Y floreció la sonrisa con Liuba
Texto y fotos Ricardo R. González
Guitarra en mano y secundada por sus músicos Liuba María Hevia llegó al hospital pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara, para cantarle al mayor tesoro que tiene la vida arropado en la infancia.
Un regalo de alguien que es pura melodía en medio de una magia explicable que acaricia el alma. Así busca en sus esencias y las encuentra porque como bien ha reafirmado «la música cura, despierta la sensibilidad, constituye la esperanza, la alegría y en este caso es mi modo de homenajear el sacrificio cotidiano y sin límites de quienes hacen todo por la Salud».
Entonces los pequeños, y quienes ya no lo somos tanto, pero llevamos es niño revoltoso adentro, la aplauden, siguen las letras de sus canciones y las hacen suyas como ocurre cada vez que se escucha un «Señor arco iris» sugerente para encontrar esos «lindos colores de la felicidad».
Y entre el público estaba Leonardo, de solo dos años, y su hermanita Lis Daniela, de cuatro, acompañados por su mamá Dayana, o Wendy Toledo, de 18 años, quien por estos días se encuentra hospitalizada y recuerda cada canción al tiempo que sigue a Liuba junto a su mamá Mayté.
El programa avanzó con «La marcha de las letras» un modo didáctico de repasar las vocales. En ese momento la intérprete escuchó un llanto de un menor que brotaba desde el Cuerpo de Guardia y pidió que esas lágrimas se convirtieran en sonrisas.
Desafiando el calor en una tarde de julio y luego de actuar este martes en Santo Domingo, como parte de los Conciertos Compartidos algo típico de Villa Clara, Liuba María Hevia entregó «El trencito y la hormiga» que le permite interactuar con los pequeños asistentes quienes también escucharon el tema dedicado a esos «huésped» indeseables alojados en el cabello y que molestan tanto. Por supuesto que la referencia es para «El piojo» coreado por los infantes.
Qué decir entonces de la «Canción de la vacuna», de la autoría de María Elena Walsh, una especie de mensaje que invita a minimizar esos temores ante el bienestar que provocan.
Y no podían faltar las travesuras del «Gatico Vinagrito» que ha acompañado a cinco generaciones de cubanos gracias a esa gloria santaclareña que es Teresita Fernández, como también plasmó su autoría en «Lo feo», una enseñanza magistral para hacernos comprender que esas «cosas» inadvertidas, poco atrayentes o que resultan insignificantes pueden obsequiarnos su belleza si las transformamos en aras del bien.
La tarde de martes iba a prisa, y no podía faltar esa «Estela granito de canela» devenida ya pieza antológica entre los recuerdos de la niñez.
Sin dudas Liuba es Liuba, atrapa, moviliza, convence, educa, y entre su público estaba Daniel, un niño recién operado de apendicitis que le pidió a su padre bajar hasta el lobby de la institución con la incómoda venoclisis puesta. Era una especie de placer que superaba cualquier sacrificio para estar cerca de su artista.
Y no hay gira que realice la cantautora sin llegar a los hospitales con sus más de tres décadas en este tipo de trabajo que a su modo de ver le resulta esencial «con los niños, con los enfermos, con quienes lo dan todo, con esa gente de a pie».
Por ello también ese tributo que merece el Proyecto Para una Sonrisa, muy del Pediátrico villaclareño, que ya suma 25 años de llevar alegrías a quienes lo necesitan y que supo reconocer a una mujer portadora del buen arte.
Valió entonces desafiar las altas temperaturas y sentir muy de cerca las canciones de Teresita, de Ada Elba Pérez, de Gabilondo Soler y de María Elena Walsh en una voz que penetra en el alma y hace florecer la sonrisa.
PIE DE FOTOS
1.- No hay gira que realice la cantautora sin visitar los hospitales con sus más de tres décadas en este tipo de trabajo que a su modo de ver le resulta esencial «con los niños, con los enfermos, con quienes lo dan todo, con esa gente de a pie».
2.- Leonardo, su hermanita Lis Daniela, y la mamá Dayana aseguraron sus puestos desde temprano.
3.- Jóvenes músicos de marcado talento acompañaron a la cantautora.
4.- Daniel, un niño recién operado de apendicitis le pidió a su padre bajar hasta el lobby de la institución con la incómoda venoclisis puesta.
5.- Niños y adultos corearon cada canción porque forman parte de su patrimonio.
6.- «Para Una Sonrisa» reconoció a Liuba María Hevia por sus aportes en estos 25 años de existencia del Proyecto, al igual que el Dr. Ángel Camacho Gómez, director del hospital pediátrico José Luis Miranda.
7.- No podía faltar esa «Estela granito de canela» devenida ya en pieza antológica entre los recuerdos de la niñez.
También puede ver este material en:
0 comentarios