Hospital Pediátrico de Santa Clara: Jornada feliz para una Edad de Oro
Por Ricardo R. González
Fotos: Carlos Rodríguez Torres
Con frecuencia el lobby del Pediátrico José Luis Miranda de Santa Clara ofrece una faceta peculiar. No hay camillas ni se respira ese olor que delata al mundo hospitalario, solo un equipo de audio permanece en una esquina y a su alrededor los asientos que me permiten imaginar que, en cualquier momento, aparecen mágicos duendes capaces de insuflar felicidad al más triste de los corazones.
No traen ni jeringuillas ni indican sueros. Vienen cargados de sueños amparados en el humano proyecto Para una Sonrisa. Unos vestidos de payasos, otros desarrollando el intelecto mediante las adivinanzas, o con un canto de amor que abra el torrente de la esperanza.
A ellos se suman muchos de los colectivos laborales de la provincia que también se acercan para regalarles a los pequeños un abrazo de sensibilidad como el que, desde hace tiempo, tributan los trabajadores de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Cubacatering Santa Clara, —que incluye a los aeropuertos Abel Santamaría, Las Brujas, en la cayería norte de la provincia, y el «Jaime González», ubicado en la Perla del Sur.
Es la entidad responsabilizada con el servicio de Gastronomía en las terminales aéreas y de cuidar por los insumos y el avituallamiento a las aerolíneas que habitualmente corren por las pistas locales o solicitan asistencia.
Y en medio del ajetreo del aterrizaje y el despegue de las aeronaves, de la propia responsabilidad que encierra la labor, estos hombres y mujeres donan propinas o una parte de su salario para adquirir lo que van a regalar en sus visitas a la institución.
Un joven como Juan Carlos Medina Hernández, quien asume la subdirección técnica de Cubacatering y comparte oficio con la de secretario general del sindicato, expresa el sentir de sus compañeros, ese que se resume por trabajar en función de los requerimientos hospitalarios encaminados a mejorar la calidad de vida de los infantes y el confort tanto para ellos como el que necesitan los familiares.
Este año trajeron microway y ventiladores destinados a las salas más limitadas, pero a la vez llevaron pelotas, mochilas, colores para dibujar el incentivo de la vida, junto a lápices, vasos, y un módulo contentivo de esas esperadas confituras, galleticas, bombones o los deliciosos refrescos que superaron las 200 bolsas para cada uno de los infantes hospitalizados.
Madres como Aliurka Nuñez Martínez, que conoce de ingresos prolongados con su hija desde los nueve meses de nacida y ya suma casi 15, sabe lo que representa este gesto. Su pequeña Ivetty Moreira Nuñez lo valora aunque no medien palabras, pero sí una mirada de gratitud.
Otro tanto ocurre con Yoeliany Pérez Peralta, de 12 años, y quien desde los siete meses de llegada a este mundo también padece de fibrosis quística como enfermedad irreversible.
Mientras tanto el Dr Delvis Morales Chango, estudioso de la siquis humana a través de la sicología, evalúa el acercamiento de los centros laborales al Hospital como algo perdurable y bonito pues, a su entender, no hay nada que ofrezca mayor agradecimiento que acordarse de un niño enfermo.
El tiempo pasó. Las criaturas que permanecieron en sus camas abrieron los obsequios envueltos en la curiosidad de la infancia, mientras los que acudieron al lobby seguían a los artistas que regalaron otro día significativo para quienes, a pesar de las dolencias, tienen todo el derecho a colorear su universo.
Así lo sintió, también, William Hernández Bermúdez, el jefe de servicios y también de Seguridad y Protección de Cubacatering Santa Clara, porque en cada caso las bondades humanas recorren el alma cuando se demuestra la utilidad de la virtud, esa que se tradujo en jornada feliz para una Edad de Oro.
También puede ver este material en:
0 comentarios