A los seres queridos de los valientes de hoy
Por Ricardo R. González
Nunca antes había visto una enfermedad tan despiadada como la que sacude al mundo actual, mas en medio de la crisis existen hechos y circunstancias que nos hacen admirar y vivir.
Hoy, muchos hogares sienten que les falta, momentáneamente, uno de sus integrantes, que sobra una tacita de café al amanecer, o está ausente el chiste en medio de la sobremesa.
Hoy, algunos niños o niñas preguntan dónde está papá o mamá y por qué demoran en venir, por qué prima el silencio a la hora de recurrir a las fantasías infantiles, o en ese tiempo de retozo en casa cuando saben que no se debe salir.
Hoy, el abuelo o la abuela realizan sus conjeturas como personas adorables que aprecian el tictac del reloj porque han vivido más tiempo, y hay compañeros de labores que sienten la ausencia de su colega diario, mientras un padre o una madre reza, a su manera, por su hijo con el deseo supremo que encerró aquel beso de despedida acompañado de un único ruego: «cuídate mucho».
Hoy, hay parejas que sienten la ausencia del aliento en el lecho junto a cada una de las tareas compartidas, y no son pocos los vecinos que extrañan a sus también hijos.
Mucho más pudiera decirse, pero de lo que no hay dudas es que ellos demuestran la grandeza de Cuba, lo mismo en la lejana Lombardia como en otros sitios remotos, o por disimiles lares de una Villa Clara que los ha convocado a darlo todo por su pueblo.
En eso están, desde los titánicos que visten batas blancas, pasando por el más encumbrado catedrático universitario, el directivo que asume retos increíbles, como el trabajador de servicios convertido en un actor indispensable en esta nueva epopeya.
Y sería imposible escribir la historia sin el aporte de ustedes, de esos seres queridos que se extrañan y que muchas noches llevan a contar estrellas para tratar de conciliar el sueño.
Siéntanse en un rol protagónico porque la retaguardia en el hogar nunca ocupará papeles secundarios. Y un buen día retornará esa tacita de café, como augurio de la nueva jornada, y vendrá ese chiste que hoy falta en la sobremesa.
Cada momento tiene sus verdades, y, aunque la condición de héroes alcanza una dimensión especial, bien vale para aquellos que defienden la vida, no con un arma, si no portando las ganas de darlo todo por la existencia como el mayor tesoro humano.
Es la gloria para quienes demuestran sentimientos encontrados, ética ilimitada, y esa voluntad aferrada a las más nobles causas.
Cuba y muchas partes del universo aplaude cada noche a estos valientes, a estos héroes considerados por el pueblo. Cada vez las palmas baten con fuerza y suman más quienes desde el balcón o las puertas hogareñas tributan un premio simbólico por la vida.
Para ustedes, los seres queridos de esos valientes, es también el aplauso y la gratitud por haber inculcado la dignidad entre los que saben amar con todas las fuerzas del alma.
También puede ver este material en:
0 comentarios