El Ángel que salvó a Jesús Alejandro
La historia de un niño sometido a una acción quirúrgica por una malformación congénita con apenas seis horas de nacido.
Por Ricardo R. González
Fotos del autor y cortesía del Dr. Ángel Camacho y servicio de Neonatología del Pediátrico villaclareño
El Dr. Ángel Camacho Gómez no es el rey Midas, tampoco un hacedor de milagros; sin embargo, un día abrazó las sendas de la Neurocirugía pediátrica para lograr, con el tiempo, un aval respetable acompañado del precepto humano de sentir y hacer por el prójimo.
Por estos días, junto a su equipo multidisciplinario al que no deja de mencionar porque considera que es un logro colectivo, cambió el destino del pequeño Jesús Alejandro Rodríguez Espinosa aquejado de encefalocele o malformación congénita que demandaba la intervención inmediata cuando apenas tenía seis horas de nacido.
Una llamada corroboró la emergencia, No había tiempo que perder, se activaron, como en cada caso, las comisiones de Atención al neonato y el niño grave, así como la correspondiente a la Materna Crítica a fin de comenzar la salvaguarda por la vida.
El Dr. Camacho vistió de nuevo el atuendo utilizado en el quirófano luego de algunos meses de pausa. Lo hizo alejado de temores y muy seguro de enfrentar el proceder. Todos los integrantes listos, por lo que se dio la orden de acción operatoria asumida por profesionales del hospital pediátrico universitario José Luis Miranda de Villa Clara.
El tiempo transcurrió bajo el movimiento típico de un salón hasta totalizar, aproximadamente, una hora en lo que respecta al acto, mas la preparación del paciente constituye algo vital porque deben cumplirse varios protocolos.
«En este caso no fue necesario abrir el cráneo ante malformaciones por defecto del tubo neural que forman una especie de bolsa localizada fuera de la cavidad craneal, unas veces cubierta con piel, como ocurrió en el de referencia, y otras no. Siempre resultan procesos muy complejos porque la cirugía neonatal propiamente lo es, y debe llegarse al orificio por donde emerge el bolsón desde el cráneo para ligar las estructuras y retirarlo de una manera muy meticulosa que no deja de tener sus riesgos», precisa el galeno.
Jesús Alejandro tenía su anomalía muy cerca de ubicaciones en extremo sensibles del cerebro como resulta el sistema venoso que de romperse obliga al punto final de la cirugía a tenor de un incontrolable sangrado, por lo que requiere de notoria precisión.
Al niño se le realizaron estudios previos de tomografía axial computarizada (TAC) y existían todos los elementos técnicos para mayor seguridad de cada estructura y del sitio por donde brotaba la hernia
A criterio del Dr. Ángel Camacho no se considera una afección frecuente; sin embargo, en el ámbito internacional tuvo que abordar muchos episodios durante su estancia en África. «En nuestro país estamos apoyado por el seguimiento del Programa Materno—Infantil (PAMI) durante la gestación, los estudios de Genética, y todo un mecanismo complementario».
Vale aclarar que determinadas irregularidades de este tipo no se visualizan aun con técnicas sofisticadas, máxime si son pequeñas y aparecen en una zona muy compleja, pero aquí se detectó un aumento del sistema ventricular más grande de lo normal.
«De no haberse ejecutado la intervención a las seis horas de nacido el neonato hubiera tenido grandes implicaciones para la vida. Llegó al salón con una parte del bolsón muy débil y es por donde pudo romperse, lo que debe impedirse a fin de evitar sepsis (infecciones) en el sistema nervioso central incompatibles para la vida».
— ¿Respecto a las causas?
— Son múltiples, las principales están relacionadas con desajustes de las embarazadas en el consumo de ácido fólico, medicamento influyente en la formación del sistema nervioso central del feto y en el cierre del tubo neural. No siempre las madres siguen las indicaciones, tampoco lo ingieren antes de la concepción, a la vez que existen indisciplinas una vez lograda.
Hay descritas otras como las radiaciones, el efecto de determinado medicamento, traumatismos, infecciones, dietas alimentarias incorrectas, aunque a veces aparecen indeterminadas al ser multifactoriales.
— Martí habló de la utilidad de la virtud ¿La siente Ángel Camacho cuando se habla de la infancia?
— Extremadamente. No hay regocijo más grande que poder hacer algo por un niño.
DICTAMEN EVOLUTIVO
Es muy grato escuchar la palabra «favorable» ante casos tan complejos, y es la que pronuncia la Dra. Viridiana Pérez Méndez, del servicio de Neonatología del Pediátrico villaclareño, donde permanece el recién nacido.
«A los tres días de operado —dice— ya abandonó el estado crítico y resulta admirable como tolera la vía oral, en tanto sus parámetros vitales son muy adecuados, recibe la lactancia materna, y los resultados operatorios muestran la excelencia».
Si algo satisface a la Dra. Viridiana es la entrega incondicional del equipo. «Vencer cansancios, preocupaciones personales, dificultades de toda índole, cercos económicos, y carencias a favor de esas criaturas con derecho a la vida».
Por su parte la Dra. Isnayda Izquierdo Milián, también especialista en Neonatología, subraya que «nuestro servicio incluye estos casos de abordaje quirúrgico pertenecientes a la región central desde 2020. Desde entonces, se han atendido 15 pequeños con patologías asociadas a la Neurocirugía y la gran mayoría mantiene un seguimiento sin contratiempos».
— Existen estadías cortas y otras muy complejas ¿qué significa el vínculo con situaciones tan difíciles?
— Un reto desde el punto de vista humano y profesional. Nos ponemos en el lugar de las familias, entre sus angustias lógicas, por lo que entregamos lo mejor del colectivo a fin de lograr buenos resultados.
El día del egreso y ese momento en que una madre agradece en la despedida significa que cumplimos el deber. Se marchan con su criatura fuera de peligro. Diríamos que es el mejor regalo para los neonatólogos.
PASADA LA INCERTIDUMBRE
Ahora el rostro de Elizabeth Espinosa Falcón refleja tranquilidad. Habla pausado y mira a su bebé bajo el instinto de una madre que adora a su primer hijo y quien apenas, con solo 23 años, enfrentó los momentos más agudos de su existencia.
Cuando su primogénito fue trasladado al quirófano ella estaba aún bajo los efectos de la anestesia debido a la cesárea, en medio de plena somnolencia, y los médicos le explicaron la necesidad inmediata de intervenirlo.
«Casi no vi al niño, solo por unos minutos, sin saber lo que pudiera ocurrir, pero algo me decía que estaba en buenas manos y confié mucho en ellos y en Dios. Un instante en que sentí extremo dolor en el alma, Ese es el recuerdo que tengo de aquel momento».
La joven residente en Remedios y trabajadora del policlínico de la localidad alude a que en su familia no existen antecedentes similares.
Ya a las 22 semanas de gestación las pruebas de ultrasonido revelaron determinadas alteraciones, tanto los realizados en la capital villaclareña y luego corroborados en La Habana donde se trató en los últimos tres meses de gestación.
«Mi embarazo fue normal hasta el tiempo final en que apareció una preclamsia (presión alta), ello condujo a un ingreso en la Maternidad de Santa Clara durante 21 días, y se decidió la cesárea a las 38 semanas».
Han pasado los malos ratos. El panorama es diferente. Elizabeth contempla a su hijo con toda la plenitud de sus ocho libras y media al nacer (3900 g) como para tratar de recuperar aquel momento en que acabado de nacer no pudo, ni siquiera, darle una caricia.
Cuántas vivencias quisiera evadir. Solo ella las sabe, pero siempre con el apoyo extraordinario de su familia, del esposo Luis Alejandro Rodríguez, trabajador de la UEB Heriberto Duquesne, ubicada en la Octava Villa.
A la hora de agradecer Elizabeth dirige parabienes hacia todo el equipo que ha atendido el caso, sin dejar de mencionar a las instituciones y servicios vinculados a su pequeño, a la calidad de los neonatólogos pediátricos, de cirujanos, anestesiólogos y a las enfermeras intensivistas, mas en especial a Ángel Camacho, el hacedor no de milagros, pero sí de valía que un día llegó para salvarle la vida a su Jesús Alejandro.
APUNTES DE INTERÉS
— El encefalocele es una protrusión o bulto (en forma de saco) formado en la salida del encéfalo y las membranas que lo recubren a través de una abertura en el cráneo.
— Se considera un tipo de defecto de nacimiento que afecta el encéfalo, y ocurre cuando el tubo neural no cierra completamente en pleno desarrollo del embarazo.
— La abertura surge en algún punto a lo largo del centro del cráneo, entre la nariz y la nuca, más frecuentemente detrás de la cabeza, la parte de arriba de esta, o entre la frente y la nariz.
— De acuerdo con las investigaciones foráneas la incidencia es de, aproximadamente, un caso por cada 5 000 a 10 000 recién nacidos vivos, con predominio del sexo femenino.
PIE DE FOTOS
1.- Elizabeth Espinosa contempla a su pequeño. Cuántas emociones le estará trasmitiendo en ese momento.
2.- Para el doctor Ángel Camacho Gómez el logro es colectivo, máxime en casos tan complejos que no actuarse a tiempo dan al traste con la vida. Su reencuentro con el salón resultó muy emotivo ante el cariño demostrado por sus colegas.
3.- El equipo multidisciplinario que participó en la operación. Cirujanos, los imprescindibles expertos en Anestesia y Reanimación, los residentes de las especialidades, unidos al personal de Enfermería, paramédicos, técnicos y auxiliares.
4.- Elizabeth Espinosa Falcón, la mamá del pequeño, agradece al grupo médico y paramédico que ha atendido el caso durante todo el proceso, así como al resto de las instituciones y servicios.
5.- Parte de los integrantes del servicio de Neonatología del hospital pediátrico José Luis Miranda que ofrece continuidad al caso.
6.- Observe la malformación antes de asistir al quirófano.
7.- Incisión realizada al pequeño.
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