Liuba y Yudi, divinas coincidencias en el arte
Texto y fotos Ricardo R. González
Quiso la vida que Liuba María Hevia y la villaclareña Yudi Herrera tuvieran coincidencias artísticas para regalárselas a ese público de infinitas edades. Una, la virtud de trovar a fin de acariciar los más diversos sentimientos; otra, el amor por la infancia, y no menos importante la de escoger a la maestra Teresita Fernández como inspiradora del más genuino arte.
Así lo demostraron en sus Conciertos Compartidos que cerró su periplo provinciano con la presentación en Cifuentes, pero antes la Villa del Undoso y la Tierra del Guajirigallo disfrutaron de lo que se entrega en los escenarios con la etiqueta del buen gusto.
Para Yudi fue la interacción con los pequeños, mantener el diálogo y las enseñanzas a través de El ratoncito del farol o de Rani, esta última para demostrar que, a pesar de la desagradable impresión que causan tienen su papel en el logro del equilibrio de la Natura.
Luego la escena quedó lista para recibir a Liuba, acompañada por un pequeño formato de tres músicos jóvenes pero de excelencia en la ejecución de sus respectivos instrumentos.
Nada mejor para iniciar que Porque tenemos el corazón feliz como invitación a los amiguitos para cantar. Luego siguieron Señor arco iris, La marcha de las vocales, magnífico ejercicio didáctico dirigido al aprendizaje, y El vendedor de asombros, solicitado por los asistentes.
En Sagua la Grande fue difícil contener a los príncipes enanos en las butacas y expresaron su alegría próximos al escenario. Alex Bid Acosta y Lian Caballero, con sus cortas edades se adueñaron de cada una de las canciones, mientras que Kendry Abreu Hernández, con solo dos años, demostró que las inclinaciones por la música forman parte de su existencia desde temprano.
Mientras tanto Liuba deleitaba no solo a los infantes, también a los adultos que en imaginario viaje retornaban a su niñez mediante las canciones de Gabilondo Soler, María Elena Walsh, la propia Teresita o Ada Elba Pérez como íconos de las creaciones para la infancia.
Así llegaron Ana la campana, El cangrejo Alejo, La canción de la vacuna «trasladando al doctor en su cuatrimotor», o el canto a esos bichitos indeseables que se alojan en el cuerpo y «nadie quiere un visitante semejante en su cabeza». Claro que es la referencia directa para los piojos.
Seguidores al fin del repertorio de Liuba llegó la otra solicitud con El despertar, uno de los videos de excelente factura que queda en el recuerdo junto a otro grande de la música como Carlos Varela.
Para el climax del encuentro llegó el homenaje al gatico quizás más famoso del universo que tuvo su nacimiento en Santa Clara y fue atendido por la propia Teresita en circunstancias difíciles. Nadie duda que se trata de Vinagrito, ese que «no se va para el tejado porque no sabe subir».
Parece que el tiempo corre más veloz cuando disfrutamos de momentos placenteros, y llegó Estela granito de canela, la que hace todo lo posible por no caer en la cazuela, para cerrar con un canto de amor como premisa a lo que debe existir en cada ser humano. Dame la mano y danzaremos, ronda de Gabriela Mistral, musicalizada por Teresita, nos convida a ello, y que dejó el regalo de las voces unidas de las dos protagonistas de estos conciertos compartidos secundadas por una linda unión entre niños, adultos y todos los presentes que sienten esa necesidad de hermandad y transitaron por ese viaje regresivo —y necesario— a la infancia.
La tarde del miércoles también demostró esos encantos en Quemado de Gúines, un pueblo hospitalario que también lo es con los artistas que le llevan sus regalos.
La tierra del Guajirigallo también coreó y aplaudió, sus pequeños, y por qué no quienes no lo son tanto, estaban contentos a partir de que la edad se lleva en el alma, y allí Liuba pidió imaginar que ya fuera de noche para cantar la calabacita, mientras que al interpretar Lo feo, expresó que la toma como inspiración para cuando tiene un día difícil «ponerle un poco de amor».
La última presentación de la etapa será este jueves en Cifuentes, precedida de actuaciones en El Mejunje, así como en Manicaragua, Santo Domingo y en el proyecto Para una Sonrisa del pediátrico villaclareño. Así queda este segmento de verano que le cantó a la esperanza, a los tantos valores que deben acompañarnos, y a la virtud extraordinaria de la vida.
PIE DE FOTOS.
1.- En Sagua la Grande y en Quemado de Güines Liuba recorrió gran parte de su repertorio dedicado a la infancia.
2.- De igual forma Yudi Herrera entregó su arte como parte de los Conciertos Compartidos.
3.- Los pequeños no se adaptaron al espacio de sus lunetas y se aproximaron al escenario sagúero.
4.- Teatro lleno en Quemado de Güines.
5.- Hasta Yudi encontró un regalo en Sagua.
6.- La espontaneidad inigualable de la infancia.
7.- Integrantes de la Colmenita quemadense subieron al escenario junto a Liuba.
8.- El climax de la presentación: Liuba y Yudi unieron sus voces para interpretar Dame la mano y danzaremos.
9.- Fiesta para niños y también para los adultos.
10.- Feliz esta pequeña.
11.- Al término del concierto en Quemado de Gúines Liuba recorrió el parque de la localidad y se acercó para contemplar el identificativo del Guajirigallo.
12.- Alegría en niños de Sagua.
13.- Jóvenes músicos de extraordinaria calidad acompañan a Liuba.
14.- En Quemado de Güines Liuba pidió imaginar que fuera de noche para cantar La Calabacita.
También puede ver este material en:
0 comentarios