El Océano Atlántico, ese viejo desconocido
Laura Plitt
BBC Mundo
En esta imagen satelital se pueden ver las variaciones en la cantidad de fitoplancton. El color azul muestra que su presencia es pobre.
Cubre el 20% de la superficie de la Tierra y, con sus 106.400.000 km2. de extensión, es el segundo océano más grande del planeta. Sin embargo, para los científicos, el Océano Atlántico sigue siendo un gran desconocido.
Para aclarar algunos de los misterios que esconde esta gran masa de agua, un equipo de científicos del Laboratorio Marino de Plymouth, en Inglaterra, en colaboración con investigadores de institutos marinos de España, Polonia, República Checa, Canadá y Estados Unidos, partieron del Reino Unido rumbo a Chile, en una misión que los llevará a navegar por el Atlántico durante seis semanas.
El proyecto, conocido como AMT —siglas en inglés de Atlantic Meridional Transect— busca evaluar el estado de salud de este océano. Para hacer este chequeo, los científicos analizarán cómo fluyen las corrientes, medirán la temperatura y la salinidad del agua, estudiarán el funcionamiento de los ecosistemas de plancton y cómo la vida marina se adapta a vivir en un océano que contiene más dióxido de carbono.
Entender qué está sucediendo en los ecosistemas marinos, dicen los científicos, resulta vital para comprender los cambios en los ecosistemas terrestres. "Hay una relación íntima entre los océanos y los ecosistemas. Por ejemplo, el fenómeno de El Niño, en el Océano Pacífico, tiene un efecto masivo sobre los patrones climáticos globales", le explicó a BBC Mundo Andy Rees, bioquímico y coordinador de los científicos a bordo de la nave.
Además, dice Elena García, investigadora de la Universidad de Vigo que participa en la expedición, no hay que olvidar que "los océanos representan dos tercios de la Tierra, saber lo que pasa allí, nos puede ayudar a combatir los problemas en el futuro".
Cambios a la vista
Cada día, el RSS James Cook -un barco diseñado específicamente para llevar a cabo viajes de investigación científica- se detiene dos veces -una por la mañana y otra por la tarde- para recoger muestras de agua de entre la superficie y los 1.000 metros de profundidad.
Además, los investigadores toman muestras de plancton con una red, y, con la ayuda de otros instrumentos, miden las propiedades ópticas del agua.
Aunque poco puede inferirse hasta que no se analice la totalidad de las muestras, "hay muchos cambios que se pueden notar a simple vista", le dice a BBC Mundo Rees.
"Comenzamos en el Reino Unido, y cuando nos alejamos de las aguas británicas, éstas seguían teniendo un color muy verde, lo cual indica que hay mucho crecimiento (de plancton), incluso cuando ya está terminando la temporada", dice Rees, aunque aclara que no es posible determinar, hoy por hoy, si estos cambios tienen un impacto positivo o negativo sobre el medio ambiente.
"Son cambios naturales dentro del ecosistema. Lo que esperamos ver, o mejor dicho, lo que la información nos permitirá analizar, son los efectos posibles del cambio climático", añade.
Zonas remotas
Según comenta Rees, monitorear estas variaciones vinculadas al aumento de las temperaturas es muy importante, y algo que ellos pueden hacer, ya que pueden comparar la información que obtienen durante el viaje con datos los viajes anteriores que el equipo ATM realizó en los últimos 15 años.
"El océano es un gran sumidero de CO2, si no estudiamos lo que está sucediendo allí no sabremos cómo esto podrá repercutir en la Tierra", acota Elena García.
Por otra parte, la ruta que hace el crucero (desde el Reino Unido hasta Chile) ofrece la posibilidad de recoger información de zonas remotas, a las que los barcos no suelen ir, dada la complejidad logística y el costo que conlleva este tipo de operaciones.
Por el tiempo que se extienda la travesía, además de catalogar y analizar muestras, los científicos utilizarán parte de su tiempo para responder las preguntas que el público quiera enviarles sobre su trabajo, la expedición y el océano que están intentando descifrar.
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