«Con 2 que se quieran» (Rosita Fornés. Primera Parte)
Un espacio de lujo ofrece la Televisión Cubana desde que salió al aire «Con 2 que se quieran», conducido por Amaury Pérez Vidal. Aquí les dejo la primera de sus entregas dedicada a nuestra vedette Rosita Fornés.
Amaury Pérez. Muy buenas noches. Estamos en “Con 2 que se quieran”, aquí, en el corazón de Centro Habana, en Prado y Trocadero, el barrio de Lezama Lima. En los legendarios estudios de Sonido del ICAIC. Hoy está con nosotros una persona que ha sido como una madre para mí, una de las más grandes actrices; presentadora, locutora, cantante, lo que se llama en realidad, una vedette. La más grande que hemos tenido por no decir la única, mi querida, adorada Rosita Fornés.
Rosita Fornés. ¡Ay, qué lindo eres! Por poco me haces llorar.
Amaury Pérez. Yo te quiero tanto. Yo debía tratar a Rosa, por respeto, de usted, pero es que conozco a Rosa desde que nací.
Rosita Fornés. Así mismo.
Amaury Pérez. Entonces me voy a permitir tratarte de tú, Rosita.
Rosita Fornés. Claro que sí.
Amaury Pérez. Va a sonar muy raro, yo sé que va a sonar raro.
Rosita Fornés. De usted nada, de tú.
Amaury Pérez. Hay pocos que saben, Rosa, que tú naciste en Nueva York. Tú eres norteamericana de nacimiento.
Rosita Fornés. Pues sí, soy norteamericana. Fue por una etapa corta que mis padres estuvieron de visita, mamá se fue ya embarazada y nací allá. Estuve allí hasta que tenía tres años más o menos.
Amaury Pérez. Hace un rato me hablaste incluso del hospital.
Rosita Fornés. Bueno, sí, porque además mamá me lo decía, no es porque yo me acordara, imagínate tú, cómo voy a saber. Presumo de tener bastante buena memoria, pero a ese extremo no.
Al cabo de los años, cuando fui a Nueva York a trabajar ya de artista, quise ver donde estaba el hospital donde había nacido que me decía mamá, y era un hospital que se llamaba el Woman´s Hospital. Porque mis padres no vivían en Manhattan Island, sino en, este ¿cómo se llama?
Amaury Pérez. En New Jersey.
Rosita Fornés. En New Jersey y entonces, bueno, pues yo nací allí, en ese tiempo estuvo mi padre tratando de ver si encontraba algún trabajo bueno, que parece que no lo encontró porque regresamos teniendo yo dos o tres años.
Amaury Pérez. ¿Tus padres eran españoles?
Rosita Fornés. Mi padre era catalán y mi madre madrileña. Mi madre se divorcia de él, y luego él fallece allá, según tengo entendido. Mi madre se vuelve a casar con Fornés cuando yo tenía ya 4 ó 5 años. Y me crié al lado de él, y por eso tengo el apellido de Fornés, pero el mío es catalán: Palet.
Amaury Pérez. Bonavía.
Rosita Fornés. Bonavía es el de mi madre, sí.
Amaury Pérez. ¿Se van de Nueva York para España?
Rosita Fornés. No, vienen primero para acá, para Cuba, porque ya mi abuela vivía aquí con mis tíos y mi otra tía.
Amaury Pérez. Pero. ¿Te inscriben entonces aquí como cubana también?
Rosita Fornés. Al cabo de los años me hice ciudadana cubana porque vivía aquí. Tengo pasaporte cubano y también americano.
Amaury Pérez. ¿Cuándo se van a España? Porque estuvieron un tiempo en España.
Rosita Fornés. Yo voy a España teniendo 10 años y regreso con 13.
Amaury Pérez. ¿Y cómo era aquella niña? Aquella niña tan jovencita, Rosita, adolescente. ¿Cómo eran sus juegos? ¿Cómo era su vida?
Rosita Fornés. Yo no tenía amiguitas ni eso, yo jugaba sola en la casa. Cuando era chiquita me hacían regalos, mi tío, el esposo de una tía mía, de una hermana de mi madre. Me traían regalos bonitos como casitas de juegos, de esas de juguete, con unos muñequitos. Pasaba mucho tiempo en la casa.
Fui a distintos colegios, más pequeña fui a escuelas privadas que existían en esa época. En España también seguí estudiando en una escuelita que había cerca de mi casa, porque veían la facilidad de estar cerca. En mi casa mi padre y mi madre no tenían carro para moverse. Fue una familia que tuvo que luchar mucho para salir adelante.
Amaury Pérez. ¿Y para pagar los estudios?
Rosita Fornés. ¡Imagínate tú!, tuvieron que pagarme los estudios hasta que empecé a trabajar. En mi casa lo que querían era que yo fuera una buena secretaria, que estudiara mecanografía o taquigrafía. Y que también supiera hablar un poco de inglés.
Como me trajeron de Estados Unidos muy chiquita, el inglés para mí no existía. Lo que hablaba era en español. Y el español lo hablaba con distintos dejes, porque mi abuela hablaba con la “c” y la “z”; y entonces mi madre hablaba de otra forma, era una mezcla.
Oía hablar “en cubano” a los compañeros del colegio aquí y entonces adquirí un deje que llamaba la atención. Y sigue llamando la atención a estas alturas, me hace mucha gracia, me dicen: “Rosita ¿y usted es cubana?” Yo hablo como hablo.
Amaury Pérez. Yo hablo como hablo… Rosita y tú tienes que haber nacido como una niña bella, tienes que haber sido una adolescente bella, de infarto, como se dice ahora.
Rosita Fornés. Bueno…
Amaury Pérez. ¿Cuándo es que tú te diste cuenta que eras muy bonita y los muchachos de la escuela empezaron a fijarse en ti?
Rosita Fornés. Te voy a decir la verdad, yo nunca creí que era bonita.
Amaury Pérez. ¿Cómo?
Rosita Fornés. Es que en mi casa no me infundieron eso. Y yo veía revistas de gentes, de muchachas lindas y, yo decía: ¡mira que muchacha tan linda!, pero yo me miraba al espejo y no me gustaba. Yo decía: ¡Ay, mira, yo no tengo la nariz bonita! Porque además, ya tú sabes que yo quise aprender natación, y por aprender clavado me partí la nariz y me la puse de medio lado y me la tuve que arreglar, me la tuvieron que arreglar.
Me veía y decía: tengo los ojos claritos, los ojos claritos llaman la atención, pero me gustaría tenerlos más grandes. La boca la tengo demasiado grande, quisiera tenerla más chiquita, porque antes se usaba la boca más chiquita. Vaya, yo me veía catorce mil defectos y entonces no me sentía bonita. Pero sí era presumida.
Amaury Pérez. ¿Y los muchachos? ¿Cuándo te empezaron a enamorar, a qué edad?
Rosita Fornés. Bueno, yo veía que les llamaba la atención a los muchachos y decía: ¿y esto qué cosa es? Me halagaba el que dijeran: “¡Ah, que esto que lo otro, qué bonita!”
Amaury Pérez. ¡Y además el cuerpo de Rosita!
Rosita Fornés. Y entonces sí, el cuerpecito sí lo empecé a tener bien formadito desde bastante jovencita. Porque yo di un estirón a los trece años y ya me puse de la estatura que después he tenido a través de mi vida. Pues veía que tenía un cuerpecito y entonces me gustaba que se me viera la cinturita, porque yo he tenido la cinturita muy chiquita.
Amaury Pérez. Siempre.
Rosita Fornés. La tuve, ya no.
Amaury Pérez. Ya te lo comiste todo.
Rosita Fornés. Y bueno, pues sí, presumía un poco de mi cuerpecito. Y además yo tenía un andar, que me lo dio la naturaleza, no que yo lo estudié, y entonces me decían que qué bonito yo caminaba. Y yo decía: ¿Ay, sí?, y salía caminando para que me piropearan los muchachos, porque me gustaba que me dijeran: “adiós, qué sé yo qué…” Porque en la época en que yo era jovencita, se usaba un poco el piropear. Hoy en día ya no, los hombres ven pasar una mujer linda y lo único que a lo mejor le dicen es una descortesía. Pero antes sí, decían: “¡Oye, que esto, que lo otro!” Había piropos finos, bonitos. Y bueno, pues esa fue mi adolescencia.
Amaury Pérez. ¿Y cuándo te enamoraste por primera vez? El primer novio, si te acuerdas…
Rosita Fornés. No sé, porque se enamoraron de mí antes, no yo. Me salió un enamorado en Madrid, todavía tenía yo 13 años, eran 13 años, sí. Y no era feo el muchacho, me agradó que me dijera piropos, pero cuando quiso ser mi novio dije que no.
Entonces regresamos a Cuba y conocí a un muchacho muy bonito, muy guapo, pero es cuando ya yo empiezo a cantar, porque empecé a los 15 años, me presenté en la Corte Suprema del Arte y ya me premiaron esa noche. Nos hacían un contrato a las estrellas nacientes, que las llamaban y llenaban los programas que tenía la CMQ en aquel entonces. Cinco pesos a la semana, ese era el sueldecito que teníamos. Pero me dice: mira, yo quisiera que tú fueras mi novia, pero tienes que dejar de cantar.
Amaury Pérez. ¡Mira tú!
Rosita Fornés. Y entonces le dije: bueno, entre tú y ser artista, elijo ser artista.
Amaury Pérez. ¡Qué cosa, no!
Rosita Fornés. Y ya después sí he tenido muchos enamorados, pero venían con otras miras. Y yo fui una muchacha de la época, en aquella época, las muchachas solteras, jovencitas, cuidaban mucho la virginidad. Y yo fui una muchacha que me mantuve así hasta los veinte y pico de años.
Amaury Pérez. ¡Qué bárbaro! Tú eres una virgen de todas maneras todavía. Rosa ¿tú tienes hermanos?
Rosita Fornés. ¡Sí, cómo no! Tengo dos hermanos divinos, los quiero y los adoro mucho.
Amaury Pérez. ¿De padre y madre?
Rosita Fornés. Son medios hermanos, de Fornés.
Amaury Pérez. Son los hijos del padrastro.
Rosita Fornés. Yo le llevo 12 años al mayor y al chiquito le llevo 15. Es mi adoración. El mayor de los dos nació en Madrid, cuando estábamos allá. Me acuerdo que yo ayudaba a mamá para atender al niño. Yo hasta lo bañaba de chiquito. Cuando llegaba del colegio ayudaba a mamá con el niño, con mi hermanito y figúrate, creció al lado mío y para mí, es, lo adoro. Es doctor en arquitectura, es un muchacho bien preparado, un hombre muy bien preparado. Yo le digo muchacho aunque ya no somos muchachos, ni yo ni él.
Y el que vive en España, pues estudió en España, y ahí ha hecho su vida. Él ha venido aquí también alguna vez de visita. Y en fin, que tengo dos hermanos.
Amaury Pérez. Rosa, háblame de tu mamá. Porque ella siempre estuvo presente.
Rosita Fornés. Tú la conociste.
Amaury Pérez. ¡Claro que la conocí! Cómo no voy a conocer a tu mamá, claro.
Rosita Fornés. Ella venía mucho conmigo a los trabajos que yo hacía.
Amaury Pérez. A los programas.
Rosita Fornés. A todo.
Amaury Pérez. Háblame de ella, porque yo creo que ella fue tu fuente de inspiración más cercana.
Rosita Fornés. Pues sí, mi madre fue una mujer extraordinaria. A ella le gustaba todo lo que yo hacía. Le gustaba acompañarme, casi siempre yo iba acompañada por mamá o por mi tía Rosa. Y mi madre pues para mí significó mucho, mucho en la vida, mucho. La adoré y me duró bastante, gracias a Dios. Me duró, porque, fíjate, ella murió y al día siguiente cumplía 99 años.
Amaury Pérez. Y lúcida. Yo recuerdo.
Rosita Fornés. Y además, bastante lúcida, sí señor, hasta el final.
Amaury Pérez. Rosa, yo te voy a decir unos cuántos nombres, no tienen un orden. Tú me vas diciendo qué significan en tu vida estas personas.
Rosita Fornés. A ver…
Amaury Pérez. José Antonio Alonso.
Rosita Fornés. Fue el que me presentó por primera vez en la radio.
Amaury Pérez. Antonio Palacios.
Rosita Fornés. Ah ese fue mi padre artístico. Antonio Palacios lo recuerdo así, como algo muy grande. Porque él es el que me lleva de la mano al teatro y al mismo tiempo debuto con Miguel de Grandi, fueron mis dos maestros de ese género. Tuve la oportunidad de hacer una temporada donde monté un repertorio enorme de zarzuelas y operetas. Porque en aquella época estábamos haciendo una obra por semana, y al mismo tiempo ensayando la que iba la semana siguiente. Era un trabajo tremendo, pero yo adoraba el género. Vivía y moría pensando en las zarzuelas y las operetas.
Amaury Pérez. Ahora voy a Enriqueta Sierra.
Rosita Fornés. Una gran maestra que tuve. Enriqueta Sierra fue una primerísima actriz cubana y cuando se retira se dedica a enseñar y fue mi maestra en la actuación. Así que la recuerdo con mucho cariño y mucho amor.
Amaury Pérez. ¿Y Roberto Garriga?
Rosita Fornés. Un director con el que hice cosas muy lindas en la Televisión. Además, hacíamos televisión en vivo, nada era grabado. Si querían grabar la obra, lo hacían cuando la actuábamos. A mí me gustaba ser dirigida por buenos directores y en la Televisión tuve la suerte de trabajar mucho con él.
Amaury Pérez. Con Roberto y con Condal en lo musical.
Rosita Fornés. Condal crea un programa, que con ese debuta él como director, que es cuando nos unimos Armando y yo, Armando Bianchi. Crea el programa que se llamaba: “Mi esposo favorito” que tuvo un éxito muy grande. Y figúrate, trabajamos juntos durante muchos años.
Amaury Pérez. ¿Por qué tú crees, Rosa, que en el ambiente, por lo menos yo de niño escuchaba eso allí, en los pasillos, todo el mundo decía que tú eras el amor imposible de Condal?
Rosita Fornés. ¡Ay, no! ¿Por qué? Además, no mi vida, yo tenía mi marido
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