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soyquiensoy (Ricardo R. González)

Con 2...

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte I)

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy, ya en los programas finales, en el último mes de programas de esta primera temporada, nos acompaña una bella mujer, una joven y bella mujer, una de las más importantes coreógrafas de los últimos 30 años en Cuba. Una gran bailarina, y directora de una Compañía de Ballet, ella me va a explicar ahora como, en realidad se llama, pero yo debo decir su nombre, que es Lizt Alfonso. Gracias Lizt.

Lizt. Ay, gracias a ti, mi corazón.

Amaury. Gracias por aceptar venir, y por formar parte de este grupo de este último mes de Con 2 que se quieran, este último mes de esta primera temporada. Se está usando mucho eso de temporadas (risas). ¿Cómo se llama tu Compañía? ¿Ballet Lizt Alfonso, o Compañía Lizt Alfonso Dance Cuba?

Lizt. Bueno, el Ballet se llama, Ballet Lizt Alfonso.

Amaury. Ballet Lizt Alfonso.

Lizt. Ahora, en el exterior, por un problema comercial, totalmente de comercialización, se llama Lizt Alfonso Dance Cuba. También hubo un momento en que se utilizó el Lizt Alfonso Danza Cuba, pero finalmente, es decir, todos, entre los empresarios y nosotros, decidimos que fuera Dance Cuba.

Amaury. Pero aquí tendríamos que hablar del Ballet Lizt Alfonso.

Lizt. Ballet Lizt Alfonso, por supuesto.

Amaury. Ya. Bueno, cuando yo pienso en ti, cuando te veo, cuando hemos compartido alguna vez, en escenarios, yo, no bailando, no soy tan atrevido, yo ahí cantando, y ha estado tu Compañía. Siempre te miro y veo a una persona de mucho rigor, de mucho esfuerzo. O sea, tú te esfuerzas, eres muy rigurosa, y en un documental, por cierto, maravillosamente bien hecho, que les hicieron unos canadienses y que las personas de tu Compañía tuvieron la gentileza de hacerme llegar, que vi, y disfruté. Ahí dices que tú eres muy dura, y que eres muy dura en el rigor con que llevas la Compañía. ¿Tú crees que el éxito de tu Compañía tiene que ver con esa manera como tú la manejas?

Lizt. Yo pienso que el éxito está en que el que persevera triunfa, con mucho de empeño, con mucho de no aceptar el NO por respuesta, con mucho de esa dedicación, de ese rigor, de ese profesionalismo es que se puede llegar a conquistar un sueño. Porque al final, tener el Ballet Lizt Alfonso, era el sueño en mi vida, un sueño que se logró. Y yo pienso que todo parte de ahí. Si tú no te esfuerzas para tocar bien la guitarra, si tú no tienes rigor en tu vida, no la puedes tocar. Si tú no te esfuerzas para tocar el piano, para hacer una brillante composición, no lo puedes hacer, por supuesto, en todo eso juega también un papel fundamental el talento, con el que yo creo que se nace. Por el camino se va cultivando, pero tienes que nacer con él. El que no tiene talento, no lo tiene, y pienso también que las personas, todas, tienen un talento específico para algo, lo que, a veces, lo pueden desarrollar, y otras veces no.

Amaury. A mí me encanta ese criterio.

Lizt. Pero indiscutiblemente, lo que vayas a hacer, hazlo bien. ¿Por qué? porque cada uno necesita del otro para poder vivir. En este caso, en la Compañía, lo ves por todas partes, es decir, necesitas del vestuarista, del coreógrafo, del bailarín, del músico, del compositor, del que está en la oficina, necesitas de todo el mundo. Necesitas crear alrededor tuyo una familia que tenga un objetivo igual, que es este: el de llegar a un peldaño de la escalera, equis. Y digamos que yo soy como el timonel de un barco o el capitán. Si están corriendo para acá: ¡ojo!, otra vez vamos al centro. Si están corriendo para allá: ¡ojo!, otra vez vamos al centro. ¿Qué es lo que queremos? Llegar allí, ¡aja!, pero vamos a buscar cuál es el mejor camino.

Amaury. ¿Cuántos integrantes tienen?

Liz. 75, aproximadamente, entre todos, es decir, personal de oficina…

Amaury. …De oficina, músicos.

Lizt. Administración, exacto. Los más somos los artistas, la mayoría somos los artistas.

Amaury. ¡Ah!, ya. Ahora mi pregunta es juguetona: ¿Cómo te las arreglas para repartir a partes iguales disciplina y bondad? Hay compañías donde solamente se reparte bondad, y son un desastre. Hay donde solamente se reparte disciplina y es una amargura. ¿Cómo tú te la arreglas, cómo lo diseñas?

Lizt. Sintiendo…, sintiendo, no. Yo vivo en mi casa, esa es mi casa, ¿entiendes?, la otra casa, increíblemente, la de la familia, es extensión también de eso. Es decir, todos somos lo mismo. De hecho a mí me da mucha gracia que últimamente hay toda una generación, porque bueno, sí, ya la Compañía va a cumplir 20 años, digamos que es la segunda generación dentro de la Compañía, que me empiezan a decir Mamá Lizt. Y a mí, yo me muero de la risa, pero lo disfruto como no tienes idea.

Amaury. ¡Pero eres muy jovencita!.

Lizt. No, hombre no, ya yo tengo 43 años, pueden ser mis hijas perfectamente.

Amaury. ¡Tú eres joven, puedes ser hasta hija mía!.

Lizt. Pero es eso, es decir, es como, eso, tú papá y tu mamá, que te van diciendo en un momento determinado; ojo, que esto no está bien y después te dan un beso. Porque por encima de todo el amor se impone y tú y yo sabemos lo que es el amor, del amor que estoy hablando.

Amaury. Claro.

Lizt. Es decir, tú no decides nada, no eres tú quien lo está decidiendo. Decididamente hay algo por encima de todos nosotros que está tomando esas decisiones, tú solamente te tienes que quedar muy tranquilito, y tienes que estar muy enfocado para poder recibir esa información y a su vez darla a conocer. Punto.

Amaury. Trasladarla…

Lizt. …Y siempre habrá quien la reciba con beneplácito, y siempre habrá quien no. A veces tienes que dar un cocotazo, estoy hablando en sentido figurado, por supuesto. Otras veces tienes que decir una mala palabra, porque una mala palabra en su momento adecuado es muy necesaria.

Amaury. O dar un taconazo…(risas)

Lizt. …Exacto, lo que sea, ¿entiendes?…

Amaury. …Fuera de compás…

Lizt. Sí. En un momento ponerte muy fuerte, ponerte muy fuerte en determinado momento. Y en otros momentos, simplemente no te alcanzan los brazos del alma para poderlos abrazar a todos. Y estoy hablando de todos, desde el que limpia, hasta el primer bailarín, para poderlos abrazar a todos, y agradecerles, no el regalo que me están haciendo a mí, el regalo que le están haciendo a todos, a ellos mismos, para su vida, y a todas las personas que van a disfrutar de lo que nosotros hacemos, o a todas las personas que llevan a sus niños a nuestra escuela, donde esos niños están recibiendo una educación, digo yo, que es tan importante, porque también reciben esa disciplina, ese rigor, esa enseñanza artística en la que está la danza, pero está la música, está la estética, y reciben sobre todo esa cuota inagotable de amor infinito.

Amaury. Bueno, tú en un momento determinado, mientras me explicabas esto, me hablabas de una fuerza superior que guía, que traslada. ¿Puedo inferir que tú estás adscripta a alguna religión en específico?

Lizt. Yo creo en Dios, yo creo que existe, que es esa fuerza infinita que nos carga sobre sus hombros en los momentos difíciles en que necesitamos un apoyo, en que necesitamos una guía, en que necesitamos un sostén para poder seguir adelante. Creo que sobre todo de él emana el amor.

Amaury. El Dios compasivo, no el Dios castigador de algunos.

Lizt. No, eso no existe, para mí eso no existe. Indiscutiblemente hay cosas que todavía a mi edad no las entiendo, tendríamos que llamar aquí al Padre Carlos Manuel para que nos contara y para que nos guiara, como lo ha hecho en tantos momentos o, qué sé yo, a otras personas sabias, eruditas llenas también de esa bondad y de ese amor, para que nos cuenten cosas como por qué tiene que existir el cáncer, o por qué un amigo tiene que morir joven, cosas que yo no entiendo, yo no sé si tú las entenderás. Yo no las puedo entender. Pero digamos que en un momento determinado acepto lo que sucede con resignación. Pero si en mis manos está recibir la información para cambiarlo que no te quepa duda que se hace.

Amaury. Bueno, de todas maneras la semana que viene, el martes que viene, ve el programa porque va a estar el Padre Monseñor Carlos Manuel de Céspedes.

Lizt. ¡Mentira!

Amaury. ¡Aquí con nosotros!. Ahí encontrarás muchísimas respuestas.

Lizt. ¡Ah!, yo lo quiero, lo quiero mucho.

Amaury. En cuánto a mí, como creo en la vida eterna, tengo otra manera de acercarme a eso, pero la entrevista esa me la haces tú a mí un día.

Lizt. Está bien. Okay, un día conversamos sobre el tema.

Amaury. Cuando tú me hablabas de tú casa, también, de tú casa, la Compañía, tu casa, yo quiero decirles a los televidentes que es absolutamente cierto porque cuando yo empecé a buscarte para invitarte al programa, hablé con tu mamá, que por cierto, es un encanto y aprovecho para decirlo. Conversamos muchísimo por teléfono y me dijo: tienes que llamarla allá, llama allá con la gente que trabaja allá, ¿cómo se llaman tus secretarias?

Lizt. Nancy y Lissy.

Amaury. Con Nancy y Lissy, ¿no?

Lizt. Sí (risas)

Amaury. Me dijo habla con ellas, porque ella viene aquí ya por la noche muy cansada, tienes que llamar aquí como a las diez de la noche. Yo quisiera que tú me hablaras de tu familia, de tus padres, si tienes hermanos, no lo sé.

Lizt. No, soy única hija. Mi familia se compone de mi papá y mi mamá. Mi papá ya no vive en Cuba hace algunos años, pero sigue siendo mi querido papá.

Amaury. ¡Claro sigue siendo tu papá!.

Lizt. Un hombre maravilloso. Mi tío, un amigo muy cercano a mi papá y al que yo adoro también y al que le debo mucho, mi tío Carlos, al que le debo mucho de mi vida. Mi tía Teri, que vive en Estados Unidos, desde antes de que yo naciera, desde que estaba en la barriguita de mi mamá, pero, tú sabes, siempre hemos estado tan unidas, pese a los vaivenes de la política que han sido horribles, y siguen siendo horribles y estresantes entre los dos países, siempre ha sido una parte muy importante de mi vida.

Amaury. ¿Es hermana de tú mamá?

Lizt. Hermana de mi mamá. Y mis abuelos, que se dedicaron por completo a mí. Ya no están conmigo, pero digo que siempre me acompañan donde quiera que yo voy, los dos, mi abuela y mi abuelo. Pero especialmente mi abuela, que era profesora de Literatura y Español, y fue la persona que, digamos, que me acercó al mundo, por supuesto, al mundo maravilloso de los libros, de la lectura. Y que se dedicaron todos en cuerpo y alma a que la niña pudiera lograr su sueño de ser bailarina, de estudiar ballet.

Amaury. ¿Tú sigues viviendo con tu mamá?

Lizt. Sí, sí, si, siempre voy a vivir con mi mamá.

Amaury. Siempre, ¡qué lindo eso!

Lizt. Siempre mi mamá va a estar conmigo.

Amaury. ¡Siempre va a estar contigo!. Yo quiero hablar de la niña que quería estudiar ballet clásico, y logró matricular en L y 19. ¿Cuándo es que tú te das cuenta, frente a un espejo, sonó una música en la radio, cómo fue que tú dijiste: si esto yo lo muevo así,  y hago así y así, ocurre esto, esta sensación de bienestar, de placer que yo siento, cuándo tú lo descubriste, con qué edad?

Lizt. Dice mi mamá que desde que era muy pequeñita. Que ella me cargaba para mecerme, ¿no?, para dormir, y que por ejemplo, si yo sentía una música en la televisión o en la radio, pam, pam, me bajaba, ella me tenía que poner en el piso, y yo bailaba y cuando se acababa, me volvía a subir y me incorporaba; si era a dormir a dormir y si era a leer, a leer o a lo que estuviera haciendo.

Amaury. Pero era un movimiento como espontáneo, un movimiento espontáneo del cuerpo, o tú tenías ya tus pasos, de forma muy particular.

Lizt. Sí, era lo que saliera, me imagino yo. Ya después con el tiempo, sí, desde muy pequeñita hacía coreografías. De hecho yo a los 7 años tuve un premio, un premio en Pioneritos. Tú sabes que cuando íbamos a los concursos de Pioneros  y todas esas cosas, y yo ponía a todos los niños de mi aula a bailar y era normal ¿entiendes? Yo era la bailarina del grupo y la coreógrafa, desde chiquitica.

A los cuatro años me llevaron a ver el primer ballet, que fue Coppelia y lo hizo Loipa Araújo.

Amaury. ¡Ah!, la tuvimos invitada aquí en el programa también, precioso programa, bello programa el de Loipa.

Lizt. Lo recuerdo, un programa precioso, un programa bello, lo recuerdo, lo vi, lo disfruté. Y ya desde ese momento yo también dije ¿tú sabes?, fue como una decisión, es esto o nada.

Amaury. Esto o nada.

Lizt. ¡Esto o nada!.

Amaury. Lizt, pero tú eres muy terminante. Primero me dijiste: no acepto un NO por respuesta. Y después me dijiste: esto o nada.

Lizt. ¡Esto o nada!.

Amaury. Esto va dando un poco, para las periodistas que están aquí, que trabajan con nosotros, que vayan apuntando el título de esta entrevista: O esto o nada (risas).

Lizt. Claro, fíjate, si me explican el NO y me convencen, ¡ojo!, sí. Es decir, pero tengo que convencerme de lo que me están diciendo.

Amaury. Sí, pero el NO siempre es muy difícil de explicar. (risas)

Lizt. ¡A veces más que los SÍ!.

Amaury. A ver, tú llegas a L y 19, porque tú querías ser bailarina clásica…

Lizt. …A mí me suspenden cuando voy a entrar en la prueba de L y 19. Me suspenden en la primera prueba porque yo no tenía condiciones físicas para ser bailarina.

Amaury. ¿Por qué no tenías condiciones físicas?

Lizt. Y mi mamá me lleva a ver a Laura Alonso, que es la primera persona que me ve así y me dice: no tienes empeine, no tienes extensiones. Después le dijo: tienes condiciones de  hombre, tiene buen salto y tiene intención de giro, o algo así. Y yo la miraba, y la miraba; y lloraba y lloraba. ¿Pero tú quieres ser bailarina? Sí. Fíjate, yo voy a empezar, si tú quieres, te voy a llevar a un lugar para que tú aprendas, para que tú cojas esas condiciones físicas, pero cuando todo el mundo ponga el pie así, tú lo tienes que poner así. Y cuando todo el mundo se ponga el pie aquí, tú lo tienes que poner allá, te lo tienes que pegar a la cabeza. Eso va a significar mucho esfuerzo, muchas lágrimas. No te creas que lo que estás llorando ahora. Yo se lo agradezco toda la vida, la forma en que me habló, porque esa fue, esa es la clave de mi vida. Nada se logra fácil.

Amaury. Todo cuesta trabajo.

Lizt. Todo cuesta trabajo, pero además, mientras más trabajo te cuesta, más lo disfrutas. Y esa es la clave, yo pienso, esa es la clave de mi vida y me lo enseñó Laura Alonso, y se lo agradezco hasta el día de hoy, y se lo agradeceré toda la vida.

Incluso, posteriormente, es decir, yo logro entrar a L y 19 después y cuando suspendo el pase de nivel de quinto año, igual, me dicen que me van a mandar a estudiar coreografía a la Unión Soviética, pero mi plaza nunca llegó, o mejor dicho, se la dieron a otra persona. Ahí vino un cambio en mi vida, otro cambio de los tantos que ha habido, siempre con el mismo objetivo, llegar a lo mismo.

Amaury. Sí, sí, llegar aquí. (Amaury hace un gesto con la mano como si marcara la altura)

Lizt. Sí, sí, yo quería ser coreógrafa, primero bailarina y coreógrafa y después coreógrafa, y tener una agrupación.

Y entonces ahí, bueno, estudié en el preuniversitario, en el Saúl Delgado, maravilloso. De pronto el espectro se me abrió como no tienes ni idea. Ver a Danza Contemporánea, ver al Folclórico, ver todas las Compañías de baile que pasaban por Cuba, que, afortunadamente, Alicia (Alonso) las traía a los Festivales de Ballet, como mismo las sigue trayendo.

Amaury. El Teatro Musical de La Habana.

Lizt. Todo eso, Héctor Quintero, Nelson Dorr. Ir a todas las exposiciones que se pudiera. Todos los conciertos, el espectro se me abrió enormemente.

Amaury. ¿Pero seguías estudiando ballet clásico?

Lizt. Pero seguía estudiando ballet en el Centro Pro Danza con Laura.

Amaury. E Isabel Bustos, Marianela Boan, Caridad Martínez.

Lizt. Ay, el Postmodernismo de la Danza en Cuba

Amaury. Esos grupos alternativos, ¿no?.

Lizt. Sí.

Amaury. ¿Qué recuerdos tú tienes de ellos?

Lizt. Muchos, se volvió a abrir el espectro. Había otro mundo posible dentro de la coreografía. Que en un momento determinado hicieron una explosión, sobre todo en Cuba. Para demostrar eso: que había otra coreografía, otra forma de decir, otra forma de hacer, posible. Y esa fue mi tesis, precisamente, cuando me gradué de Teatrología en el Instituto Superior de Arte.

Amaury. ¿En qué momento tú no le aceptas, -porque esta parte yo me enteré hace poco- tú no le aceptas a Olga Bustamente participar en su grupo? Ella te invita a que tú seas de su grupo, y tú decides: no, yo no voy  meterme en eso, yo me voy al ISA.

Lizt. Sí, que era el Conjunto de Danzas Españolas en el Gran Teatro de La Habana. Yo estaba ya en el quinto año de la carrera de Teatrología en el ISA y, realmente, para poder terminar el ISA. No podía estar en la Compañía de Olga aunque ella quisiera. Es otra persona a la que quiero mucho y le agradezco mucho.

Amaury. ¿Pero no te seducía la idea?

Lizt. Claro que me seducía y estuve allí, y tomé todas sus clases. Y aprendí muchísimo con ella. De hecho casi todo lo que sé de Danza Española, todo lo que aprendí en esa etapa inicial, se lo debo a Olga Bustamante, a Andrea Méndez y a las personas que nos acompañaban en la Sociedad Concepción Arenal y el Conjunto de Danzas Españolas del Gran Teatro de La Habana, pero en ese momento, ¿sabes? la base que me estaba entregando a mí El Instituto Superior de Arte, era tan fabulosa, tan necesaria para todo lo que ha venido después, que te vuelvo a decir: que el hombre propone y Dios dispone. Ese no era el camino, era este. En aquel momento a mucha gente le costó trabajo entenderlo, pero hoy por hoy, ya sabemos por qué.

Amaury. Claro, ¿y cuándo te empieza a picar el bichito, -es una frase super cursi-, de las danzas españolas?.

Lizt. Fue cuando terminé el quinto año de ballet, precisamente.

Amaury. ¿Qué viste, qué pasó?

Lizt. Dino Carrera, el crítico Dino Carrera que era muy amigo de mi familia desde desde que yo era pequeñita, me dice: no, pero tú no puedes dejar esto aquí, tú tienes que seguir, porque eso es lo que a ti te gusta. Él quería que yo fuera crítica, él no quería que yo fuera coreógrafa.

Amaury. Bueno, tú habías hecho un trabajo periodístico, mientras estabas en el ISA, para Radio Reloj, para la Revista Albur.

Lizt. Exacto. Pero eso fue otra cosa que me enseñó Laura, que es que hay que hacer todo, y es la única forma de aprender. Tú no puedes llegar a ser director de algo si no empiezas desde abajo, porque después nadie te puede hacer un cuento, ¿entiendes?, es decir, que son los pasos de la vida que te llevan adonde te tienen que llevar, y punto. Una vez más, perseverando y trabajando muy duro.

Amaury. Sí, pero tienes que haber visto, a ver, todo el mundo aquí sabe que existen las danzas españolas, y el flamenco, y todo eso, pero tú tienes que haber visto algo que te deslumbró, un momento que tú dijiste: ¡esto!.

Lizt. Cuando fui a ver a Olga Bustamente con Dino Carreras.

Amaury. ¡Ahí, exactamente!.

Lizt. Dije, mira qué interesante todo esto. Pero con los años, fíjate, que fue otro elemento de base, porque la Compañía lo que hace no es danza española.

Amaury. ¡No, no, no, hace fusión!.

Lizt. Hace fusión, entonces ese es uno de los elementos básicos de nuestra raíz, las danzas españolas, que lamentablemente en esos momentos estaba en un segundo, tercero o cuarto plano. Y, una vez más, por suerte, ha renacido, digamos, o se ha revitalizado para llegar a lo que tenemos hoy.

Amaury. Bueno, fíjate qué curioso, Lizt, porque, cuando yo era niño, yo fui niño. (risas)

Lizt. Todos hemos sido niños, y en alguna forma lo seguimos siendo. (risas)

Amaury. No, a veces la gente dice, ¡Amaury tiene una cantidad de años!. No, yo fui niño algún día, y yo me acuerdo que en mi barrio, en Fontanar, en donde yo nací, adonde yo todavía pertenezco de alguna manera, recuerdo que allí había muchachas, compañeritas de escuela, que bailaban en El Sevillanito, que daban clases de baile español y eso era considerado hasta casi una pedantería de las mamás, llevar a las niñas a bailar español, ¿tú nunca tuviste miedo a esa imagen peyorativa que se tenía aquí de los que bailan español? Danza Contemporánea, Ballet, Folclor sí, ¿pero, baile español?

Lizt. En alguna medida hay personas que todavía siguen pensando así.

Amaury. ¿Sí?

Lizt. Es problema de ellos, no es nuestro.

Amaury. Pero tú reconoces que es una opinión que puede tener alguna gente.

Lizt. Sí, pero es problema de esas personas porque realmente el trabajo que se está haciendo, está bien hecho. Yo no sé si te puede gustar o no, pero lo que todo el mundo tiene que reconocer es que está bien hecho. Y tantas miradas a favor, no deben estar equivocadas.

Amaury. Ni que coman hierba tantas vacas, ¿no?, no pueden estar equivocadas como dicen por ahí (risas).

Lizt. No pueden estar equivocadas. (risas)

Amaury. Pero cuando llegas ahí, tienes que aprender castañuelas y taconeo.

Lizt. Todo, claro, por supuesto. No, y escuela bolera con zapatillas, todo. Lo que pasa que teniendo la base del ballet, vamos, es fácil, fácil.

Amaury. ¡Rapidísimo!.

Lizt. Claro, otra buena base para poder seguir adelante. La base del ballet, que es prácticamente la base de casi todo.

Amaury. ¿Qué pasó con El Conjunto Danzas Ibéricas, que tú no pudiste quedarte con ese nombre?

Lizt. Ah, bueno, cuando yo fui a trabajar a Pro Danza, cuando terminé en el Instituto Superior de Arte la carrera de teatrología, en ese momento Laura (Alonso) me dice: Lizt, quiero que vayas a dirigir los talleres vocacionales del Gran Teatro de La Habana, que eran: Danza Española, Actuación y Ballet.

Yo le dije: sí, maestra, yo no le decía no a nada que fuera trabajo, no importa, el día entero, eso era lo que yo quería. Y entonces allí me doy cuenta que habían muchachas,  muchas muchachas que tenían talento, y que simplemente no pasaba nada con ellas, y cuando ya tenían una determinada edad, tenían que abandonar el baile, y entonces yo le pido a Laura, le digo: Yo quiero hacer una agrupación. Todavía existía el Conjunto de Danzas Españolas también. Dígole: Laura, yo quiero hacer una agrupación. Y Laura me dice: Bueno, Lizt, no te puedo apoyar desde el punto de vista material, pero desde el punto de vista espiritual, sí. Si tú crees que están creadas las condiciones para hacerla, hazla.

Y así es como hacemos Danzas Ibéricas y esa es la génesis de lo que es hoy el Ballet Lizt Alfonso. Incluso yo cuento los 20 años de la Compañía a partir del nacimiento de Danzas Ibéricas, porque somos los mismos, es la misma cabeza, son las mismas gentes. Y cuando en un momento determinado yo decido declararnos como una compañía independiente, imagínate tú, independiente en Cuba.

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte II)

Amaury. ¿En qué año?

Lizt. En el año 92.

Amaury. ¡Período especial!.

Lizt. Sí, pleno período especial. Bueno, en pleno no, empezaba el período especial.

Amaury. Fue el año en que se empezó a poner bien duro.

Lizt. Crudo y duro, y fue, imagínate, una vorágine aquello, y fue la debacle porque gran parte del grupo se fue al Conjunto de Danza Española del Gran Teatro de La Habana. Otra parte se quedó conmigo. El grupo musical completo se fue, pero nosotros nos mantuvimos trabajando. Y mira, ahí está, porque supuestamente no íbamos a ningún lugar. Y por eso no pudimos conservar el nombre de Danzas Ibéricas, porque Laura lo tenía, por supuesto, como un nombre de la propiedad del Centro Pro Danza.

Amaury. Ah, un nombre registrado, claro.

Lizt. Exactamente. Lamentablemente. Si hubiera sido yo, hubiera dicho: váyanse con el nombre. Y al final después tratamos de ponerle.

Amaury. ¿Si Laura hubieras sido tú?

Lizt. Sí, les hubiera dicho: váyanse con el nombre, sigan su camino, eso no tiene nada que ver. Los caminos son muchos y todos conducen a Roma. Y bueno, a partir de ese momento, primero le pusimos Ballet Español de La Habana. Después ya surgió como tal del Conjunto de Danzas Españolas, el Ballet Español de La Habana, como se conoce hoy. Y por último, una de las bailarinas me dijo: mire, maestra, yo pienso que lo mejor es ponerle su nombre, porque es el único que nadie le va a poder poner. Y yo le dije: ah, no es mala idea, vamos a ponerle Ballet Lizt Alfonso.

Amaury. ¿Y registraste el nombre?

Lizt. Sí, y siempre usamos el nombre de Ballet como un nombre genérico, y por eso, fíjate que en el exterior se llama Danza Cuba, porque ya eso tenía que ver con la génesis de lo que venía fomentándose en esa base, que en un principio fue cultivar las danzas del folclor español tal cual, es decir, reproducirlas y después, convertirnos en la fusión que hacemos hoy. Si nosotros tenemos una Escuela Cubana de Ballet, tan fabulosa comprobada en el mundo entero, no tengo que hablar de sus resultados, porque lo estamos viviendo y viendo cada día de nuestra vida. Si nosotros tenemos un teatro, con unos directores de teatro, y unos actores de teatro como los que tenemos. Si nosotros tenemos una historia, una cultura, una tradición de música y de danza popular tan fuerte, para qué vamos a repetir si podemos hacer algo auténtico, algo nuevo y nuestro. Y eso es lo que ha pasado al final. Que dondequiera que nos paramos, incluido en España, dicen: ¡son tan nuestras, pero son tan cubanas!. Y eso es lo que es.

Amaury. Claro, eso es lo que se llama fusión.

Lizt.  Eso es lo que nosotros llamamos fusión.

Amaury. ¡Fusionar una cosa con otra!.

Lizt. No solamente fusionar las músicas y las danzas del folclor…

Amaury. …No, y los movimientos, a veces el taconeo va por un lado y el torso está haciendo una cosa totalmente cubana.

Lizt. No, y las manos otra.

Amaury. Las manos otras.

Lizt. Y la cabeza se está moviendo de otra, y las caderas se están moviendo de otra. Ese es el orgullo de la nacionalidad, que nos hace diferente.

Amaury. Ahora, ¿por qué no hay hombres en la Compañía?

Lizt. Mira, el que no hubiera hombres es una decisión tomada desde el principio, cuando hicimos la agrupación. A mí me parecía que era muy difícil hacer un espectáculo de dos horas, solamente con mujeres, y que mantuvieras al espectador en el filo del asiento todo el tiempo, diciendo: ¿cuál va a ser el próximo paso?, ¿qué va a ser lo próximo que van a hacer para seguirme teniendo así, como me tienen, capturado?, ¿entiendes? Esa fue la idea desde el principio, que si me preguntas ahora, te diría que me encantaría, y la lo he dicho en otras ocasiones, tener una compañía de hombres. Me encantaría que más madres, como algunas ya lo han hecho, se pararan en el frente de la escuela y me dijeran: aquí tiene a mi hijo, quiero que lo encamine.

Amaury. ¿Ah, sí, o sea, hay una posibilidad?

Lizt. Sí, como no, es que ya nosotros tenemos niños en la escuela, los tenemos.

Amaury. ¿Ya los tienen?.

Lizt. Sí, sí, los tenemos. Lo que pasa que todavía tenemos ese tabú como pueblo, de que ser bailarín es ser homosexual, y es un gran error.

Amaury. ¿Tú crees que todavía sigue ese tabú?

Lizt. Sí, cómo no, cómo no.

Amaury. ¿Todavía es grande?

Lizt. Hay dos tabúes muy grandes: uno es ese, y el otro es el de la raza.

Amaury. Ah, bueno, ahí iba también.

Lizt. El otro es el de la raza, es decir, cada vez que a mí me dicen: ¿por qué no tiene más negros en la Compañía?, o ¿por qué no tienes más mestizos en la Compañía? Yo me insulto, me insulto.

Amaury. ¡Qué bueno que no te lo pregunté!

Lizt. Porque aquí, el que no tiene de congo, tiene de mandinga,  y el que no tiene de carabalí. Me perdonan, pero todos, en algún momento del árbol genealógico, o casi todos, hemos tenido una influencia de un lado y del otro y hasta del otro. Porque vamos con los chinos, vamos con los árabes, en fin, que tenemos muchas influencias. Y es algo que realmente me molesta mucho, porque para mí todos somos seres humanos, punto. No me importa el color, no importa si somos verdes, amarillos o rojos. No importa si creemos en algo, o si no creemos, lo importante es lo que somos y lo que demostramos cuando estamos en un escenario, eso es todo.

Amaury. Lizt, tú eres coreógrafa, pero eras coreógrafa y bailarina a la misma vez. Y aquí han estado, como tú has visto, otros bailarines, y la pregunta del retiro, es una pregunta que a mí me parece muy complicada, porque, claro, hay una autodefensa del bailarín que dice: no, yo en la coreografía encontré una expansión, y no importa, y hay que dejar de bailar un día. Pero tú eres muy joven todavía, entonces cuando tú te paras en un tabloncillo, todavía eso funciona perfectamente.

Lizt. Bueno, no hay que exagerar.

Amaury. Yo creo, yo estoy seguro que funciona perfectamente.

Lizt. Mira, en mi caso fue una cosa muy diferente, en qué sentido: Nosotros fuimos una Compañía independiente durante 9 años, eso fue un período muy difícil de la agrupación. Y en alguna medida todavía lo seguimos siendo.

Amaury. Y trabajaron gratis y todo eso.

Lizt. ¡Y lo seguimos haciendo!.

Amaury. No, pero no tenían salario ninguno.

Lizt. Sí, durante años. Y además, no me preguntes de dónde sacamos los zapatos, de dónde sacamos la ropa, porque todo sale de nuestro mismo trabajo. Ojo con eso, no viene nadie y nos lo regala, ni nadie nos lo da. Nosotros lo tenemos que trabajar.

Pero hubo un momento en que yo tenía que ocuparme tanto, tanto, de otras cosas, desde conseguir las telas, el bombillo, período especial, estamos hablando, etc., etc., había que ocuparse de tantas cosas, de las presentaciones de la Compañía en Cuba, de las presentaciones de la Compañía en el exterior. Eso por un lado, es decir, era demasiada carga de trabajo, para después pararte sobre un escenario. Demasiada responsabilidad antes de llegar al escenario. Entonces  tú empiezas a dejar de entrenar, a dejar de ensayar, es decir, pasas, te vas quedando tú como en un segundo plano por lo demás. Y por otra parte, mucha gente decía: yo vengo a ver a Lizt Alfonso bailar. Y yo no quería, yo quería que fueran a ver a la Compañía y las coreografías que yo montaba para la Compañía, no quería que me fueran a ver a mí. Y por una cuestión estratégica, cuando regresamos de la gira de España en 1998, con Sinceramente  FG dedicado al centenario del natalicio de Federico García Lorca, yo dije: es mi última función.

De hecho yo no me considero, desde hace mucho, cuando alguien me va a presentar, yo no dejo nunca que me digan; bailarina. Coreógrafa.

Amaury. Bueno, creo que empecé mal este programa porque creo que dije bailarina. (risas)

Lizt. ¡Bueno! (risas)

Amaury. Bueno, pero con cariño tú me lo permites. (risas)

Lizt. ¡Seguro!. (risas)

Amaury. En el año 2002, 2003, a mí, hubo un hecho que, un dato curioso, yo estaba trabajando en New York, y me encontré en la calle, con un grupo de tus bailarinas. Digo, hago el cuento, porque fue en ese momento que me enteré que ustedes estaban haciendo una temporada en Broadway, en un teatro importante. Porque mucha gente dice: yo actué en Broadway, pero la calle Broadway es muy larga, empieza en Washington Heights y termina por Wall Street.

Lizt. Hay muchos teatros.

Amaury. Pero al pedacito donde están los teatros importantes, es muy complicado llegar. Cuéntame de esa experiencia porque esa es la meca.

Lizt. El teatro era el New Victory Theater, en Nueva York, en ese momento, lo que estaban poniendo en el teatro de enfrente era El Rey León. Nosotros hicimos, si mal no recuerdo, 25 ó 27 funciones, no sé, porque yo nunca guardo mucho los datos en mi memoria, para eso están los demás, yo hago coreografías.

Amaury. ¡Eso es tremendo, eso es tremendo, Lizt!.

Lizt. ¿Y como llegamos allí?: Nosotros en el año 2001, ¿2001, Lizt?, sí, hicimos una función en el Parque Central de Nueva York, y las personas que tienen que ver con el circuito de Broadway fueron a ver a la Compañía, y decidieron unos días después, contratarnos en el año 2003. Y fue cuando hicimos la temporada de esas veinte y tantas funciones.

Amaury. ¿Cuando yo me encontré con las bailarinas?

Lizt. Cuando te encontraste con las muchachas, porque tú también estabas actuando allá.

Amaury. Yo estaba también haciendo temporada, lo que pasa es que yo estaba en la parte alta de Broadway. (risas)

Lizt. Y además de lo más simpático, porque entonces nosotros queríamos ir a ver tu función, pero era a la misma hora que la de nosotros, eso siempre pasa.

Amaury. Ahora tú tienes una sede, una sede, que por cierto es preciosa. La entrada, ese cuadro que está ahí en la entrada es una cosa insólita. ¿Cómo llegan ustedes, ya, a recibir de alguna manera un poco de apoyo, después de tantas desventuras, después de tanta indigencia administrativa?

Lizt. Fue, si mal no recuerdo en el año 2001, que Abel Prieto hace una comunicación conmigo y me dice, que bueno, que si queríamos pertenecer ya al Consejo Nacional de las Artes. Le digo: Cómo no, por supuesto, eso lo dije una vez en un conversatorio en los Estados Unidos. Dije: todos los gobiernos del mundo deberían apoyar más a sus artistas, para que los artistas puedan hacer todo lo que quieren hacer. Pero yo digo que los resultados de la Compañía eran muy fuertes. Se veía que era un caballo de batalla por el que valía la pena luchar, creo yo. Después de tantos años lo sigo creyendo, ahora aún más. Y entonces él nos lo propuso y ya te digo, a partir de ese momento empezamos a pertenecer al Consejo. Pero no ha sido de la forma en que otras personas piensan. Es decir, nadie ha venido nunca a imponernos nada, al contrario, nos dejaron seguir siendo como mismo éramos. Yo pienso que en eso también está la clave de este éxito.

Y en un momento determinado, nosotros andábamos, primero estábamos en la Sociedad Concepción Arenal, que era donde ensayábamos, eran ángeles de la guarda para nosotros. Después estuvimos en un salón en el Gran Teatro de La Habana que fue el que nos brindó el Consejo de acuerdo con el Gran Teatro de La Habana.

Y en un momento determinado, por las causalidades de la vida, no casualidades, sino causalidades, nosotros hacemos una función en la cual Fidel está presente. Y entonces en esa función, él se interesó. ¿Quiénes son, cómo lo hacen,por qué lo hacen? Y a partir de ese momento, tuvimos más de un encuentro, y él siempre me preguntaba: Lizt, dime qué necesitas. Y yo le dije: un salón, un salón de ensayo.

Y después me decía: pero dime, y yo: un salón de ensayo. Y él le decía a Juan Carlos: ella es monotemática, porque nada más que me da una respuesta. Y entonces.

Amaury. ¡Un salón de ensayo, un salón de ensayo!.

Lizt. Un salón de ensayo, un salón de ensayo y él (Fidel) un día, muy inteligentemente, como siempre, muy sabiamente, me dijo: Pero piensa en que si tú cuando empezaste tenías 60 alumnos, ahora tienes 600, y han pasado nada más, no sé, 15 años, piensa que tú tiendes a crecer. Entonces ¿tú crees que con un salón sea suficiente? Yo le dije: Bueno, yo le pido un salón, porque pienso que es lo que está más al alcance de la mano, si pudieran ser más, imagínese cómo se multiplicaría el trabajo, y eso fue lo que se hizo.

Antes, había hablado con Eusebio Leal, otro de los ángeles de la guarda. Luego me enseñaron varios lugares, pero desde que yo llegué al lugar donde estamos, dije: Es aquí. Y entonces ya yo me lo imaginaba y ellos me decían: ¿Pero cómo tú lo ves?, porque nosotros no lo vemos, ¿entiendes?, toda la gente de la Oficina del Historiador. Y yo les decía: No, no, está aquí. Y ahí está, ahí está.

Amaury. Ahí está el corazón de tu trabajo. El resultado está en todas partes del mundo.

Lizt. Y está. Cuando dieron el edificio, era el edificio, ahora es un alma que flota en el medio de La Habana Vieja como tantos otros lugares que hay en La Habana Vieja, que son así. Es un alma que flota.

Amaury. Hago un alto en la conversación sobre sobre danza, y te pregunto ¿tú estás casada?

Lizt. Nunca me he casado. (risas)

Amaury. ¿Por decisión propia o por causalidades de la vida?.

Lizt. Es que no pienso que el contrato determine nada. Yo tengo mi compañero desde hace veinte y tantos años, es la misma persona, la persona que es la otra mitad, que ha logrado que todo este proyecto se lleve a cabo.

Amaury. ¿Y él tampoco quiere firmar ningún papel?

Lizt. Mira, en varias ocasiones hemos dicho: vamos a casarnos, para los muchachos, para que se diviertan en la fiesta, los muchachos son los muchachos de la Compañía. Y después, seguimos y seguimos porque es tanto, Amaury, es tanto lo que se hace.

Amaury. Pero, a ver, no me digas que no te casas por el trabajo. Tienes que tener un criterio fuerte sobre eso. ¡No me quiero casar porque no creo en el matrimonio!.

Lizt. No, es decir, tengo mi pareja estable y, creo en el matrimonio, de hecho, porque tengo mi pareja estable. Pero no tengo que ir a firmar ningún papel, no lo necesito.

Amaury. Es una decisión, ni por la iglesia, ¡ni ante Dios ni ante la ley!.

Lizt. Ante Dios ya estamos casados.

Amaury. Es cierto, es cierto.

Lizt. Somos, ¿entiendes? ¿Tú crees que Dios necesita un papel? no lo creo.

Amaury. No, no lo creo, yo tampoco. ¿Él trabaja contigo?

Lizt. Sí.

Amaury. O sea, él es tu representante.

Lizt. Él dejó su carrera para trabajar conmigo.

Amaury. ¿Qué él estudiaba?

Lizt. Él es ingeniero en SAD, Sistemas Automatizados de Dirección.

Amaury. Es ingeniero. ¿Y se graduó?

Lizt. Sí, se graduó en la CUJAE. Y unos años después de empezar la Compañía, ¿no?, de empezar yo mi trabajo, cuando él vio que era demasiado para mí sola, que no podía con todo sola, y que también nos íbamos a distanciar en momentos determinados, porque este trabajo de nosotros, es muy absorbente. Es 24 x 24, la vida eterna. Y él decidió ser la otra parte de este trabajo.

Amaury. ¿No tienes hijos?

Lizt. No, no tenemos hijos y a su vez tenemos muchos, porque, ni te digo. Entre los sobrinos, es decir, los hijos del hermano de Juan Carlos, más todos los muchachos que yo tengo alrededor, que, ya te digo: Mamá Lizt.

Amaury. Sí, Mamá Lizt. Ahora, y es una manera, quizás muy particular de terminar una entrevista. Tú tienes tú Compañía. Tu Compañía de Ballet Lizt Alfonso, Dance Cuba, o Danza Cuba, como se llame, el Ballet Lizt Alfonso, es lo que es, lo que me importa. Pero tienes además un Ballet Infantil, un Ballet Juvenil, un Concurso. Fíjate cuántas cosas tú has logrado.

Lizt. Un grupo musical, porque la música de todos los espectáculos se hace ahí mismo.

Amaury. Un grupo musical, donde tú muchas veces haces las letras.

Lizt. Sí, yo les indico lo que quiero y ellos siguen el camino.

Amaury. No, pero ellos han dicho, y lo han dicho en público que  muchas letras son tuyas.

Lizt. Sí, sí.

Amaury. Yo puedo presuponer que tú eres una mujer ya, a tus 43 años,  absolutamente realizada.

Lizt. ¿Tú crees?

Amaury. Puedo presuponerlo, porque fíjate la cantidad de cosas tremendas. Una Compañía propia. Un éxito internacional tremendo, no es ocioso decir que tú Compañía es una Compañía que representa a Cuba con mucho éxito. Hay muchas compañías que representan a Cuba, pero no todas tienen tanto éxito, la tuya tiene mucho éxito. Eso me hace, vuelvo otra vez a presuponer que tú eres una mujer realizada, por lo tanto, feliz. ¿Qué falta, qué te falta? ¿Cuál es el próximo paso? El próximo paso de riesgo, porque ahora tú me dirás: Mantenerme, que esto no decaiga, mantener la disciplina. No, no, no, ¿el próximo salto al vacío?

Lizt. El próximo paso de riesgo… El próximo paso de riesgo es llegar un tanto más lejos en ese mundo. Y el próximo paso de mucho riesgo es lograr que los muchachos, cuando hablo de los muchachos estoy hablando de muchachas y muchachos.

Amaury. ¡De todos!.

Lizt. Que todos puedan permanecer junto a nosotros, que no tengan que buscar otras fronteras para sentir que están completos, sino que sea aquí, donde ellos puedan encontrar en su Compañía, en su país, ese espectro completo de realización, individual, artística y colectiva. Las tres, los tres en uno. Ese sería el próximo paso de riesgo. Es de mucho riesgo.

Amaury. De mucho riesgo.

Lizt. Es muy difícil.

Amaury. ¡Muy difícil!.

Lizt. Es un gran reto. Pero pienso que si ponemos empeño, no solo yo, sino todos. Pienso que lo vamos a poder lograr. Este país siempre ha sido el nuestro, y el que ha permitido que seamos lo que somos. Entonces ¿por qué no permitir que seamos siempre un poquitico más felices?, que sea inagotable, como debe ser.

Amaury. Bueno, Lizt, yo te agradezco que hayas venido. Sigue siendo independiente.

Lizt. Mucho.

Amaury. Sigue siendo independiente. Sigue siendo maravillosa, osada, atrevida. Que tu belleza nunca se empañe, tu belleza de alma, tu belleza de cuerpo. Eso no se pierde.

Lizt. Yo sé lo que me estás hablando.

Amaury. Esa belleza y que sigas dándole a nuestro público y a tus admiradores, entre los que me encuentro.

Lizt. Yo lo sé.

Amaury. Absolutamente rendido, de siempre,  a la belleza y la maravilla de tu arte. Gracias en nombre de Cuba, aquí yo soy el pedacito que la representa, junto contigo.

Lizt. Gracias a ti. Gracias, muchas gracias.

«Con 2 que se quieran» Jorge Pérez (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Jorge Pérez (Parte I)

«Los cubanos sabemos lo que nos falta, pero no lo que tenemos

Amaury. ¡Muy buenas noches! Estamos en “Con 2 que se quieran”, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña un invitado especial, y digo especial porque en sus cartas y en el foro de Cubadebate que tenemos abierto para el programa, ustedes han dicho que por qué no traemos a personas de otras ramas de la Cultura, tomando en cuenta que otras ramas de la Cultura también es la medicina, la investigación científica. Hoy está con nosotros un gran profesional, un gran médico, escritor, aquí están algunos de sus libros, esa es, quizás, la justificación que tengo para incluirlo en este grupo de artistas e intelectuales, que también es, ya hablaremos. Hace muy poco Gerardo Chijona hizo una película, una historia real, pero escrita, ficcionada por él en sus libros. Así que está con nosotros, el Subdirector Primero del IPK, Instituto Pedro Kourí de Medicina Tropical, mi amigo, y también en algunos momentos ha sido mi médico, porque también he padecido de enfermedades tropicales, Jorge Pérez.

¿Qué tal, Jorge, cómo está usted?

Jorge. Muchas gracias.

Amaury. Es un gusto extraordinario, doctor, que haya accedido a venir, yo tengo que agradecer que vengan, porque las personas tienen su tiempo muy ocupado y el de un científico, un médico como usted, es todavía más. Así que gracias doblemente por haber venido, y antes de llegar al gran tema, yo quisiera empezar por lo más elemental, hacer una entrevista, más bien cronológica. Yo sé que nació en Marianao. ¿Cómo era el Marianao del año 45, el año en que usted nació, ese Marianao y su niñez?

Jorge. Primero que nada, muchas gracias por haberme invitado al programa. Creo que nunca escatimamos tiempo para hacer aclaraciones y poder compartir temas de interés. Sobre todo, cuando además de la vida profesional, uno también lleva otra vida, un poco como escritor de algunas cosas que han interesado a las personas, y que hemos tratado de poner en el lenguaje  más sencillo.

El Marianao donde yo nazco, allá en el año 1945. Nací en Maternidad Obrera. Yo era un muchacho de extracción muy humilde. Mi padre era trabajador de los Ómnibus Aliados en aquel momento, o sea, un guaguero, como la gente dice, y mi madre era, en aquel momento, un ama de casa. Había sido trabajadora textil, y una trabajadora del tabaco con anterioridad.

Nosotros vivíamos en una casa, era una casa grande, ahí en Marianao, pero ahí vivíamos toda la familia. Eso fue prácticamente hasta el golpe de estado de Batista, en el año 52, en que mi padre, que pertenecía al Partido Comunista, tiene que abandonar ese lugar. Además de esto, nace otro hermano mío, nosotros somos cuatro hermanos, o éramos cuatro hermanos y tenemos que empezar a movernos a distintos lugares, porque donde quiera, la policía iba a localizar a mi padre. Yo muchas veces hasta llevaba mensajes de mi padre a otros militantes del Partido y tenía que hacerlo callado.

Amaury. ¡Ah, bueno!, era una niñez feliz, pero riesgosa.

Jorge. ¡No! y no exenta problemas. Realmente mis padres eran personas maravillosas. Yo tengo un recuerdo de mi padre tan agradable también, porque era una excelente persona, nunca discutía, ni siquiera con mi madre. Pero cuando yo llego a cierta edad, 8, quizás 9 años, quizás un poco antes, mi padre nos reúne a mí y a mi hermano mayor y nos dice: Miren, yo veo que ustedes están haciendo carticas para los reyes, pero aquí el único Rey Mago soy yo y a mí me entró una decepción muy grande por dentro, porque yo decía: Mira para esto, me voy a quedar sin juguetes, porque me dice: mira, nada más hay dinero para los dos más chiquitos. Y entonces él, como vio que yo tenía esa decepción y yo tenía una relación muy especial con mi padre, siempre estaba montado con él en la guagua y salía con él. Me dice: ¡Chino,  vamos a buscar los regalos a tus hermanos y a lo mejor se te pega algo! Fuimos por la calle Obispo, y allí había una tienda de efectos deportivos, y me dice: vamos a ver aquí. Entonces vemos un bate. A mí me encantaba la pelota. Díceme. Bueno, vamos a ver, vamos a ver el precio a ver si lo puedo comprar. Y entonces va para allá atrás y se para y me dice: Chino, suéltalo como una papa caliente. ¿Qué pasó?, que cuesta nueve pesos y yo no lo puedo comprar. Mi padre no tenía nueve pesos para comprarme un bate.

Amaury. ¡Qué bárbaro!

Jorge. Y bueno, lógicamente, aquellos son  recuerdos que a uno le quedan. Si bien es cierto eso, también recuerdo como a mi casa, que era una casa pobre, pero que sí siempre almorzamos y comemos, venían personas a buscar comida, porque venían pidiendo. Me recuerdo de todas las cosas que, bueno, después he tenido oportunidad de ver en otros países cuando he ido a dar clases, o cuando he ido a trabajar en misiones internacionalistas, y veo esas diferencias tan grandes que lo golpean a uno, que uno no lo ve aquí en Cuba. Porque yo repito algo que el profesor Kourí muchas veces dice, que es que nosotros los cubanos, sabemos lo que nos falta, pero no sabemos lo que tenemos.

Amaury. Bueno, ayer yo, doctor, estaba leyendo, releyendo, más bien, una entrevista que le hizo la gran periodista Alina Perera Rubio, y hay una anécdota en la que quisiera detenerme, aunque sea breve. Y es cuando su mamá, usted no había nacido, pero su mamá fue arrestada cuando estaba en el Sindicato de la Aguja, porque ella trabajaba como tejedora.

Jorge. Sí, mi madre era una mujer muy humilde, que bueno, ya la madre se le muere cuando tenía 18 meses y el padre se casa, tiene una madrastra y por esas razones tiene un espíritu rebelde. Esta madrastra prácticamente la bota de la casa a los doce años, ella tiene que ir entonces a vivir con unos tíos, y se pone a trabajar, a lavar, a planchar, a despalillar tabaco y después a trabajar en un telar. Y entonces empiezan a crearse los sindicatos, y se empieza a luchar por la jornada de 8 horas. Ellos empezaron a poner propaganda, el sindicato, que sé yo, y a ella la arrestan y se la llevan presa por hacer estas actividades, que en aquel momento le dijeron que eran actividades comunistas. Cuando va al juicio, ella declara: Miren, lo que les voy a decir; yo no sé lo que es ser comunista, pero si el comunista es ese que quiere el bien de los trabajadores, la jornada de ocho horas y formar el sindicato, cuando salga de aquí, lo mismo condenada que libre, me voy a apuntar en el primer local del Partido Comunista que vea. Y así lo hizo, y creo que esa fue la mejor decisión que tomó en su vida, porque allí conoció a mi padre.

Amaury. Jorge, ahora hablamos de su mamá. Pero en dos, o tres momentos, me dijo: mi papá era una buena persona; mi papá, tuve una relación con mi papá, y por tanto, no quiero pasar el acero sobre la herida, pero ¿qué significó para usted la muerte de su papá?

Jorge. Aquello fue un golpe muy duro para mí y, bueno, lógicamente, lloré mucho. Yo creo que, bueno, eso es una pérdida que no tiene reparo en definitiva en la vida, y que bueno, lógicamente he tratado de revertir en dos situaciones: una de las primera es que, la primera cosa que hago yo dentro de mi carrera como médico, es trabajar, precisamente, hacer medicina interna, trabajar en terapia intermedia, en el Calixto García, que es donde me formo. Y lo primero fue volcar todas mis energías a tratar de revivir y de que las personas que tuvieran un infarto, ya sea un paro cardíaco, que pudieran vivir. Yo, en cada persona que veía, en cada persona que resucitaba, estaba viendo a mi padre.

Amaury. Ah, ¡qué bonito, qué bonito! Y homenajeándolo también con su condición de revolucionario, de patriota y de cubano dignísimo que es usted. Pero bueno, hablaremos de eso en el camino.

¿Y si siempre quiso estudiar medicina, si siempre fue uno de sus sueños, por qué estudió aviación?

Jorge. Bueno, desde muy niño también, triunfa la Revolución, me uno al fervor este revolucionario, después me uno a las milicias inmediatamente; paso escuelas en Managuaco, hago todo lo que en aquel momento teníamos que hacer, pero era un niño. Después ya se plantea la necesidad de un grupo especial que van a estudiar algo, y después nos plantean que es un grupo selecto que tiene que estudiar aviación. Yo, la verdad que te voy a ser sincero, cuando a mí me dijeron estudiar aviación, yo dije: ¡coño!, ¡aviación!, con el respeto que yo le tenía a los aviones. Pero me dicen que era una necesidad de la Revolución, y bueno, si es una necesidad, yo voy a estudiar aviación. Fui seleccionado en el primer grupo, inclusive, para ir a la Unión Soviética, que no fui, por suerte, además porque nada más que tenía 14 años, y bueno, allí también me coge la declaración de que Cuba era socialista. Yo brinqué en la trinchera.

Amaury. ¿Pero brincó en la trinchera y llegó a montarse en el avión alguna vez? ¿De la trinchera al avión? (risas)

Jorge. Sí, sí, cómo que no, llegué al avión, y cuando estaba allá arriba, que me vi allá arriba, me dije, Jorge, ¿qué cosa es lo que tú haces aquí arriba?, ¿tú entiendes?, yo le cogí miedo a aquello, te voy a ser sincero, cuando estaba allá arriba en el avión. (risas)

Amaury. Qué bueno que alguien dice que le tiene miedo a los aviones. (risas)

Jorge. Yo todavía le tengo miedo a los aviones. Entonces, realmente, el Comandante, cuando se termina, nosotros desfilamos en la Plaza después de la movilización de Girón, como todo el mundo que participó allí. Y escucho que Fidel dice que todo el que se quiera ir a alfabetizar, se puede ir a alfabetizar donde quiera que esté. Y yo dije, esta es la mía para salir de la aviación. Y entonces, inmediatamente…

Amaury. …Y hacer algo útil también.

Jorge. Exactamente, entonces me presenté en la oficina del jefe de mi unidad, y me dijo: Está bien, y con la misma cogí, y me fui para la Sierra Maestra. O sea, desde luego, hay que pasar por Varadero, inscribirse, hacer una serie de cuestiones.

Amaury. Todo el proceso que había para llegar a la Sierra.

Jorge. Y me llevé a mi hermano menor.

Amaury. Ya, de todas maneras alfabetizó, después fue a estudiar medicina, ya hablamos del Calixto, de todo eso. ¿Cuándo es que llega usted, doctor, al Instituto, al IPK?

Jorge. Mira, el profesor Gustavo Kourí, estaba formando un grupo de compañeros, por encargo del Comandante, de formarlos, reforzar las actividades del Instituto de Medicina Tropical, porque el Instituto de Medicina Tropical tiene una raíz muy antigua, en el 1937, cuando lo funda el profesor Pedro Kourí. Pero posteriormente se refuerza con la Revolución y se hace un edificio nuevo. En ese grupo inicial de personas, el profesor Kourí piensa que yo pudiera contribuir. Él realmente no habla conmigo, sino él describe a la persona que él necesitaba para hacer investigaciones clínicas, y en ese momento, entonces me llaman a mí, que es cuando yo cojo aquella carta, le digo: pero si yo estoy formado en cardiología, en hipertensión, en arritmia, ¿qué hago yo aquí con parásitos? Si yo de parásitos no sé prácticamente nada. Y bueno, lo primero que hice fue aprender, aprender aquí en Cuba, y después tuve posibilidad de ir a varias universidades fuera de Cuba también, en Inglaterra, algunas universidades en Estados Unidos, y después de eso, un viaje a África, allá a Ghana, a Tamale, en fin.

Amaury. Después a Angola, también, muchas veces.

Jorge. Después ya sí Cuba me manda a Angola que es mi gran escuela. Ya cuando yo veo aquella realidad angolana en el año 79, 80, que estoy allí, que es mi primer viaje allí, me di cuenta de la necesidad de estudiar estas enfermedades. De la diferencia, inclusive, de lo discriminatorio del concepto de Medicina Tropical. Porque realmente no es medicina de los Trópicos, porque en Estados Unidos, en Inglaterra, hubo paludismo, y hubo lepra, y hubo todas esas enfermedades, o sea, son enfermedades realmente del subdesarrollo que están relegadas ahora al Trópico, y empecé a estudiar, detecté los primeros casos de malaria resistente, cuando surgió la resistencia a las cuatro aminoquinoleínas, a la cloroquina en Angola, la describimos, y empezamos, entonces, a tratar de ver cómo cambiamos las estrategias para salvar vidas. Hicimos unas tableticas que le llamamos IPK-1.

Amaury. …¿La que curaba la malaria como en tres días, a veces cuatro?

Jorge. Exactamente, la malaria la podía curar, a los extranjeros en tres días y a los cubanos en cinco días, aunque tuvieran parasitemia alta y con aquello resolvimos el problema de la malaria.

Muchas veces estuve en Angola, hasta la última contienda, ya en el 88, allí estuve en Chandongo, en Cachama, en Cuito Cuanavales. Estuve en muchos lugares delicados, yo como médico, no como combatiente, eso es importante.

Amaury. Claro, como médico.

Jorge. Nuestra labor era en la retaguardia, salvar vidas, uno no era combatiente, pero sí en los servicios médicos…

Amaury. …Bueno, eso está en dependencia, doctor, perdóneme que lo interrumpa, pero para mí y para usted, y estoy seguro que para la inmensa mayoría de los televidentes, un médico que está en el frente de batalla, ahí, en la retaguardia del frente de batalla, salvando vidas para que los soldados se puedan incorporar, tienen que ser considerados también combatientes.

Jorge. No, no, está claro, combatiente, además, teníamos fusil. No, no, eso está claro.

Amaury. Yo estuve en Angola, y sé cómo era la cosa.

Jorge. Lo que quise era expresar, decir que no estaba directamente con las armas.

Amaury.  Con las armas directamente tirando tiros.

Jorge. Exactamente.

Amaury. Doctor, ¿sobre qué año es aquel momento en que Fidel llega al IPK, y dice que hay que parar la epidemia del SIDA, que era una epidemia inminente?

Jorge. Mira, en el año 1983 hace el Comandante en Jefe su primera visita oficial al Instituto de Medicina Tropical, cuando aquello estábamos en las antiguas casas de Siboney.

Amaury. Ah, sí, lo recuerdo.

Jorge. A la antigua casa de Bacardí, que era la dirección del Instituto. Cuando él llega allí con el Presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, empezamos a hablar, y el profesor Gustavo Kourí empieza a explicarle la importancia de las enfermedades tropicales.

Y Fidel, se echa para atrás y le pregunta al profesor Gustavo (Kourí): ¿que tú vas a hacer para que el SIDA no entre en Cuba?

En aquel momento había unos casos apartados en los Estados Unidos, otros casos apartados en Europa y Gustavo, que es una gente muy brillante, muy elocuente.

Amaury. Sí, el profesor es maravilloso.

Jorge. Le dice: Bueno, Comandante, esa es una enfermedad nueva, hay que esperar a que se desarrolle, no se sabe si es un virus, una bacteria, etc. Y ahí mismo Fidel le dice: Mira, según los estudios que yo he hecho, el SIDA va a ser la enfermedad de este siglo, y va a diezmar poblaciones completas. El mundo no está preparado para recibir esta enfermedad, y es tu responsabilidad y la del Instituto de Medicina Tropical de que el SIDA no se convierta en un problema de Salud Pública en Cuba.

Bueno, nos estaba dando la tarea, y ahí empezamos nosotros. Mandamos a un excelente profesional, que habla muy bien el francés, a trabajar en Francia, al profesor Juan Carlos Millán Marcelo, a entrenarse con Gentilini y con Luc Montagnier, que fue el descubridor del virus del SIDA. Y ahí comenzamos a estudiar. Yo comencé a estudiar el gremio autodidactamente.

Amaury. Sí, pero todavía, doctor, en aquellos años, todavía se trataba o se hablaba de las personas que tenían SIDA, y se era muy discriminatorio, porque se decía que era una enfermedad de los homosexuales.

Jorge. Sí, sí.

Amaury. Incluso algunas de estas sectas paranoicas, religiosas, decían que era un castigo divino.

Jorge. Un castigo de Dios, sí.

Amaury. Que había enviado Dios contra los homosexuales. Ya sabemos que eso está totalmente superado, y en la cabeza del que no está superado, pues que vaya y se cure, del SIDA no, pero que se cure de los prejuicios, pero en aquellos momentos sí ocurría. ¿Cómo lo enfrentaron ustedes eso, incluso el prejuicio?

Jorge. Bueno, mira, la primera cosa que aparece como el famoso gay syndrome, o sea, la enfermedad de los homosexuales, en New York es ligada a los homosexuales, eso era lo que pasaba en Estados Unidos, ¿ves?. En Europa ya era otro tipo de casuística, pero ya estaba allí. Se determina que esa es una enfermedad que se puede trasmitir por sangre y por contacto sexual, y nosotros comenzamos aquí inmediatamente a recibir y a ver qué era lo que pasaba. Primero, estudiar hacia atrás si teníamos las manifestaciones de esa enfermedad: las manchas en la piel por el sarcoma de caposis, o la neumonía a repetición por la neumonía por pneumocystis carinii, etc., y no detectamos nada hasta que llega una persona que venía de fuera de Cuba, y era un combatiente, además. Esta persona, era una persona heterosexual, y este fue el primer caso que recibe el Profesor Millán, me lo remite a mí, nos miramos los dos, ¿lo hacemos, no lo hacemos? Ya habíamos preparado a alguna gente del laboratorio también, pero no teníamos diagnóstico, porque no había un diagnóstico, que no surge hasta el año 1986. Así que nos quedamos con las ganas allí, unos días prácticamente, hasta que en el 86 se le pudo hacer el diagnóstico serológico, ¿no?, y sí vimos que tenía el VIH. ¿Qué pasa?, que a nosotros, yo digo que nos favorece, por así decirlo, que el primer caso que encontramos era una persona heterosexual, no fue un homosexual el primero que nosotros encontramos.

Amaury. Se rompía el mito.

Jorge. Y ahí se rompe el mito, porque además trajimos a su esposa. La esposa también estaba infectada, y llevamos esa noticia al doctor Héctor Terry. Ahí sale la noticia.

Después, un poco más tarde, ya surge otro caso que sí está relacionado con la transmisión sexual entre hombres, y este es el primer caso que fallece. Que mucha gente dice: el primero. No, el primero fue aquel otro. Y ya cuando este otro fallece, ya está el Sanatorio de Santiago de las Vegas abierto, y ya se aprovecha para en el Granma decir que hay equis cantidad de personas ingresadas en ese sanatorio. En ese primer año nosotros detectamos 99 personas. De esas 99 personas, 56 habían estado en África, porque se empezó a llamar a las personas que habían estado en África, hasta el año 86. Eso quiere decir que en la primera etapa, en los primeros años nuestra epidemia, -porque además buscamos en esa población, no por otra cosa-, estuvo ligada a la transmisión heterosexual, y eso un poco que a nosotros nos favorece. Años después, como sucede ahora, la transmisión está ligada a hombres que hacen sexo con otros hombres, y en el momento actual es hasta un 81%.

Amaury. Yo quisiera puntualizar. Yo recuerdo que cuando lo del sanatorio de Santiago de las Vegas, Los Cocos, le decían, no sé por qué le decían Los Cocos…

Jorge. …Porque está en el barrio de Los Cocos.

Amaury. Ah, ya, porque está en el barrio de Los Cocos, bueno, otra aclaración. Pues, la gente tuvo la sensación de que había un cierto estado de pánico médico excesivo. Y yo recuerdo que por aquella época yo me acerqué al profesor Terry y le pregunté, y él me dijo que incluso en Estados Unidos, los primeros médicos que trataron el asunto del SIDA, lo trataron como una amenaza a la Seguridad Nacional, eran médicos militares.

Y sin embargo, después conocí a muchos pacientes del sanatorio de Santiago de las Vegas, y me hablaban de usted como el hombre del SIDA, o sea, el doctor del SIDA. Y hablaban de usted con mucho cariño. Evidentemente usted llegó allí no solo a sanar el cuerpo, o a intentar sanar el cuerpo, sino también a sanar el alma, ¿no?

Jorge. Bueno, mira, Amaury…

Amaury. ¿Qué podría decir de eso?

Jorge. Yo estudié medicina para ayudar al ser humano. Cuando yo llego al mundo del SIDA, el SIDA tiene un problema muy serio. Es que en aquel momento no existía cura. Al no existir cura, ni siquiera tratamiento que alargara la vida, porque ahora no hay cura tampoco, pero existe un tratamiento que alarga la vida si se lleva bien. Pues el SIDA era igual a muerte. El médico está acostumbrado a salvar, y por lo tanto es muy difícil para un médico, atender a una persona que se va a morir. Y cuando yo llego allí, que a mí me ofrecen la dirección del Sanatorio y yo lo acepto, etc. Yo me rasqué la cabeza, porque dije, qué cosa es lo que haré. Y lo primero que hice fue aprender, y para aprender tenía que entrevistarme con los pacientes, y vivir con ellos, ir allí y tomar café, tomar agua también en sus casas, para compartir, para saber cómo eran. Yo entro en un mundo que yo no conocía. Aquí no hubo discriminación oficial nunca, en este país, está claro, porque se protegieron por ley y por trabajo. Pero las personas podían ser sujetas a discriminación. En el mundo eran sujetos a discriminación. Y la gente tenía miedo, tenían miedo porque si les apretaban la mano y se les iba a pegar; si el besito, si el vasito de agua. Me decían: y si esa gente va a comer al mismo restaurante que yo. En el libro mío hay descritas algunas anécdotas, además, muy interesantes con relación a eso, porque la gente tenía miedo. Que si orinaban en el mismo baño, etc. Por lo tanto esa persona podía ser discriminada, podía ser limitada para trabajar, para estudiar. Al mismo tiempo esas personas se encontraban en una institución donde estaban separadas de su familia, lejos de ese cariño, era otro problema convivir con personas diferentes.

«Con 2 que se quieran» Jorge Pérez (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Jorge Pérez (Parte II)

Amaury. ¿Por qué estaban separados, doctor?

Jorge. Estaban separados porque fue una decisión de los primeros momentos para poder conocer la enfermedad, para poder saber, y para poder estudiar bien la enfermedad, era necesario que esas personas vivieran en el Sanatorio. Luego, esto puede amenazar a la sociedad, realmente. Y la amenaza si se va de control. Y allí nosotros pudimos estudiar a ese grupo de personas, pudimos conocerlas, y lo que hice fue, precisamente, entrevistarme con ellos hasta largas horas de la noche, a veces terminaba allí a las once, once y media de la noche. Y ahí empezaba…

Amaury. Una especie de padre confesor.

Jorge. Bueno, tú sabes. Cuando uno empieza a meterse en este mundo, empieza a…, y si escribí el libro, es porque además de eso, no delante de ellos, pero cuando me iba de las entrevistas -yo gozo de tener alguna memoria-, escribía lo que más me impresionaba. Yo llevaba un diario, inclusive, hasta de las personas que fallecían día a día, y por qué habían fallecido, y qué era lo que pasaba. Pero, además, pude ver cómo afectaba a este grupo de personas la situación de su preferencia sexual, los conflictos que tenían con sus familias. Los conflictos que podían tener en su trabajo, cómo podían ser ellos discriminados.

Y además, lo que sufrían, porque cada día me decían: el problema es que yo estoy viviendo un día menos. En la vida todo el mundo vive un día menos, porque tú no sabes cuándo te vas a morir, pero el paciente de SIDA sí sabía que en poco tiempo se iba a morir. Y todos los días se levantaban diciéndome que tenían un día menos. Y esto me traumatizó, y el hecho de que se enfermaban y se morían, también. Entonces tratábamos de hacer todo lo posible.

Para nosotros era una satisfacción tremenda, cuando no había tratamiento, cómo podíamos mantener a estas personas vivas, a los que enfermaban. Esto me hizo a mí adentrarme en este mundo, y compartir el dolor y el sufrimiento de estas personas como si fueran propios. Y, lógicamente también después tuve que hablar y hacer documentos para poder humanizar más aquella situación.

Amaury. Otro punto, usted dijo hace un momento: el SIDA no tiene cura, nosotros lo que hacemos es alargar la vida del paciente. ¿De qué depende el alargamiento de esa vida?

Jorge. Bueno, depende de un grupo de medicamentos que sean puestos en el momento correcto, y en el tiempo correcto. Medicamentos que una parte Cuba fabrica, muy importante, con la cual tratamos casi al 80% de las personas, que son tratadas en este país. Un esfuerzo grande que hace el país, pero depende de la disciplina que tenga el paciente, y la responsabilidad para tomárselo. Porque el SIDA mata y esa es una cosa que es importante.

Ahora, si el paciente se toma el tratamiento, es disciplinado y cumple, es muy difícil que el paciente fallezca. Digo muy difícil, porque en medicina decir que es imposible, es muy difícil también.

Amaury. Es riesgoso, sí.

Jorge. Es riesgoso, pero generalmente los pacientes que se toman el tratamiento, que son disciplinados y que cumplen tienen una vida feliz y contenta. Su replicación viral se hace cero y además su vida se transforma.

Y además, existe el otro problema, que la persona esta que es indisciplinada, que no cumple, también es indisciplinada para todas las demás cosas en la vida y también transmite la enfermedad. Al que se la transmite, cuando tiene estos problemas, ya se la transmite con un tenor de resistencia también y pone en riesgo la vida de otros seres humanos.

Amaury. Y también yo quería que usted se refiriera. Si uno se mete en Internet, por ejemplo, ¿no?, se encuentra una cantidad de teorías, de que el SIDA no existe; de que usted si usa dos peloticas por aquí, que si se toma remolacha y batidos de berenjena, pues eso se cura. Esas teorías  que andan circulando, y que usted conoce muy bien,  y por supuesto, mucho mejor que yo. Sería bueno que usted explicara que el SIDA existe, o no, realmente, y se cura con este tratamiento que existe, o con esos tratamientos alternativos que circulan como pacotilla por Internet y, que vuelven loco a muchos enfermos del VIH.

Jorge. Sí, mira, esas teorías dicen que el SIDA es expresión de factores en la sociedad como es el hambre y la desnutrición. Que no existe una entidad  bacteriana o viral que lo produzca.

Se ha cultivado en un laboratorio, se tienen fotografías del virus y es un virus que se transmite de persona a persona. Y por lo tanto es el virus de la inmunodeficiencia humana. Este virus es el que causa un daño en las células que protegen al cuerpo, o que dan inmunidad, y este virus es el que al final produce al agotamiento de esa célula con la enfermedad que se llama SIDA y por lo tanto, la persona queda indefensa y ya ahí vienen las enfermedades oportunistas y matan a la persona.

Amaury. Esa es la realidad.

Jorge. Esa es la realidad.

Amaury. Lo otro es fanfarronería.

Jorge. Todo lo otro es parte de la mística, diría yo. Alguna persona que le gusta tener protagonismo en el mundo y empiezan a quitarse teorías y empiezan a decir, los antirretrovirales son tóxicos, lo cual no es mentira, es verdad también, ¿eh?, pero lo que causa la muerte, es el SIDA y sí usted puede manejar la toxicidad del medicamento, para eso el médico tiene estrategias. Pero lo que usted no puede es luchar contra alguien que tenga un virus que sea tratable y que además, no tome los medicamentos, por lo tanto, no tenga cura.

Amaury. Pero cuando, a ver, cuando un paciente usted lo sienta, ¿no?, lo sienta y le dice: usted ha dado positivo en la prueba. Lo primero que ese paciente -me imagino yo-, percibe, es la sensación de una muerte inminente. ¿Esa percepción, -y valga la redundancia-, ha crecido con los años?: me voy a morir mañana, o la gente lo está admitiendo como: tengo diabetes, tengo que cuidarme. Si me cuido duro más tiempo, hablo de la población cubana.

Jorge. A medida que ha pasado el tiempo, todos los conceptos van cambiando, y lógicamente, el tener medicamentos y el alargar la vida de los pacientes puede significar, para algunas personas, que el SIDA tiene un tratamiento y no se van a morir. Es una falsa percepción.

Amaury. No se van a morir de eso, pero nos vamos a morir de algo, todos.

Jorge. Está claro.

Amaury. No se van a morir de eso.

Jorge. No, pero depende, depende. Porque depende del virus que tú cojas.

Amaury. Ah, claro.

Jorge. Depende, si además tú puedes tomar los medicamentos y eres disciplinado para tomarlos, porque si no, comprometes tu vida de todas maneras. Pero, además, tú nunca sabes cómo tu organismo va a reaccionar, y hay quién reacciona más rápido. Yo tengo pacientes que tienen infección por VIH que los detecté en el 86, y están vivos y asintomáticos, todavía hoy en día, y los tengo, son mis amigos, además. Pero hay otros que se mueren en un año, un año y medio. Por lo tanto, la percepción, la falsa percepción de que con el tratamiento yo estoy seguro y no me puedo infectar, es mala. Lo importante es protegerse para que no tengan eso. Protéjase, señor, si lo puede hacer, tenga cuidado. ¡Ayude, evite a que eso suceda!

Amaury. Yo quiero terminar este tema del SIDA y pasar a otros temas. Esta mañana, cuando yo le dije a una persona que quiero mucho, que usted venía y que íbamos a hablar de este tema, me dijo: yo no quiero saber de eso, yo le huyo a todo lo que tenga que ver con el SIDA. Si sale un artículo en el periódico sobre el SIDA, yo paso la página, me aterro. Si sale un anuncio por televisión, yo miro para otro lado. Si hay un programa científico en la televisión donde se habla del tema, yo cambio el canal, yo no quiero saber de eso.

¿Usted cree, compartiría conmigo esta opinión, de que eso es un acto de irresponsabilidad capital?

Jorge. Estoy seguro de eso, yo le llamo a eso la política del avestruz, que mete la cabeza en la tierra y deja el cuerpo afuera. Usted no lo ve, pero está ahí. Usted no quiere escucharlo, pero está presente, y tiene que tener mucho cuidado.

Mientras más informado usted esté, mientras más usted conozca, es mejor, porque usted está protegiéndose usted mismo al tener el conocimiento.

Amaury. ¿Y usted cree que es suficiente, doctor, la cantidad de veces que insistimos en nuestros medios de comunicación masiva sobre el tema?

Jorge. Yo creo que…

Amaury. O a veces nos cansamos. Ya todo el mundo sabe.

Jorge. Mira, yo creo que mientras más hagamos, es mejor. Lo que hay que, cada vez, hacerlo de mejor manera, y de diversas formas.

Amaury. El mensaje.

Jorge. Exactamente. No es lo mismo un joven, que un viejo, que una persona que haga relaciones de sexo con otros hombres, que uno que no lo haga. Por lo tanto, los mensajes tienen que ir dirigidos. Y creo que nosotros, fíjate, hemos hecho un trabajo muy bueno, yo creo, en radio, en televisión, pero creo que tiene que ser  más.

Yo soy de los que piensa que siempre debemos tratar de llegar a más poblaciones, publicar libros, dar mensajes cara a cara. Hacerse la prueba. Hay muchas formas que el Ministerio de Salud Pública está utilizando en este momento, pero que tiene que seguir diversificando para llegar a esa población, la más afectada, que es compleja, fíjate, el mundo de los hombres que hacen sexo con otros hombres, es complejo, porque hay hombres que solo hacen sexo con hombres, pero hay hombres que hacen sexo con hombres y con mujeres.

Amaury. Claro, el bisexual.

Jorge. Pero hay quien hace más con mujeres que con hombres y, hay quién hace más con hombres que con mujeres, ¿ves?, y hay personas que nada más que hacen relaciones con hombres nada más. Por lo tanto es complejo, y está el caso…

Amaury. Sí, y está el caso de los heterosexuales también, que hacen relación con una sola mujer, o con dos, o con tres, o diez.

Jorge. Exactamente, y se creen que esto es una enfermedad de hombres que hacen sexo con otros hombres, y se olvidan de que es así, igualito.

Amaury. A estas alturas del juego, y perdóneme que yo sea tan duro, pero a estas alturas del juego, el hombre que piense así, es un idiota.

Jorge. Es muy posible que tú lo puedas caracterizar así, pero si tú tuvieras la experiencia que muchas veces tengo yo en mi consulta, que llegan muy deprimidos, porque siempre dicen: nunca pensé que a mí me pasara esto.

Amaury. Claro, no me toca a mí.

Jorge. Y a veces lo dicen a los 60 años.

Amaury. Bueno, terminamos el tema del SIDA y yo quiero pasar a serenarnos ambos. Yo sé que usted oye mucha música. ¿Qué música es la que escucha?

Jorge. Sí, mira. A mí realmente me gusta mucho la…

Amaury. ¿Qué cine es el que ve?

Jorge. Mira, la música instrumental me fascina. Pero también hay agrupaciones musicales. Sexto sentido.

Amaury. El Sexto sentido a todos nos gusta.

Jorge. Buena Fé, también me gusta. Me gusta la música romántica, pero también oigo alguna música movida, la que más oigo, es la instrumental. Realmente es la que más me place, sobre todo cuando voy a escribir, cuando voy a hacer algo.

Amaury. ¿Y qué cine es el que ve, qué cine es el que más le gusta?

Jorge. Mira el cine me encanta, me encantan las comedias. También me gusta el cine de acción, realmente y un poco los dramas. Admiro mucho a los artistas, a los actores, a los buenos actores del cine y el buen cine, realmente. Y precisamente he compartido con algunos de ellos, ¿no? y he compartido con cineastas también, como tú conoces.

Amaury. Bueno, ahora una de las historias que está en estos libros ha sido llevada al cine por el gran cineasta y amigo, a ver si lo convencemos entre ambos para que en la próxima serie de programas venga, Gerardo Chijona.

Jorge. Sería bueno.

Amaury. A quien tanto queremos y a quien tanto respetamos, hizo una película sobre una historia suya. ¿Cómo fue esa experiencia?

Jorge. Chijona y yo nos conocimos en San Francisco.

Amaury. En San Francisco, California.

Jorge. En San Francisco, California, sí, no aquí en San Francisco.

Amaury. San Francisco de Asís, San Francisco de Paula.

Jorge. Nos conocimos allí, íbamos juntos en una delegación. Compartimos habitación y ahí surgió realmente un conocimiento, una amistad, y un respeto muto. Y cuando me decidí a escribir las historias estas, yo no sabía si lo que yo estaba escribiendo servía o no, Amaury, ¿eh?, porque tú sabes, empiezo a incursionar en un tema por primera vez, en el que no había incursionado. Yo he escrito libros científicos, pero no libros de este corte.

Amaury. Son historias reales, pero ficcionadas.

Jorge. No, no, no. Ah, sí, ficcionadas en el sentido…

Amaury. …Los nombres no son reales.

Jorge. Ni el pueblo, o la ciudad. Los nombres no son los mismos, pero sí son casos todos muy reales.

Yo, a una de las personas que le enseño los manuscritos que estaba escribiendo; llego a su casa por la noche y le digo: mira, Chijona, tengo esto y quiero que me digas si tú crees que esto sirve o no sirve. Y él estaba buscando un tema para una película y bueno, realmente cogió dos temas de mi libro.

Amaury. Dos temas y los convirtió…

Jorge. Y los convirtió en uno.

Amaury. ¿Cuáles son?

Jorge. La película se llama Boleto al paraíso.

Amaury. Sí, ¿pero cuáles son los casos?

Jorge. El caso -una de las historias más tristes- de la niña violada, y los friquis y los rockeros. Y bueno, al final surge la película, que creo que es una película que es un mensaje a los jóvenes, en el sentido de la irresponsabilidad y la inmadurez de un joven de cometer actos irreflexivos y, por lo tanto, conducirlos a una infección por VIH.

Amaury. Bueno, aquí está, SIDA, Confesiones a un médico, la segunda edición. Y SIDA, Nuevas confesiones a un médico.

¿Se pueden conseguir estos libros, la gente va a las librerías y los consigue? Porque después la gente me dice, Amaury, tú estás anunciado libros en el programa que yo no encuentro.

Jorge. Bueno, mira, el libro cada vez que lo sacan, se agota, realmente. Hemos publicado varias veces el libro. En la Feria de La Habana salió, y desaparecieron los libros como por arte de magia.

Porque lo importante, cuando escribí estas historias, es que todas tuvieran encerrada una enseñanza. Primero, lo que nosotros hacíamos en cada momento para que esta epidemia tuviera la incidencia que hoy en día tiene y el esfuerzo que hacíamos para mantenerla. Pero además, también que las personas pudiera conocer los caminos que los podían conducir a la enfermedad, los problemas que hay en la vida, y las complejidades, no solo en la atención, sino del ser humano.

Amaury. Doctor, bueno, hablemos un poquito de su familia, de sus hijos. ¿Cuántos hijos tiene?

Jorge. Yo tengo cinco hijos. Tengo dos hembras y tres varones.

Amaury. ¿A qué se dedican? Porque ya deben estar grandes todos.

Jorge. Sí. Todos están grandes. Mira, y además, tengo también cinco nietos.

Amaury. Cinco hijos y cinco nietos.

Jorge. Exactamente.

Amaury. Que son de alguna manera diez hijos.

Jorge. Exactamente sí, así mismo, así mismo. Tengo, bueno, la mayor de las hijas mías, es microbióloga.

Amaury. ¡Ah, sí!

Jorge. El que le sigue, que es un varón, es especialista de MGI (médico general integral), y además es pediatra, también.

Amaury. Ese es el que yo conozco, ¿no?

Jorge. Ese es el que tú conoces, Jorgito. Después le sigue una hembra, que se dedica a los problemas de la economía. Y tengo a otro, que es chef de cocina y tengo el más pequeño que está terminando el internado de medicina ahora, y bueno, recientemente me dijo que iba a dedicarse a hacer terapia intensiva, que es Guillermo.

Amaury. ¿Todos los hijos son con la misma esposa o con dos esposas, o tres?

Jorge. Yo me he casado dos veces.

Amaury. Dos veces, ya. Bueno, yo espero y confío…, yo he aprendido muchísimo en este programa, espero que nuestros televidentes también y que usted no considere que ha sido una pérdida de tiempo venir a conversar con su amigo Amaury.

Jorge. No, de ninguna manera. Todo lo contrario

Amaury. Quisiera agradecerle a usted, y a todos los médicos cubanos y a todos los científicos cubanos, lo que hacen por la salud de nuestro pueblo, y ya por la de otros pueblos además, que no solamente el nuestro. Solo decirles, como un cubano más, que la Patria os contempla orgullosa. Gracias, doctor.

Jorge. Muchas gracias.

«Con 2 que se quieran». Sonia Silvestre (Parte I)

«Con 2 que se quieran». Sonia Silvestre (Parte I)

«Tengo mi corazón partido en dos pedazos»

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran. Ahora, aquí, en 5ta. Avenida y calla 32, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy tenemos una excepción en el programa. Es una persona que no vive en Cuba. Que no vive en Cuba, pero que quiere a Cuba como si fuera su segunda Patria, su Patria alternativa, me gustaría decir. Yo me tomé el atrevimiento de invitarla, porque por ella supe que en su país, que ella tanto ama y yo también, este programa tiene muchos televidentes en horario real, no solo por Cubavisión Internacional, sino en este mismo horario en que estamos nosotros, vamos a tener la entrevista, una gran parte del pueblo dominicano nos están mirando, y a mí me parece que es una manera de honrar una amistad tan bonita entre ella y Cuba, y entre Cuba y el pueblo dominicano.

Hoy se encuentra con nosotros, mi amiga, amiga de Cuba, repito, amiga de los cubanos y de los músicos cubanos, la gran cantante, Sonia Silvestre. Mi vida.

Sonia. Gracias, mi amor.

Amaury. Me levanto, voy hasta ti, te doy otro besito, porque…

Sonia. Gracias, mi amor.

Amaury. Yo le di uno afuera, pero aprovecho y le doy el segundo. Sonia, yo voy a empezar muy sencillamente preguntándote. ¿Cuándo te enteraste, a qué edad, que existía Cuba y la música cubana?

Sonia. Bueno, muy chiquita, desde muy chiquitita, muy chiquita. Yo nací en los años 50. Cuando yo era niña, la radio cubana se oía como local. Yo recuerdo, lo primero que yo recuerdo haber escuchado mucho de la emisora cubana eran las novelas de radio. Recuerdo una que me gustaba mucho que se llamaba El precio de un pecado.

Amaury. ¡Esos títulos!

Sonia. ¡Maravillosa!, ¿no?, no siempre la mujer encuentra la felicidad en el hogar, la vida es dura y fatigosa (imitando personajes de novelas radiales). Yo, chiquita, yo me iba a casa de unos vecinos a oírla porque mi mamá no me dejaba oír novelas de radio. Y oíamos también, pues música, mucha música cubana. Pero tú sabes que la música cubana era muy famosa, y en la República Dominicana se oía mucha música cubana. ¡Tú lo sabes! Allá se baila el son como si fuera dominicano. Hay clubes de soneros, hay lugares totalmente consagrados a bailar son. Tenemos la misma cultura, se podría decir, ¿no?

Amaury. Sí, sí, ya sé.

Sonia. Increíble.

Amaury. (risas) Increíble.

Sonia. Sí, no, no, era una cosa tremenda.

Amaury. Yo, ahora que tú me hablabas. Yo nací en los 50, es decir, yo también, y me hacía pensar, ¿cómo era el Santo Domingo,  -porque yo conocí el Santo Domingo, y ya hablaremos en el camino, al que tú me llevaste en el 78-, pero cómo era el Santo Domingo de tu niñez? Y con eso, háblame de tu familia, de tu papá, de tus hermanos.

Sonia.  Yo no vivía en la Capital.

Amaury. ¿Ah no?, mira, yo pensé que tú vivías en la Capital.

Sonia. No, yo nací en San Pedro de Macorís, una importante ciudad del este de la isla. No quiere decir que yo sea de ahí.

Amaury. ¿No?

Sonia. Porque hay un pleito. Cuando me preguntan ¿dónde tú naciste? Yo tengo que decir que nací en San Pedro de Macorís. En esa época, en mi pueblo no había un hospital. Mis tres hermanas anteriores, mi mamá las había dado a luz con su comadrona en la casa, como se usaba. Pero parece que había tenido complicaciones en uno de los últimos partos y decidió, cuando iba a nacer mi hermano y cuando nací yo, que somos los menores, ir al hospital de San Pedro de Macorís, a dar a luz en el hospital. Y en esa época se usaba que donde uno nacía, ahí lo tenía que declarar. Entonces en mi declaración de nacimiento, dice que yo nací en San Pedro de Macorís, y tengo que decir, obligatoriamente que nací en San Pedro de Macorís.

Amaury. Sin embargo, no.

Sonia. Pero la gente de Hato Mayor se ponen muy bravos porque dicen que yo digo que soy de San Pedro de Macorís. Entonces, yo no soy de San Pedro de Macorís. Nací ahí, pero nunca en mi vida viví en San Pedro de Macorís. Mi mamá y mi papá desde que mi mamá dio a luz, a los días, se fueron para Hato Mayor. Yo soy de Hato Mayor del Rey, ahí yo me crié hasta casi los 11 años. Casi cumpliendo 11 años, mi mamá y mi papá se trasladaron para la Ciudad de Santo Domingo, a vivir en la Capital y desde ahí vivo en la Ciudad de Santo Domingo.

Amaury. ¿Y cuándo es que descubre la niña Sonia Silvestre que  tiene una voz hermosa y que puede cantar y que…?

Sonia. Yo, desde que me acuerdo.

Amaury. Desde que te acuerdas. ¿Pero alguien de tu familia dijo: ¡qué lindo canta la niña?

Sonia. No.

Amaury. Vamos a llevar esta niña a algún lado para que se exprese.

Sonia. Jamás, jamás, no.

Amaury. Bueno ¿y entonces cómo es tu desarrollo profesional?

Sonia. Bueno, mira, mi desarrollo profesional es otra cosa. Yo canté desde que yo me acuerdo. A mi papá le gustaban mucho los boleros, tenía una discoteca muy buena de boleros. Al lado de la casa de mi abuela paterna, había un bar, uno de los bares más grandes de mi pueblo, con una tremenda bellonera. Nosotros le llamamos bellonera a lo que le dicen ustedes.

Amaury. La victrola.

Sonia. Victrola, y yo quería siempre estar en casa de mi abuela, porque yo lo que quería era oír la música de la bellonera. Entonces yo crecí aprendiéndome los boleros y canciones, porque a mí me gustaba cantar todo el tiempo. Tú sabes que hay niños que cantan, que la mamá y el papá, cuando llega visita: Niña canta, y el niño: No, no quiero.

Amaury. O, toca el piano, baila.

Sonia. Les da vergüenza a los niños. No, a mí tenían que mandarme a callar. Ya Sonia, nosotros queremos hablar, no cantes más. Porque yo sí quería cantar.

Yo toda la vida canté. No recuerdo que nunca nadie me dijera que fuera artista, ni de yo haber querido ser cantante nunca. Nunca lo planifiqué. Yo no soy el caso que siempre se cuenta de que luchó por la fama y sacrificó años de su vida luchando por la fama. A mí no me pasó nada de eso.

Amaury. Y entonces, ¿cómo ocurrió?

Sonia. Bueno, yo, como te digo, siempre canté. La gente que me conocía sabía que yo cantaba, porque, además, yo cantaba cada vez que tenía la oportunidad.

Cuando me gradué de bachillerato, de la secundaria, me inscribí en la Universidad a estudiar Pedagogía, mención literatura, eso era lo que me gustaba, letras, y estando ahí en la Universidad. Bueno, terminando el Bachillerato, conocí o me reencontré con una amiga que había empezado muy jovencita, era muy conocida y estaba terminando el bachillerato junto conmigo.

Amaury. ¿Quién era?

Sonia. El nombre de ella es Cecilia García.

Amaury. ¡Ah, Cecilia García!

Sonia. Una gran comediante y cantante dominicana.

Amaury. ¡Sí, cómo no!

Sonia. Y comencé con ella a meterme en el ambiente, la farándula, en el ambiente de la música. Con ella comencé a cantar “jingles”, que son los comerciales cantados y comencé, digamos, a lo que nosotros le llamamos picotear. Es decir, empecé a ganar mi dinerito cantando “jingles”. Me fui haciendo conocida en el ambiente de los músicos, de los   jingleros, de los cantantes. Entonces, ya en la Universidad, estudiando Pedagogía, Freddy Ginebra.

Amaury. ¡Gran promotor cultural dominicano!

Sonia. Sí, el papá de Casa de Teatro, que es uno de los centros culturales más importantes en la República Dominicana. Freddy Ginebra tenía un programa de televisión que era muy popular, los sábados a la una, un programa para jóvenes, bueno, él era joven también, todos éramos jóvenes. Entonces él me invitó a cantar en ese programa.

Amaury. ¿Qué cantaste?

Sonia. Yo canté una canción de los Hermanos Castro. Bellísima.

Amaury. ¿Cuál, cuál?

Sonia. Dice: (canta) Cada vez que estoy a solas / triste estoy y me doy cuenta / que sin ti (a dúo con Amaury)/ no hay ilusión ni amor.

Yo loca, yo oía música rarísima, a mí me gustaban Alicia Matarazzo y los Hermanos Castro.

Amaury. Esa canción es bien bella, pero bien difícil de cantar, una tesitura así…

Sonia. …Los Tres Ases, a mí me gustaban. A mí me gustaba la música de cierto…, toda la vida la gente ha dicho que yo canto canciones raras.

Amaury. Sí, para lo que estaba de moda, era música extraña.

Sonia. Era música extraña.

Amaury. Porque es música de calidad, además.

Sonia. Exactamente. Entonces yo me presenté cantando esa canción y ya no pude parar. Lo que te quiero decir es que al poco tiempo yo tuve que dejar…

Amaury. …Ya dejaste la Universidad.

Sonia. Sí, dejé la Universidad. Ya no podía estudiar, ya yo estaba en otra cosa. Y me hice famosa, y me hice popular sin darme cuenta. Es decir, yo no luché por ser famosa.

Amaury. Pero inclusive sin que te pasaran por la radio ya tenías un público “underground”.

Sonia. Tenía ya un público que me iba a ver a los sitios donde yo cantaba en Santo Domingo. Hasta que en el año 72, supongo, que debe haber sido por ahí, una de las más importantes compositoras dominicanas, Doña Leonor Porcella de Brea, me invitó a cantar en el Cuarto Festival de la Canción Dominicana, que celebraba la Asociación de Músicos para cantantes y bailarines que existían en esa época.

Entonces yo fui y canté una canción que se llama ¿Dónde podré gritarte que te quiero? Esa canción no ganó el primer lugar en el Festival, ganó el segundo lugar, pero nadie se recuerda de la que ganó el primer lugar.

Amaury. (risas) Suele ocurrir eso.

Sonia. Eso es tremendo. Ahí fue una cosa impresionante, yo me hice super famosa y popular. Eso fue una sensación y entonces, un amigo mío, que en esa época estaba también comenzando, igual que yo, en el mundo del disco, que se llama Bienvenido Rodríguez, que tiene ahora uno…

Amaury. …Sí, uno de los sellos disqueros dominicanos más importantes, fue el que lanzó a Juan Luis (Guerra).

Sonia. Fue el que lanzó a Juan Luis Guerra internacionalmente. Me dijo: pero vamos a grabar un disco.

Amaury. Karen Records, ¿no? ¿Ya se llamaba Karen Records ya en esa época?

Sonia. Karen Records era que se llamaba. Entonces me dijo: pero vamos a grabar esa canción. Y él tenía unas pistas que le mandaban de Buenos Aires, grabadas en Buenos Aires. Me dijo: mira a ver las que tú puedas cantar de esas pistas, busca el tono tuyo, y qué puedes cantar de esas pistas.

Amaury. ¡Qué curioso!

Sonia. Y allí estaba, Qué será de ti, altísima. Pero en esa época, imagínate tú, todavía yo no había amanecido mucho.

Amaury. Claro.

Sonia. No había respirado tanto cigarrillo.

Amaury. No habías trasnochado.

Sonia. No había trasnochado y eso está como dos tonos por encima de mi tesitura, pero yo le entré, porque imagínate, tenía unas ganas tremendas de grabar y de cantar y de lo que sea. Y así fue que comenzó todo.

Amaury. Ahora, después de tener ese éxito en Santo Domingo ¿En qué otro país es que empiezas a tener un éxito grande?

Sonia. Aquí en Cuba.

Amaury. ¿En Cuba? después de Santo Domingo, Cuba. Ah, mira, ya tú ves.

Sonia. Bueno, en Puerto Rico.

Amaury. En Puerto Rico también.

Sonia. En Puerto Rico, sí, en Puerto Rico también, primero que en Cuba, pero no tanto como aquí. No, no tanto como aquí en Cuba. Lo de aquí de Cuba fue una cosa extraordinaria. Yo siempre he creído que realmente eso estaba escrito.

Amaury. Estaba predestinado, ¿no?

Sonia. Sí, yo creo que los santos de aquí me trajeron para acá. Yo pienso que tal vez viví en otra época de mi vida, en otra vida, aquí en Cuba. Siempre he pensado eso.

Entonces, allá en República Dominicana, se celebraron en el verano del 74, los XII Juegos de los Centroamericanos y del Caribe.

Amaury. Por ahí.

Sonia. Y con la delegación cubana, que fue una delegación enorme, fue el Conjunto Folclórico Cubano.

Amaury. Conjunto Folclórico Nacional de Cuba.

Sonia. Cuando llegó la delegación cubana, que llegó el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, los organizadores de los Juegos no tenían quién atendiera a esos artistas, porque ellos estaban preparados para atender a los deportistas. No esperaban que Cuba fuera a llegar con esa delegación artística tan grande. Entonces fueron a donde Casandra Damirón. Casandra Damirón, era, le gustaba el folclor y tenía un ballet basado en el folclor, no era un ballet estilizado, folclórico estilizado. Entonces Casandra cuando se vio con esta cosa encima buscó entre sus alumnas, entre sus muchachas, entre sus hijas, sus amigas, que la ayudaran y una de esas era yo. Yo tenía mi carrito y además, me encantó la idea de andar por ahí atendiendo al Conjunto Folclórico Cubano, y me puse en esa, a atender a los muchachos. Estaba muy pegada allá y estaba ese LP pegadísimo, acabando allá en la República Dominicana. Y todos los periodistas, deportistas y artistas cubanos que fueron a esos juegos, se trajeron ese disco para acá, para Cuba. Eso fue en el verano del 74. Luego, en noviembre de ese mismo año, se celebraron allá, se celebró allá el Festival Siete días con el pueblo. Era un Festival de canción política.

Amaury. ¿Pero quién organizó ese Festival?

Sonia. Ese Festival lo organizó la Central General de Trabajadores y los artistas que estábamos comprometidos en ese momento con la izquierda, con los trabajadores, que éramos, simpatizantes, pues, de todos esos movimientos, pasamos a formar parte del grupo gestor de  ese Festival.

Amaury. ¿Quiénes estaban de Santo Domingo, por ejemplo?

Sonia. Víctor Víctor.

Amaury. Claro.

Sonia. Tommy García.

Amaury. “La Culebra”.

Sonia. Claudio Cohen, yo, Carlos Francisco Elías, Soledad Álvarez. Porque era un grupo experimental de nueva canción, que no solamente trabajábamos canciones, sino que también hacíamos unos espectáculos que incluían imágenes y sonido. Hacíamos unos eventos de solidaridad y contenido político, es decir, un grupo…

Amaury. …Eso quiere decir que siendo tú una cantante muy popular y cantando baladas y canciones…

Sonia. …Me metí en un grupo…

Amaury. …Te metiste en un grupo de Nueva Canción, ¡vaya!

Sonia. De Nueva Canción, y no como la estrella naciente, sino como una más de ese grupo. Porque yo creía que yo, por el hecho de yo ser la baladista, la bolerista más importante del país, yo no tenía méritos para venir a privar de estrella, dentro de ese grupo, que lo que estaba era cantando otro tipo de canción.

Pero ya yo estaba interesada en participar en ese Movimiento de la Nueva Canción, en cantar otro tipo de canción. Mi país estaba muy convulsionado políticamente. Estábamos luchando por la libertad de los presos políticos, el regreso de los exiliados. Estábamos dentro de los doce años de Joaquín Balaguer, que fue una etapa donde hubo mucha represión política. Los partidos de izquierda estaban proscritos, y estábamos luchando. Yo estaba metida dentro de todo ese movimiento.

Amaury. ¿Y ya habían llegado las canciones cubanas, ya habían llegado las canciones…?

Sonia. Ya habíamos escuchado al Grupo de Experimentación…

Amaury. …Sonora del ICAIC.

Sonia. Pero antes habíamos escuchado a Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Armando Tejada Gómez, Quilapayún, LLuis Llach, todo lo que nos caía, Paco Ibáñez, es decir, que estábamos envueltos, totalmente metidos en lo que era la Canción Política, la Nueva Canción.

Amaury. Y organizan este Festival.

Sonia. Y allí llegan, invitados a ese Festival, Silvio Rodríguez y Noel Nicola. Los primeros artistas cubanos que llegan a la República Dominicana, después de no sé cuántos años. Y Silvio y Noel me llevaron una invitación a mí para que yo viniera a cantar aquí a Cuba.

Amaury. ¡Ah, caray!

Sonia. Del Consejo Nacional de Cultura, y ellos son los que me explican lo que había pasado, que yo en ese momento era la cantante más popular de Cuba, y yo, ¿cómo?, pero ¿cómo es posible?, yo no entendía.

Bueno, la cosa es que yo termino Siete días con el pueblo, y con esa invitación del Consejo Nacional de Cultura fui al Gobierno dominicano a solicitar un permiso para yo venir a…

Amaury. …Sí, porque había que pedir un permiso para poder salir, para poder venir aquí.

Sonia. Sí, porque si yo salía sin permiso, después no me dejaban entrar al país, me ponían impedimento de entrada. Y yo no quería que me pusieran impedimento de entrada. Entonces yo decidí, que yo iba a venir para acá, pero también, no solamente iba a cantar esas canciones que estaban pegadas aquí, sino que también iba a cantar lo que nosotros ya estábamos cantando en el grupo Nueva Forma. Entonces invité a Víctor Víctor a  venir conmigo.

Amaury. Esa fue la primera vez, en el Amadeo Roldán.

Sonia. Sí, para que Víctor Víctor con la guitarra me acompañara, y yo poder cantar también esas canciones que yo estaba cantando.

Entonces yo vine para acá, a principios de 1975, junto con Víctor Víctor e hice una gira de veinte y pico de conciertos, acompañada por Irakere.

Amaury. ¡Ah, no, pero es que la entrada fue a lo grande!

Sonia. Eso fue tremendo, y desde ahí, desde esa época hasta ahora, pues, amores con Cuba y con los que aman a Cuba.

Amaury. Pero en aquella época también te hicieron un documental,  porque yo recuerdo que…

Sonia. ¡Sí, cómo no!, tú sales en ese documental.

Amaury. En ese documental yo salgo, debo estar esquelético, como me gustaría estar ahora.

Sonia. (risas) Bellísimo, bellísimo, con tu melena, bien flaco. Todos estaban bien flacos, todos estábamos muy flacos, y muy lindos.

Amaury. Y grabaste un disco con canciones nuestras.

Sonia. Grabé un disco que se llamó La Nueva Canción, que era mitad Nueva Canción Dominicana y mitad Nueva Canción Cubana.

En ese momento también el ICAIC quiso hacer un documental conmigo, ¿no?, y lo dirigió Juan Carlos Tabío.

Amaury. Por eso digo, Irakere por un lado y Juan Carlos Tabío por el otro, vaya, eso estaba tremendo.

Sonia. Fue un de los primeros documentales que hizo el ICAIC dedicado a una artista, solamente para hablar. Para que ese artista hablara y se expresara. Lo hicimos y dura 25 minutos, hace poco lo recuperé digitalizado, ahí en el ICAIC, estoy feliz porque tengo mi CD con eso.

Amaury. Ah, ¿lo tienes?, a ver si un día me lo enseñas. Yo no me acuerdo mucho.

Sonia. Me lo llevé a Santo Domingo y no lo traje en este viaje, pero en el próximo viaje que haga lo voy a traer.

Amaury. Después hablamos.

Sonia. Pero si no le pedimos a Ayala que nos los vuelva a grabar y nos los den en el ICAIC.

Amaury. Nos den otro. Ahora, en un momento determinado tú te conviertes también en una promotora, casi como una especie de empresaria, porque no había dinero, casi para nada, en aquel momento.

Tú seguías siendo un éxito en Santo Domingo, muy exitosa, y estabas casada con Yaqui Núñez del Risco, un gran presentador de televisión.

Sonia. ¡Cómo no!

Amaury. Un gran productor.

Sonia. Sí.

Amaury. Y empezaste a invitar a artistas cubanos a ir a Santo Domingo.

Sonia. Empezamos a invitar a artistas cubanos.

Amaury.  Que nos quedábamos en tu casa.

Sonia. Sí, porque no había dinero para hotel. Tenían que quedarse en mi casa, pero mi casa era una casa grande, y era casi como un hotel, ¿no, mi casa?

Amaury. Era un hotel y ahí comíamos unas cosas…

Sonia. …Y uno de los bares más populares de la ciudad.

Amaury. (risas) Bueno.

Sonia. Y se comía muy rico, había una vieja que se llamaba Elba, ¿no sé si te recordarás de Elba?

Amaury. Claro, la recuerdo.

Sonia. Maravillosa.

Amaury. Y yo siempre le preguntaba que cómo le echaba el coco al arroz.

Sonia. Ah, porque ella hacía el arroz con aceite de coco.

Amaury. Con aceite de coco, yo le decía: écheme un poquito de coco rallado, entonces ella me echaba un poquito de coco.

Sonia. Era maravillosa.

Amaury. Tengo muchísimos recuerdos.

Sonia. Era la cocinera de mi casa.

Amaury. Estuvimos aquella vez con Miriam Ramos, y con Ahmed Barroso.

Sonia. Bueno, en mi casa vivió Pablo Milanés, en mi casa vivió Miriam Ramos, vivió Sara González, Ahmed Barroso. Tú llegaste a vivir en mi casa también.

Amaury. Yo también,  claro, la primera vez, fue en el 78.

Sonia. También vivió en mi casa Elena Burke.

Amaury. Ahora, ¿cuándo es el momento en que tú decides probar fortuna fuera de Santo Domingo y te vas a vivir a México?

Sonia. Bueno, no que yo decidiera probar fortuna ni nada de eso, no, no.

Amaury. ¿No?

Sonia. Para nada. Yo me divorcio de Yaqui Núñez, y siento, como Yaqui y yo éramos una pareja tan popular.

Amaury. Sí, claro, era una pareja televisiva.

Sonia. Sí, totalmente mediática, yo pensé que la única manera que tenía de romper definitivamente esa pareja, esa unión y que la gente dejara de estar pendiente de nosotros dos, era que yo me fuera de Santo Domingo.

Amaury. Ah, te fuiste por cuestiones de desamor.

Sonia. Mira, como te digo, pensé que la mejor manera de terminar aquello, era yo yéndome de Santo Domingo. Y decidí entonces irme para México, pero mi plan no era ir para México a hacerme una artista famosa ni nada de eso.

«Con 2 que se quieran». Sonia Silvestre (Parte II)

«Con 2 que se quieran». Sonia Silvestre (Parte II)

Amaury. No fue buscando fama y fortuna.

Sonia. No, fue yéndome de Santo Domingo.

Amaury. Ya.

Sonia. Yo me quería ir de Santo Domingo porque yo estaba cansada de ser famosa. Yo quería estar en un lugar donde nadie me conociera, fíjate tú. En vez de salir a buscar fama y fortuna, yo lo que buscaba era anonimato.

Amaury. ¿Qué tiempo estuviste en México?

Sonia. Estuve tres años, más o menos.

Amaury. Y no empezó a mermar tu popularidad en República Dominicana.

Sonia. No fue que disminuyó mi popularidad, disminuyó, tal vez, mi presencia cotidiana y en los lugares, y en la televisión, y eso. Pero la popularidad no disminuyó, no ha disminuido, hasta ahora.

Amaury. No, todavía. El respeto que siente el público dominicano, hablar de un pueblo no me atrevo, pero el público dominicano por ti, yo lo vivo cada año que voy a República Dominicana.

Sonia. Incluso, yo, al irme, como te dije, surge toda una nueva generación de muchachas, excelentes cantantes.

Amaury. Ahora, la última gira que tú hiciste por Cuba, por lo menos, que yo recuerde, gira completa por todo el país, fue…

Sonia. …Las Tres mujeres del Caribe…

Amaury. Tres mujeres del Caribe, con Lucecita, y con…

Sonia. Sara González.

Amaury. ¿Por qué no se ha repetido una idea tan bonita como esa?

Sonia. Yo no sé, porque eso no lo organicé yo. Eso lo organizó Sara.

Amaury. O sea que Sara es la responsable de organizar la próxima gira de Las Tres mujeres del Caribe, o cuatro, o cinco.

Sonia. No sé si se podrá ya eso.

Amaury. Sí, cómo no se va a poder, Sara lo puede todo. Sara sí que tiene la misma fuerza, el mismo empuje, porque Sara es de un temperamento…, sangre pura.

Sonia. Yo, encantada, imagínate tú, eso fue histórico. Porque nosotros viajábamos con un “crew” (equipo) que incluía dos orquestas, coros, escenógrafos, sonido, luces y un equipo de filmación del ICAIC que dirigía Miriam Talavera, porque se hizo un documental bellísimo.

Amaury. ¡Cómo no!

Sonia. Que se llama, algo como Una sola voz, o algo así, no me recuerdo. Un documental bellísimo, que hizo Miriam Talavera que también recuperé en el ICAIC.

Amaury. A ver, ¿en qué momento es que tú decides involucrarte en política, como funcionaria, creo que fue con el gobierno de Hipólito (Mejías), ¿no?

Sonia. Bueno, Tony Rafful…

Amaury. ¡Gran periodista, gran escritor!

Sonia. ¡Poeta!

Amaury. ¡Un intelectual, un poeta!

Sonia. Y dirigente político, cosa muy rara. Un poeta dirigente político, son cosas que pasan en la vida.

Amaury. Aquí hay.

Sonia. Aquí hay también. Bueno, sí, tenemos a Abel Prieto.

Amaury. Y a Miguel Barnet, tenemos varios.

Sonia. Y muchos más. Bien, pues cuando el PRD (Partido Revolucionario Dominicano) gana las elecciones en el 2000, a Tony Rafful lo designan como Ministro, en esa época no era Ministro, Secretario de Cultura, y pasamos a organizar una Secretaría de Estado de Cultura, que ahora es Ministerio. Y Tony me llama a mí y me dice que quiere que yo trabaje con él. Yo trabajé antes de las elecciones en mi proyecto cultural. Y luego que gana las elecciones el PRD yo paso a formar parte, como funcionaria, de la Secretaría de Estado.

Amaury. Tienes que ver con las Casas de Cultura.

Sonia. En ese momento yo pasé a dirigir una Dirección General de Casas de Cultura. Pero ahora soy funcionaria, pero soy funcionaria de…

Amaury. Vamos a hablar, no te preocupes, vamos a hablar, vamos a llegar ahí, porque…

Sonia. Pero déjame beber agua porque tú no me has dejado mover…

Amaury. Tú te puedes tomar toda el agua que quieras, y hay café. ¿Tú quieres que te traigan café?, ¿todavía queda?, sí queda.

Sonia. Queda café.

Amaury. Queda, sí. Aquí puedes tomar café, puedes tomar agua, se puede interrumpir. Aquí no…

Sonia. Okey. Perfecto.

Amaury. No es una entrevista tan, lo que pasa que yo voy, chucu, chucu, chucu.

Sonia. (risas) ¡Óyeme!

Amaury. Tú paras, paramos, te tomas el café, mira, yo voy.

Sonia. El café.

Amaury. Es que lo curioso, cuando uno dice en cualquier parte del mundo: una cantante dominicana, uno piensa en una cantante de bachata o de merengue.

Sonia. No, espérate, la bachata ahora es que es famosa

Amaury. Sí, yo sé, yo sé. Antes era como un género menor, ¿no?

Sonia. Bueno, la bachata era, era.

Amaury. Como muy popular, ¿no?, del pueblo.

Sonia. Le decían también música de guardia.

Amaury. ¿Música de guardia?

Sonia. Sí, óyeme bien, era una música barrial, que no era aceptada por la sociedad. Entonces los guardias, no sé, yo misma no sé. Los guardias cómo que iban a los bares a beber, y se emborrachaban. Los hombres oían bachatas para amargarse.

Amaury. ¿Para amargarse?

Sonia. Sufrir.

Amaury. Me dejaron.

Sonia. Porque la bachata sistemáticamente era eso, que las mujeres eran muy malas, y que ellos estaban muy tristes. Música de amargue, también nosotros le decíamos.

Amaury. ¿Y cuándo la bachata agarra nivel, vamos a decir como aristocrático, casi, porque..?

Sonia. Yo creo que fue con Luis Díaz.

Amaury. Claro, con Luisito.

Sonia. Luis Díaz fue un investigador por vocación, porque no fue que tenía ninguna formación, este…

Amaury. Ya sabemos como era Luis Díaz, bueno, los que lo conocimos.

Sonia. No tenía ninguna formación como sociólogo, ni una formación académica para ser un investigador. Luis Díaz se interesa por eso, por rescatar la música dominicana, rescatar la música del pueblo, la música raíz. Entonces en el año 90, debe haber sido en el 90, 91, un productor de discos que se llama Cholo Brenes, un productor muy importante, que ha creado muchos de los grupos más famosos de allá de la República Dominicana, en una fiesta nos dice a Luis Díaz y a mí: Bueno ¿y por qué ustedes no hacen un disco de bachatas?, y le dice a Luis: hagan juntos un disco de bachata. Perfecto, estábamos en esa fiesta, Luis Díaz se va a su casa y a las cinco de la mañana llamó a Cholo y le dijo: tengo la primera bachata escrita para Sonia.

Entonces ellos le pusieron Tengo amargue, pero la gente inmediatamente lo identificó como bachata y yo creo que de ese trabajo surge la Nueva Bachata Dominicana.

Amaury. Y hoy la bachata es una cosa tremenda.

Sonia. Estábamos haciendo el video clip de una de esas bachatas, que se llama Mi guachimán. Guachimán es la manera que nosotros tenemos para decirle a los vigilantes privados. Viene del inglés, que es “watchman”. Los dominicanos les decimos guachimán.

Amaury. Guachimán (risas).

Sonia. Y en plural, en plural los guachimanes.

Amaury. Los guachimanes (risas).

Sonia. Entonces Juan Luis va adonde nosotros estamos haciendo el video clip de esa bachata.

Amaury. ¿Juan Luis Guerra?

Sonia. Sí, Juan Luis Guerra, va acompañado de un periodista muy importante dominicano, que se llama Juan TH.

Amaury. ¡Hombre, amigo querido!

Sonia. Ellos van a ver donde nosotros estamos haciendo el video clip de esa bachata. Y Juan Luis dice: ¿Y qué es eso? Entonces le explicamos que eso es bachata.

Al poco tiempo, después de todo ese éxito, de toda esa renovación de la bachata popular, Juan Luis sale entonces con sus bachatas, y hace el disco que fue el gran éxito internacional, que se llamó Bachata Rosa, que viene además de un chiste, porque nosotros decíamos que las bachatas de Luis eran rojas. Y las de Juan Luis, rosas, por ahí viene todo.

Amaury. ¡Qué bárbaro!, bueno, a ver. Hablemos de tus amores.

Sonia. ¡Ay, Dios mío!

Amaury. Tú eres una mujer muy pasional. No te voy a contar cuántas veces te has enamorado, porque para qué vamos a llegar ahí.

Sonia. Yo ni me acuerdo.

Amaury. (risas) Pero tú tienes, hace muchos años un matrimonio con un venezolano.

Sonia. Sí.

Amaury. Además.

Sonia. Un fotógrafo venezolano, hace 28 años.

Amaury. Hace 28 años.

Sonia. No, juntos estamos desde hace 28 años. Tenemos dos hijos, uno de ellos estudia aquí en la Universidad de La Habana, y una hija tenemos. Un varón y una y hembra. Pero nos casamos en el, déjame ver, nos casamos en noviembre del 2009.

Amaury. Ah, bueno el otro día. ¿Y por qué decidieron formalizar una relación que ya estaba formalizada por el corazón?

Sonia. Yo misma no sé. Pero creo que ha influido un poco el hecho de que yo soy diplomática.

Amaury. Ahí estamos, ahí vamos a llegar entonces.

Sonia. Entonces, ya, para formalizar los pasaportes diplomáticos y la cosa. Ya me advirtieron en Cancillería allá en República Dominicana que se veía muy mal que una diplomática, es decir, por ejemplo, si yo quiero vivir aquí con mi esposo, con José, con mi marido.

Amaury. Sí, si, sí.

Sonia.  Que no estemos casados ya podría provocar ciertos comentarios. Tú sabes que el mundo diplomático es muy formal, y nada, decidimos casarnos.

Amaury. Pero ¿cómo terminó entonces Sonia Silvestre siendo Ministra Consejera de la embajada de la República Dominicana en Cuba?

Sonia. Bueno, muy simpático.

Amaury. Porque ahora tú vives en Cuba y en Santo Domingo.

Sonia. Si, en los dos lados, muy simpático. Mi hijo se gradúa de la secundaria y me dice que quiere estudiar Biología. En la República Dominicana lamentablemente no hay un gran desarrollo científico. Yo arranco para la embajada cubana en Santo Domingo a hablar con la Ministro Consejera encargada de las becas. Frescura mía.

Amaury. La amistad tuya con Cuba.

Sonia. Claro. Ella llamó a Cuba e inmediatamente le dijeron que sí, que cómo no, que claro.

Amaury. Claro, una amiga como tú, que cosa.

Sonia. Entonces nada, para acá yo traje a mi hijo, lo dejé aquí el 8 de septiembre del 2008, estudiando ahí en la beca, ahí en 12 y Malecón. Y entonces tengo un amigo que tiene un puesto muy importante en el gobierno de Leonel Fernández.

Amaury. Actual Presidente.

Sonia. El Presidente actual, y yo lo llamé por teléfono, y le dije: Mira, yo necesito que tú me ayudes, le digas al Presidente Leonel Fernández, que me tiene que nombrar en algo, en la embajada dominicana, porque yo necesito estar ahí, porque yo acabo de dejar a mi hijo en La Habana estudiando en una beca en Cuba. Y al otro día me llamó ese amigo y me dijo: Óyeme, mándame todos tus datos. Digo: ¿Y para qué tú quieres mis datos? Yo estoy pensando que me va a abrir una investigación o algo así.

No, no, es para escribir ya el decreto nombrándote en la Embajada Dominicana allá en La Habana, digo yo: ¡Cómo, pero tan rápido! Dice, sí, sí.

Amaury. ¿Y ya?

Sonia. El Presidente dijo que sí.

Amaury. ¿Tan sencillo?

Sonia. El Presidente dijo que sí, que cómo no, pero claro. Yo le había dicho: Bueno, nómbreme de Agregada Cultural o de lo que ustedes quieran y me dijeron, no, pero Agregada Cultural, no. Nosotros te vamos a nombrar Ministro Consejera encargada de Asuntos Culturales.

Amaury. Bueno, Sonia, hay una última pregunta. Los programas se acaban, a mí me encantaría. Yo estoy así, disfrutando, quiero mucho a tu país, tú lo sabes.

Además muchos artistas cubanos le debemos una parte importante de nuestro desarrollo artístico a la República Dominicana. Es un país donde las personas no olvidan, y eso es un país grato.

Sonia. Hay una afinidad histórica entre nosotros.

Amaury. Sí, pero tú sabes que hay veces que uno va a un sitio, y después uno se desaparece y la gente te olvida.

Sonia. Yo leí en una entrevista que le hicieron a Silvio y Silvio lo definió muy bien. Nosotros somos primos.

Amaury. Claro.

Sonia. Nosotros somos como unos primos. Es más, la mayoría tenemos en nuestras raíces, una buena parte, familiares cubanos y familiares dominicanos, antecedentes. Y en la historia tú sabes que así es, desde Hatuey.

Amaury. Claro.

Sonia. Que vino desde allá huyendo.

Amaury. Que venía con un grupo de indios, Hatuey y Máximo Gómez.

Sonia. Máximo Gómez. Hay una cosa que ustedes no saben, por ejemplo, que Julio Antonio Mella es nieto de uno de los Padres de la Patria Dominicano, de Ramón Matías Mella. Y Mariana Grajales, es hija de dominicanos, nacida en Santiago de Cuba. Y por ahí, aquello sigue que eso da gusto.

Amaury. Una gran relación.

Sonia. Que, es que estamos muy ligados, y nos llevamos muy bien por eso.

Amaury. Ahora que tú compartes tu vida, tú vida real. Es decir, tú tienes una casa aquí, tienes una casa en Santo Domingo. Vives aquí, vives allá, viajas constantemente. Estás una buena parte del tiempo aquí, con tu hijo, estás una buena parte de tu tiempo allá, con tu carrera musical, que no ha cesado.

Sonia. No.

Amaury. O sea, porque no es que tú has abandonado una cosa para dedicarte a otra, ¿no?, tú has podido congeniar, como tantos otros en la historia, la vida diplomática con la vida intelectual, con la vida artística.

Sonia. Sí, tal vez menos intensa, o tomo más suave la parte artística. Como que puedo espaciar más las actuaciones.

Amaury. Claro, con más reposo.

Sonia. Como por ejemplo, ahora, en Santo Domingo, para el 14 de febrero, que es la época de la fiesta de los enamorados. Yo fui y tuve una pequeña gira, y estuve el día 11 en el Maunaloa; el día 12, en San Francisco de Macorís; el día 13, en Puerto Plata, y el día 14 en Santiago de los Caballeros. Hice cuatro conciertos en diferentes lugares dedicada a los enamorados. Y eso lo hago con cierta frecuencia, ¿no?

Amaury. Sí, pero yo quería llegar a este punto. Cuando tú estás en Santo Domingo y piensas en Cuba ¿cómo nos ves y cuándo estás en Cuba y piensas en República Dominicana ¿cómo ves a la República Dominicana?

Sonia. Yo sí que de verdad, como dijo Alejandro Sanz, yo sí que tengo el corazón partido en dos pedazos. Porque, bueno, no sólo porque tengo un hijo aquí y una hija allá y mi marido allá, sino porque de verdad, cuando estoy allá, me hace una falta grandísima La Habana. Quiero muchísimo a Santiago de Cuba también, no se pongan los santiagueros bravos.

Amaury. Son celosos los santiagueros.

Sonia. Quiero muchísimo a Cuba completa, pero La Habana, vaya, mi hermano, no tiene comparación. El olor de La Habana y las calles de La Habana, el Malecón de La Habana, La Habana Vieja, Obispo, La Plaza Vieja, y Eusebio Leal, y Sara González, Amaury y Silvio.

Amaury. Tus amigos.

Sonia. Y Pablo, yo me vuelvo loca, yo soy muy feliz aquí. El ambiente artístico y cultural que hay aquí, es muy intenso, y me hace muchísima falta. Mucha, mucha falta. Cuando estoy allá la extraño, cuando estoy aquí extraño también mi país. Extraño mi comida, extraño mi casa, extraño a mi marido, extraño a mi hija, extraño a mis hermanos. Me hace falta estar allá para cantar, porque cuando estoy allá trabajo, canto, me hace falta Casa de Teatro, por ejemplo.

Amaury. A todos nos hace falta Casa de Teatro.

Sonia. Pero nada, yo ya estoy acostumbrada, tengo el corazón partido. Tengo un pedazo aquí, un pedazo allá y estoy planificando un disco, además. Un disco que se va a llamar así; Aquí y allá. Y quiero poner la mitad de temas cubanos, y la mitad de temas dominicanos. Y también quiero ver, no sé cómo se puede hacer, no sé cuál es el mecanismo, para yo poder tener un grupito de músicos con los que yo pueda ensayar mi repertorio y entonces cuando me llamen a cantar, yo, con mis músicos.

Amaury. Ya esa es una palabra muy criolla, mecanismo, crear el mecanismo.

Sonia. Viste, óyeme, que yo estoy asimilando a Cuba.

Amaury. Crear el mecanismo.

Sonia. El mecanismo.

Amaury. Yo te voy a ayudar a crear el mecanismo.

Sonia. ¿Tú me vas a ayudar?

Amaury. En la medida de mis posibilidades.

Sonia. Me parece muy bien, perfecto.

Amaury. No sé si puedo crear la máquina, pero, por lo menos, después que tengamos la máquina, el mecanismo. Te quiero mucho, Sonia, muchas gracias.

Sonia. Y yo también a ti.

Amaury. Gracias por haber venido.

Sonia. Gracias por invitarme, para mí es un honor estar en este programa. De verdad que cuando me invitaste, yo, pero, claro, muchas gracias. Yo voy a presumir mucho de que yo estoy en este programa. Y voy a llamar a todo el mundo en Santo Domingo, me tienes que decir cuándo va a salir al aire, ¿eh?

Amaury. ¡Cómo no, cómo no!

Sonia. Yo estoy, muy, muy comparona y muy orgullosa de estar en este programa. Muchas gracias.

Amaury. Yo te quiero mucho, te adoro mamá. Un besito para ti.

Sonia. Y yo a ti, mi vida.

Amaury. Cuídate mucho, nos vemos pronto, con el mecanismo.

Sonia. Mira, el mecanismo.

Amaury. Hay que crear el mecanismo.

Sonia. Gracias, muchas gracias.

«Con 2 que se quieran» Manolo Micler (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Manolo Micler (Parte I)

“Nosotros no hacemos folclor, el folclor lo hace el pueblo”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí en 5ta. Avenida y calle 32, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña una gran personalidad de la cultura: bailarín, coreógrafo, y director general del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba.

Muchas veces la gente me ha dicho: cuando llevas a algún bailarín, nada más estás llevando a personas del Ballet Clásico. Bueno, pues hoy estamos satisfaciendo los gustos y el interés de las personas que se preocupan por otros movimientos danzarios. Y sobre todo el folcor, que es tan importante y consustancial, utilizando esa palabra que me gusta tanto, a la naturaleza del cubano: Manolo Micler.

Manolo, bienvenido, muchas gracias por haber venido.

Manolo. Gracias por invitarme.

Amaury. No, es un deber, es más, tenía que haberlo hecho antes, es la realidad. Yo quiero empezar, porque María de los Ángeles García, relacionista pública del Conjunto Folclórico, me hizo llegar, por cierto, muy bien impreso, este programa del 45 aniversario del Conjunto Folclórico del año 2007. Y hay una cita en él, que hace Rogelio Martínez Furé sobre Fernando Ortiz que la incluyó aquí, donde dice: “Ciencia, conciencia y paciencia en la defensa e ilustración de nuestra cultura popular tradicional”. ¿Qué quiso decir Don Fernando cuando dijo eso?

Manolo. Ese principio, te digo, es una máxima del Conjunto Folclórico Nacional. Ciencia porque para nosotros poder hacer nuestros espectáculos hay que realizar un trabajo de investigación.

Conciencia, porque hay que hacerlo a plenitud de lo que estamos haciendo y de asumir todas nuestras tradiciones, es lo que yo interpreto de esta ciencia, conciencia y paciencia. Como dice Obbatalá, humildad y paciencia.

Paciencia para poder rescatar y para poder llevar a cabo todos nuestros propósitos. Esa es una máxima del Conjunto.

Amaury. Ahora, cuando hablaste de Obbatalá, me estás llevando a la siguiente pregunta, sobre todo para saber qué terreno camino. ¿Tú eres un iniciado, tú eres una persona religiosa?

Manolo. Yo soy un iniciado hace 21 años en el Culto de los Orishas. Mi Orisha, del cual soy iniciado, soy hijo de Yemayá.

Amaury. Perdona que te interrumpa, pero aquí tuvimos una invitada, que no voy a decir el nombre por ética, que es una persona que está iniciada también en los cultos afrocubanos y dijo el nombre de su Orisha, sea dicho el Santo, y después me llamó y me dijo que editara el nombre de su santo porque se aprovechan y le hacen daño. No es tu caso ¿verdad?.

Manolo. No es mi caso, te lo puedo decir ahora mismo si así lo quieres, te lo digo: mi nombre verdadero es Nicolás Manuel García Micler. Posteriormente me pusieron Manolo Micler, Micler es el apellido de mi madre, y quise perpetuarlo. Y mi nombre más profundo es Omii Tomi, al que el agua lo favorece, el favorecido por las aguas.

Amaury. Ahí está, bueno, por eso es lo de Yemayá.

Manolo. Sí.

Amaury. Ahora, el maestro Furé ha dicho, y a mí me parece muy importante esa sentencia, y creo que no lo estaba circunscribiendo solamente al mundo de la danza, sino a la cultura toda. “No olvidemos jamás nuestros orígenes porque el mundo está lleno de imprevistos”

Manolo. Bueno, a mí me parece que eso es fundamental. Uno tiene que reconocerse, reconocer sus ancestros, reconocer sus raíces, reconocer donde uno nace, para entonces poder enfrentar con mejores armas lo que nos depara el porvenir.

Amaury. Claro, es lo que decía el maestro Furé, ¿no?, el imprevisto. La vida no es más que una secuencia de imprevistos, lo que va a pasar mañana, lo que va a pasar pasado mañana. Uno lucha para tener eso lo más controlado posible.

Manolo. Exactamente.

Amaury. Ahora, ¿cómo se crea, cuándo se crea y por qué se crea el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba?

Manolo. El Conjunto Folclórico Nacional de Cuba se funda en 1962 por Rogelio Martínez Furé, etnólogo y por el coreógrafo mexicano Rodolfo Reyes.

En Cuba como tú conoces, no había una institución que fuera capaz de recoger todas estas tradiciones creadas por nuestro pueblo y llevarlas a la escena con todas las exigencias más modernas del teatro. Entonces, la labor del conjunto, inclusive, no ha sido solamente esta presentación de espectáculos, sino de hurgar, de investigar, de rescatar todas esas tradiciones creadas por nuestro pueblo.

Amaury. Pero en aquellos inicios tienen que haber estado rondando el Conjunto los espíritus bienhechores de un Don Fernando Ortiz, o de una Lidia Cabrera, de los etnólogos de la época. ¿Tú crees que esa comunión de espíritus bienhechores protejen al Conjunto?

Manolo. Por supuesto, toda esa tradición, pudiéramos decir, heredada de los padres de los estudios afrocubanos, están rondando en el Conjunto Folclórico. Rogelio fue alumno de Fernando Ortiz, de Argeliers León, de María Teresa Linares, que también fue directora de la Compañía en determinado momento. Todas esas personas nos están rondando constantemente e impulsándonos a hacer cada día nuestro trabajo. Y, por supuesto, inspirándonos en la seriedad, en el amor con que ellos trabajaron.

Amaury. ¿Y de dónde salieron los primeros bailarines que llegaron al Conjunto?

Manolo. Los primeros bailarines del Conjunto fueron personas muy humildes: lavanderas, zapateros, actores, por supuesto, porque también había profesionales, personas de muy humildes cunas, pero profundos conocedores de todas nuestras tradiciones.

Amaury. En los solares.

Manolo. En los solares, en los toques de santos, en el campo, en los bailes populares, bebieron de esa sabiduría, de ese patrimonio tan inmenso que nuestro pueblo ha creado.

Amaury. Manolo, y tú crees que esa primera hornada de bailarines que llegaron al Conjunto, no sé si te acordarás de algunos nombres, pero seguramente estarán allí gentes muy importantes y entrañables, porque Zenaida Armenteros estaba ahí desde el principio.

Manolo. Zenaida Armenteros, por supuesto, que es un icono para nosotros, esa es una figura que…

Amaury. …Para la Patria…

Manolo. …Para todos nosotros. Y de la segunda generación está, Silvina Fabart, está Johannes García, está Alfredo Ofarrill, que fueron intérpretes importantes de la Compañía que fueron de la generación nuestra. Como también puedo decirte que Ana Luisa Cáceres, también forma parte de esta segunda generación que se dedicó, lamentablemente por muy poco tiempo, a la coreografía, pero que tuvo sus resultados en la creación coreográfica.

Amaury. Ahora, será quizás por esa formación humilde de la que me hablabas que llegaban personas que trabajaban en labores prácticamente domésticas y que les llegaba esta necesidad de bailar por la sangre, por el barrio. ¿Quizás será por eso que el Conjunto se identifica, primero que todo, con los bailes afrocubanos? ¿Será por eso? Al principio, yo te hablo al principio, cuando no habían escuelas todavía.

Manolo. No habían escuelas, y te digo, estas personas conocían estas manifestaciones de su medio, pero no todos eran iniciados. Yo te puedo mencionar algunas bailarinas, como por ejemplo, Carmen Duquesne, que no era iniciada, o Nancy Zamora, que tampoco era iniciada y así sucesivamente te puedo mencionar varias personas. Efectivamente, la mayoría eran iniciados, como era Nieves Fresneda, Lázaro Ross, mi padrino, Margarita Ugarte, mi madrina. O sea, eran personas que eran iniciados, no te puedo negar. O Gregorio Hernández, iniciado, que era Abbakuá, o Juan de Dios Ramos, o sea, personas que sí aprendieron de su medio, por eso yo me considero afortunado, porque pude beber de la mano directa de estas personas que conocían profundamente nuestras tradiciones.

Amaury. Pero, qué ocurre cuando hoy uno ve el Conjunto, no es mi caso, como tú sabes, pero para muchas personas del público seguramente sí, ven primero una ausencia palpable, es muy visible, de que no hay personas de raza blanca en el Conjunto, y eso da la impresión como de que el Conjunto Folclórico solamente se dedica al baile puramente africano, desdeñando otras manifestaciones de la Cultura Cubana como pueden ser la música campesina, la música vernácula en todo sentido, el bolero, en fin, otras manifestaciones que ustedes tienen la obligación, y por supuesto, el deber de llevar al escenario.

Manolo. Mira, Amaury, eso no es tan exacto, no es tan exacto.

Amaury. ¡Qué bueno, qué bueno que no es tan exacto!

Manolo. Eso no es tan exacto. Yo te puedo decir, hablándote de la actualidad; en la actualidad hay muchos blancos, por supuesto, provenientes de las Escuelas de Arte, pero siempre, desde el inicio hubo personas de la raza blanca que estuvieron. Mínimo…

Amaury. ¡Tú!.

Manolo. Yo, por ejemplo, que soy de la generación del año 66. Pero es verdad, al principio había muchos negros, realmente, en esos momentos, la gente que dominaba más los bailes era por tradición familiar, y entonces los que tenían más tradiciones de estas raíces, por supuesto, eran gente negra, los negros y los mulatos. Ahora, con relación a los espectáculos el Conjunto, siempre, desde sus inicios, se manifestaron las dos raíces de nuestra cultura, o sea, la proveniente de Europa y la proveniente de África. Porque te puedo mencionar, el primer ciclo, el ciclo Yorubbá, era de los Dioses, un ciclo dedicado a los Dioses, a los Orishas. Después el ciclo Congo, pero antes de bailar el ciclo Congo, se tocaba o se bailaba una contradanza, para ver el mundo de los dominados y de los dominantes. Y entonces, ya el tercer espectáculo, que era el ciclo rumba y comparsa, era la síntesis de ambas culturas, de ambas tradiciones.

Amaury. Pero ¿tú podrías arriesgarte a decir en televisión que el Conjunto Folclórico Nacional fue uno de los primeros, -no estaba creada Danza Contemporánea en esa época, solamente estaba el ballet-, que fusionó en el escenario las dos culturas, la ibérica y la africana?

Manolo. Yo, no tanto, no puedo asegurarlo, no puedo aseverarlo. Pero lo que sí te puedo decir es que desde 1962, el Conjunto estuvo y estuvieron presentes las dos raíces fundamentales de nuestra cultura popular tradicional.

Amaury. Entonces, ya hemos dejado algunas interrogantes que normalmente el público tiene, y que nosotros tenemos el deber, ¡qué deber!, la obligación de aclarar en un programa como este.

Quiere decir, no hay que ser religioso exactamente para…

Manolo. …Para nada…

Amaury. …formar parte del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, una, y no importa el color de tu piel.

Manolo. Dice al maestro Don Fernando Ortiz que no es un problema de natura sino de cultura, de asumir de dónde tú vienes. Por eso la máxima esta que tú me mencionabas de Rogelio Martínez Furé.

Amaury Sí, sí.

Manolo. De no olvidemos jamás nuestros orígenes.

Amaury. Exactamente, bueno ya dichas y aclaradas algunas cosas, vamos a ir a un lugar mucho más entrañable, que es ¿dónde tú naciste exactamente?

Manolo. Bueno, yo no te voy a comenzar a hablar del día exactamente en que yo nací, ni dónde nací. Te voy a decir basándome en una filosofía, la filosofía de los Yorubbá.

Antes de yo nacer, Oloddumare, el Dios creador, mandó a buscar a mi Eleddá, mi Eleddá es mi alma. Y mi Elerí, mi cabeza, escogió mi destino. Y por supuesto, como yo estaba apurado, porque parece que uno escoge la vida buena o la vida mala. Parece que la vida que yo escogí no estaba muy buena que digamos, y entonces me apuré en nacer y nací siete mesino.

Amaury. Ah, caray.

Manolo. Nací el 10 de septiembre de 1946, en un barrio de los llamados marginales, aledaño a la Virgen del Camino. En el barrio donde yo nací, le decían El Callejón, en el barrio de Los Ángeles, le decían El Callejón, allí no había pavimento, era de tierra. Y era una cuartería que fue hecha con la madera que quitaron del hospital Reina Mercedes, que hicieron esa cuartería y se la alquilaban a la gente. Un barrio muy pobre.

Amaury. ¿Tu entorno familiar, quiénes lo conformaban, cuántas personas eran en tu núcleo, allí, en ese cuartón?

Manolo. Bueno, mi familia es bastante extendida, es bastante amplia, muy grande. Pero…

Amaury. …Las personas que estaban muy cerca de ti.

Manolo. Bueno, mi madre, mi madre tuvo cinco hijos, cuatro varones y una hembra, yo soy el más pequeño. Muy pobres, extremadamente pobres, pero mi madre era una persona de mucho rigor, muy fuerte de carácter. Mi madre era una persona que tenía muy bajo nivel de escolaridad, no llegó a sexto grado, pero sí nos inculcó todos esos valores éticos y morales que tenemos en la actualidad.

Amaury. Tenía un alma elevada.

Manolo. Elevada, por supuesto.

Amaury. ¡No tenía una escuela, pero tenía un alma elevada!.

Manolo. Exactamente

Amaury, ¿Y cuándo tú piensas que bailar profesionalmente, era una posibilidad para ti? Porque tú veías la televisión y ahí salían Alberto Alonso, Sonia Calero…

Manolo. No, yo veía eso, por supuesto, no en mi casa, en casa del vecino porque yo no tenía televisión, pero puedo decirte que yo, después que participé en la Campaña de Alfabetización, y cuando regreso, me beco. Saliendo de la beca, voy a buscar a un amigo mío…

Amaury. ¿Te becas en una de estas becas para estudiar solamente?

Manolo. Sí, para estudiar.

Amaury. A mí me pasó igual.

Manolo. Y cuando salgo de pase, voy a buscar a un amigo mío y me dicen: está en Los Marmolistas, el local de un sindicato, cuando llego, había un grupo de aficionados que dirigía la maestra Graciela Chao y faltaba un bailarín.

Amaury. ¿Sobre qué año estamos hablando, Manolo?

Manolo. Estamos hablando del año 63, 1963. Y entonces faltaba un bailarín y me dicen: ¿tú te atreverías a bailar La Troika? Dígole, sí, cómo no, a ver, ¿cómo es?, era muy sencillo el paso de La Troika y la coreografía era bien sencilla. Y fue mi primera función en el Liceo de Guanabacoa. Y a partir de ese momento decidí que la danza iba a ser mi destino final.

Amaury. Fue como una iluminación.

Manolo. Sí, ahí ya, ahí, hablé con mi mamá, le dije: dejo la beca, me pongo a trabajar. Y dejé todo, porque sabía que eso iba ser, eso era lo que yo quería ser.

Amaury. Sí, sí, eso está muy bien, pero tú me hablas de una mamá, buena madre, generosa, recta, llena de virtudes. Pero uno no llega a una cuartería en un barrio cerca de la Virgen del Camino, y le dice a la mamá: yo quiero ser bailarín y ella le dice ¡ay, que bueno!

Manolo. No, no, por supuesto. Cuando yo decido dejar la beca, le digo: Mira, mima, voy a dejar los estudios porque voy a empezar a bailar en tal grupo. Y me dijo: ¿pero no es ballet, verdad? No, no, mima, no es ballet, es una danza folclórica, danzas rusas, latinoamericanas. Dice: Ah, bueno, está bien.

Amaury. ¡Qué cosa! Y tú sabes que yo recordaba, y te voy a hacer la pregunta ahora. Cuando tú me nombraste los bailes de la época. Yo digo, ¿por qué tú crees que muchos de esos bailes ya hoy están en desuso? El cha cha cha, la gente no baila boleros, la gente no baila danzón en líneas generales.

Manolo. Bueno, en sentido general, primeramente yo creo que los lugares donde se baila ese tipo de música, han disminuido, esa es en primera. Y en segunda, que los medios masivos -me perdonan-, pero están haciendo hincapié…

Amaury. No, no, te perdonan, dilo.

Manolo. Están haciendo hincapié en otras cosas, otros tipos de música, yo no estoy en contra de ningún tipo de género, ni ningún temor, porque por suerte, nuestro pueblo siempre ha asimilado todos los ritmos foráneos y los ha transformado en cubanos. O sea, que no es un tipo de temor, pero sí yo veo que se abusa, digamos, del regetón y no tengo nada en contra del regetón.

Amaury. No, no, ni yo tampoco.

Manolo. Pero no hay un equilibrio, yo creo que es falta de equilibrio.

Amaury. Ahí está, esa es la palabra, equilibrio. ¿Qué tiempo tú bailaste, qué tiempo fuiste bailarín, cuántos años?

Manolo. Yo bailé hasta 1982. Desde 1966, o sea.

Amaury. ¿Entraste en el Conjunto?

Manolo. En el Conjunto en el 66. Pero hay una cosa muy importante. Es que desde que yo entro al Conjunto, sin tener una conciencia clara, me di cuenta que el bailarín, como bailarín iba a tener una vida muy corta.

Amaury. Claro, porque normalmente los jóvenes no piensan eso.

Manolo. No, el bailarín, es muy efímera su carrera, y entonces lo que hay que prepararse para eso. Y yo, desde que entré, comencé a anotar, a mi forma y manera.

Amaury. Ah, por qué tú tienes una manera muy particular de…

Manolo. Yo anotaba las coreografías y de esa manera me aprendí el repertorio de aquel momento y eso me permitió después ser ensayador. Y entonces también me preocupé por aprender todos los bailes, masculinos y femeninos. Y eso me permitió ser profesor, y empecé con Rogelio Martínez Furé, no me perdía una conferencia de Rogelio por nada y empezamos a trabajar juntos en los grupos de teatro, en el Teatro Guiñol, en el Grupo de Tito Junco. He trabajado con diversos grupos de teatro impartiendo clases. También, por supuesto, en las escuelas de arte. Pero en esos inicios yo me hice maestro, como se dice, aprendiendo.

Amaury. ¿Y tú crees que ese interés que tú tenías, Manolo, ya desde joven, es una cosa que tú has podido transmitir hoy, y yo voy a hacer un salto, a los muchachos que llegan jóvenes al Conjunto salidos de las Escuelas de Arte?

Manolo. Yo pienso que eso es fundamental, cualquier persona que tenga una responsabilidad en nuestros medios tiene que tener esa responsabilidad de transmitir sus conocimientos.

Desafortunadamente todo el mundo no puede ser maestro, porque hay quien es muy buen intérprete, pero no tiene la posibilidad de transmitir los conocimientos.

Yo, gracias a Oloddumare y a Yemayá, pues tengo esa posibilidad de transmitir mis conocimientos. Y siempre estoy insistiéndoles a los jóvenes, que se preparen para el futuro, para mañana, para cuando ya no tengan fuerzas, ni puedan pararse en la escena por un problema de presencia física. Hay que prepararse. Además, nosotros hay una cosa muy importante, que es el lugar donde tú trabajas, que tienes que preparar esa cantera para que eso se mantenga y sea cada día mejor.

«Con 2 que se quieran» Manolo Micler (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Manolo Micler (Parte II)

Amaury. Ahora, el momento ese del retiro. Hay gente que dice: sufrí cuando tuve que retirarme porque yo quería seguir bailando, pero estas piernas no dieron más. Y hay otras personas que dicen, piensan o sienten: Ay, ya esto se acabó, qué alivio, a comer, a engordar y a vivir. ¿Cómo fue tu caso?

Manolo. Bueno, tengo que decirte que en la mayoría de los casos cuesta mucho trabajo que el bailarín asuma el momento de decir adiós. Pero yo, en el caso mío, yo soy un bicho raro en este sentido. Dije, es preferible que la gente me diga ¿por qué te retiraste?, a que comenten: ¿Y este, hasta cuándo?

Amaury. ¿Cuándo se va a retirar?

Manolo. ¡¿Cuándo se va a retirar?! Entonces yo eso lo tuve claro, y me retiré, creo que en el momento justo. En el momento que estaba en plena capacidad, y además yo tenía una inclinación muy marcada hacia la creación coreográfica. Me gustó mucho.

Amaury. ¿Y ya siendo bailarín lo habías hecho?

Manolo. Siendo bailarín lo había hecho. Mi primer trabajo fue en 1974, hice un Zapateo. Yo me siento privilegiado, un hombre realizado en el sentido que he asumido toda la cultura popular tradicional. Y realmente he hecho de todo; música popular, danzas de los Orishas, bailes congos, La danza de los apalencados. O sea, que yo…

Amaury. Los Apalencados, esa es una obra muy, muy fuerte y muy popular.

Manolo. Sí, sí. La danza de Los apalencados, es una obra que ha impresionado en todos los lugares donde nos hemos presentado en el mundo entero. En todas partes que el Conjunto ha ido, ha tenido mucho éxito.

Amaury. Es que es bueno también recordar, aunque en este programa normalmente no hacemos este tipo de promociones, que el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, es uno de nuestros grupos artísticos que más países ha visitado. No sé si quedan países…

Manolo. Bueno, yo te digo, yo soy bastante malo con los números, pero te puedo decir que más de 80 giras internacionales ha hecho el Conjunto. Yo creo que nos queda Australia y algunos países asiáticos que no hemos visitado. Pero hemos visitado muchos países de Europa, de América, del Sur y del Norte, del Centro, y el Caribe.

Amaury. Y África.

Manolo. Y África, hemos estado en giras artísticas por Angola, Mozambique, Ghana, Zambia,  Argelia, quisiéramos ir a más.

Amaury. Yo creo que África es indispensable para el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, es absolutamente indispensable. Y tú me decías hace un ratico, Manolo, de tu manera muy particular de hacer coreografías. Cuando tú dices; mi manera muy particular, es  ¿cómo se hace una coreografía?

Manolo. Bueno, lo primero.

Amaury. ¿O cómo la haces tú?

Manolo. Bueno, yo pienso que, lo primero, querer ser coreógrafo, gustarte hacerlo. En segundo, tener el rigor para estudiar, porque sobre todo en nuestras tradiciones, nosotros tenemos que, a la hora de coreografiar, tener bien claro la danza original como es, su coreografía y a partir de eso, desarrollarla. No traicionar la esencia folclórica. Pero eso sí, no desechar la posibilidad de la innovación. De agarrar las técnicas de otras manifestaciones que puedan servir para magnificar, para engrandecer, para hacer sentir orgulloso a nuestro pueblo de sus tradiciones. Además, tener presente las tendencias que hay en el mundo en la actualidad desde el punto de vista coreográfico, nosotros no podemos vivir de espaldas a la realidad, porque nosotros mismos estamos cambiando constantemente.

Amaury. Es que no pueden convertir el ballet folclórico en una cosa museable.

Manolo. Claro, en un museo, y ese es el objetivo del Conjunto desde sus inicios. El Conjunto no es un museo, porque nosotros no hacemos folclor, el folclor lo hace el pueblo. Una rumba no está hecha para ser puesta en un escenario, es para gozar en el solar.

Amaury. Claro.

Manolo. O, por ejemplo, las danzas dedicadas a Yemayá son para comunicarse con los Orishas en un toque de Santo.

Amaury. A ver, pero voy a seguir curioseando, para yo estar tranquilo y para irme para mi casa esta noche con la tranquilidad de que sé un poquito más del folclor. En el Ballet Clásico hay una serie de pasos, cada paso tiene nombre, tienen sus nombres, nombres devenidos del francés, prácticamente todos.  Cada uno de esos pasos que uno ve, cuando uno ve el Conjunto Folclórico, ¿tienen nombres también?

Manolo. Bueno, hay algunos nombres, por ejemplo, sobre todo los toques, y uno identifica, digamos, determinados pasos con el toque que hace el tambor. Digamos, el chachá lukafú.

Amaury. A ver.

Manolo. Chachá lukafú es un paso que es común para todos los Orishas y cambia la gestualidad. Es un paso muy sencillo, bueno, entre comillas sencillo, no es tan fácil. Pero que cambia la gestualidad en dependencia de, si es Oggún, hace como si estuviera cortando, si es Changó, pues atrayendo los rayos y llevándolo a la pelvis, si es Yemayá es ese mismo paso, pero con movimiento de la falda que simboliza el movimiento del mar.

Amaury. Sí, pero cuando tú dices vamos a hacer aquí Oggún y empieza el toque, ya los bailarines saben que va.

Manolo. En dependencia del toque que sea, porque cada paso, o sea, yo puedo en determinado momento, como por ejemplo, yo acabo de hacer en Eshu, una coreografía que lleva un Pas de trois que yo hice, de Eleguá, la entrada de los Eleguá no es con un toque específico de Eleguá. Sino yo escogí otro, que por la riqueza de ese toque, yo lo cogí para la entrada. Y ahí me apropio de las técnicas de danza moderna y se lo aplico.

Amaury. ¿Y tú no tienes que pedir permiso a entidades divinas para eso?

Manolo. Para nada.

Amaury. No tienes que ir a tu altar y…

Manolo. …No, dice el folclor, la amistad a un lado y el ñañigo por separado. Una cosa es Manolo religioso y una cosa es Manolo artista, aunque para mí eso sea fuente de inspiración. Aunque para mí eso sea la vida. Eso no tiene nada que ver.

Amaury. Pero no tienes que pedir permiso cada vez.

Manolo. No, para nada.

Amaury. Voy a violentar esto, voy a hacer lo otro.

Manolo. No, no, eso son fanatismos que no tienen nada que ver conmigo.

Amaury. Ahora, yo quisiera que tú me hablaras de una persona que ya nombraste, dijiste, mi padrino, pero que es una persona capital dentro de la Cultura Cubana. Y yo pienso -y es mi criterio-, no lo suficientemente reconocido, y creo que cada día debíamos hacerle un homenaje a Lázaro Ross.

Manolo. De acuerdo.

Amaury. Quisiera que me hablaras de él.

Manolo. De acuerdo, de acuerdo, bueno, primeramente quiero decirte, Lázaro para mi criterio como artista, como artista folclórico es una de las voces más privilegiadas que tiene y ha tenido el folclor.

Amaury. Bella voz, bella que no tuvimos antes, ni tenemos todavía.

Manolo. Ni tenemos aún. Eso es por una parte. Por otra parte, Lázaro Ross es una persona que a pesar de no haber sido de estudios académicos, fue una persona que supo estudiar, profundizar en sus tradiciones. Los conocimientos que él tenía por tradición, los hizo, por ejemplo, escribió obras de teatro, como el Alafin de Oyó, que en su momento fue una obra que tuvo mucha importancia en el repertorio del Conjunto Folclórico. Hizo una serie de discos…

Amaury. …Aquí los grabó, en estos estudios…

Manolo. …Una antología que para mí es muy importante.

Amaury. …Ya estaba muy enfermo.

Manolo. …Ya estaba muy enfermo, pero es de una gran importancia, porque rescata los cantos más olvidados, él los tiene ahí, de todos los Orishas. Para mí la obra de Lázaro Ross es fundamental en la historia del arte folclórico en sentido general.

Amaury. No, y además, no tuvo ningún prejuicio cuando Carlitos Alfonso y Síntesis lo llamaron para que los asesorara haciendo aquellos primeros discos de Ancestros.

Manolo. Lo hizo con Mezcla, también.

Amaury. Con Mezcla, cómo no.

Manolo. Con Síntesis fue fundamental para ese disco Ancestros.

Amaury. Bueno, tú tienes una, vamos otra vez a la cosa personal.

Manolo. Sí.

Amaury. Tú tienes una familia.

Manolo. Sí.

Amaury. Tú estás casado.

Manolo. Sí.

Amaury. Tienes tres hijos.

Manolo. Cuatro.

Amaury. Aquí vive uno solo, ¿no?.

Manolo. Aquí vive la hija mía mayor. Los otros tres viven en el exterior.

Amaury. Viven fuera, pero tienes contacto con ellos, por supuesto.

Manolo. Si, acaban de venir en diciembre, se pasaron el fin de año conmigo.

Amaury. Háblame de Manolo Micler padre, y esposo.

Manolo. Bueno, yo me casé en dos ocasiones, me casé en mi primer matrimonio con Miriam, que tenemos muy buena relación, y la quiero muchísimo.

Amaury. ¡Qué bueno!

Manolo. La madre de mis primeros dos hijos Naet y Dasy, y, mi segundo matrimonio fue con Mayda Calle, bailarina de ballet, y cambió, viró de palo pa’rumba.

Amaury. De tutú para rumba. (risas)

Manolo.  Afortunadamente para mí, porque yo pienso que sin Mayda yo no habría hecho la carrera que he podido desplegar en todos estos años. Porque ella, incluso, hasta hay momentos en que sacrificaba su carrera, porque yo pudiera hacer la mía.

Amaury. Y además, tú tuviste hace poco, no quiero ser indiscreto, pero tuviste un accidente cardiovascular.

Manolo. Cardíaco. Sí.

Amaury. Que, por suerte, del que te veo total y magníficamente recuperado.

Manolo. Aché.

Amaury. Ahí está. Ahora, eso, me dijiste los primeros nombres de tus dos hijos, pero los otros dos.

Manolo. Los otros dos son: Moremi y Diudi.

Amaury. ¿Pero eso son nombres africanos?

Manolo. Sí, todos esos se los puso Rogelio Martínez Furé, que aparte de ser mi compañero de trabajo, y persona que yo admiro, mi maestro, es ya mi familia. Él es mi familia. Me bautizó a Moremi.

Amaury. ¡Ah!, ¿sí?

Manolo. Él fue el padrino de Moremi.

Amaury. Entonces es tu compadre.

Manolo. Sí mi compadre, él es mi familia. Su familia y la mía son…, yo me considero familia de Rogelio Martínez Furé. Y tengo mis nietas.

Amaury. Ah, ¿ya tú tienes nietas?

Manolo. Sí, tengo cinco nietos.

Amaury. ¡Qué bárbaro! Qué producción en esa familia.

Manolo. Nair, Naomi, que me dijo, procura mencionarme en algún programa tuyo.

Amaury. Pues ya la estamos mencionando.

Manolo. Naomi, está Cristiana, que es de Moremi, Cristiana y Aurora. De Diudi, tengo a Melí y de Dazi, mi único hijo hombre, tengo a Nicolás, mi único nieto varón.

Amaury. Bueno, me voy a ir acercando, Manolo, al final. Ahora, ¿Por qué tú crees que en los últimos años el trabajo del Conjunto no se ha hecho tan visible? Cuando yo sé que el trabajo del Conjunto sigue siendo tan importante y tan bueno, como el que ha tenido a lo largo de todos estos 50 años.

Manolo. Bueno, mira, deja ver cómo te digo esto. No es tan difícil, porque yo pienso que lo que hay es un problema de programación. Y los medios no alcanzan y han proliferado mucho los Grupos proyecto. Y entonces, no hay cama para tanta gente, como dice la canción y entonces, pues quizás, a lo mejor no tengamos la frecuencia de presentaciones que debíamos tener.

Pero el Conjunto tiene su espacio, pero es un espacio de participación popular, que son los Sábados de la Rumba.

Amaury. Los Sábados de la Rumba.

Manolo. No es un comercial ni mucho menos.

Amaury. No, no, pero eso es una cosa muy importante. Es un lugar donde la gente va y participa, y es una manera de intercambiar con el público.

Manolo. Nosotros les damos, pero recibimos a la vez de nuestro pueblo su sapiencia. Pienso que tenemos problemas serios con la divulgación de lo que hace el Conjunto. Por eso, a veces, los Conjuntos Folclóricos, también eso es una cosa que ocurre, que los artistas folclóricos la gente no los conoce. No hay programas donde los artistas folclóricos puedan ser más reconocidos. Los artistas folclóricos en general, los bailarines, los cantantes, los percusionistas, que yo quisiera hablar de los percusionistas, nosotros no tenemos escuela de canto ni de percusión cubana.

Amaury. Eso es tradición oral pura.

Manolo. Eso es tradición pura, eso es de oído a oído y de oído a corazón, que nosotros tenemos un proyecto de hacer esta escuela, que pienso que es muy necesaria.

Amaury. Bueno, ahora, yo quisiera que tú me hicieras una reflexión final con respecto a esa realización y esa felicidad que tú tienes, de haber logrado ser: un buen bailarín. Tú no pensaste nunca llegar a ser el director del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba. De haber logrado ser un buen hijo, un buen esposo, un buen padre, un buen aprendiz de tus maestros, un buen hijo de Yemayá, por lo tanto, un buen cubano. Quisiera que me dijeras.

Manolo. Bueno, te digo, yo pienso que todas las personas tenemos oculto adentro nuestro talento, lo que a veces uno no encuentra la manera de poder desarrollar todas esas potencialidades. Y, felizmente, hubo un enero del 59, que me dio la posibilidad de vivir un momento de efervescencia, donde la Cultura era algo importantísimo, empezando por la Campaña de Alfabetización. Me dio la posibilidad de codearme con personalidades, artistas, que a pesar de yo no ser una persona de estudios académicos, estar con ellos, diez, una hora, dos horas, eran verdaderas clases magistrales y te hablo de Roberto Blanco, te hablo de Nelson Dorr, te hablo de Adolfo de Luis, te hablo  de Berta Martínez, te hablo de Luís Trápaga, te hablo de Santiago Alfonso, mi maestro, gran maestro que me dio rigor. Te hablo de muchos compañeros muy difícil mencionarlos a todos.

Amaury. ¡Es imposible!.

Manolo. Que me perdonen si alguno se me olvida. Me siento realizado porque he podido hacer lo que he querido hacer. Y me siento muy feliz de vivir donde vivo. Y todo aquel que me conoce sabe, que yo fuera de Cuba, de este país, no puedo estar más de dos meses, dos meses y medio cuando más. Porque me gusta estar cerca de mis matas, me gusta ver a mis vecinos. Entonces, todas esas cosas unidas me han hecho a mí un hombre realizado.

Amaury. Bueno, yo te agradezco mucho, Manolo, que hayas venido. A mí me has aclarado una cantidad de cosas, espero que a los televidentes también. Te agradezco tu tiempo para venir a conversar un rato con Amaury, aquí en la televisión. Y quería terminarcon una frase que me parece fantástica: To iban eshu.

Manolo. ¡To iban eshu!, que lo que hicimos no pueda ser deshecho.

Amaury. Exactamente, te quiero mucho.

Manolo. Gracias.

Amaury. Gracias, muchas gracias.