Toda la gloria, cubano
Por Ricardo R. González
Todavía esta imagen da vueltas sobre mi cabeza. No sé su nombre ni a qué Comando de Rescate y Salvamento pertenece. Lo cierto es que fue uno de los tantos habaneros en desafiar el peligro quizás la noche más dura y oscura sufrida por la capital cubana.
A él no le importó ni la intensidad de las olas ni si la lluvia le golpeaba fuertemente la piel, o si un peñazco pusiera fin a su existencia. A lo mejor tampoco describiría cómo terminó de vestirse y llegó al puesto. Solo había que cumplir la misión.
Para él será imposible borrar aquel infortunio nocturno, andar a ciegas sobre las ruinas de lo que dejó el tornado, apenas sin visualizar la magnitud de los hechos, entre vehículos, ómnibus y camiones inservibles y una población pidiendo auxilio a gritos.
Pero había que llegar al Hospital Hijas de Galicia, radicado en el municipio Diez de Octubre, uno de los más afectados por el fenómeno, desafiando tendidos eléctricos caídos o cualquier eventualidad a presentarse durante la incertidumbre de la noche.
Cuentan las historias que allí, en el centro hospitalario, hubo personal médico herido, pero en el Cuerpo de Guardia había pacientes de la calle con disimiles dolencias.
El cuadro no resultaba nada fácil, y según reportes el Hospital se n 82 embarazadas, 14 neonatos, y dos de ellos con peligro para la vida.
Algo quedaba claro: Había que evacuar a todos, en medio de total oscuridad, calles plagadas de obstáculos y vehículos sin poder transitar dado el panorama existente.
No sabrá tampoco este hombre cuántas veces tuvo que subir y bajar las escaleras que separan la planta baja del tercer piso donde permanecían los infantes con el único «regalo» que fue el área a quien el destructor fenómeno le dejó el fluido eléctrico.
Hasta hubo que asumir un parto en medio de la evacuación, pero a se tocan las fibras de la solidaridad no hay nada ni nadie que pueda coartar las buenas intenciones.
Y a ello hay que añadir la sólida preparación que tienen nuestros rescatistas, las brigadas de salvamento, los bomberos, el personal de la Defensa Civil, la Cruz Roja, y los cooperantes de un pueblo que ante las desgracias se crecen, oran, y a su manera no pierden la fe ni la esperanza.
Vuelvo a la foto de este hombre. La calificaron como la imagen del día. Yo la denominé la imagen del sentimiento, la de un hombre super agotado, con una mirada a lontananza, pero con los pies a prueba de plomo.
¿En qué estaría pensando? ¿en sus hijos?, ¿en su familia?, o si regresaría al hogar…Y en sus manos, la reliquia mayor que portaba aquella noche del último domingo de enero que pudo ser apacible, pero resultó cruel y despiadada.
Gracias a este segundo padre protector se rescató del abismo. A lo mejor, de aquí a unos años, va en tu búsqueda para que le cuentes una historia tenebrosa, pero llena de orgullo
¿Miedo? Sí, por qué no, es de humano sentirlo, mas hay coyunturas que lo vuelven minúsculo porque se impone hacer por la existencia.
Repasen de nuevo la foto. Una pequeña lucecita sobre el casco del salvador haciendo milagros, y el rostro también muestra lágrimas. No importa camarada. Bien que las vale. Por ti y por cada uno de tus compañeros, de los organismos, de la población que aportaron el abrazo necesario a una Patria herida.
Aún no te conozco, pero no dudo que cualquier día pueda hacerlo con alguien a quien tu país te agradece y desea toda la gloria, cubano.
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