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Inés Hernández, leyenda viva de la sagrada Obstetricia

Inés Hernández, leyenda viva de la sagrada Obstetricia

Texto y fotos Ricardo R. González

Este 31 de agosto es del Día Internacional del Médico Ginecobstetra. Valga este trabajo en reconocimiento para todos.

En una de nuestras tantas conversaciones la Dra. Inés Hernández Llerena me confesó que tenía dos inspiraciones en su vida: su nieto Aarón, y su hija Leidy Sarai, continuadora de la medicina en la familia. «Los dos constituyen el motor impulsor de mi vida».de quien, un día llegó al más norteño de nuestros municipios. Si mal no recuerdo en 1976 cuando sus sueños aspiraban a convertirse en una eminente cirujana; sin embargo, el tiempo cambió aquellas aspiraciones.

Por entonces Corralillo no contaba con un policlínico integral y le dieron la misión de atender a las gestantes. Así un día y otro, pero nunca imaginó que rebasaría las cuatro décadas entre procederes que, a su manera de decir, la han hecho muchas veces feliz y también conocer los sinsabores del oficio.

Antes de dedicarse a la obstetricia ejerció como médica general en momentos muy difíciles en que el territorio carecía de ambulancias para remitir los casos complejos hacia Sagua la Grande o Santa Clara.

«Sin pensar en la hora me paraba en el medio de la calle y detenía el ómnibus que cubría la ruta Habana-Santiago. Los choferes sabían que pasada la 1:00 de la madrugada resultaba un caso complicado. Imagínense como debía preparar a ese niño, a la gestante, o a otro tipo de paciente para remitirlo en una guagua. Por suerte todos los vientos soplaron a mi favor y nunca tuve contratiempos».

Su conversación inspira a partir de una vitalidad incuestionable que acentúa cada palabra, y a pesar de las tantas problemáticas considera que estas le han ayudado a crecer, aunque a veces las soluciones resulten complejas.

EL VACÍO DE UNA JUBILACIÓN

Al cumplir la edad requerida Inés Hernández se acogió a la jubilación. «No voy a negar que las primeras semanas resultaron agradables, pero un enorme vació comenzó a invadirme. Ya no sentía el privilegio de escuchar el primer llanto de un niño al iniciar la vida. La casa me la conocía de palmo a palmo hasta que no soporté más y volví a contratarme. En realidad no podía estar lejos de ese universo marcado por la infancia.

— ¿Es cierto que muchas criaturas llevan el nombre elegido por Ud.?

— Es verdad. Combino a veces el de los próceres, otros por atributos y cualidades que impregnan fuerza y futuro.

De aquellos tiempos recuerda que su hija Leydi Saraí Rodríguez Hernández creció viendo partos. Asumió la dirección del policlínico Mártires del 11 de Abril de la localidad, luego el contingente de médicos que enfrentó la Covid-19 en el hospital de Sagua la Grande, y hoy se desempeña como directora de Atención Médica en Villa Clara.

«Por ello hice un alto en mi actividad para atender a mi nieto, mientras su mamá estaba enfrascada en el enfrentamiento a la pandemia en la Villa del Undoso.

Hay dos momentos, entre tantos en la vida de Inés que quisiera recordar. Uno es esos trances laborales que propician marcada complejidad.

— Un nacimiento muy trabajoso que enfrentamos hace años. Presentaba una distocia fetal de cara o anomalía que por la magnitud del hecho y su posición obstaculizaba las maniobras del alumbramiento. Necesité el apoyo de muchos, en esa jornada me subió la presión, pero vencimos.

— ¿Y cómo es la historia de la apodada Verena Contreras, a tenor de un personaje que interpretó Jackeline Arenal en la telenovela Tierra Brava?

— Tenía bajo mi atención a una residente en una comunidad rural que siempre estaba montada en una carreta.

Como el personaje principal de aquella obra permanecía sobre un caballo así la bauticé, y era extraño el año en que no saliera embarazada. Nunca se dejaba poner un anticonceptivo y la traían para la cabecera municipal. De esta forma cuidaba a los que ya habían nacido y el embarazo en curso. Llegó a tener cinco hijos y ninguno con bajo peso hasta que cesó su producción.

¿ENCICLOPEDIA?

Cada respuesta encuentra la sagacidad necesaria. Inés Hernández sobrepasa cualquier pausa. Reafirma que para un médico es vital la continua superación. Por ello viajaba a la capital provincial a fin de recibir cursos de actualización, pero tampoco le falta ese ejercicio de búsqueda de novedades aunque sorprenda la madrugada.

 — Algunos la consideran una especie de enciclopedia a la que acuden para cualquier consulta.

— Los conocimientos están al servicio de la humanidad, y no hay orgullo mayor que ese agradecimiento proveniente de las madres o de los propios colegas. En mi caso apenas existen palabras para describirlo. Le pido a la vida muchos años con la mente clara y espíritu de trabajo porque lucho contra el Alzheimer, y cuando crea que mis facultades comienzan a fallar, me retiro de manera definitiva.

Entonces los recuerdos vuelven a aparecer Cuando se graduó de Médico General, en 1976, en las aulas de la Universidad Central de Las Villas. Luego 1990 le trajo el título de Especialista en Ginecología y Obstetricia, además de sus años de labor en el policlínico corralillense Mártires del 11 de Abril, al frente del Grupo Básico de Trabajo (GBT) donde me consta que era venerada hasta que en 2021 prosigue esa labor en la capital de la provincia, y como profesora asistente atiende los hogares maternos de Santa Clara.

A pesar de su jubilación fue recontratada y continúa apoyando a la Atención Primaria de Salud ofreciéndole todo el magisterio de utilidad que la vida le ha proporcionado.

INSPIRACIONES

Además de la asistencia médica existe una arista docente, pero si en algún momento hubiera tenido que decidir entre una y otra ¿cuál definiría el camino?

Apenas median segundos:

— Lo asistencial. Soy ante todo médica.

PIE DE FOTOS

1.- Querida y respetada en todos los sitios en los que ha trabajado la Dra. Inés Hernández Llerena es la mamá de muchos niños y niñas de Villa Clara.

2.- Criarse en ese mundo de sacrificios, desvelos y entrega motivó a su hija Leydi Saraí Rodríguez Hernández a seguir el camino de su mamá porque creció viendo partos.

3.- Madre e hija en uno de los homenajes dedicado a su progenitora. La satisfacción embarga a ambas.

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