«Con 2 que se quieran Luis Alberto García (Parte I)
“He sido leal al tiempo que me tocó vivir”
Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.
Hoy nos acompaña otro de esos grandes amigos míos. La gente dice que yo nada más que invito a mis amigos, bueno, este es otro de mis amigos: uno de los actores más inteligentes de la escena cubana. Una de las personas más sensibles que yo conozco, un melómano, un chef de cocina, en fin, vamos a hablar con él de muchísimas cosas. Una de las personas que yo admiro profundamente. El Cine Cubano, la Televisión Cubana; la historia del Cine y de la Televisión Cubanas no se puede escribir, si no ponemos, como diría Eúfrates del Valle, en letras de oro, el nombre de Luis Alberto García hijo.
Mi hermano, un gusto que hayas venido, que al fin te haya agarrado, porque tú fuiste una de las primeras personas que llamé. Incluso, cuando este programa era un proyecto, cuando no se había filmado ni si quiera el primero, yo dije: Luisito. Y en aquellos momentos, tú, no me dijiste que no, porque la palabra no es decir que no, sino no mostraste un interés especial en venir. ¿Por qué cuando te llamé por segunda vez, sí?
Luis Alberto. Bueno, porque cuando comenzaba el proyecto tuyo, yo estaba atravesando un momento difícil de mi vida, en el plano personal, incluso hasta en el profesional. Y yo soy de la opinión, de que no tengo por qué echar a perder los proyectos de los amigos míos, sobre todo los proyectos que valen, como este.
Amaury. Gracias.
Luis Alberto. Luego, cuando vi el programa, pues me enamoré, te lo he dicho. Te he llamado y te he colmado de elogios, a ti y a todo tu equipo, porque de verdad que han hecho una cosa lindísima.
Amaury. Y bien que nos ha costado. Y te agradezco que hayas venido y voy a empezar entonces con este, porque en tu página Web, leí esta cosa increíble, que es un soneto que te hizo Joaquín Sabina. Y dice
En la página Web de Luis Alberto
quisiera yo plantar esta semilla,
beso de Judas, oración del huerto
de quien sabe poner la otra mejilla.
En al isla de los ciegos Dios es tuerto
verde olivo, Shangó de las Antillas,
alzo mi copa porque no estás muerto,
ni te has pasado en balsa a la otra orilla.
Y si quieres reír, pide otro trago
y si quieres llorar, llora conmigo
que perderá contigo la partida.
Yo sé que paladeas cuanto hago,
tú deberías saber que te bendigo,
melancolimulato de mi vida.”
Bueno, a cualquiera no se le hace un soneto… Joaquín Sabina no anda regalando sonetos como un loco.
Luis Alberto. Bueno, no sé, la vida me ha dado la suerte de tener amigos inmensos, gente que yo nunca imaginé que iba a poder tocar con mi mano, abrazar, o compartir su obra. Y este es uno de los casos. Bueno, me tocó. Yo a veces todavía no me lo creo. Y yo te soy sincero, Amaury, eso tampoco es así por gusto. Yo le decía: Joaquín, nunca en mi vida me puse a recopilar recortes de prensa, ni cosas así. ¿Qué sabía yo que iba a venir Internet ni las páginas Web ni nada de eso?
Amaury. Sí, claro, claro, ni él sabía.
Luis Alberto. Y entonces me dijo: Pero mira, los amigos, los que te conocemos, la gente puede dar opiniones, y eso vale lo mismo. Aquí está la mía… Me mató.
Amaury. Además, es precioso, melancolimulato.
Luis Alberto. Sí, sí.
Amaury. Una cosa…, cosas de Sabina. Sabina es como sus canciones pero…
¿Cuánto de Luisito hay en cada personaje?
Luis Alberto. Mucho, mucho. El trabajo nuestro es meterte en otras pieles, en personas que muchas veces son muy diferentes a ti, pero a cada personaje, por muy lejano que esté, yo siempre trato de ponerle algo mío. De ahí que a mí me interese, por ejemplo, si hago de un asesino, un ser deleznable, un tipo despreciable, pues digo, pero no hay nadie que sea despreciable a tiempo completo, y a lo mejor, este tipo tan despreciable, resulta que es fanático de Wagner y le gusta esa música. O este otro, que es igual de despreciable, siente un amor inmenso por un hijo o por una hija, y eso le da al personaje color, le da profundidad, y hace que la gente vea en pantalla a un tipo que es creíble, que no es malo a tiempo completo.
Amaury. Claro, pero ¿tú te sientes identificado con actores como Marlon Brando, por ejemplo, o Robert de Niro, que dicen que siempre son Marlon Brando y Robert de Niro, hagan lo que hagan, tú sientes que hay algo ahí que son ellos, siempre?
Luis Alberto. Yo quisiera, realmente, Dios o la vida no me ha dado todo el talento que yo quisiera tener. Yo quisiera ser diferente en cada personaje. Pero es tremendamente difícil. Es tremendamente difícil y no depende solo de que tengas una buena tanda de maquillistas detrás, ni mucho menos.
Amaury. No, no, no es caracterización.
Luis Alberto. Los dos que me pusiste son…, Marlon Brando y Robert de Niro.
Amaury. Lo que pasa es que leí, hace poquito, una entrevista de Robert de Niro, donde él decía: “Me cansé de intentar ser otra persona y ahora voy a dedicarme a ser Robert de Niro”. Estaba tremendo el comentario, por eso te lo hice.
Ahora, husmeando en tus cosas para preparar esta entrevista, encontré una frase tuya de cuando estabas filmando La vida es silbar, con Fernandito Pérez, dijiste lo siguiente: “He aprendido que no hay que darlo todo por hecho y que hay que trabajar para vivir mejor, no para sufrir.” La pregunta es: ¿Has logrado vivir mejor y no sufrir?
Luis Alberto. ¡Ay, Dios mío!, uno no puede andar diciendo frases así, porque después… (risas)
Amaury. …Mira, porque después salen en la entrevista…. (risas)
Luis Alberto. …Después salen en la entrevista y tienes que ser consecuente. No, sigo, sigo en ello. Sigo pensando que hay que trabajar para no sufrir. Lo que pasa es que la vida misma no es felicidad todo el tiempo, ni sufrimiento todo el tiempo y el trabajo nuestro, tampoco. Entonces sigo en eso, sigo en ese empeño.
Amaury. ¿Sigues en el empeño de vivir mejor?.
Luis Alberto. Sí, claro.
Amaury. Y de sufrir menos.
Luis Alberto. ¡Sí, no es malo, no es malo, eso no es malo, claro!.
Amaury. Ahora, aquí viene otra de las cosas que se dicen de ti, porque todas son interesantes -nuestro querido amigo, Carlitos Varela, ha dicho que las heridas de la vida tú las curas en el escenario- Y eso es bien arriesgado por parte de Carlitos, ¿tú estás de acuerdo con lo que Carlos dice?
Luis Alberto. Yo creo que lo que quiso decir es que los golpes, que el sufrimiento que puedes tener en algún momento de tu vida, yo los uso y los encaramo en el escenario, todo lo pongo delante de la cámara. El oficio de actor es bien difícil, porque tienes que sacar a flote tu mundo interior, si eres un tipo sincero y te tomas en serio tu trabajo, no tienes otra alternativa que mostrarte tal cuál eres, o sea, que de curarme nada. Puede que el trabajo me sirva para exorcizar demonios, o sacarme de adentro esas heridas, pero, ¿curarlas?, ¿olvidarlas?, no.
Amaury. A ver, yo no te voy a adular, yo te admiro mucho, como te admira todo el que te ha visto actuar en la vida, el que no te admire, es porque no te vio actuar, el que te vio actuar ya te admira. Sin embargo, yo tengo la impresión, igual tú piensas lo contrario, de que tú has luchado contra un componente en la vida, que es la suerte, o sea, tenemos también otro amigo querido, que estuvo en el programa, tuvo la gentileza de venir y que dio una entrevista fascinante, Jorge Perroguría, Pichi.
Luis Alberto. ¡Ahhh, el Pichi!.
Amaury. Es un hombre con suerte, o sea, además de talento, además de belleza, tiene suerte. ¿Tú te consideras un hombre afortunado? Porque tú también tienes talento, tú también tienes belleza física…
Luis Alberto. Depende de cuál sea la suerte. Yo creo que en el caso de Pichi…, Pichi estuvo listo para cuando ese momento se presentó. En su caso fue Fresa y Chocolate.
Amaury. Fresa y Chocolate, sí, él lo dijo en el programa.
Luis Alberto. Yo me considero un hombre afortunado, Ama, porque hago lo que quiero hacer, o sea, no hay muchas personas en el mundo que puedan estar toda una vida viviendo de lo que les gusta hacer. Y a mí lo que me gusta es actuar. Y lo he hecho, y además, lo he hecho con devoción, y creo que lo he hecho con hidalguía, y creo que lo he hecho con respeto. Y aunque no me sale bien siempre, porque hay…
Amaury. …Pero casi siempre…
Luis Alberto. …Porque hay cosas que a mí no me han salido bien. Yo me considero un hombre afortunado, por ese lado, muy afortunado. Claro, a lo mejor en otro contexto, qué se yo, me pagarían mejor o tendría una casa, finalmente. Cosas materiales, pero las espirituales, yo, las espirituales, de esas no me quejo.
Amaury. Tienes para regalar. (risas)
Luis Alberto. No, tampoco, porque eso suena, eso suena muy, eso suena muy…
Amaury. …Eso es vanidad.
Luis Alberto. Sí, sí. Pero no, no, las espirituales no…
Amaury. …Y compasión, cuando la gente dice: tengo para regalar, ese nivel de compasión es absoluto.
Ahora, yo estuve revisando, Luisito, y hasta la cuenta que yo pude sacar, -soy malo en matemáticas, muy malo-, tienes una carrera…, yo estuve contando, lo fui contando así, miraba en la pantalla y lo iba contando: uno, dos, tres, cuatro, porque yo no puedo contar tampoco rápido, y llegué como a 68, entre largometrajes, cortometrajes. Hay como cuatro que están por hacerse. Y lo de la televisión, ahí no pude contar, los números que yo me sé, que son como hasta el 100, ya en el 101 dije: ¿Qué número será el 101? Ya no podía. Todos esos trabajos ¿tú los haces, los aceptas: por acumular cantidad, o aceptas esa cantidad de trabajo porque es una posibilidad de sobrevivir en este mundo?
Luis Alberto. A ver. Yo he sido muy selectivo con los personajes, las obras en que decido trabajar, la gran mayoría del tiempo. En otros momentos, que son los menos, me he visto compulsado a hacer una película o un medio-metraje, que no me agrada tanto y que no me parece tan interesante, pero necesitaba poner comida en la mesa. Son las menos, o sea, que no ando por ahí queriendo acumular, porque al final, de qué te vale tener 400 películas, si de esas solo se pueden salvar dos. Yo, lo que sí soy un, como dicen en inglés, un workaholic, un tipo adicto al trabajo. Y aunque hay amigos míos que dicen que es un defecto, las tomo cuando se trata de trabajar gratis. Lo que pasa que no me gustaría que se acostumbraran mucho a que siempre fuera gratis.
Amaury. Bueno.
Luis Alberto. La vida es de una manera y yo no puedo tratar de cambiarlo todo, porque no soy Dios. Qué contradicción, que en muchas ocasiones, los trabajos que más quiero, incluso por los trabajos por los que más me respetan, a veces son los peor pagados.
Bueno, aquí no lo voy a decir, pero lo que Isabelita Santos y yo…, no cobramos mucho por hacer Clandestinos, casi nada. Sin embargo, a veces haciendo un bodrio, de lo que yo llamo comestibles, porque son para comer, resulta que de pronto vienen y me pagan: ¡caballeros! ¿por qué no me habrán pagado esto por Clandestinos?, que sí costó trabajo hacerla y no la cosa esta en que lo que estoy haciendo es casi un payaso. Pero bueno, es así.
Amaury. Bueno, pues ahora que hablaste de Isabel, voy a irme a Isabel, porque son como las parejas cinematográficas que uno recuerda, las americanas, ¿no? Es una pareja cinematográfica muy bien llevada, que te ha dado a ti y a ella, a los dos grandes satisfacciones. Hicieron Clandestinos; La vida es silbar; la de Chijona, ¿cómo se llama?
Luis Alberto. Adorables mentiras.
Amaury. Adorables mentiras.
Luis Alberto: En la televisión también hicimos cosas, muchas, muchas. Yo he trabajado mucho con Isabelita. Incluso, hasta una película que no salió nunca.
Amaury. ¿Cómo que no salió nunca?
Luis Alberto. La dirigió Danilo Lejardi, Alderete hacía la fotografía y Danilo Lejardi era el director y nunca salió. Parece que no funcionó, no la editaron a tiempo, no sé…
Amaury. …La dejaron lejardi, lejardi. (risas)
Luis Alberto. Sí, sí, la dejaron lejardi, lejardi (risas).
Chico, con Isabelita, yo tengo una relación que viene desde que éramos muy jóvenes, muy jóvenes, muy jóvenes. Yo veía a Isabelita en el comedor de la ENA y ella me veía a mí en el comedor del ISA.
Y desde que ella hizo Pasos hacia la montaña, me enamoré de su trabajo, de esa fuerza visceral que tiene esa muchacha, que es un animal de actuación. Bueno, cuando digo animal de actuación se entiende que es un piropo.
Amaury. Claro, está clarísimo.
Luis Alberto. Y desde entonces siempre soñábamos hacer cosas juntos, cuándo podríamos hacerlas y la vida nos puso en bandeja de plata muchas oportunidades y las hicimos. Luego, ya no somos tan jóvenes, casi siempre el cine se hace con gente de 20 años, 30 años, cosas así, y no hemos tenido nuevamente la oportunidad. La última fue en La vida es silbar, de Fernando (Pérez). Eso es un regalo que la vida me dio, trabajar con Isabelita.
Amaury. Ella también en su entrevista, no sé si la viste, en su entrevista para Con 2 que se quieran, ella también habló con mucho cariño de ti como partenaire.
Luis Alberto. Porque nosotros no necesitamos ensayar, no necesitamos hablar mucho, ahí sucede algo que es una empatía, eso es conexión, eso es química. O sea, sin química no hay química.
Amaury. (risas) No, eso lo dijo otro gran prócer, un gran prócer dijo eso, parafraseando, ¿no?
Luis Alberto. Sí, claro. (risas)
Amaury. Es el mismo caso de la técnica (risas). Luis, últimamente tú has sido muy entrevistado, siempre has sido muy entrevistado, últimamente más. Y yo descubro en esas entrevistas, las busqué, he rastreado en estos días, estoy hecho un experto en Luis Alberto García y yo no veo que se habla demasiado de tu niñez, de tu infancia, de tu familia. ¿Qué significó tú familia para ti, tus padres, tu entorno, tú niñez? y después quiero que me hables de cuán duro fue la muerte de tu padre.
Luis Alberto. Mira, yo vengo de una familia muy humilde. Por la parte paterna eran dos personas con muy bajos ingresos, que tenían 11 hijos, mi padre fue uno de esos 11. Y por la parte materna igualmente pobres, mi abuelo materno, que no lo conocí nunca, abandonó a su familia, mi mamá nunca más lo vio. Y mi abuela era costurera, mi abuela materna.
Nací en una casa en el Cerro, una pequeña casita en el Cerro, donde vivíamos 11 personas. Mis recuerdos de cuando era muy niño, muy niño, muy niño era que casi no veía a mi padre. Claro, yo nací en el 61 y sabes, aunque tú no eres tan viejo.
Amaury. Bueno.
Luis Alberto. Que la década de los 60 fue un década convulsa, no solo en el mundo, sino también en Cuba. Mi padre, entre el teatro, el cine, los conciertos, los recitales, no sé qué, no paraba mucho en mi casa. Yo tengo dos hermanos más, soy el mayor de tres hermanos varones. Mi mamá era la que siempre estaba bandeándose con nosotros. Y lo que recuerdo de mi padre siendo niño, es que descubrí muy pronto que la gente lo conocía en la calle, y eso me llamaba la atención. Yo decía, ¿y por qué estas mujeres forman esa gritería? Y que le firme autógrafos, y de pronto, como que me volví un adicto a eso, me encantaba salir con mi papá y ver que mi papá era tan querido y que en todas partes…
Amaury. …Y tan deseado…
Luis Alberto. …Sí, y al mismo tiempo, imagínate tú, qué cosa más linda para un niño, asistir a la filmación de unas aventuras. Mi papá estaba haciendo Espartaco cuando aquello. O asistir a un ensayo en el teatro y era una cosa muy rara para mi ver a René de la Cruz, a Carlos Gilí, a tanta gente que visitaban mi casa, y que se sentaban con mi padre a tomar y a comer y no sé cuánto y luego, verlos allá arriba, parados encima de un escenario, siendo otras personas. Ese entorno era para mí muy raro, pero al mismo tiempo atrayente, cautivante. De ahí, que desde edad muy temprana yo dije: Yo lo que quiero es hacer eso. A mi me gustaría ser, yo no decía actor, yo decía artista.
Amaury. Artista.
Luis Alberto. Decía artista. Sin embargo, mis otros hermanos no, para nada. En aquella época era habitual que hubiera niños actores, Bernardito Menéndez comenzó así, bueno, Patricio (Wood).
Amaury. Patricio Wood, igual.
Luis Alberto. Hizo El Brigadista muy temprano. Maribel Rodríguez también. Pero mi papá me dijo: no, no, negativo compañero. Usted gáneselo, estudie, que esto es una cosa muy seria. La actuación es una cosa esplendorosa. Y así fue como después ya me llevó hasta el ISA.
Yo, ahora, Amaury, me doy cuenta que los niños suelen ser, a veces, un poco injustos sin proponérselo. Yo estaba prendado de la figura de mi papá, ¿entiendes?, era como un enamoramiento de hijo a padre. Pero ahora, en la distancia, me doy cuenta que la verdadera heroína era mi vieja. ¡Pobrecita!, le decían la caminadora, porque mi mamá… Yo le pregunto ahora: ¿Mamá, porque tu nos hacías caminar tanto a nosotros, si habían guaguas? Y me dice: para cansarlos, para que se durmieran lo más temprano posible. Así que aprovecho tu programa para decirle a mi mamá, que yo quiero un autógrafo de ella.
Amaury. Ah, qué bonito, muy bonito. Afortunado tú que puedes pedírselo.
Luis Alberto. Y cuando mi viejo me faltó, pues me faltó la mano que salía siempre desde la oscuridad cuando yo estaba apretado. Pero de todas maneras, sigue estando ahí.
Amaury. ¡Claro que está!
Luis Alberto. Él me la da.
Amaury. Tú sabes que está; debe andar por aquí dando vueltas.
Luis Alberto. Me pone la mano aquí y me dice: enmiéndate anda.
Amaury. Oye, ¿y qué pasaba? a ver, para salir de… Es que los dos estamos en shock. ¿Qué pasaba en tu casa?, porque esa es la parte que a mí me llama la atención, cuando tu papá se daba un beso con un personaje de la televisión.
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