de no empujar, pero no me gusta tampoco que me empujen.

Amaury. Claro. Tú fuiste un joven, y con esto voy a terminar, porque hacerte una entrevista a ti, podía durar cuatro horas y no tiene sentido porque sería una serie. (risas) “Amaury entrevista a Silvio”.

Silvio. Después yo te entrevisto a ti.

Amaury. Sí, podemos hacerlo, tienes que tener un programa como este, entonces yo sí seré el primero. Tú fuiste, nosotros nos conocemos desde el año 69, un joven irreverente, polémico, un joven inquieto, sería el calificativo que se utilizaría ahora con cierto paternalismo.

Silvio. Conflictivo, era como se decía antes.

Amaury. Se decía conflictivo, ahora se dice inquieto. Conflictivo, un joven conflictivo.  ¿Serías capaz hoy de juzgar al joven que fuiste o cómo lo juzgarías si fuera capaz de juzgarlo?

Silvio. Sí, pero no socialmente. Quizás en su aprendizaje interior,  porque conozco a aquel joven perfectamente, no me he olvidado de él, no solo no me he olvidado de él, sino que trato de estar a su altura.

Amaury. Dije que era la última, pero debo terminar con otra. En estos 60 programas que hemos transmitido, ha habido, no siempre, pero ha habido una pregunta, quizás recurrente, y que algunas personas me han criticado y otras me han dicho que no la deje de hacer. ¿Qué estarías dispuesto a seguir haciendo por Cuba?

Silvio. No es un problema de veneración, es un problema de responsabilidad. Es un problema de sentirse parte de algo, ¿no?. No veo a Cuba como a un altar, ni como una Catedral a la que uno va. Es la cotidianidad, es lo que uno es, lo que uno quiere que sean las personas que uno quiere. Todo el bien que uno puede desear que tenga todo el mundo, ¿no? a quien quiere, el prójimo, como se solía decir. Yo uso palabras religiosas, aunque no soy religioso, porque tengo espiritualidad, pero no tengo religión, Amaury, porque las religiones, con mucho respeto a todo el que la tiene, siempre me parecieron un poco la burocracia de la espiritualidad.

Tengo mi espiritualidad. Es imposible vivir sin eso. Y parte de esa espiritualidad se debe a este lugar hermoso en el que me tocó nacer, que pudo haber sido otro, pero es este, con una historia hermosa, de mujeres, de hombres maravillosos, y que lo hacen a uno sentirse, no sé, orgulloso.

Amaury. Muchas gracias, muchas gracias por haber venido, mi hermano querido. Yo sé, como ya dijiste en algún momento que estas cosas no te gustan mucho, por tanto te lo agradezco el doble, y ya te lo pagaré, aunque tú no haces estas cosas para que te las paguen. (risas) Te quiero mucho, hermanazo. Nos vemos en la próxima serie, en la tuya o en la mía.

Silvio. Oye: he visto que ponen la canción aquella que grabamos, en todos los programas.

Amaury. En estos 60, sí, en todos.

Silvio. ¿Por qué no la cantamos?

Amaury. Ah, bueno, está bien, ya que es el programa final.

Silvio. ¡Final, no!

Amaury. ¡Final, no! El último programa de esta serie

Silvio. Esa es la cosa.

Amaury. ¿Hay una guitarra por ahí? Manolo, ven, échala para acá. Alan, ven ¿tú tienes un micrófono ahí?, ahí está, sentémonos. Es una manera bien bonita de terminar el programa.

(Cantan a dúo el tema de presentación y despedida del programa “Con 2 que se quieran”)

CON 2 QUE SE QUIERAN ...

A.P.: Voz.
S.R.: Guitarra y voz.

Con dos de la misma celda o del mismo andén
con dos que alcancen el tope de la subasta
con dos que bailen sin casa en el mismo tren
con dos que resulten ser de la misma casta.

Con dos que entre tantos ecos se digan ¿quién?
con dos que se nos parezcan en la canasta
con dos que tengan el alma como de cien
con dos que se quieran bien, con dos que se quieran bien,
con dos que se quieran, basta.

AMAURY PÉREZ / La Habana / 2002

«Con 2 que se quieran» Lázaro García (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Lázaro García (Parte I)

“Ser cubano me permite soportar la subestimación a un provinciano”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, aquí en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña uno de los grandes trovadores cubanos, otro de los grandes trovadores cubanos. Lo que lo diferencia a él de todos nosotros, del resto de los trovadores, es que él nació en Cienfuegos y vive en Cienfuegos. Él es de los que no se vino para La Habana, por tanto, a eso le voy a dedicar mi primera pregunta cuando presente a mi gran, gran, gran amigo, Lázaro García.

¡Guajiro querido!, yo le digo guajiro, guajirón, y eso tiene una carga de cariño insólita.

Lázaro. ¡Sin dudas, sin dudas!.

Amaury. Guajiro, entonces empezamos con esa pregunta. ¿Tú naciste en Cienfuegos?

Lázaro. Cienfuegos, ciudad.

Amaury. ¿Cienfuegos, ciudad?

Lázaro. Sí, mis padres eran del campo.

Amaury. Del campo, ¿De dónde?

Lázaro. De la misma zona de Cienfuegos, la Sabana, cerca del Municipio de Palmira, Cumanayagua, de esas zonas son mis padres que luego recalaron en Cienfuegos, una vez casados, y mis hermanos también nacieron en Cienfuegos.

Amaury. ¿Cuán lejos vives ahora de dónde vivías cuando niño?

Lázaro. Ahora vivo muy cerca del mar.

Amaury. ¿Antes, no?

Lázaro. Antes no. Cuando volví a Cienfuegos, a cuatro cuadras de donde nací.

Amaury. ¿Cómo se llama ese dedo de tierra que se mete en la bahía de Cienfuegos, donde vives ahora?

Lázaro. Punta Gorda.

Amaury. Punta Gorda, es que ese es un lugar precioso, si usted va a Cienfuegos alguna vez, Cienfuegos es eso que le dicen: La Perla del Sur, ese mote está super bien puesto.

Pero tú vives en una casa, ahora, que es muy curiosa, porque es una casa humilde, es una casa de madera, pero que tiene el mar. Cuando tú entras a la casa, por delante tiene el mar y por detrás tiene el mar.

Lázaro. Sí, eso es lo más maravilloso. Yo cuando vi esa casa, a ver, estábamos buscando una permuta porque ya mi madre estaba un poquito mayor y teníamos que arrimarnos con ella alguno de los tres hermanos, y bueno, se hizo un concilio ahí y me tocó a mí. Entonces permutamos la casa de ella y la mía por esa. Cuando fui a ver esa casa, estaba en muy malas condiciones.

Amaury. Sí, porque la estás arreglando, todavía la estás arreglando.

Lázaro. Sí, ahora sí la estamos arreglando. Y cuando yo vi ese mar…, frente de la calle, el mar, o sea, el mar, la calle, la casa, el patio y el mar, yo dije: aquí puedo vivir en una casa de campaña.

Amaury. Claro, es que es un lugar paradisíaco donde tú vives.

Lázaro. ¡Sí, qué lindo lugar!

Amaury. ¿De niño estuviste un tiempo aquí en La Habana?

Lázaro. Sí, mis padres vinieron apenas unos meses.

Amaury. ¿Cómo en qué año, guajiro, sería eso?

Lázaro. Ellos vinieron para acá en el 49, creo.

Amaury. Y ellos vinieron a La Habana en busca de trabajo, seguramente.

Lázaro. Tratando de mejorar económicamente. Ya mi padre tenía unos hermanos aquí, que más o menos, con el tema de vender frutas, vegetales, cosas así, se fueron abriendo camino. Un  camino con un techo muy bajito, pero bueno, recuerdo la niñez con mucha alegría, muy bien, sobre todo los primeritos años, ya después fue arreciando.

Amaury. Después la cosa fue apretando más. Ahora ¿Cuántos hermanos son ustedes?

Lázaro. Somos tres, yo soy el más pequeño. Mi hermano mayor Gilberto, que bueno, es el nombre de mi padre, José Ramón, que también ustedes lo conocen, ese es el del medio y yo soy el benjamín (risas).

Amaury. El benjamín, tú eres joven todavía, guajiro, deja eso. Yo traje, Guajiro, la guitarra. Desde que llegaste la estás mirando, y es que a mí se me ocurrió esta idea que quiero compartir contigo. Si no quieres, no lo hacemos.

A mí se me ocurrió que sería una manera bastante diferente en el programa, si tú pudieras -¡fíjate!- no hacer un recital con un presentador, sino ir musicalizando, como si estuviéramos haciendo radio en televisión, ir musicalizando tu propia entrevista.

Cuando yo te conocí, la primera canción que me cantaste, fue una canción que se llama Carretón y evidentemente tu papá era carretonero.

Lázaro. Sí.

Amaury. ¿Carretonero itinerante o de esos carretones que se ponen fijos en algún sitio?

Lázaro. Sí, él se levantaba a las dos de la mañana, cargaba su carretón en la Plaza del Mercado de acá, y tenía un puesto fijo en Basarrate y San Miguel. La clientela, básicamente, eran de las casas de huéspedes aledañas a la Universidad, y más o menos ahí sobrevivíamos. El rigor del carretón lo sufrieron más mis dos hermanos mayores que yo.

Amaury. Claro, tú eras chiquitico.

Lázaro. No obstante, no me salvé de alguna que otra vez, cuando regresaban, si sobraban algunas cosas, tenía que venderlas por el vecindario.

Amaury. Pero,¿cómo hacías? ¿Te ponías una canasta en la cabeza?

Lázaro. ¡Sí, claro!

Amaury. Vamos a hacer la prueba esta, a ver, agarra la guitarra.

Lázaro. Fíjate que esta canción yo la hago muchos años después. El carretón para mí era un juguete, yo me entusiasmaba muchísimo con ese carretón, jugaba con la yegua que lo conducía, para mí era hermosísimo. Solo después me fui dando cuenta -cuando crecí, y murió mi papá, muy joven- lo que era ese carretón para la familia, para mis hermanos y todos. Hice esta canción, un poco evocando eso…

Amaury. …Bueno, canta un pedacito. Vamos a poner pedacitos nada más.

Lázaro. Vamos a ver,¿los dos primeros?, los dos primeros versos, que están en décimas, por cierto.

Carretón, coche en mis juegos

con látigos de papel

y una piedra de corcel

tirada en riendas de fuego.

Carretón, carreta luego

de andar triste y oxidado,

se hizo trabajo pesado

de mis hermanos mayores

y al centro de los dolores

iba mi padre sentado.

Lázaro. Y por ahí sigue.

Amaury. Ahhh. Me trae una cantidad tremenda de recuerdos. Deja la guitarra ahí, la vamos a utilizar en algún otro momento que a mí se me vaya ocurriendo, por supuesto, con tu aprobación. Lázaro ¿tú papá muere en La Habana?

Lázaro. Muere aquí en La Habana, en el año 58.

Amaury. ¿Y cuándo ustedes regresan a Cienfuegos?

Lázaro. Ya al otro año. Él muere en julio del 58. La situación de la familia, bueno, fue la debacle, porque él estuvo muchos meses aquejado de la enfermedad, sin trabajar. Un tío nos tiró un cabo, varios tíos y ahí la pasamos hasta que triunfa la Revolución, y como a finales de 1959, regresamos a Cienfuegos.

Amaury. Llegan a Cienfuegos. ¿Y tú empiezas a cantar, ya en ese momento, como niño?

Lázaro. Ya me gustaba la música. Me gustaba cantar, recitaba mucho en la escuela. Memorizaba mucho los textos de las poesías, me encantaba.Y es curioso, porque no tengo antecedentes en la familia. Pero era una cosa que disfrutaba muchísimo cantar, y cantaba lo que estuviera de moda. Sobre todo la décima campesina, las cosas mexicanas, que es parte del equipaje del campesino, ¿no?

Amaury. Y cantabas tangos.

Lázaro. Y tangos, porque se oía mucho tango. Y parece que a mis padres también les gustaba mucho el tango y eso me creó un poco a mí ese halo fatídico del tango y de tristón, ¿no?

Amaury. Sí, esa cosa melodramática, pero maravillosamente melodramática, porque lo lindo que tiene el tango es como también le canta al sufrimiento. Sería, haciendo una analogía, como el bolero de victrola, ¿no?

Lázaro. Anjá.

Amaury. Nuestro bolero de victrola es el tango y después está el gran bolero de Marta Valdés y el tango de (Astor)Piazzolla.

Lázaro. Claro, claro.

Amaury. Pero después,¿tú también fuiste músico de música pop?, ¿cómo llegaste a tocar pop y rock?

Lázaro. Bueno, las edades y el ámbito sonoro y además, los Beatles. Aparecen los Beatles.

Amaury. ¿Y llegan a Cienfuegos los Beatles? ¡¿Llegaron a Cienfuegos?!

Lázaro. ¡Sí, cómo no! Igual la historia, con los discos pasados escondidos y todas esas cosas. Y había un grupo que ya un poco hacía versiones al español de los números de los Beatles y ya yo había crecido un poquito, ya tenía unos 18, 19 años. Y me incorporo a ese grupo.

Amaury. ¿Y cuándo te haces profesional? Porque para tocar en el Jagua, para tocar en el Hotel Jagua hay que ser ya profesional.

Lázaro. Muy temprano, en el año 62. Ya yo cantaba boleros, y me buscaba mis quilitos por ahí, qué se yo… y estudiaba en la secundaria. Barqueaba mucho, porque me gustaba más la música.

Amaury. ¿Porque tú no tienes una formación académica convencional?

Lázaro. No, para nada. Fue empírica. Bueno, tuve un maestro de esos prácticos de guitarra, Tomás Sierra. Después Felito Molina, un tío de Argelia Fragoso, que vivía al doblar de mi casa, que fue un segundo padre para mí, el padre musical. Y así, y con mucha avidez, con muchos deseos de aprender, copiando, buscando acordes. Y ahí se enraízan, o confluyen muchas cosas, la corriente del feeling, que fue un portento en cuanto a armonías.

Amaury. Bueno, en la secuencia de acordes, tú tienes mucho de los acordes del feeling.

Lázaro. Sí, es que Felito cultivó también el feeling. Incluso, de acuerdo a Marta Valdés, que es una admiradora también-y bueno yo la admiro a ella-de Felito, esa familia de los Molina, tíos de Argelita, de alguna manera fueron los que llevaron el feeling a Cienfuegos. Porque recuerda que esa gente vivía cerca del Callejón de Hamel, donde vive Argelita Fragoso, allí, en la calle Hospital.

Amaury. Claro. Ahora yo voy a tu formación escolar. ¿Tú tienes una formación escolar sólida?

Lázaro. No, para nada. No, yo a duras penas pude terminar la secundaria.

Amaury. Ah, yo conozco un tipo que se apellida Pérez, que le pasó algo parecido, pero yo te lo pregunto porque tú tienes un dominio de la poesía, de la métrica. Conoces el octosílabo, el endecasílabo, sabes hacer un soneto, está en tus canciones. Sabes musicalizarlos. Sabes dónde están los tiempos en esas formas, y entonces tú dices, bueno: ¿Dónde aprendió Lázaro eso?

Lázaro. Eso nace en la musicalidad y la rítmica del propio verso. A mí me dormían con décimas y los domingos en mi casa, mi papá era amigo de Colorín, de Sinsonte Guasimero, y de toda la gente que…, los campesinos cantantes que estaban aquí en La Habana, y eso me fue educando el oído, de manera que yo no tengo que contar para hacer un octosílabo. Es un ritmo que se me fue…es tan normal como hablar. Lo otro, como me gusta la poesía, soy un lector insaciable.

Amaury. Guajiro ¿cómo es que tú haces el tránsito de ese grupo pop en el Jagua, de cantar canciones más ligeras, a la Nueva Trova?

Lázaro. Mira, paralelamente. Yo hacía esa vida profesional de cabaret y de grupo popular juvenil, sin embargo, yo cantaba en las descargas cosas de Serrat, cosas de…, ya aparecían Silvio y Pablo, y como estábamos muy establecidos en Cienfuegos, en el Hotel Jagua, sobre todo, hasta monté con Los Jaguares, que así se llamaba el grupo, La era está pariendo un corazón, y funcionaba.

Amaury. Claro, porque además, el arreglo de Omara era medio pop, medio rock.

Lázaro. Sí, yo hice un arreglo, incluso la introducción era Los débiles y poderosos (tararea) y ahí arrancábamos con La era está pariendo un corazón (tararea) y fue una cosa que funcionaba.Y yo decía, caramba, yo creo que no es irreconciliable esta manera de hacer canciones y el público que las recibe.

Amaury. Claro, y el mundo del rock, del pop y del jazz y de cualquiera de ellos.

Lázaro. Exactamente.

Amaury. Ahora, hay una pregunta que yo la dejé colgada desde el principio y después la gente dice, mira a Amaury como se le van las cosas.

Ya en ese momento hay gente como Augusto Blanca, por ejemplo, de Santiago de Cuba, que vino para La Habana. Otros trovadores se mudaron a La Habana, pero tú seguiste en Cienfuegos. Explícame bien ¿por qué no saliste corriendo para La Habana, como hace la mayoría de la gente cuando dice: “voy a hacer una carrera, me voy para La Habana” y vives en Cienfuegos todavía?

Lázaro.  Mira, no sabría explicártelosi hay una razón concreta. Pero a mí me gusta mi ciudad, no me hallo sin mi ciudad. Y además, tal vez en el subconsciente hubiera estado rondando la experiencia de mi padre muerto, los trabajos del carretón y que cuando no se pudo pagar la casa, tuvimos que reconcentrarnos en casa de unos tíos. Tal vez esa sombra del pasado haya estado influyendo en que La Habana no me dejó muy lindos recuerdos como vida.

Amaury. Claro, como vida. Yo fui hace poco a una peña, se lo digo a los televidentes porque tú lo sabes, Lázaro tiene una peña que ahora vamos a hablar de ella, porque quiero ir saltando, con mis amigos quiero ir saltando. Lázaro tiene una peña fantástica en el teatro Tomás Terry, que es un teatro hermoso y la peña de Lázaro tiene un swing y una magia, y yo que ya no canto ni en la ducha, me fui para allá y canté y la pasé muy bien. Y me asomé al balcón, allá arriba…

Lázaro. …En el Ateneo…

Amaury. Allá arriba en el Ateneo, y yo miré el parque y sentí una sensación de felicidad y de tranquilidad inusitadas, yo no sé, de pronto dije: ¡Qué bonito está esto! así que ahora en televisión te voy a hacer una propuesta, si un día te entra el arrebato de querer venir a vivir para La Habana, yo te permuto mi apartamento por tu casa.

Lázaro. Muchos amigos comunes me lo han planteado, pero más fácil es que ustedes vayan, además mi casa es espaciosa, caben todos.

Amaury. Claro, claro, como ya hemos hecho algunas veces, esas historias no se pueden hacer en televisión,los momentos maravillosos que hemos pasado en casa de Lázaro.

¿Tú crees que la Nueva Trova, Lázaro, la Nueva Trova es un nombre, es decir, los trovadores, los cantautores, que hoy hay muchos en todas las provincias, -hay un movimiento grande de jóvenes- están viviendo su mejor tiempo, o están viviendo un mal tiempo, o hay que regresar a las cuevas, o hay que atrincherarse otra vez? ¿Cómo tú ves eso?

Lázaro. Yo creo…bueno, tal vez los ingredientes epocales que nos tocaron a nosotros -y te incluyo a ti, aunque tú eres el benjamín de los fundadores de esa etapa- los ingredientes no son los mismos y que también están como que viviendo internacionalmente un momento desvalorizado, de un poco de vivir al día, de no complicarse mucho con las cosas inteligentes. No sé, el consumismo este, la locura. Aun así yo creo que existen muchas condiciones y de hecho hay muchos trovadores jóvenes que tienen mucho talento, demostrando cosas, ¿no? Pero la Nueva Trova, que no es un género, bueno, estamos cansados de decirlo, es una actitud ante el arte, la canción. Creo que esa actitud, hay que reclamar más esa actitud en los artistas de hoy, más que nunca, en estos momentos, y bueno, creo que nos hace falta pensar.

Amaury. Lázaro ¿tú crees que ahora hay un futuro, un espacio para los nuevos trovadores?

Lázaro. Estoy pensando en un fenómeno que se está dando ahora de popularidad entre los jóvenes con Buena Fe.

Amaury. Claro.

Lázaro. Yo considero a Buena Fe…

Amaury. …Son trovadores.

Lázaro. Son trovadores.Y mira qué resultado tienen en la juventud que los sigue. ¿Qué quiere decir eso?

Amaury. Lo tienen no solo en Cuba.

Lázaro. Sí. Pero en esencia, la trova ¿qué cosa es?: texto con música.Un vehículo divino para comunicarse con la juventud. Pero sí, y estoy convencido de que hay una sed de poesía y un hambre de oír cosas inteligentes que a veces los medios no lo facilitan.

Amaury. Hay gente que está iniciando carreras venturosas, que si tienen esfuerzo, constancia y logran atravesar el muro de incomprensión que siempre se plantea ante este tipo de canción…

Lázaro. Sería una suerte, sería una cosa formidable, que esto que hemos mencionado haga así, porque detrás vienen más.

Amaury. Sí, porque nosotros estamos ahorita para fundar el Asilo de la Nueva Trova. (risas)

Lázaro.  Allá nos dicen La Nueva Trova Social Club. (risas)

Amaury. La Nueva Trova Social Club. (Risas) Además existe, existe el Buenavista Social Club. Nosotros tenemos que fundar La Liga contra la ceguera (risas)

Oye, yo me quiero ir a un tema que para mí es muy serio, muy serio, y si yo te quería y siempre te he querido, te empecé a respetar mucho cuando en el año 76 te fuiste a Angola. ¿Tú fuiste como cantante-soldado o como soldado-cantante?

Lázaro. No, no, fui como soldado, que hay una anécdota curiosa, porque bueno, me llaman a las 2 de la mañana en enero del 76 y me llevan para el Escambray, una zona del Escambray, unos campamentos, pero da la casualidad que voy con un oficial, en aquel entonces era primer comandante: Orlando Lorenzo Castro, y él me asociaba siempre con que yo tocaba mi guitarra en el Servicio Militar, y cuando me ve en el entrenamiento, nos saludamos, y me dice: ¿Y tu guitarra, no la trajiste?, ¿Pero cómo yo voy a venir a una citación militar, y me voy a acordar de mi guitarra? Y entonces él mismo mandó a su chofer conmigo a buscar la guitarra y me dijo una cosa que no olvido nunca: “Esta guitarra va a ser tan o más importante como el arma para los soldados”. Y así fue.

Amaury. Te fuiste para Angola en el 76.En el momento en que el tiro estaba… en el 76 había guerra, guerra total.

Lázaro. Sí, todavía estaba ocupado por los de Sudáfrica.

Amaury. ¿Estuviste en combate, Guajiro?

Lázaro. Realmente combate frontal, apenas tuve. Allá se utilizó, después que se retiró Sudáfrica, una especie de guerra de emboscadas. Pasé dos, mataron a un compañero, hirieron a otro, bueno. Pero sí era una… es la parte más fea del asunto, la guerra es un…, es muy cruda, es otra realidad, está tan lejos de la poesía y de la música. A mí en lo personal y muchos de mis compañeros nos estábamos cuestionando, me estaba cuestionando, ¿hasta qué punto soy coherente como persona?

Amaury. Claro.

Lázaro. Me parece que me impuse una prueba para sentirme bien conmigo mismo, y en cierta medida saldar una deuda, que jamás será saldada, con la Revolución.

Amaury. Claro. Cántame Querida vieja.

Lázaro. Bueno.

Amaury. A ver.

Lázaro. Es que bueno, voy a ver si llego.

Amaury. Olvídate si llegas, si esto es una descarga, aquí tampoco esto es programa recital, ni es un disco, ni nada de eso. Canta la parte que tú quieras.

«Con 2 que se quieran» Lázaro García (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Lázaro García (Parte II)

Amaury. ¿Esto es a tu mamá, verdad?

Lázaro. Sí, los primeros años que estábamos lejos.

Querida vieja:

Qué palabra decir que no te duela.

De cuánto orgullo se me aniega el alma,

que he preferido la canción que vuela

desde esta selva a tu querida palma.

Me siento bien, digamos que me siento

alegre por tu amor y por mi vida,

dichoso de estrenarme en el tormento

de hacer al hombre aún, cuando la herida.

Amaury. Eso es, esa es una canción tan bella. Yo me acuerdo cuando tú regresaste de Angola, que nos encontramos una vez…, la imagen que tengo,¡Fíjate! la imagen que tengo, eras tú cantando esa canción y la gorda Sara (González).

Lázaro. Eso te iba a decir, que las cosas de la vida…

Amaury. …Y la gorda Sara llorando de una manera…

Lázaro. Pero hay una anécdota que Sara la cuenta que  fue quien la vivió, ¿no?

Amaury. Claro.

Lázaro. Este número, lo hago en Angola. Hago unas actividades con el Grupo Teatro Escambray, con Sergio (Corrieri), que hace un recorrido, le pido permiso a mi jefe y me deja andar por el Frente Sur con el Grupo Teatro Escambray, y bueno, graban algunas cosas, entre ellas esta canción. Y alguien del grupo que regresa a Cuba antes, creo que fue El Curro Durán, un actor de Cienfuegos, la trae en un casetico y Sara se la aprende y esas casualidades…

Amaury. Pero Sara. Llega a Sara para que Sara se la diera a tu mamá. O tú mamá se la manda a Sara, es una cosa que no tengo muy clara yo.

Lázaro. No sé exactamente, lo que sí sé es que Sara se la canta a mi madre, el Día de las Madres.

Amaury. ¡Sara se la aprende y va a cantársela!.

Lázaro. ¡Y se la canta!.

Amaury. ¡Contigo en Angola, va y se la canta a tu mamá el Día de las Madres!. ¡Guao!

Lázaro. Y entonces, yo, imagínate, entonces…

Amaury. Nervios de acero de la Gorda, porque la Gorda además es una mujer muy emotiva.

Lázaro. Ella hace el cuento, bueno, muy emocionante, yo hubiese querido ver eso porque es muy estremecedor.Lógicamente, esa canción, yo trato de, a través de una hipotética carta, darle un mensaje y un poco tranquilizarla.

Amaury. De darle tranquilidad.

Lázaro. De inyectarle patriotismo para que tema menos por mi vida, o sea, darle un sentido a la distancia menos doloroso, y la Gorda le canta esa canción a mi madre y bueno…

Amaury. Ya me imagino lo que habrá sido eso. Qué lástima que no haya un registro fílmico de un momento como ese.

Ahora, vamos a un tema complica´o, fíjate que no te digo complicado, sino complica´o.  Es el hecho de que tú, por ese sentido del deber tuyo, del que puedes blasonar, has sido también funcionario, funcionario de cosas vinculadas, por suerte, hasta dónde yo sé, con la cultura, ¿no?, con la música.

Fundaste los estudios Delfín.

Lázaro. Eusebio Delfín.

Amaury. Eusebio Delfín, en Cienfuegos, yo he grabado allí, yo puedo dar fe de que es un lugar donde se puede grabar, se puede hacer música de calidad. ¿Cómo fue eso, primero?

Lázaro. No, eso era una inquietud que tenía hace 15 ó 20 años, los estudios estaban en La Habana y en Santiago de Cuba. Y en la parte central, nada, y hay tanto talento en el centro de la Isla, y cosas, incluso, de valores patrimoniales que se estaban perdiendo. Lo difícil que fue en la época mía grabar un disco, entonces, todo eso me condujo a hablar con Silvio para que me apoyara en hacer un pequeño estudio en Cienfuegos, que diera respuesta, por lo menos, en algo, y bueno, él me apoyó muchísimo. Se comprometieron el Gobierno, el Partido y ahí fundamos en el 96 el Estudio Eusebio Delfín.

Amaury. ¿Y tú eres el director?

Lázaro. Sí, y entonces no tuve más remedio que asumirlo, porque bueno, estuve ahí, hasta que…

Amaury. Además, Cienfuegos tiene muy buenos músicos y muy buenos trovadores, el caso de los Hermanos Novo, que son un dúo tan querido. Pero tú eres la persona de más prestigio artístico, de la provincia de Cienfuegos. ¿Y cómo fue entonces que terminaste dirigiendo,  hasta el otro día, estos estudios, los Estudios Abdala y no ahora, que son solamente estudios, sino en la época en que también era un sello discográfico, el Sello Unicornio?

Lázaro. Es terrible, o sea, yo vocación de funcionario no tengo. Debo tener una vocación del quedar bien, del buen quedar, ¿no?, pero por un principio elemental de agradecimiento que me lo pide Silvio, de venir a dirigir estos estudios.

Amaury. Y viviendo en Cienfuegos.

Lázaro. Viviendo en Cienfuegos. No, no, yo nunca quise…

Amaury. Tampoco es que dijeron: ven para La Habana a dirigir los estudios, te vamos a dar una casa.

Lázaro. Sí, me ofrecieron, pero no quise.

Amaury. ¿Te ofrecieron la posibilidad de salir para acá?.

Lázaro. Sí, pero, no, porque me parecía que era un elemento de comprometimiento si yo aceptaba una casa.

Amaury. Lázaro, se te va a dar el Premio del Provinciano Heroico o una cosa así, porque la gente, vaya, a cualquier persona por ahí, de provincia, tú le dices, a todo el mundo, no, ¡por favor!.

Lázaro. No, claro, claro.

Amaury. Yo no generalizo nunca, pero ven para acá, dirige un lugar como este, un estudio tan equipado, del primer mundo, porque este es un estudio espectacular

Lázaro. Sí, sí. Yo decía el Estudio Eusebio Delfín, al lado de esto es una guarapera.

Amaury. Este estudio número uno, donde estamos nosotros, que tú conoces bien, lo que los televidentes están mirando. Este es un estudio inmenso, lo que hay detrás, detrás de esa mesa, detrás de eso que tenemos ahí atrás, lo que hay por ahí para atrás es un mundo para grabar.

Lázaro. Aquí pueden grabar la Sinfónica y el Ballet de Alicia Alonso.

Amaury. Exactamente, juntos, a la misma vez. Es un estudio inmenso y tenemos todavía dos más. Y, ¿cuántas incomprensiones entre tus compañeros de profesión, te puede haber causado el hecho  de ser un artista, tú eres un artista a tiempo completo, tienes que serlo…

Lázaro. Demasiadas incomprensiones, porque es muy difícil juzgar desde distintos ámbitos.

Amaury. De los dos lados.

Lázaro. Desde la posición de artista y la posición de funcionario. Y entonces a uno lo traen en el supuesto de que esto anda mal, y sobre todo económicamente no da la cuenta. Y entonces tienes que empezar a tomar algunas medidas, las cuales de alguna manera lesionan…

Amaury. Y las cuentas tienen que dar, económicamente también.

Lázaro.  Claro, y entonces eso fue terrible, porque me ponía en crisis ante afectos muy queridos y compañeros…

Amaury. Claro, claro, porque tú dices, a lo mejor tú dices: siento la obligación emotiva de grabarle un disco a fulano o a fulana.

Lázaro. Sí.

Amaury. Pero después, cuando ese disco hay que venderlo, ese disco, de repente, no se vende. Y entonces ¿qué ocurre?, porque estás en el medio.

Lázaro. Sí, y no se puede cuestionar la producción de Unicornio, que es valiosísima.

Amaury. Lo que se graba aquí es talento puro.

Lázaro. Exactamente, lo que pasa es que corren otros tiempos. Empezaba a aparecer la piratería, un país que no tiene mercado nacional de discos.

Amaury. Claro.

Lázaro. Las transnacionales de la distribución que no te dejan entrar en sus carriles para distribuir las producciones cubanas a nivel mundial. Entonces, los costos de los discos, son caros, es un tema.

Amaury. Sí, porque la gente dice que no, que el bloqueo no toca a la gente de la cultura, y sí, ahí también, porque tú llegas con un catálogo extraordinario -me imagino que tú lo sabes mejor que yo, por supuesto- con un catálogo tremendo a cualquiera de las grandes compañías y no…

Lázaro. …No, no entras….

Amaury. No te dan entrada.

Lázaro. No entras, tienes que darle alguna vuelta, o a través de licencias, que aparezca otra productora.

Amaury. O haciendo concesiones.

Lázaro. O haciendo lo que nunca se debió hacer, como vender las matrices, por ejemplo.

Amaury. Claro, ¡Vender matrices!

Lázaro. Que se hizo por desconocimiento, más bien.

Amaury. Peor, si fue por desconocimiento, vender matrices es…

Lázaro. …Vender el patrimonio.

Amaury. Ya, por suerte, no lo hacemos.

Guajiro, tú sabes que allá en Cienfuegos, aparte de que yo te voy a ver a ti, cuando voy, y voy a cantar por ti, voy para tu casa y todo eso, pero yo voy también porque tengo una amiga muy querida allí, que da la la casualidad que es tu esposa, pero ella es mi amiga Teresita. Y además, tan simpática, tan extrovertida, tan equilibrada, tan inteligente. Háblame de ella, háblame de tus hijos y háblame de tus nietos.

Lázaro. Bueno, imagínate…, además, Teresita nació un día antes que tú. (risas)

Amaury. Un día después.

Lázaro. Un día después, del mismo año.

Amaury. Del mismo año.

Lázaro. Mi compañera.

Amaury. Yo soy más viejo que ella, un día. (risas)

Lázaro. Unas horas.

Amaury. Unas horas…

Lázaro. Bueno, Tere, ya llevamos en esta carrera más de 30 años, treinta y tantos. Y es un ser que está muy asociado a todos mis anhelos. Yo no podría dar un paso de mi vida sin tenerla en cuenta en todo. Creo que se ha hecho importante por todas esas virtudes que tú has mencionado, me es indispensable para todo.

Amaury. Es alegre, es rigurosa, es optimista.

Lázaro. Inteligente, entiende, tiene la capacidad de juzgar todo en la justa medida en que se deben juzgar las cosas, para ella, que no es que le da, como uno dice le da la vida, no, no, hemos compartido la vida.

Amaury. Han compartido la vida.

Lázaro.  Y creo que soy deudor de ella, tengo que compensarla aún más, porque creo que ella ha dado más de ella que yo. Porque uno como quiera que sea se debe un poco a los demás.

Amaury. También, claro, al público y todo eso, claro.

Esa retaguardia, esa retaguardia vale…

Lázaro. Cómo no.

Amaury. Esa retaguardia vale un millón de pesos.

Lázaro. Y mi familia. Bueno, mi hija Maureen García, hija de Maureen.

Amaury. Maureen Iznaga.

Lázaro.Que me ha dado dos nietos, una nietecita que está bárbara con el violín. Brenda.

Amaury. ¡Qué cosa linda! Cada vez que ustedes llegan y empiezan a hablar de nietos  y mis hijos no quieren tener hijos y yo desesperado por ser abuelo y ponerme bien chocho y andar por ahí.

Lázaro.¿No quieren parir? Ya yo voy por tres ya.

Amaury. ¿Ya vas por tres?, ¡Qué bárbaro!

Lázaro. Hay uno, el más chiquito, nació el mismo día 31 de diciembre, el mismo día de mi cumpleaños y le pusieron Lazarito.

Amaury. Bueno, claro. Cántame una canción de las que le has hecho a Teresita. Un pedacito.

Lázaro. Bueno, la más reciente.

Amaury. La más reciente, la más reciente.

Lázaro. Fue la canción que hice al volver a Cienfuegos.

Amaury. Después que terminaste tu trabajo aquí en la Habana, fueron cinco años, ¿no?

Lázaro. Cinco años.

Amaury. Cinco años, volviste otra vez para allá, para no estar viniendo todos los fines de semana.

Como si fuese ayer

Vuelvo a este olor a mar

Al hombro aquella red

Rota de soledad

El tiempo que perdí

En savia lo gané

Para volver a ti

Como si fuese ayer.

Sucede que la flor

Doblada de crecer

Remeda a un corazón

Que muere de saber

Por eso es que volví

Como si fuese ayer

Tratando de olvidar

No sé si pueda ser

-para recomenzar

hay que desaprender-

Amaury. ¡Guao, guao! Se va a notar demasiado que soy fan. Deja la guitarra ahí. No, no, quédate con la guitarra, espérate, vamos a hablar de tu nieto, la canción del nieto.

El otro día cuando fuiste a la casa la última vez, y me cantaste una canción a tu nieto, al último y después lo conocí allá en Cienfuegos, es una cosa que no se puede creer.

Lázaro. Sí.

Amaury. Es como una bola, es una bola de candela.

Lázaro. Terrible, terrible.

Amaury. Llegó y dio vueltas,de repente me tiró una pelota, vaya, así, rápido en dos minutos.

Y era una canción muy corta y Peti, mi esposa, quedó encantada con el nieto y la canción.

Lázaro. Sí, era La nana de la abuelez, a ver.

Amaury. Es muy cortica y muy bonita.

Ay, abuelito, doble papá

Doble amor, pero es doble la edad

No aguanto el paso tras el balón

Si anda como un ciclón.

Me hace correr bajo este sol

Sudo como un boxeador.

Pero feliz de ver

Que a lomos de mi ayer

Ríe un chicuelo, tras un abuelo

Que vuelve a la niñez.

Alza tu espada, tráeme tu sol

Príncipe del amor

Me abrazo a él, meso el sillón

Y el que se duerme soy yo.

Amaury. ¡Qué bonito!

Lázaro. Me cansa mucho jugar con el nieto.

Amaury. Bueno, guajiro, estoy muy contento con que hayas venido. Me queda una pregunta, deja la guitarra ahí.

Lázaro. Sí.

Amaury. Terminemos la entrevista como es este programa, porque esto pasó en este programa y no va a pasar en más ningún otro.

¿Tú has tenido que pagar un precio por vivir en provincia, un precio importante en tu vida?

Lázaro. No sé si es muy importante, pero siempre hay que pagar un precio, porque nos acostumbramos a no estimar en la medida que se merecen a los artistas que tenemos.

Amaury. ¿En provincias?

Lázaro. Sí, y no se debe a que sean más ni menos, sino sencillamente las personas que confunden la Capital como la universidad, como si no estás en la Capital no eres bueno, y yo siempre he luchado contra eso y he tratado de demostrar que en la provincia hay talentos tan grandes como en la Capital. Pero, sí el precio en carne propia lo he sentido.

Amaury. ¿Y cuál ha sido el precio que has tenido que pagar por vivir en Cuba?

Lázaro. ¿De vivir en Cuba?, no, por vivir en Cuba, eso, eso es otra cosa. Vivir en Cuba para mí es un privilegio. Ser cubano es lo que me permite a mí soportar, digamos, la subestimación de un provinciano. Porque más que cienfueguero me siento cubano, y ese ha sido el orgullo mío. Y que el concepto de Patria, de cubano, no se puede, digamos, agarrar por la mano, no es algo concreto, pero está en la familia, está en los amigos, está en la calle, está en el barrio, está en la forma de apreciar los peligros, del sentido del humor y nosotros tenemos una historia también tan linda. Sé que todo país tiene su historia y cosas de valores.

Amaury. Claro.

Lázaro. Pero creo que Cuba tiene, a mi juicio, cosas que hay que retribuirle en alguna medida y una de las formas en que uno le retribuye es sintiéndose orgulloso de haber nacido aquí. Es indudable que este país se ama porque tiene cosas muy amables.

Amaury. Claro, bueno Lázaro, mi hermano querido. Ya tú sabes  cuánto te quiero. Muchas gracias, muchas gracias por haber venido desde Cienfuegos, porque la gente no viene de Cienfuegos muy fácil.

Lázaro. Mira, uno de los problemas es que conseguir la gasolina es difícil (risas)…

«Con 2 que se quieran» Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García (Parte I)

“Cuba y la Iglesia son las dos pasiones mías”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy, ya en los programas finales de esta primera etapa. Hace unos meses nos encontramos en un recital de poesía de Marilyn Bobes y lo invité, pero los tiempos de grabación del programa no me habían permitido cumplir aquella promesa que había hecho con él.

Para mí es un honor tenerlo conmigo, por muchos motivos, y ustedes conocen algunos de ellos. Es un nuevo privilegio tener frente a mí, y ya con ustedes, a una persona que yo he admirado de toda mi vida. Que lo quiero, a veces en la distancia, a veces en la cercanía, y que siempre ha estado ahí, formando parte de la Cultura Cubana como eje-centro y como protector espiritual. Está con nosotros, llenando de gozo y luz el estudio, Monseñor, Padre, Carlos Manuel de Céspedes García Menocal.

Padre, mis respetos muy grandes y mi agradecimiento.

Monseñor. Los míos a ti, y muchas gracias por tus palabras tan amables, que no dejan de estar exageradas. Pero bueno, son las tuyas.

Amaury. Normalmente soy exagerado, pero prefiero ser exagerado en afectos que corto.

Monseñor. Ya lo sé. (risas)

Amaury. ¿Usted está cumpliendo 50 años de servicio?

Monseñor. ¿De sacerdote?

Amaury. De sacerdote, de servicio como sacerdote. ¿Cuánto pesa eso? Si pesa.

Monseñor. Depende de lo que se entiende por peso. Si es en el sentido positivo -porque hay una realidad con la que yo no puedo dejar de contar, porque la llevo muy adentro-, entonces sí pesa muchísimo, pesa, pero al mismo tiempo es una carga que se lleva con ligereza, porque no es uno quien la lleva: tú eres un hombre de fe y sabes que esa carga quien la lleva es otro y uno no hace nada más que tratar de seguir sus pasos.

Sí, son 50 años en diciembre. Yo fui ordenado sacerdote en Roma, en el año 61, por el Cardenal (Antonio) Samoré. De aquella época hay otro sacerdote aquí en La Habana que fue ordenado ese mismo día, en la misma celebración, Monseñor (Alfredo) Petit, que era compañero mío de estudios, y además, nos ordenamos juntos, como ya dije. Y después de eso, bueno, ya me quedé en Roma un par de años más para sacar la Licencia en Teología y vine para Cuba en el año 63.

Amaury. ¿Y vino ya, directo, a ser profesor en el Seminario?

Monseñor. Profesor. Suponía que lo iba a ser, porque había estudiado la Licencia en Teología en Roma, pero no sabía que iba a ir exactamente a vivir al Seminario como vicerrector -se decía entonces-, en el Seminario El Buen Pastor, sino que iba a estar en el Obispado con Monseñor Evelio Díaz, y viví con él una temporadita hasta que pidieron que fuera para allá como responsable de la disciplina en el Seminario y, al mismo tiempo, profesor. Y he seguido de profesor en el Seminario de muy distintas asignaturas, hasta ahora. Sigo siendo profesor en el Seminario.

Amaury. Yo creo que ya que estamos hablando del Seminario, no esperemos para hacer la pregunta: ¿Qué cosa es el Seminario? Aunque parezca una pregunta tonta, para las personas que no están familiarizadas con el tema, será bueno aclarárselo. ¿Y cómo funciona un seminario?

Monseñor.  Bueno, seminario quiere decir semillero, viene del latín, porque se supone que es la semilla de las vocaciones sacerdotales. Todos los que son sacerdotes han pasado por un seminario un tiempo para su formación espiritual, ante todo, interiorizando los valores que se deben vivir como sacerdote e intelectual de todas las materias que componen nuestra vida sacerdotal y también pastoral.

Amaury. ¿Cuáles son las materias que se imparten?

Monseñor. Filosofía, Teología, Humanidades -clásicos, por supuesto-. La más importante siempre es la Teología. Y la formación también pastoral, para el trato con las personas, la capacidad de presentar de la mejor manera el mensaje evangélico, con fidelidad. Eso es lo que se aprende en el seminario.

El Seminario de Cuba, actualmente, el de La Habana, que es el único completo, comprende dos ciclos: un primer ciclo de cuatro años, de Humanidades y Filosofía, y un segundo ciclo, de Teología, de otros cuatro años. Son ocho años en los cuales el seminarista va creciendo -se supone-, espiritualmente, intelectualmente y también en capacidades para el trato humano. Y por el camino, eso es libre, él que está allí, y piensa que sí, que eligió bien, pues sigue en el Seminario y llegado su momento es ordenado sacerdote. Pero otros no, por el camino lo dejan voluntariamente, porque piensan que no es ese su camino.

Amaury. ¿Y durante los ocho años estudian latín?

Monseñor. No, el latín se estudia nada más que uno de los años, lamentablemente. Yo soy profesor de latín y me quejo. Ahora han puesto para el próximo año, dos, lo cual ya es algo. Porque en un año de latín y un año de griego, que también enseño, es muy poco lo que se puede aprender. Es para tener una idea del idioma, nada más.

Amaury. Y qué curioso, porque yo recuerdo que cuando era niño, las misas eran en latín…

Monseñor. …Sí, pero ya no, claro.

Amaury. Y después no como usted dice, pero sin embargo, su Santidad Benedicto XVI, ha vuelto a incentivar el hecho de que las misas sean en latín.

Monseñor. Sí, pero es decir, en aquel entonces todas las misas para el gran público, eran en latín. Cuando aquello no era un año, eran cuatro años lo que había para estudiarlo, y no solamente por las misas, sino para el rezo del breviario, que es el rezo de las oraciones propias de los sacerdotes. Eran en latín. La administración de los sacramentos, todo eso, era en latín. El latín sigue siendo el idioma oficial de la Iglesia. Por ejemplo, los documentos de la Santa Sede, se traducen a las lenguas vernáculas, pero el idioma de la versión oficial es el latín. Pero eso nada más que lo manejan los latinistas. Ahora, para el pueblo en general, hay que tener una idea de la lengua, no solamente por la liturgia, por las misas, sino porque grandes teólogos y padres de la Iglesia se expresaron en latín y aunque se traduzcan al castellano, o al francés, o al italiano, hay giros que si tú no los entiendes en latín, estás un poco perdido.

Amaury. ¿Usted sería partidario de que volvieran las misas a ser en latín?

Monseñor. No, yo no. Yo no, porque esa es una lengua que la gente no entiende. Gustándome el latín enormemente, porque es una lengua que me gusta mucho, igual que el griego, no voy a hacer una misa en griego ni en latín para que no la entienda ninguna de mis viejitas buenas de San Agustín. Hay que ofrecerlas en castellano, y en un castellano, además, bastante llano para que todo el mundo pueda comprender lo que uno lee y lo que uno predica.

Amaury. Ahora, voy a ir saltando a algunos temas que seguramente a nuestros televidentes les llamarán la atención. La Iglesia se ha modernizado y hay gente que dice que no. ¿Siguen los feligreses yendo a confesión?

Monseñor. Sí, van, ¡cómo no! Quizás algunos van demasiado, porque van sin gran necesidad, porque tienen gusto de hablar con el sacerdote, y saben que ahí lo van a pescar, en el confesionario. Y otros quizás deberían ir con más frecuencia, porque tendrían más asuntos que confesar y pedir consejo. Pero sí, siguen confesándose. Yo estoy disponible para la confesión todos los días, antes de la misa.

Amaury. Normalmente, ya esto es indiscreción, pero usted me dirá y me callará, como ha hecho en otros momentos de la vida. ¿Cuáles son los pecados de los que la gente más se arrepiente?

Monseñor. De todo un poco, y depende de la persona, porque hay gente que quizás pueda tener un crimen en su vida; nunca he confesado a un criminal, y supongo que eso será algo que le pese sobre la conciencia. Pero esa feligresía habitual de las parroquias nuestras, se arrepiente más, por ejemplo, de la falta de caridad para con otras personas; de un ejercicio malo de la responsabilidad, sea en familia, sea en su trabajo. Cosas de ese tipo.

Amaury. Ahora, yo quisiera ir en este momento, antes de caer en su vida personal, que ya iremos, a hablar de la religiosidad en el cubano…

Monseñor.  …O sea que yo no me voy a liberar de la confesión, con la característica de que el confesor vas a ser tú ahora. ¡Ah, yo creía! (risas)

Amaury. (risas) No, usted Padre me va a hacer ese favor. La religiosidad en el cubano, ¿cómo se manifiesta, cómo usted la percibe?

Monseñor. Es muy curioso, el pueblo cubano, yo creo que es un pueblo muy religioso, pero minoritariamente católico, en el estricto sentido de la palabra. El pueblo cubano, en general, tiene un sustrato católico antiguo, con una formación religiosa más bien pobre en la mayoría, y solo una minoría que ha permanecido siempre fiel, que la familia quizás trasmitió aquello, sí tienen un conocimiento de la fe y lo viven con mucha identidad.

Entonces, a eso se mezclan, sobre todo, las religiones de origen africano y así surge el fenómeno de la santería, que está muy expandido en el pueblo, más que cuando yo era joven. No sólo en las personas de origen africano, sino también en personas de origen europeo, blancos, que son también hoy día santeros, de un grado u otro, más o menos comprometidos.

Y después está el espiritismo, están las religiones protestantes, el anglicanismo y ahora, últimamente, este es un caso muy, muy curioso y nos revela esta especie de idiosincrasia del cubano frente a muchas cosas, hay un grupo de musulmanes cubanos que va creciendo.

Amaury. Sí, realmente es raro.

Monseñor. ¡Un grupo muy minoritario, claro!

Amaury. Pero, por ejemplo. Conozco, Padre, a muchísimos católicos que han perdido el hábito de ir a misa.

Monseñor. Es una falla, pero no por eso se pierde la identidad católica, o sea, un católico puede ser muy católico en los contenidos de la fe y en su ética personal y por razones cualesquiera, no tener esa valoración de la misa de domingo. Sin embargo, hay otros que van casi todos los días y no solo el domingo, que es el día prescrito como obligatorio, o sea, que en eso la variante es grande. Pero sin duda que hoy día -no solo en Cuba, en el mundo entero-,  la práctica religiosa dominical ha descendido no mucho, ¡muchísimo!.

Amaury. Usted, Padre, estudió Derecho, ¿por qué no ejerció?

Monseñor. Bueno, yo no lo terminé.

Amaury. ¿No lo terminó nunca?

Monseñor. No lo terminé nunca, porque cuando fui a entrar al Seminario en el año 56 que estaba en el cuarto año de Derecho, entonces era el plan de los cinco años, el Obispo del momento -el Monseñor Evelio Díaz-, el Administrador Apostólico y el Cardenal (Manuel) Arteaga, me dijeron que continuara la carrera, que estuviera en el Seminario y que la combinara como pudiera y así fue unos meses, porque el 2 de diciembre de ese año, fecha del desembarco del Granma, a la Universidad la cerraron hasta el año 59 cuando yo salía para Roma. Y cuando vine de Roma, ya la escuela de Derecho no era lo mismo. Pero después ya, claro, uno se va complicando con el trabajo sacerdotal, dando clases yo mismo en el Seminario. Pero que conste, que es una carrera que me gustó mucho, y me sigo interesando. Mantengo relaciones con algunos profesores. Hasta hace unos años con (Julio Fernández) Bulté, que era un gran amigo, y entonces, evidentemente, con Bulté me mantenía muy al corriente de todas las cosas de la Facultad.

Amaury. ¿Cuándo es que usted descubre su vocación religiosa?  ¿Cuándo decide que su vida va a estar encomendada al Señor?

Monseñor. Mira, eso estuvo presente desde que uno ya empieza a ser un adolescente, y se pregunta qué va a ser uno cuando crezca. Esa era una posibilidad. Ser sacerdote. Porque mi familia era muy cristiana, muy católica, los sacerdotes amigos eran visita en la casa y era una vida que era capaz de entusiasmar a un joven.

Cuando entré en la Universidad, la verdad que le cogí más el gusto todavía a la carrera de Derecho: vacilé entre Derecho y Arquitectura, eran las dos carreras que me gustaban. Al fin me decidí por Derecho, y me gustaba mucho, la verdad que me gustaba cantidad y me sigue interesando. Yo leo cuanto artículo bueno de Derecho me cae en las manos y libros, etc.

Pero llegó un momento en que dije: bueno, Carlos Manuel, ya tienes 20 años, no puede vivir así siempre uno en la provisionalidad. Y había un sacerdote franciscano, que era el asesor de las Juventudes Universitarias Católicas, en ese instante, el Padre Zabala, Luis de Zabala, con el que yo conversaba estas cosas y era muy simpático, muy poco ortodoxo y me dijo: Vamos a conversar sobre eso, sobre tu entrada o no al Seminario, pero quiero que te leas tres libros primero: El Diario de un cura rural, El Poder y la Gloria de Graham Greene y El mundo, la carne y el Padre en misa. Cuando te leas los tres libros, ven otra vez y hablamos del asunto.

Amaury. Que forma tan original de ponerlo a prueba…

Monseñor. …Tres novelas. Yo lo vi una vez después, viejito él ya, en Puerto Rico, se lo conté y él ya ni se acordaba de aquello. Pero así fue. Y entonces, nada, ya eso fue como una decisión que tomé ayudado por el Padre Zabala y por el entonces Rector del Seminario, que era Monseñor Evelio Ramos, que quizás tú lo hayas conocido.

Amaury. ¡Sí, cómo no, claro que lo conocí!

Monseñor. Y ya todo fue paz y tranquilidad, nunca tuve ninguna vacilación después. Me fue muy bien en el Seminario y después como sacerdote.

Amaury. Pero usted, ya en esa época, Padre, porque son las cosas que la gente está interesada por saber. ¿Usted era consciente de la cantidad de privaciones que iba a sufrir como mortal encomendándose al Señor, con la cantidad, no vamos a decir frenos, pero sí condicionantes que pone la Iglesia, para una persona que entra al Seminario? Hablo del celibato, hablo de la dejación de las cosas materiales…

Monseñor. Todo eso es verdad, pero no son solo privaciones, más que privaciones son renuncias, si tú quieres. La más fuerte quizás sea la del celibato, no cabe la menor duda. Pero hay tantos dones que yo veía que me vendrían con el sacerdocio también. No solo en el orden espiritual, sino como servicio a los demás. El sacerdote tiene una serie de puertas abiertas en el trato con las personas, católicos y no católicos, y eso es muy consolador. Entonces uno pesa todas esas cosas y sí, yo era consciente de eso, cómo no. Más que a los veinte años ya un muchacho joven, pues, qué se yo, tiene amigos y amigas, y sale y va a fiestas y todo lo demás, y hay alguna que le gusta más que las demás y todo eso. Eso es así. Y eso se tiene en cuenta, y uno decide.

Amaury.  Está muy discutido el tema del celibato. Está en estos días, en estos tiempos, muy sobre el tapete, como se dice. ¿Qué opinión le merece a usted eso?

Monseñor. Mira…

Amaury. …Yo sé que es una pregunta…

Monseñor. …Es una buena pregunta muy indiscreta tuya, pero bueno, yo te la voy a contestar de todas maneras. (risas)

Amaury. (risas) Yo se lo pido, es que es la única persona que me la puede contestar.

Monseñor. No claro, no cabe duda que es una cosa muy costosa y podría discutirse. El otro día, hace muy pocos, 15 días quizás, descubrí en una publicación alemana una carta de cuatro teólogos del momento, uno de los cuales era Ratzinger, Papa actualmente. Hablaban, después del Concilio Vaticano II, cuáles eran las cosas que podrían discutirse y plantear una revisión. Una de ellas era el celibato.

Eso no es un dogma de fe, y de hecho los sacerdotes de las Iglesias Católicas Orientales unidas a Roma no están obligados al celibato, pero la Iglesia tiene eso como disciplina universal desde la Edad Media, y lo mantiene porque considera que es una riqueza para la Iglesia. Y te digo que sí, que lo es, sin entrar en detalles, que ya pertenecerían a otro ámbito.

Cuando uno vive su celibato con fidelidad, puede tener momentos fuertes, malos. Pero habitualmente uno vive una situación de disponibilidad interior frente a Dios y frente a las personas que eso no se cambia por nada. Yo te aseguro que yo he sido sacerdote célibe, y he sido muy feliz.

Amaury. Ha sido un hombre feliz, se le ve. Lo he percibido siempre en su mirada, en su bondad y en su caballerosidad.

Monseñor. Lo soy, la verdad que lo he sido, no quiere decir que no haya tenido dificultades, que no haya tenido situaciones duras. Pero en general sí, he sido un sacerdote muy feliz.

Amaury. Sí, pero claro no ha llegado al silicio, ni a la autoflagelación. (risas)

Monseñor. (risas) ¡No, no, hasta ahí no llegué!

Amaury. Padre, yo quiero, fíjese que le hice algunas preguntas de las que yo pensé, ¡el Padre me mata, me va a matar!

Monseñor. ¡No!

Amaury. Pero son preguntas que la gente se hace.

Monseñor. Pero además, no te des importancia, que las preguntas esas no eres tú el primero que me las hace.

Amaury. No, no, no, está claro, lo que no sé, en lo que entro en duda es…sí, en televisión, 8 y 30 pm, por el canal 6, un martes, alguna vez lo ha dicho. Por lo menos tengo esa duda.

Monseñor. ¡Claro en televisión! Yo contesto, no hay problemas.

Amaury. Bueno, un día estábamos en la Basílica de San Francisco de Asís, en un concierto, no sé si era de José María Vitier. Estábamos allí y alguien se acercó y le dijo una cosa muy cómica, porque le afirmó que usted era el bisnieto de Carlos Manuel de Céspedes. ¡Y usted no es bisnieto de Carlos Manuel de Céspedes!

Monseñor. Yo soy el tataranieto, el tataranieto.

Amaury. ¡Pero usted le dijo que sí!

Monseñor. Sí. Ah, bueno, porque es que la palabra bisnieto me suena bien. Tataranieto es una generación más arriba, más antigua, y me suena feo. Desde que yo era muchachito, la palabra esa, tataranieto, perdona la expresión que voy a usar, pero me parecía una expresión “chea”, como dirían los muchachos de ahora, mientras que bisnieto parece una expresión mucho más noble. Nieto dos veces, entonces, pues, bisnieto. (Risas)

Amaury. ¿Y también de Mario García Menocal?

Monseñor. Nieto de Gabriel, que era hermano de Mario, y Mario era el tío abuelo. El tío Mario, como le decíamos siempre.

Amaury. ¿Y qué se comentaba en la familia, qué comentaban sus abuelos de Carlos Manuel?

Monseñor. Bueno, piensa que mis abuelos no conocieron a Carlos Manuel…

Amaury. …No lo conocieron.

Monseñor. ¡No, qué va! Mis abuelos eran viejitos, pero no tanto. Carlos Manuel se murió en el 74.

Amaury. Pero en la familia se hablaba de Carlos Manuel.

Monseñor. Se hablaba mucho, pero no por conocimiento directo sino por lo que les habían contado a ellos sus padres. Mi bisabuelo, Carlos Manuel, a sus hijos sí les contaba muchas cosas de su padre, y esas cosas fueron pasando así por tradición oral. Me acuerdo, de cuando era niño, que mi madre decía que en la Historia de Cuba había muchos cuentos reales muy hermosos que hacerle a los niños y me contaba cosas de la Guerra de los Diez Años, de la Guerra de Independencia, del exilio en Cayo Hueso… Así me criaron a mí. Entonces, claro, después, cuando llegué a la escuela y empecé a estudiarlas en los libros, ya yo me las sabía, porque ya me las habían contado en mi casa como cuentos para niños, pero verdaderos. Me decían: esto no es cuento, es verdad, esto fue así.

«Con 2 que se quieran» Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García (Parte II)

Amaury. ¿Y sus compañeros de escuela, estarían sobrecogidos con el hecho de tener como condiscípulo a un descendiente del Padre de la Patria?

Monseñor. No, no, sobrecogidos, no. Todo depende de cómo se viva eso. También me enseñaron, afortunadamente, de que esa cuestión de apellidos y tal, no es como para preciarse, sería una vanagloria, pues en definitiva la gloria es del que siembra eso. Uno no es nada más que un deudor, que debe tratar de llevar ese apellido con todo lo que representa en Cuba. De eso se va dando cuenta uno mientras más crece. Lo que representa Carlos Manuel de Céspedes en la Historia de Cuba, y que uno tiene que tratar de llevarlo con honor, pero al mismo tiempo con sencillez y sabiendo que es algo dado.

Lezama (José Lezama Lima) cuando se refiere a Carlos Manuel, y lo tiene escrito, pero, además, me lo dijo en más de una ocasión, decía: “Ese es el señorío fundacional. Y de eso tú no puedes olvidarte nunca, aunque te pese, tienes que cargar con el señorío fundacional.”

Amaury. Pero fíjese que Lezama Lima le dice: aunque le pese.

Monseñor. Claro, porque hay que tener siempre en cuenta que uno se llama Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal. Eso pesa en el sentido de que hay que tener como una atención; una atención muy constante en muchas cosas. Yo no sé cuántos, no me acuerdo, porque tengo mala memoria para los números, pero Alba de Céspedes, la escritora descendiente de Carlos Manuel, nieta, pero por el lado de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, tuvo la curiosidad, con algunos historiadores, de sacar la cuenta de cuántos de la familia murieron entre las dos guerras. Y eran muchos, muchos.

Alba me decía: ¡Carlos Manuel, esto no lo podemos olvidar nunca! En las dos guerras, en la del 68 y en la del 95. Y entre los Menocal también hay muchos. Porque da la bendita casualidad, cosa que no se sabe mucho, que mi bisabuelo Menocal, Gabriel, el padre de mi abuelo Gabriel y de Mario Menocal fue el que encabezó el único alzamiento de una cierta importancia que hubo en Occidente cuando el 10 de Octubre del 68. Él era amigo de Carlos Manuel. Cuando se empezó a organizar el alzamiento del 10 de Octubre allá, él  empezó a organizarlo acá. Creo que duró quince días el alzamiento. porque le mandaron para enseguida las tropas españolas de Colón y se acabó. Pero había esa vinculación entre los García Menocal y los Céspedes desde entonces.

Amaury. Yo estoy mirando, primero, el entusiasmo con que usted me está hablando, cosa que me tiene  arrobado…

Monseñor. …Es que eso es carne de mi carne. ¡Cómo no voy a poner entusiasmo!  ¡No lo pongo, me nace, yo no lo tengo que poner!

Amaury. Y además, usted es muy generoso. Pero, a ver, usted nunca ha hecho distingos entre personas de otras denominaciones religiosas. Hablamos de eso, casi al principio, ni de distintas maneras de pensar políticamente, ni ha tenido nunca reparos raciales. ¿Usted ha ejercido eso como disciplina propia, o piensa que esa tolerancia es un don divino?

Monseñor. Mira, creo que yo puntualizaría primero una  expresión tuya. Uno hace los distingos, yo los hago, por ejemplo, en el plano intelectual. Cuando me preparaba para venir a Cuba, ya como sacerdote, sabiendo la orientación ideológica, teórica, de la Revolución, yo me “meché” con los contenidos teóricos, porque hay que hacer distingos en ese plano. Qué cosa es cada cosa. Pero eso es con respecto a los contenidos intelectuales, pero no con respecto a las personas. Tenía amigos marxistas desde que yo estaba en la Universidad, compañeros míos de la Universidad que ya lo eran en aquella época. Y eso en mí no fue fruto de una disciplina. Yo creo que es algo que me nació ser siempre así. Eso, de verdad, espontáneamente no me ha costado nada, eso ha sido así tal cual. A los amigos míos marxistas los he querido igual que si fueran católicos de comunión diaria y a los protestantes y a todos los demás.

Amaury. Yo creo que por eso también a usted se le quiere tanto y se le respeta tanto en el ambiente intelectual cubano, porque bueno, ¡usted es un intelectual! (risas)

Monseñor. (risas) Yo no sé si será verdad lo que te voy a contar ahora. Pero me lo contaron a mí cuando entré en la Academia de la Lengua. Una de las normas de la Academia, no en Cuba, en todas las academias, es que no se pueden tratar, en el seno de la Academia, ni temas religiosos, ni políticos. No se puede tocar el tema. Y parece que cuando hubo alguien, porque normalmente cuando se va a elegir un miembro nuevo, hay tres que lo proponen. Y cuando me propusieron a mí, hubo alguien que dijo: Carlos Manuel de Céspedes es muy buena gente, pero que no nos vaya a meter el tema religioso aquí, porque acuérdense que él es sacerdote. Y ahí estaba entonces el Presidente de la Academia, Lisandro Otero, que era amigo mío desde muy joven y Lisandro dice: Mira, si Carlos Manuel acepta ser miembro de la Academia y sabe que una de las condiciones es esa, el último que va a tocar ese tema aquí va a ser él. Y si alguien se lo toca, él le va a decir: cuando salgamos de la reunión yo hablo contigo todo lo que tú quieras. Y después fue que me hicieron el cuento, después de los meses de estar allí dentro.

Amaury. ¿Y por qué dice que no tiene la certeza de que es cierto?.

Monseñor. No, no, yo sí la tengo, pero bueno yo no estaba allí.

Amaury. ¡Ah, claro!

Monseñor. Yo no estaba allí, eso me lo contaron porque yo no era miembro todavía.

Amaury. Bueno, cuando terminemos el programa, antes de que yo me vaya, usted me dice, no en televisión, ¿quién fue la persona que dijo eso?

Monseñor. ¡No, yo no lo sé!.

Amaury. ¿Ah, no lo sabe?.

Monseñor. Ah, no, eso no lo sé, a lo mejor está muerto, hijo.

Amaury. Bicho malo nunca muere, Padre. (risas). Cuando usted se gradúa en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, usted llega a Cuba en el 63, digo, si no estoy equivocado…

Monseñor. …Sí, exacto, yo terminé la Licencia en Teología en julio y llegué aquí en agosto.

Amaury. Cuándo usted llega, ¿qué panorama se encuentra?

Monseñor. ¿El panorama que había en Cuba?

Amaury. Sí. ¿Qué panorama se encuentra en Cuba? La Iglesia estaba empezando a tener problemas con el Estado

Monseñor. No, en el 63 no los estaba empezando a tener, ¡ya los había tenido!.

Amaury. Ya los había tenido, claro.

Monseñor. Muy fuertes desde el 61.

Amaury. ¡Pero en el 63 todavía existían!

Monseñor. ¡Ah, claro muy fuertes!

Amaury. Muy fuertes. O sea, ¿cuál fue su posición ante eso? ¿Y cuál fue el conflicto, además? Si lo pudiera explicar.

Monseñor. Sí, primero mi posición, fue lo primero que dijiste. Cuando venía para Cuba en el avión, entré por México. Fui primero a Estados Unidos a ver a la familia mía, que ya se había ido. No tenía familia en Cuba cuando vine para acá.

Pero llegó un momento en que la azafata del avión, era por la noche, dijo: esas lucecitas que estamos viendo allá abajo, ya eso es Cuba, eso es Pinar del Río. Tuve así, como una emoción especial y le di gracias a Dios por estar regresando a Cuba, que era mi ilusión.

Pero le pedía a Dios realmente en mi oración íntima -esto lo he contado poco-, que me ayudara como sacerdote a hacer elemento siempre de unión y nunca de división en Cuba, cuando me tocara ejercer el ministerio aquí y lo he tratado de hacer. Pero como te dije, en la otra respuesta anterior, lo he sido casi naciéndome desde adentro, sin problema alguno.

Cuando llegué a La Habana, empecé a buscar a los que yo sabía que quedaban aquí, amigos míos de antes, algunos se incorporaron a la Revolución, algunos con cargos dirigentes, inclusive. Los empecé a buscar porque eran amigos y punto. Tenía que verlos después de cuatro años fuera y, desde el principio, tuve muy buena relación con ellos.

Ahora bien, en Cuba había habido enfrentamientos entre Gobierno e Iglesia. No es cuestión ahora de hacer balances pormenorizados, que yo he escrito y ha escrito otra gente sobre esa historia. Creo que la responsabilidad en eso es compartida. Además, Cuba no fue una excepción frente a los gobiernos marxistas. En todos los países que fueron marxistas, desde el punto de vista ortodoxo, hubo conflictos con las iglesias, sea con la católica, fuera con los protestantes o con los ortodoxos orientales.

Afortunadamente, afortunadamente, siempre hubo alguien, o más que alguien, no solo en singular, sino en plural, en los dos sectores, por decirlo de algún modo, que se preocupaba porque eso no fuera así e iban sembrando, iban sembrando. Y eso fue lo que creo que a la larga dio sus frutos. Que no ha sido una cosa ni impuesta, ni rápida, ha sido de una maduración lenta, pero creo que sincera por las dos partes.

Y hoy día, yo creo que no digo ningún disparate, la situación de la Iglesia en Cuba, es una situación normal, completamente normal, como puede ser en cualquier otro país católico y mejor que en muchos.

Amaury. ¿Y la visita del Santo Padre en el 98, usted cree que colaboró?

Monseñor. ¡Colaboró muchísimo! Fue un punto de giro para muchas cosas. Fue un punto de giro en el tema de las relaciones Iglesia-Estado. Pero también fue un punto de giro para mucha gente que se había alejado de la Iglesia, por lo que fuera, por temor, por enfriamiento, por lo que fuera, eso no hay que juzgarlo y con la visita del Papa -el entusiasmo que el Papa supo insuflar- mucha gente se acercó nuevamente a la Iglesia en aquel momento y siguen cerca.

Amaury. Hablemos de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, escritor. Usted tiene una obra literaria apreciable (Carlos Manuel hace una mueca de desdén). Padre, le pido por favor que no sea modesto, porque es verdad y entonces me hace quedar a mí como un loco (risas) después la gente dice por ahí: ¡Amaury está adulando al Padre!

Monseñor. No, pero adularme ¿para qué?, ¿qué te puedo dar yo a ti? (risas)

Amaury. (risas) ¡Mucho! Usted sabe lo que vale su bendición para mí.

Monseñor. ¡Pero tú ya la tienes desde hace mucho tiempo. La bendición, el cariño, todo eso!.

Amaury. Hablemos de su vocación de escritor, de su trabajo  directamente con las letras. Y usted además es un melómano, a usted le gusta muchísimo la música. Y en algún momento, recuerdo que yo era muy joven, y andaba por ahí por los predios de Eusebio (Leal), bueno, de lo que iba a ser La Habana de Eusebio, como le llamamos muchos, y a mí me gustan mucho las obras de Broadway y me dijeron: el Padre Carlos Manuel de Céspedes las conoce todas. ¿Es cierto?

Monseñor. Eso no es cierto. Puede ser que si nos trasladamos a Nueva York, son las obras del Metropolitan, las que yo me sé. No soy tan amigo de los musicales americanos, pero de la Ópera, sí.

Amaury. ¡Ah, pues mire! La gente crea rumores con respecto a las cosas. Me decían, ¡sí, le gustan mucho las obras de Broadway!

Monseñor. No, yo no era muy fanático de eso. Me gustan algunas obras, por supuesto, pero no es lo mío. Lo mío sí es la Música, me gusta mucho desde que era niño, la Ópera, la Zarzuela, los Conciertos de la Sinfónica. Desde muy chiquito yo iba a todas esas cosas. Y me sigue gustando mucho. Además, tengo el vicio, que no sé si es bueno o malo, no, si fuera vicio… no es vicio, si es vicio sería malo, es una condición, de estudiar con música desde siempre, o sea, yo estudio, trabajo, escribo, todo con música al lado.

Amaury. ¿Pero no lo distrae? A mí muchas veces me distrae.

Monseñor. No, por ejemplo, Monseñor Jaime (Ortega), que es un gran amante de la música, siempre me dice eso: ¿Cómo tú puedes, porque yo me iría detrás de la música?

Amaury. Claro, es lo que me pasa a mí.

Monseñor. No, yo no. Yo necesito de ella para alimentarme. Cuando escribo cualquier cosa, aunque sea una cosa sencilla como puede ser un artículo de Palabra Nueva, u otra cosa más compleja, yo siempre lo hago con música.

Amaury. A ver, Padre, nos vamos acercando a la curva final de la entrevista. ¿Qué opinión le merece a usted la pretensión de llevar al Padre Félix Varela a los altares?

Monseñor. Yo creo que el Padre Varela fue un hombre santo, eso no me cabe la menor duda, independientemente de los procesos. La Iglesia no lo ha declarado y para declarar a un hombre beato, primero, Santo después, hay una serie de requisitos. En el caso de la comisión que hizo todos los estudios para le beatificación del Padre Varela, yo estaba. Estaba en la subcomisión teológica, que tiene que estudiar todos los escritos que se conservaran de Varela y no solo ver en que estaba de acuerdo Varela con el pensamiento humano, filosófico de la Iglesia, y si en materia religiosa había algo que se opusiera a la Doctrina eclesiástica; y es impecable, es impecable. En ese sentido, Varela es impecable.

Había otra comisión que se ocupaba de la vida, y la vida de Varela fue ejemplar siempre, más que ejemplar, casi heroicamente ejemplar, o sea, que yo creo que las condiciones están. Pero en un proceso de beatificación y de canonización entran otras cosas, porque entra la ejemplaridad. Se presenta un señor o una señora, que van a ser beatificados, canonizados y se supone que se presentan como modelos a imitar. Hay que conocer muy bien la época para entender bien algunas opciones de Varela, por ejemplo, su participación en Las Cortes.

Hoy día eso no se permite, un sacerdote no puede ser miembro de ningún parlamento y entonces eso, pues puede ser chocante, aunque se sepa que él fue al Parlamento y se presentó a elecciones porque el Obispo fue quién se lo mandó, el Obispo Espada, pero bueno, está eso ahí. Por otro lado, era partidario de la independencia de Cuba, y eso en aquella época, frente a España, era un problema. Cuba era un país que tenía concordato con la Santa Sede, etc. No solamente por la independencia, si no había otros medios que apelar a la guerra. Hoy día no se aprueba que se apele a la guerra por cualquier cosa, tiene que ser defensiva. Entonces hay una serie de inconvenientes que yo creo que, no digo que imposibiliten totalmente, no hay que cejar en eso, hay que seguir insistiendo y presentando por acá y por allá, porque realmente el hombre era santo, pero obstaculizan la marcha rápida de la beatificación de Varela.

Mira, el caso del hermano de San Juan de Dios, el Hermano Olayo, el que se beatificó hace un par de años.  Esa fue una causa de beatificación sin problemas, un hombre bueno, santazo, sencillo, pobre, humilde, hijo de la beneficencia que consagra su vida a los enfermos. No había ningún obstáculo que ponerle. No escribió una letra. Me acuerdo una vez que fui a Roma a una de las gestiones, precisamente por la causa de Varela, y el Postulador, que se ocupa de echar adelante esas causas de beatificación y canonización, hablando de los escritos de Varela, se quedó así, mirándome, tratando de que yo entendiera el por qué de muchas cosas. Dice: “Padre, ¿usted escribe?” Digo: “Sí, no soy un gran escritor, pero escribo, ¿por qué?” Y me dice: “Si usted quiere verse en los altares, no escriba ni una letra. (risas) A los escritores les es muy difícil llegar a los altares, porque le analizan hasta la última letra.” “No hay problema ninguno; no voy a verme en los altares.” (risas)

Amaury. ¿Pero no hay una simplificación también de la doctrina, cuando se dice que hay que reconocerle un milagro, dos milagros?

Monseñor. Eso puede cambiar, eso es disciplina eclesiástica. Inclusive es más simple ahora que hace cien años, pero bueno, eso es así.

Amaury. Quiero terminar la entrevista, se está conmemorando este año, el 400 Aniversario de nuestra Virgencita de La Caridad.

Monseñor. Del encuentro de la imagen…

Amaury. …Del encuentro de la imagen, por supuesto, y se está haciendo una peregrinación por todo el país. En este momento en que nuestro programa está al aire, sabe Dios por dónde ande. ¿Qué valor en la reunificación de los cubanos -donde quiera que estén- usted le otorga a esa imagen de la Virgen de La Caridad?

Monseñor. Mira, la Virgen de la Caridad, para nosotros es ante todo, la Virgen María, la madre de Jesucristo. Sea cual sea la advocación -sea la Virgen de La Caridad, sea la Guadalupe, la advocación que sea-, tiene el valor de ser María, la madre de Jesús, pero, por condicionamientos históricos, que sería largo de expresar; esa imagen pequeñita…

Amaury.  …¡muy pequeñita y muy grande a la vez!

Monseñor. Sí, se ha convertido con los siglos en el corazón del pueblo cubano. Y hay mucha gente que, a lo mejor no son católicos practicantes, que no ponen un pie en la iglesia casi nunca, pero al Cobre si van alguna vez en su vida y tienen en su casa alguna estampa de la Virgen de La Caridad, que le llamaron la Virgen Mambisa, porque los mambises la llevaron a la guerra, cuando fueron a combatir. Los mambises se ponían bajo la protección de María de la Caridad.

Creo que hay que aprovechar esa convocatoria de la imagen de La Caridad y las cosas que se organicen en torno a su presencia, en un pueblo, o en una iglesia de La Habana, precisamente para transmitir los valores que en otra situación, quizá no se van a oír tan claramente. O sea, que yo creo que sí, que es una cosa buena. Une a todos los cubanos, sean como sean, piensen lo que piensen, La Caridad por encima de todo y es una advocación preciosa, además, tener como advocación a María bajo La Caridad. Es decir, el amor, no hay más hermosa advocación en todo el mundo.

Y creo que sí, que eso es un vínculo de unión, pero hay que aterrizarlo más en la vida, no solamente quedarnos en el rato de la imagen o frente a la estampa que tengo en mi casa, sino, ¡vivir la caridad! Ese es el mensaje de la Virgen de la Caridad.

Amaury. Bueno, Padre, yo le agradezco muchísimo que usted haya hecho un espacio en su tiempo, yo sé que está muy ocupado y los televidentes se habrán dado cuenta, para venir a conversar conmigo y me voy a ir con la imagen, quiero irme con esta imagen, no solo con la imagen de su bondad, de su nobleza, de su inteligencia, de su amor por Cuba, sino con esta imagen, o sea, pensando…

Monseñor. ¡Cuba y la Iglesia son las dos pasiones mías! Siempre lo he dicho, porque es así. Es que es así.

Amaury. Pero, qué lindo pensar, y así me gustaría irme para mi casa, pensando en que usted es el tataranieto del Padre de la Patria y un defensor de la Madre de Cuba, la Caridad del Cobre.

Monseñor. Esa no necesita que la defiendan. ¡Ella se defiende sola!

Amaury. ¡Ella se defiende sola! (risas). Padre querido, su bendición y gracias.

«Con 2 que se quieran Luis Alberto García (Parte I)

«Con 2 que se quieran  Luis Alberto García (Parte I)

He sido leal al tiempo que me tocó vivir”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña otro de esos grandes amigos míos. La gente dice que yo nada más que invito a mis amigos, bueno, este es otro de mis amigos: uno de los actores más inteligentes de la escena cubana. Una de las personas más sensibles que yo conozco, un melómano, un chef de cocina, en fin, vamos a hablar con él de muchísimas cosas. Una de las personas que yo admiro profundamente. El Cine Cubano, la Televisión Cubana; la historia del Cine y de la Televisión Cubanas no se puede escribir, si no ponemos, como diría Eúfrates del Valle, en letras de oro, el nombre de Luis Alberto García hijo.

Mi hermano, un gusto que hayas venido, que al fin te haya agarrado, porque tú fuiste una de las primeras personas que llamé. Incluso, cuando este programa era un proyecto, cuando no se había filmado ni si quiera el primero, yo dije: Luisito. Y en aquellos momentos, tú, no me dijiste que no, porque la palabra no es decir que no, sino no mostraste un interés especial en venir. ¿Por qué cuando te llamé por segunda vez, sí?

Luis Alberto. Bueno, porque cuando comenzaba el proyecto tuyo, yo estaba atravesando un momento difícil de mi vida, en el plano personal, incluso hasta en el profesional. Y yo soy de la opinión, de que no tengo por qué echar a perder los proyectos de los amigos míos, sobre todo los proyectos que valen, como este.

Amaury. Gracias.

Luis Alberto. Luego, cuando vi el programa, pues me enamoré, te lo he dicho. Te he llamado y te he colmado de elogios, a ti y a todo tu equipo, porque de verdad que han hecho una cosa lindísima.

Amaury. Y bien que nos ha costado. Y te agradezco que hayas venido y voy a empezar entonces con este, porque en tu página Web, leí esta cosa increíble, que es un soneto que te hizo Joaquín Sabina. Y dice

En la página Web de Luis Alberto

quisiera yo plantar esta semilla,

beso de Judas, oración del huerto

de quien sabe poner la otra mejilla.

 

En al isla de los ciegos Dios es tuerto

verde olivo, Shangó de las Antillas,

alzo mi copa porque no estás muerto,

ni te has pasado en balsa a la otra orilla.

 

Y si quieres reír, pide otro trago

y si quieres llorar, llora conmigo

que perderá contigo la partida.

 

Yo sé que paladeas cuanto hago,

tú deberías saber que te bendigo,

melancolimulato de mi vida.”

Bueno, a cualquiera no se le hace un soneto… Joaquín Sabina no anda regalando sonetos como un loco.

Luis Alberto. Bueno, no sé, la vida me ha dado la suerte de tener amigos inmensos, gente que yo nunca imaginé que iba a poder tocar con mi mano, abrazar, o compartir su obra. Y este es uno de los casos. Bueno, me tocó. Yo a veces todavía no me lo creo. Y yo te soy sincero, Amaury, eso tampoco es así por gusto. Yo le decía: Joaquín, nunca en mi vida me puse a recopilar recortes de prensa, ni cosas así. ¿Qué sabía yo que iba a venir Internet ni las páginas Web ni nada de eso?

Amaury. Sí, claro, claro, ni él sabía.

Luis Alberto. Y entonces me dijo: Pero mira, los amigos, los que te conocemos, la gente puede dar opiniones, y eso vale lo mismo. Aquí está la mía… Me mató.

Amaury. Además, es precioso, melancolimulato.

Luis Alberto. Sí, sí.

Amaury. Una cosa…, cosas de Sabina. Sabina es como sus canciones pero…

¿Cuánto de Luisito hay en cada personaje?

Luis Alberto. Mucho, mucho. El trabajo nuestro es meterte en otras pieles, en personas que muchas veces son muy diferentes a ti, pero a cada personaje, por muy lejano que esté, yo siempre trato de ponerle algo mío. De ahí que a mí me interese, por ejemplo, si hago de un asesino, un ser deleznable, un tipo despreciable, pues digo, pero no hay nadie que sea despreciable a tiempo completo, y a lo mejor, este tipo tan despreciable, resulta que es fanático de Wagner y le gusta esa música. O este otro, que es igual de despreciable, siente un amor inmenso por un hijo o por una hija, y eso le da al personaje color, le da profundidad, y hace que la gente vea en pantalla a un tipo que es creíble, que no es malo a tiempo completo.

Amaury. Claro, pero ¿tú te sientes identificado con actores como Marlon Brando, por ejemplo, o Robert de Niro, que dicen que siempre son Marlon Brando y Robert de Niro, hagan lo que hagan, tú sientes que hay algo ahí que son ellos, siempre?

Luis Alberto. Yo quisiera, realmente, Dios o la vida no me ha dado todo el talento que yo quisiera tener. Yo quisiera ser diferente en cada personaje. Pero es tremendamente difícil. Es tremendamente difícil y no depende solo de que tengas una buena tanda de maquillistas detrás, ni mucho menos.

Amaury. No, no, no es caracterización.

Luis Alberto. Los dos que me pusiste son…, Marlon Brando y Robert de Niro.

Amaury. Lo que pasa es que leí, hace poquito, una entrevista de Robert de Niro, donde él decía: “Me cansé de intentar ser otra persona y ahora voy a dedicarme a ser Robert de Niro”. Estaba tremendo el comentario, por eso te lo hice.

Ahora, husmeando en tus cosas para preparar esta entrevista, encontré una frase tuya de cuando estabas filmando La vida es silbar, con Fernandito Pérez, dijiste lo siguiente: “He aprendido que no hay que darlo todo por hecho y que hay que trabajar para vivir mejor, no para sufrir.” La pregunta es: ¿Has logrado vivir mejor y no sufrir?

Luis Alberto. ¡Ay, Dios mío!, uno no puede andar diciendo frases así, porque después… (risas)

Amaury. …Mira, porque después salen en la entrevista…. (risas)

Luis Alberto. …Después salen en la entrevista y tienes que ser consecuente. No, sigo, sigo en ello. Sigo pensando que hay que trabajar para no sufrir. Lo que pasa es que la vida misma no es felicidad todo el tiempo, ni sufrimiento todo el tiempo y el trabajo nuestro, tampoco. Entonces sigo en eso, sigo en ese empeño.

Amaury. ¿Sigues en el empeño de vivir mejor?.

Luis Alberto. Sí, claro.

Amaury. Y de sufrir menos.

Luis Alberto. ¡Sí, no es malo, no es malo, eso no es malo, claro!.

Amaury. Ahora, aquí viene otra de las cosas que se dicen de ti, porque todas son interesantes -nuestro querido amigo, Carlitos Varela, ha dicho que las heridas de la vida tú las curas en el escenario- Y eso es bien arriesgado por parte de Carlitos, ¿tú estás de acuerdo con lo que Carlos dice?

Luis Alberto. Yo creo que lo que quiso decir es que los golpes, que el sufrimiento que puedes tener en algún momento de tu vida, yo los uso y los encaramo en el escenario, todo lo pongo delante de la cámara. El oficio de actor es bien difícil, porque tienes que sacar a flote tu mundo interior, si eres un tipo sincero y te tomas en serio tu trabajo, no tienes otra alternativa que mostrarte tal cuál eres, o sea, que de curarme nada. Puede que el trabajo me sirva para exorcizar demonios, o sacarme de adentro esas heridas, pero, ¿curarlas?, ¿olvidarlas?, no.

Amaury. A ver, yo no te voy a adular, yo te admiro mucho, como te admira todo el que te ha visto actuar en la vida, el que no te admire, es porque no te vio actuar, el que te vio actuar ya te admira. Sin embargo, yo tengo la impresión, igual tú piensas lo contrario, de que tú has luchado contra un componente en la vida, que es la suerte, o sea, tenemos también otro amigo querido, que estuvo en el programa, tuvo la gentileza de venir y que dio una entrevista fascinante, Jorge Perroguría, Pichi.

Luis Alberto. ¡Ahhh, el Pichi!.

Amaury. Es un hombre con suerte, o sea, además de talento, además de belleza, tiene suerte. ¿Tú te consideras un hombre afortunado? Porque tú también tienes talento, tú también tienes belleza física…

Luis Alberto. Depende de cuál sea la suerte. Yo creo que en el caso de Pichi…, Pichi estuvo listo para cuando ese momento se presentó. En su caso fue Fresa y Chocolate.

Amaury. Fresa y Chocolate, sí, él lo dijo en el programa.

Luis Alberto. Yo me considero un hombre afortunado, Ama, porque hago lo que quiero hacer, o sea, no hay muchas personas en el mundo que puedan estar toda una vida viviendo de lo que les gusta hacer. Y a mí lo que me gusta es actuar. Y lo he hecho, y además, lo he hecho con devoción, y creo que lo he hecho con hidalguía, y creo que lo he hecho con respeto. Y aunque no me sale bien siempre, porque hay…

Amaury. …Pero casi siempre…

Luis Alberto. …Porque hay cosas que a mí no me han salido bien. Yo me considero un hombre afortunado, por ese lado, muy afortunado. Claro, a lo mejor en otro contexto, qué se yo, me pagarían mejor o tendría una casa, finalmente. Cosas materiales, pero las espirituales, yo, las espirituales, de esas no me quejo.

Amaury. Tienes para regalar. (risas)

Luis Alberto. No, tampoco, porque eso suena, eso suena muy, eso suena muy…

Amaury. …Eso es vanidad.

Luis Alberto. Sí, sí. Pero no, no, las espirituales no…

Amaury. …Y compasión, cuando la gente dice: tengo para regalar, ese nivel de compasión es absoluto.

Ahora, yo estuve revisando, Luisito, y hasta la cuenta que yo pude sacar, -soy malo en matemáticas, muy malo-, tienes una carrera…, yo estuve contando, lo fui contando así, miraba en la pantalla y lo iba contando: uno, dos, tres, cuatro, porque yo no puedo contar tampoco rápido, y llegué como a 68, entre largometrajes, cortometrajes. Hay como cuatro que están por hacerse. Y lo de la televisión, ahí no pude contar, los números que yo me sé, que son como hasta el 100, ya en el 101 dije: ¿Qué número será el 101? Ya no podía. Todos esos trabajos ¿tú los haces, los aceptas: por acumular cantidad, o aceptas esa cantidad de trabajo porque es una posibilidad de sobrevivir en este mundo?

Luis Alberto. A ver. Yo he sido muy selectivo con los personajes, las obras en que decido trabajar, la gran mayoría del tiempo. En otros momentos, que son los menos, me he visto compulsado a hacer una película o un medio-metraje, que no me agrada tanto y que no me parece tan interesante, pero necesitaba poner comida en la mesa. Son las menos, o sea, que no ando por ahí queriendo acumular, porque al final, de qué te vale tener 400 películas, si de esas solo se pueden salvar dos. Yo, lo que sí soy un, como dicen en inglés, un workaholic, un tipo adicto al trabajo. Y aunque hay amigos míos que dicen que es un defecto, las tomo cuando se trata de trabajar gratis. Lo que pasa que no me gustaría que se acostumbraran mucho a que siempre fuera gratis.

Amaury. Bueno.

Luis Alberto. La vida es de una manera y yo no puedo tratar de cambiarlo todo, porque no soy Dios. Qué contradicción, que en muchas ocasiones, los trabajos que más quiero, incluso por los trabajos por los que más me respetan, a veces son los peor pagados.

Bueno, aquí no lo voy a decir, pero lo que Isabelita Santos y yo…, no cobramos mucho por hacer Clandestinos, casi nada. Sin embargo, a veces haciendo un bodrio, de lo que yo llamo comestibles, porque son para comer, resulta que de pronto vienen y me pagan: ¡caballeros! ¿por qué no me habrán pagado esto por Clandestinos?, que sí costó trabajo hacerla y no la cosa esta en que lo que estoy haciendo es casi un payaso. Pero bueno, es así.

Amaury. Bueno, pues ahora que hablaste de Isabel, voy a irme a Isabel, porque son como las parejas cinematográficas que uno recuerda, las americanas, ¿no? Es una pareja cinematográfica muy bien llevada, que te ha dado a ti y a ella, a los dos grandes satisfacciones. Hicieron Clandestinos; La vida es silbar; la de Chijona, ¿cómo se llama?

Luis Alberto. Adorables mentiras.

Amaury. Adorables mentiras.

Luis Alberto: En la televisión también hicimos cosas, muchas, muchas. Yo he trabajado mucho con Isabelita. Incluso, hasta una película que no salió nunca.

Amaury. ¿Cómo que no salió nunca?

Luis Alberto. La dirigió Danilo Lejardi, Alderete hacía la fotografía y Danilo Lejardi era el director y nunca salió. Parece que no funcionó, no la editaron a tiempo, no sé…

Amaury. …La dejaron lejardi, lejardi. (risas)

Luis Alberto. Sí, sí, la dejaron lejardi, lejardi (risas).

Chico, con Isabelita, yo tengo una relación que viene desde que éramos muy jóvenes, muy jóvenes, muy jóvenes. Yo veía a Isabelita en el comedor de la ENA y ella me veía a mí en el comedor del ISA.

Y desde que ella hizo Pasos hacia la montaña, me enamoré de su trabajo, de esa fuerza visceral que tiene esa muchacha, que es un animal de actuación. Bueno, cuando digo animal de actuación se entiende que es un piropo.

Amaury. Claro, está clarísimo.

Luis Alberto. Y desde entonces siempre soñábamos hacer cosas juntos, cuándo podríamos hacerlas y la vida nos puso en bandeja de plata muchas oportunidades y las hicimos. Luego, ya no somos tan jóvenes, casi siempre el cine se hace con gente de 20 años, 30 años, cosas así, y no hemos tenido nuevamente la oportunidad. La última fue en La vida es silbar, de Fernando (Pérez). Eso es un regalo que la vida me dio, trabajar con Isabelita.

Amaury. Ella también en su entrevista, no sé si la viste, en su entrevista para Con 2 que se quieran, ella también habló con mucho cariño de ti como partenaire.

Luis Alberto. Porque nosotros no necesitamos ensayar, no necesitamos hablar mucho, ahí sucede algo que es una empatía, eso es conexión, eso es química. O sea, sin química no hay química.

Amaury. (risas) No, eso lo dijo otro gran prócer, un gran prócer dijo eso, parafraseando, ¿no?

Luis Alberto. Sí, claro. (risas)

Amaury. Es el mismo caso de la técnica (risas). Luis, últimamente tú has sido muy entrevistado, siempre has sido muy entrevistado, últimamente más. Y yo descubro en esas entrevistas, las busqué, he rastreado en estos días, estoy hecho un experto en Luis Alberto García y yo no veo que se habla demasiado de tu niñez, de tu infancia, de tu familia. ¿Qué significó tú familia para ti, tus padres, tu entorno, tú niñez? y después quiero que me hables de cuán duro fue la muerte de tu padre.

Luis Alberto. Mira, yo vengo de una familia muy humilde. Por la parte paterna eran dos personas con muy bajos ingresos, que tenían 11 hijos, mi padre fue uno de esos 11. Y por la parte materna igualmente pobres, mi abuelo materno, que no lo conocí nunca, abandonó a su familia, mi mamá nunca más lo vio. Y mi abuela era costurera, mi abuela materna.

Nací en una casa en el Cerro, una pequeña casita en el Cerro, donde vivíamos 11 personas. Mis recuerdos de cuando era muy niño, muy niño, muy niño era que casi no veía a mi padre. Claro, yo nací en el 61 y sabes, aunque tú no eres tan viejo.

Amaury. Bueno.

Luis Alberto. Que la década de los 60 fue un década convulsa, no solo en el mundo, sino también en Cuba. Mi padre, entre el teatro, el cine, los conciertos, los recitales, no sé qué, no paraba mucho en mi casa. Yo tengo dos hermanos más, soy el mayor de tres hermanos varones. Mi mamá era la que siempre estaba bandeándose con nosotros. Y lo que recuerdo de mi padre siendo niño, es que descubrí muy pronto que la gente lo conocía en la calle, y eso me llamaba la atención. Yo decía, ¿y por qué estas mujeres forman esa gritería? Y que le firme autógrafos, y de pronto, como que me volví un adicto a eso, me encantaba salir con mi papá y ver que mi papá era tan querido y que en todas partes…

Amaury. …Y tan deseado…

Luis Alberto. …Sí, y al mismo tiempo, imagínate tú, qué cosa más linda para un niño, asistir a la filmación de unas aventuras. Mi papá estaba haciendo Espartaco cuando aquello. O asistir a un ensayo en el teatro y era una cosa muy rara para mi ver a René de la Cruz, a Carlos Gilí, a tanta gente que visitaban mi casa, y que se sentaban con mi padre a tomar y a comer y no sé cuánto y luego, verlos allá arriba, parados encima de un escenario, siendo otras personas. Ese entorno era para mí muy raro, pero al mismo tiempo atrayente, cautivante. De ahí, que desde edad muy temprana yo dije: Yo lo que quiero es hacer eso. A mi me gustaría ser, yo no decía actor, yo decía artista.

Amaury. Artista.

Luis Alberto. Decía artista. Sin embargo, mis otros hermanos no, para nada. En aquella época era habitual que hubiera niños actores, Bernardito Menéndez comenzó así, bueno, Patricio (Wood).

Amaury. Patricio Wood, igual.

Luis Alberto. Hizo El Brigadista muy temprano. Maribel Rodríguez también. Pero mi papá me dijo: no, no, negativo compañero. Usted gáneselo, estudie, que esto es una cosa muy seria. La actuación es una cosa esplendorosa. Y así fue como después ya me llevó hasta el ISA.

Yo, ahora, Amaury, me doy cuenta que los niños suelen ser, a veces, un poco injustos sin proponérselo. Yo estaba prendado de la figura de mi papá, ¿entiendes?, era como un enamoramiento de hijo a padre. Pero ahora, en la distancia, me doy cuenta que la verdadera heroína era mi vieja. ¡Pobrecita!, le decían la caminadora, porque mi mamá… Yo le pregunto ahora: ¿Mamá, porque tu nos hacías caminar tanto a nosotros, si habían guaguas? Y me dice: para cansarlos, para que se durmieran lo más temprano posible. Así que aprovecho tu programa para decirle a mi mamá, que yo quiero un autógrafo de ella.

Amaury. Ah, qué bonito, muy bonito. Afortunado tú que puedes pedírselo.

Luis Alberto. Y cuando mi viejo me faltó, pues me faltó la mano que salía siempre desde la oscuridad cuando yo estaba apretado. Pero de todas maneras, sigue estando ahí.

Amaury. ¡Claro que está!

Luis Alberto. Él me la da.

Amaury. Tú sabes que está; debe andar por aquí dando vueltas.

Luis Alberto. Me pone la mano aquí y me dice: enmiéndate anda.

Amaury. Oye, ¿y qué pasaba? a ver, para salir de… Es que los dos estamos en shock. ¿Qué pasaba en tu casa?, porque esa es la parte que a mí me llama la atención, cuando tu papá se daba un beso con un personaje de la televisión.

«Con 2 que se quieran» Luis Alberto García (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Luis Alberto García (Parte II)

Luis Alberto. Mira, mi mamá es una mujer de las que ya no existen. Mi mamá no acompañaba a mi padre en todas esas noches de farándula. Mi mamá iba al teatro, veía la obra una vez, pero tampoco era esa pareja típica, ¿no?, que tú ves al artista con su muchacha al lado, o su esposa al lado. No, no, mi mamá no iba a nada. Mi mamá iba al trabajo, nos cuidaba a nosotros y luchaba contra la migraña, que siempre tenía mucha migraña

Amaury. ¿En qué trabajaba tu mamá?

Luis Alberto. Mi mamá trabajó siempre haciendo uniformes y cosas así, en un taller textil.

Amaury. Ahora, tú eres una persona, Luisito, que a cada ratico uno lee una entrevista tuya, que a algunos les parece subida de tono, a mí me parece siempre justa y siempre equilibrada y siempre coherente. Porque así eres tú. Ahora, ¿Tú haces eso por una necesidad de que las cosas mejoren, cuando tú eres crítico, porque tú sientes que tienes una vocación de mejorador humano, sería la palabra, mejorador de la sociedad, sanador, sería, o tú lo haces porque te gusta la polémica?

Luis Alberto. No, no, mira, mira, yo no… Ser polémico no es un oficio, no, y además…

Amaury. …¡Hay personas que lo ejercen y lo trabajan!.

Luis Alberto. Sí, pero no, no, ni yo estoy interesado en hacerme de un pedigrí de contestatario ni mucho menos. Yo lo que mira. Este es el país que mi padre y mi madre escogieron para que yo viniera al mundo. Cuba me escogió a mí, yo orgulloso, ¿eh?, aquí es donde yo vivo y desde esa pertenencia, que además es una pertenencia que a mi me gusta decir, una pertenencia militante, porque tomo partido, desde esa pertenencia, yo siento que tengo todo el derecho de ser crítico y de cuestionarme cosas. Primero como artista, porque yo creo que los artistas -esto no es una verdad de Perogrullo, ni estoy diciendo que sea una sentencia así- yo creo que los artistas, más que dar soluciones, se cuestionan muchas cosas, casi todas.

Ahora, desde la pertenencia, que te hablaba antes, yo creo tengo el derecho de vivir en un país más justo, mucho más justo. A que el sueño del que hablaba mi Poeta Nacional, que es Silvio Rodríguez, que decía: En busca de un sueño ando todavía, pues yo ando todavía. Y para que los sueños sean sueños, uno tiene que pelearlos, y hay que ganarle espacio, a veces, a la desidia, a la estupidez, en ocasiones.

Amaury. A la inercia.

Luis Alberto. A la inercia, a la abulia.

Amaury. A la abulia.

Luis García. A la doble, hasta la triple moral.

Amaury. Y yo conozco gente que tienen más caras, ¡hasta cuatro!.

Luis Alberto. (risas) Ahora, no soy un apóstata, para nada. Yo digo las cosas en donde vivo, a tiempo y sonriente, ¿viste?, otra vez apareció Rodríguez.

Amaury. Claro, claro. Rodríguez ha estado apareciendo en todos estos programas. Es extraño que no haya querido venir aún.

Luis Alberto. Digo, en dependencia a lo que me pregunten, digo con toda sinceridad lo que pienso. Pero siempre para que la historia que me hicieron desde pequeño, tenga sentido.

Amaury. ¿Qué cosa era el Programa de Ramón?

Luis Alberto. El problema de Ramón.

Amaury. Porque era un programa como de radio provincial, por tanto este programa se escuchaba solo en la capital…

Luis Alberto. …Claro, ese programa se escuchaba en Radio Ciudad de La Habana. ¡Qué bueno que tú tocas eso! Hay algo que la gente no comprende. Un actor no es los personajes que él interpreta, ¿eh?

Te digo esto por lo siguiente. Cuando yo empecé a hacer el programa de Ramón, ya yo había hecho Algo más que soñar, para la televisión, con Eduardo Moya, y ya había hecho Clandestinos. Y la gente pensaba, mucha gente pensaba en ese entonces, que yo había ido realmente a Angola o que yo venía de la lucha clandestina. No, no, error, yo era un actor interpretando personajes. De ahí que como siempre me ha gustado todo lo que es transgresor, todo lo que es indagador, todo lo que se haga a la luz cosas en la que yo creo, Cuando Ramoncito me dijo: vamos a hacer un programa así.

Amaury. Ramón Fernández Larrea.

Luis Alberto. Ramón Fernández Larrea me invitó a hacer el programa y yo enseguida le dije: Sí, venga, claro. Y luego he leído por ahí que él dice; que se sorprendió, que yo que venia de filmar epopeyas patrias, que no sé qué, que hiciera colaborar en eso. Le digo: Ramón, ¿hasta tú caíste en esa trampa?, claro que sí. Tienen que entender de una vez y por todas que el mismo tipo que hace Clandestinos, es el mismo que participa en el programa de Ramón. Es el mismo que hace Los Nicanores, es el mismo que hace Algo más que soñar, es el mismo que trabaja en La vida es silbar. O sea, que un actor no puede casarse con un solo tipo de personaje.

Amaury. ¿Y qué cosa era El programa de Ramón? Cuéntaselo a la gente, a los que no lo conocen.

Luis Alberto. El programa de Ramón era un programa en clave humorística que diseccionaba la realidad cubana de ese momento, los años 80.

Amaury. 80, a mí me daban un cuero en el programa de Ramón.

Luis Alberto. Sí, daban un cuero violento, violento.

Amaury. Yo me reía mucho con las cosas que decían de mí.

Luis Alberto. Ramoncito era un tipo muy ocurrente, le gustaba ese humor muy, muy irreverente, muy irreverente. Y en ocasiones nos llevamos muy buenos cocotazos, ¿eh?, pero fue un espacio de mucha libertad, ahí, en Radio Ciudad de La Habana, con un piquete de gente muy divertida. Ahí estaba conmigo, por ejemplo, Ulises Toirac. Entonces era como un cuadro de comedia y se le daba chucho a todo el mundo, a todos. Había gente que se molestaba.

Amaury. ¿Sí, que se ponían bravos?

Luis Alberto. Había gente que se personaba en la emisora: oye, no digan más eso por ahí, porque…

Amaury. No te puedo creer.

Amaury. ¿Por qué dicen algunos que tú eres el más joven de los actores mayores y viceversa?

Luis Alberto. Ahhh, porque, a ver. Eso sí es algo que es innato en mí. Yo nunca he establecido barreras generacionales.

Amaury. ¡Qué bueno!, porque a los actores de tu generación, fíjate que ya caí yo mismo en eso, les gusta hablar de la generación, entonces son los cantautores de la generación, los escritores de mi generación y eso se convierte como en un cliché también, ¿no?.

Luis Alberto. No, no, para mí Cuba es mucho más y la cultura cubana es mucho más. O sea, yo no hago.

Amaury. Mucho más que una generación, claro.

Luis Alberto. Yo no hago quincallas particulares, ni finquitas, no, no. Para mí un actor de mi edad, o de 70 años, es lo mismo que uno que tiene 16 y empezó ayer. Si lo hace bien y enfrenta su trabajo con rigor, con seriedad, pues ese también es de mi generación.

Entonces, esas personas que dicen eso, lo que quieren decir es que, aunque los años vayan pasando por mí, en el almanaque, quiero decir, mentalmente yo siempre quiero tener 16 años. Y además, me encanta tener 16 años.

Amaury. Y arriesgarte, ir al barranco

Luis Alberto. Quiero decir que colaboro. Sí, sí, sí, colaboro con toda esa gente. Oye Luis, tengo una película que quiero hacer y no tengo dos kilos y no sé más, no sé qué. A ver, enséñame lo que quieres hacer. ¿Es esto? Mira, me interesa, venga, vamos a hacerlo.

Vas a trabajar con tal actor, pero él tiene temor. ¡No, qué temor de qué, ni qué temor! Si a mí cuando yo empecé tuve tanta gente linda que me ayudaron, que me tendieron una mano.

Amaury. Uno tiene que estar en reciprocidad, ¿no?

Luis Alberto. Sí, ahora, ¿qué me toca a mí? pagar, pagar y decir: Esta muchacha jovencísima, este tipo recién salido de la escuela, no les puedo hablar desde una altura. No, no, ¿qué te pasa? Yo estoy al mismo nivel que tú. Tú estás enfrentado al mismo demonio que yo y vamos a batirnos los dos juntos por esto, pero así, sin pose de ninguna clase, sin dar conferencias, sin ser un tipo doctoral. No, no, normal, normal.

Amaury. Bueno, tú eres muy buen amigo. ¿Quién le puso a ese grupo con el que tú te reúnes tantas veces y que son las personas que más tú ves? Pichi, Bárbaro Marín, Los Malitos. ¿Por qué Los Malitos?

Luis Alberto. Mira mijo.

Amaury. Digo para aclararlo de una vez.

Luis Alberto. Una vez más, un joven, Atanay ¿sabes quién es Atanay?

Amaury. Sí, hombre, como no voy a saber quién es Atanay el rapero

Luis Alberto. Atanay, que es mucho más joven que nosotros, de repente fue a una fiesta creo que en casa de Pichi, o algo así con nosotros, y se divirtió horrores, se murió de la risa. Y Atanay dijo: oye, pero ustedes son malitos, malitos, ¿eh?, ustedes se ponen malitos, malitos. Y él fue el primero que empezó a decir: Oye, ven acá, ¿los Malitos no se van a reunir más? Somos un grupo de amigos, no somos solamente actores. Hay pintores…

Amaury. …Músicos…

Luis Alberto. …Muchos músicos, que lo que hacíamos sobre todo, era; uno, querernos mucho y dos, apoyarnos mucho.

Amaury. A ver, ¿cuántos discos tú tienes? Porque tú eres uno de los melómanos más importantes que tiene Cuba. Tú, Sigfredo Ariel, creo que son ustedes dos. Creo que son ustedes los que le ganaron ya a todo el mundo.

Luis Alberto. No, no, tengo sentado frente a mí al “Boss”.

Amaury. Ya no tengo muchos. (risas)

Luis Alberto. Tengo sentado al frente al “Boss”. Mira, lo mío con la música, es, yo creo que a veces toma ribetes ya de enfermizo, ¿no?. Soy un melómano empedernido, de toda la vida, de toda la vida. Yo, desde que era un niño, descubrí que la música me aporta a mí una intensidad sentimental que no lo logra ninguna otra de las artes. Yo te digo con toda sinceridad, yo con gusto dejaría de ser actor y todas las películas y todas esas cosas, todo, todo, si mi padre me hubiera llevado a una escuela de música. Por lo tanto, todos ustedes que se dedican a hacer música, que la hacen incluso, para mí son como dioses. A mis personajes los hago con música, en serio.

Amaury. ¡Qué bonito, qué bonito eso!

Luis Alberto. Y ahora, que ya salió el IPod, es mejor, porque antes era muy complicado llevarte un long playing o una grabadora a un rodaje. Pero hoy en día yo llego a un sitio, me conecto mis audífonos y venga Mozart para abajo o Keith Jarrett para abajo, o en dependencia de lo que venga.

Amaury. Sí, en dependencia de lo que venga.

Luis Alberto. Y ¿sabes qué?, logro, incluso, aislarme, porque en un rodaje hay muchas personas que están haciendo lo suyo y yo he descubierto que con la música yo me voy a otro sitio y después regreso. Me preguntabas por la cantidad de discos…

Amaury. …Eso, te vas con la música a otra parte, qué bonito, ¿no?.

Luis Alberto. Sí, yo estaba, desde que tengo uso de razón, siempre me gustó acopiar música y tener música. Ese es como mi violín de Ingres. ¿Luis, a qué te dedicas en tu tiempo libre? Bueno, veo muchísimo cine, que es lo mío, que es lo que me toca, pero escucho muchísima música. Yo vivo para eso, de verdad, en serio y he hecho. Mira, yo he ido a los lugares más increíbles del mudo a buscar una canción, una canción.

Amaury. ¡Bueno, a  mi casa has ido a buscar un disco!.

Luis Alberto. Y las veces, las poquísimas veces que he salido con un presupuesto más o menos decente. Las pocas veces que he salido de Cuba con un presupuesto más o menos decente, tengo que evitar entrar en las tiendas de discos.

Amaury. No, eso puede convertirse en una dulce tortura y en un privilegio también que nosotros hemos tenido gracias a nuestro trabajo.

Luis Alberto. Claro, claro

Amaury. Háblame de la familia que tú fundaste. Ya hablamos de la familia que tú heredaste. Ahora hablemos de la que tú has fundado.

Luis Alberto. Tengo tres hijas.

Amaury. Que yo sé que las adoras y que hablas de ellas todo el tiempo.

Luis Alberto. Sí, Claudia y Camila son grandes, ya son mujeres. Y ahora tengo una bebé muy pequeñita, tiene tres meses, que se llama Vida. Ellas tres son lo mejor que yo he logrado hacer en mi vida, ahí está lo mejor de mí.

Amaury. Vamos a hablar de una cosa maravillosa. La última época en que nos vimos mucho fue porque tú habías hecho uno de los documentales -tú como realizador- más impresionantes que yo he visto, de los documentales que yo pongo para llorar, para emocionarme, Leal al tiempo, un homenaje a Eusebio Leal. A mí me parece que eso tiene una factura impecable. Se ha puesto por televisión en varias oportunidades. ¿Cómo fue trabajar con Eusebio?

Luis Alberto. Eusebio es un patriarca. Eusebio es un patriota. Eusebio es una columna de las que sostienen la cultura y la historia de este país. Es todo eso y al mismo tiempo es un tipo asequible.

¿Tú sabes cómo yo pude hacer ese documental? Ese documental lo pude hacer porque partí de mi admiración hacia él. Estudiando a este hombre, y acompañándolo durante casi seis meses, yo hice también un viaje a la semilla. Verle a él haciendo lo que hace, y lo bien que lo hace, pues a mi me alimentó espiritualmente. Yo me devanaba los sesos diciendo: ¿cómo en una hora puedo acercarme mínimamente, a la estatura de este hombre?

Amaury. Luisito, ¿tú suscribirías esta frase de Ortega y Gasset que dice: sin admiración no hay amor? Es muy arriesgada esa sentencia.

Luis Alberto. Sí, yo la suscribiría, claro. Así, pensado ahora así, no encuentro nada o a nadie en mi vida, que yo ame o a quien yo ame, sin que antes, sin que también pase eso por la admiración. O sea, que para mí, amor y admiración van en la misma valija.

Amaury. El documental de Eusebio y, con esto vamos a terminar. Tiene el gran título, Leal al tiempo, ya desde el título, ya uno empieza a temblar. ¿Luis Alberto García ha sido leal al tiempo? Sería la pregunta.

Luis Alberto. Sí. Yo he cometido errores como cualquiera, pero he sido leal al tiempo que me ha tocado vivir y al tiempo de las personas que me antecedieron. Antes te dije que mis padres escogieron para mí que yo naciera en esta tierra, ¿no? Al mismo tiempo yo también he escogido esta tierra para que nazcan mis tres hijas.

Hablamos de los sueños, yo decidí hace mucho tiempo, y sigo decidido a ello, sembrar los sueños míos aquí. Y yo soy de los que le gusta vigilar lo que sembré. Soy consecuente, aquí estoy, fajao. Inconforme en ocasiones, claro, ¿cómo qué no?, pero inconforme desde la pertenencia de la que también te hablé, que es mi derecho.

Sí, yo soy un tipo leal al tiempo que me tocó vivir. A veces gente que no me conoce, o gente que me quiere mucho, y que entiende las cosas de otra manera, me dicen: “Luis, ¿por qué tú te quedaste aquí? ¿Por qué no buscaste otros derroteros, o hiciste tu carrera en otra parte?”

Yo no critico al que quiere vivir en otra parte, yo creo que es un derecho muy soberano que tú quieras hacer tu vida donde quieras. Pero yo no soy de esos, no podría estar fuera de aquí.

¿Y si Fernando hace su mejor película y yo no estoy?

¿Y si Silvio y Pablo vuelven a cantar juntos y yo no estoy?

¿Y si mi hija más grande me da un nieto y yo no estoy?

¿Y si mi hija la pintora se vuelve una enorme pintora, que es lo que espero y yo no estoy?

¿Y si Vida, la más pequeñita, logra tener una vida más plena que la mía, y yo no estoy?

¿Y si los Industriales vuelven a hacerme una campaña como la del año pasado, yo me la voy a perder?

No señor, este es mi lugar, y tienen que darme también.

Amaury. Bueno, ante esas palabras, solo queda decir, gracias. Gracias mi socio. (abrazos)