Cuba: Una larga historia en la Cirugía Cardiovascular
Profesor Humberto Saínz Cabrera.
Aunque existen referencias de que durante el año 1941, en el Hospital Municipal de la infancia de La Habana, el Dr. Manuel Carbonell Salazar, con el auxilio anestésico del Dr. Mesa Quiñones operó a dos niños a los que le cerró la Persistencia de Ductus Arterioso, se considera que la cirugía cardiovascular dio sus primeros pasos en Cuba cuando en 1951 se fundó el Instituto de Cirugía Cardiovascular y Torácica en el Hospital Ortopédico de Avenida de los Presidentes y calle 29, en La Habana, (hoy Fructuoso Rodríguez).
A partir de entonces comenzaron las operaciones cardiovasculares llamadas “cerradas” que se realizan sin necesidad de una máquina de corazón pulmón o de circulación extracorpórea (CEC), equipo que sustituye las funciones del corazón y de los pulmones mientras dura el acto quirúrgico.
Para esa fecha, todavía el mundo no contaba con tales equipos que ni siquiera Julio Verne imaginó. En efecto, fue el 6 de mayo de 1953 que John Gibbon logró coronar con éxito el trabajo de toda su vida, al cerrar por primera vez, con el auxilio de una máquina corazón-pulmón de su invención, una comunicación interauricular en una joven mujer.
En el Instituto de Cirugía Cardiovascular y Torácica, fundado por los destacados cirujanos, doctores Antonio Rodríguez Díaz e Hilario Anido Fraguedo, con la adquisición en 1956, de una máquina de CEC, conocida como “Bomba de Lillehei”, iniciaron la cirugía cardíaca a corazón abierto con el auxilio anestesiológico de los doctores Francisco Gutiérrez Peláez y Servando Fernández Rebull. Desde esa fecha y hasta 1960 realizaron más de seiscientas operaciones a corazón abierto y cerrado, convirtiendo a nuestro país en uno de los cuatro primeros en el mundo (Estados Unidos, Cuba, Suecia y Francia) que en esa época desarrollaron la cirugía de corazón y de grandes vasos.
Simultáneamente, en el Hospital Municipal de la Infancia (Pedro Borrás) el Dr. Angel Giralt operó más de 400 niños afectados de cardiopatías congénitas tributarias de correcciones quirúrgicas a corazón cerrado, o sea, sin necesidad de circulación extracorpórea que eran diagnosticado con el auxilio angio cardiográfico en la Fundación de Cardiología, que funcionaba bajo la égida de los doctores Agustín Castellanos y Otto García Díaz.
A su vez, en el Hospital Infantil Arturo Aballí, el Dr. Rogelio Barata Rivero con la ayuda anestésica del Dr. Pedro Jiménez, realizaron numerosas intervenciones quirúrgicas cerradas y a corazón abierto contando con la “Bomba de Lillehei”, operada por su sobrino al que todos llamaban “Baratica”.
Mientras, en el Hospital Universitario General Calixto García, el Dr. Roberto Guerra realizó algunas operaciones cerradas y el Dr. Antero Sánchez a corazón abierto en el Hospital Arturo Aballí con la ayuda del Dr. Noel González Jiménez que había hecho pasantía en Minneapolis con el Dr. Walton Lillehei.
La mayor parte de esas operaciones se realizaron gratuitamente por los equipos médicos pero con los recursos materiales que eran comprados por los pacientes y familiares a la usanza de la época; también se hicieron operaciones en algunas clínicas privadas. El Instituto de Cirugía Cardiovascular y Torácica era apoyado por un patronato de filántropos habaneros.
Entre los años 1960 y 1962 los médicos que formaban los equipos quirúrgicos abandonaron el país y se interrumpió la cirugía cardiovascular hasta el año 1961, cuando el Ministerio de Salud Pública bajo la dirección del Dr. José Machado Ventura ante la necesidad creada, responsabilizó al Dr. Noel González Jiménez, que había trabajado junto al Dr. Antero Sánchez, con la tarea de formar un equipo de cirugía cardiovascular en el Hospital Comandante Manuel Fajardo donde el Dr. Roberto Guerra era Jefe del Departamento de Cirugía General y hacia donde se concentraron las máquinas y demás equipos para la circulación extracorpórea del Instituto y de los demás hospitales.
El Dr. Noel González Jiménez comenzó en 1961 el entrenamiento del equipo realizando operaciones en animales con el concurso de jóvenes cirujanos. En ese grupo participaron el Dr. Julio Tain Blázquez que le sucedería con el tiempo y Pedro Kilidjian Dejjian y los anestesiólogos Dr. Samuel Yelín Gringros y Gilberto Gil Ramos que también operaban las máquinas de CEC.
Con la colaboración del Dr. Castro Villagrana del Instituto de Cardiología de México, previamente adiestrado en Houston; en 1966 se reinició en humanos la cirugía a corazón abierto con circulación extracorpórea para el tratamiento de cardiopatías congénitas y malformaciones valvulares; hasta entonces algunas operaciones sobre defectos intracardiacos se operaron con técnicas de hipotermia de superficie.
Desde 1960 en varios centros hospitalarios de la Capital se llevaron a cabo operaciones “cerradas” particularmente la Comisurotomía Mitral por eminentes cirujanos y anestesiólogos de la época” donde se destacaron los doctores Guillermo Hernández Amador y Díaz Arrastía con Samuel Yelín e Israel Pérez en el Hospital Pediátrico William Soler; Eugenio Torroella Martínez Fortún, Emilio Camayd Zogbe y Alberto Porro de Zayas en el Hospital Nacional y el Dr. José Cambó Viñas en el Hospital Clínico Quirúrgico Joaquín Albarrán.
Consolidada la realización de la cirugía a corazón abierto en el ya creado Instituto de Cirugía Cardiovascular (1966), sus instalaciones quirúrgicas pasaron de la Sección C del Instituto del Radium al 4to. Piso del Hospital Cmdte. Manuel Fajardo; pero evidentemente se mostraban totalmente insuficientes para los fines de investigación, formación de especialistas y asistencia perioperatoria a los cardiópatas.
Atento a esa imperiosa necesidad de un inmueble que permitiera alcanzar esas metas, el Ministerio de Salud Pública decidió entregarle al naciente Instituto las facilidades que ofrecía una clínica moderna, bien diseñada, ubicada en El Vedado en la que a partir de Febrero de 1969 se constituyó el Instituto de Cirugía Cardiovascular dirigido por el Dr. Noel González Jiménez y donde figuraron como sus fundadores los doctores Julio Tain Blázquez, Felipe Rodiles Aldana, Manuel Jacas Tornés y José Arango Casado como Cirujanos; los doctores Hilario Cortina Alonso, Humberto Saínz Cabrera y Gilberto Gil Ramos como Anestesiólogos Reanimadores y Perfusionista y los doctores Florencio Gamio Capestany, Joaquín Bueno Leza y Mireya Amoedo Mon como cardiólogos y el Dr. Rolando Pereira Costa como Radiólogo; apoyados por un pequeño grupo de enfermeras : las Srtas. Luisa Jiménez, Enma Martí, Carmen Rosa Agüero, Amparo González, Amparo Rodríguez, Oralia García, Marta Corpión, Nora Mollinedo, Amanda y Yolanda de la Fuente más los técnicos de Laboratorio y Transfusiones: Omayra García, Carlos Cabrera y Francisco Sánchez
Es en este año de 1969 en el que como necesidad de la reanimación del estado crítico del paciente operado de corazón abierto, se creó en el ICCCV la que en la historia de la medicina cubana se reconoce como la primera Unidad de Cuidados en la que se aplicó los conceptos y rigores de la medicina intensiva, la UCIQ.
Durante la segunda mitad de la década de los años 70 y atendiendo a la voluntad política del Gobierno, se acometió por el Instituto, el adiestramiento de todo el personal médico y técnico que posteriormente fundaría los Cardiocentros de Santa Clara, Santiago de Cuba y el Pediátrico del Hospital William Soler de La Habana, los que paulatinamente abrieron sus puertas en la década de los 80, convirtiéndose de hecho el ICCCV en el “Alma Mater” de la Cirugía Cardiovascular cubana.
Actualmente funcionan en el país seis Cardiocentros, tres para adultos: Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, Hospital Hermanos Ameijeiras y CIMEQ; dos mixtos en los que se operan niños mayores de tres años y adultos en Villa Clara y Santiago de Cuba y el del Hospital William Soler, especializado en el tratamiento de cardiopatías congénitas y adquiridas en niños de todas las edades hasta los 18 años de edad. Anualmente se efectúan en nuestro país más de mil quinientas operaciones cardiovasculares.
(Escrito por el profesor Humberto Saínz Cabrera. CubaDebate)
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