Resiliencia Costera para una Punta Brava
Por Ricardo R. González
Fotos del autor y cortesía del entrevistado
«Irma» castigó a Caibarién, entró con fuerzas destructoras de huracán para propiciar fuertes vientos, lluvia continua, y sobre todo amenazas de un mar desbocado durante horas. Era septiembre de 2017 y ni siquiera el «Kate», de 32 años antes, resultaba comparable con lo allí vivido.
Había que tratar de hacer algo menos quedarse de brazos cruzados ante un consejo popular llamado Punta Brava que resulta el más vulnerable de Villa Clara en las odiseas de que penetre un mar bastante enfurecido y haga realidad el nombre del sitio que en tiempos de calma resulta apacible. Así el potente fenómeno dio origen a una intervención de Resiliencia Costera dirigida a ecosistemas y comunidades frente al cambio climático (CC) con la generación de nueve productos que contribuyen a un enfoque integrado.
Lo asevera el master Luis Orlando Pichardo Moya, coordinador provincial de los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo (PVR) en el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) que, en otras palabras, alude a un proyecto con potencialidades para la visión integrada de la reducción del riesgo de desastres.
Y llegó la pandemia. Bajo esta se trabajó en tres objetivos específicos o áreas de resultados. Una de ellas relacionada con el fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana y la incorporación de los conceptos de reducción de riesgo y desastres, sin olvidar la adaptación al CC sumada al desarrollo municipal.
Era necesario mirar hacia la infraestructura y por ello fue fortalecido con equipamiento el Centro de Reducción de Riesgos y Desastres en la Villa Blanca, su estación meteorológica y el punto de alerta temprana, radicado en Caimar, para estar al tanto de las penetraciones marinas ante una posición que lo sitúa de cara al mar.
Poco a poco incorporaron otros detalles. Pichardo Moya subraya que a este resultado agregaron la actualización de un mareógrafo, situado en Isabela de Sagua, un instrumento que registra la intensidad de las mareas con alcance regional para toda la costa norte villaclareña, a la vez que surgieron nuevos mapas de peligro, vulnerabilidad y riesgo (PVR) dirigidos a la provincia.
Para el científico e investigador el segundo resultado de este proyecto concentra el peso de las acciones. Van encaminadas a la protección de los ecosistemas y al preciado valor de salvaguardar la vida humana en las comunidades; sin embargo, era de principal utilidad la capacitación, y por ello se creó un Centro Regional para esos fines con gestión del conocimiento radicado en la Casa del Científico, en Santa Clara, pero su mirada es regional, al tiempo que se fortalece uno municipal en el propio Caibarién, y un Joven Club donde se decidió situar un aula comunitaria con equipamiento, mobiliario y programa de capacitación para los delegados del área, junto al grupo de trabajo integrado del Consejo Popular.
Las vivencias imborrables de los huracanes en un municipio con superficie estimada de 425,5 km² y una elevación de 5 m. sobre el nivel del mar imponía la preparación comunitaria ante los diversos peligros, y mediante diversas acciones se ha trabajado con una población aproximada de 8000 personas que necesitaban la adaptación sobre los ecosistemas e incluso el fortalecimiento de la agricultura familiar y urbana.
— ¿Patios resilientes?
— En un principio se identificaron nueve y un organopónico, pero con el tiempo la práctica se ha extendido a otros y muchos de ellos se encuentran próximos al manglar, por lo que la responsabilidad es mayor al cultivar y obtener alimentos destinados a la familia y los vecinos, sin dejar de proteger el borde costero.
En ese sentido se previó la rehabilitación asistida de 15 ha. de manglar que resguardan el entorno costero del barrio La Pesquera con casas que están ubicadas en zonas muy bajas y a la vez como seguridad para el refugio de los barcos indispensables en el sustento de la comunidad.
— Si bien la preparación y el aprendizaje poblacional resultan vitales el proyecto va más allá…
— Debe tenerse en cuenta que casi 38000 habitantes de Caibarién residen en perímetros urbanos, y para el resto se asignó equipamiento agrícola. Un tractor que tiene funciones de evitar el estancamiento de aguas pluviales y la acumulación de residuales, a la vez que aplica el concepto de economía circular porque esos residuales de sedimentos orgánicos se utilizan como tierra enriquecida para los propios patios y la agricultura urbana.
— ¿Y en torno al ordenamiento ambiental?
— Es el tercer resultado del Proyecto de Resiliencia Costera a partir de la obtención de un modelo de ordenamiento ambiental al incorporar los criterios de adaptación al CC y reducción de vulnerabilidades que advierte sobre los lugares expuestos a inundaciones, ya sea por lluvias o por la entrada del mar y abre los ojos sobre aquellos sitios en los que no debe seguirse construyendo a partir de estos peligros.
Ello está en fase de ofrecer las propuestas de cómo se puede usar mejor el territorio en las distintas áreas mediante una plataforma de gestión del conocimiento que nutre a la red del Centro de Creación de Capacidades con las experiencias acumuladas por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV) y su Centro de Estudios Comunitarios a través de las tesis, investigaciones, doctorados y presentaciones en eventos, entre otras modalidades.
A estas fortalezas se suman varios actores: la Defensa Civil, la Agricultura, Recursos Hidráulicos, incluido Acueducto y Alcantarillado, el Gobierno, Planificación Física, las organizaciones sociales y de masas y el CITMA con los aportes del Centro Meteorológico Provincial (CMP) y el de Estudios y Servicios Ambientales (CESAM), por citar algunos.
En el programa de trabajo del consejo popular Punta Brava aparecen acciones encaminadas a fortalecer la calidad de vida de los vecinos, su actividad cultural y la gestión de los centros de enseñanza que radican en la demarcación. También se prevé la atención a las familias vulnerables.
Si se habla de financiamientos el Proyecto de Resiliencia Costera está financiado por la Unión Europea bajo el Programa Alianza Mundial contra el Cambio Climático (GCCA), e implementado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia de Medio Ambiente (AMA), del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente como institución nacional.
Contempla cuatro municipios cubanos con intervención directa. Además de Caibarién, en su Consejo Popular número 2 de Punta Brava, figuran Playa Victoria, en Yaguajay, Punta Alegre (Chambas) y Santa Rita, en Nuevitas.
Las pretensiones villaclareñas incluyen aplicaciones en otras comunidades costeras con las perspectivas de proteger al ser humano de los declives que provoca la Natura.
ALGUNAS REALIDADES
— Zona de mal drenaje del consejo popular Punta Brava: Fueron beneficiadas con limpieza y desobstrucción entre seis y siete km de zanja de desagüe en el sitio de intervención que favorece a más de 8000 pobladores. Ello contribuye a disminuir vulnerabilidades ante el peligro de inundaciones.
— Área de Rehabilitación Asistida Los Chivos: En 10,5 ha. se ejecuta un proyecto de Manejo de Regeneración Natural (MRN) con labores de limpia, chapea y recogida de desechos sólidos, mientras en 5,0 ha. se procede con un proyecto técnico de repoblación forestal.
— Limpieza de canales y obras de fábrica: Con acciones comunitarias de limpieza, recogida de escombros y restos inorgánicos. Se ha contado con la participación de una maquinaria donada por el Proyecto Combinando Acciones empleada en el saneamiento y drenaje en la zona costera con la rehabilitación asistida de humedales.
— Área de Rehabilitación Asistida Viaducto de la Playa: En 4,95 ha. se ejecuta un proyecto técnico de manejo de regeneración natural incluidos los manglares para sus rebrotes, además del trabajo con la vegetación mixta y las labores de limpia y aclareo a través del manejo de especies exóticas invasoras.
— Patio resiliente de Juan Ramos: Dentro de las paredes en ruinas de un almacén abandonado desarrolla sus cultivares con la obtención de plátanos, boniatos, yucas y hortalizas utilizando envases plásticos perforados como forma de riego alternativo.
— Patio resiliente de Héctor León: Con casi 90 años este vecino cultiva hortalizas y vegetales en un patio colindante con un manglar al que también cuida con esmero, además de que ha sido beneficiado con recursos para los cultivos y dispone de un sistema fotovoltaico.
— Patio resiliente de Mario Manso: Colinda con un manglar al cual protege de la deforestación., al tiempo que desarrolla un sistema innovador mediante el uso de algas y sargazos recalados en la playa para agregarlos al suelo que cultiva con valiosos resultados en frutas exóticas, hortalizas y vegetales. La experiencia se extiende y replica por el resto de los patios y contribuye a la limpieza de la playa.
— Patio resiliente de Manuel González: Con 92 años practica la acumulación de agua de lluvia (cosecha de agua) para regar 0,12 ha. En las que obtiene viandas, frutas, vegetales y plantas medicinales.
— Empleo de abejas meliponas: Se incorpora la apicultura para el incremento y rescate de esta actividad afectada por el paso del huracán Irma con el fomento de apiarios vinculados a patios de referencia, organopónicos y otras entidades. Así se favorece la polinización para el proyecto integral de fortalecimiento a la seguridad alimentaria.
PIE DE FOTOS
1.- «La implementación del Proyecto de Resiliencia Costera está orientada hacia el logro de tres resultados estrechamente vinculados: Fortalecer las capacidades para la reducción del riesgo de desastres a nivel local, incrementar la resiliencia de los asentamientos costeros mediante la implementación de estrategias de adaptación al cambio climático a nivel nacional, local y comunitario, e incorporar el enfoque integrado de la reducción de riesgos y adaptación en la planificación del desarrollo local sensible a género, y con equidad social», afirma el máster Luis Orlando Pichardo Moya.
2.- Zona de rehabilitación asistida del refugio de los barcos: Proyectos dirigidos a protección de los humedales costeros con enfoque de adaptación en 15 ha. de manglares. Protege a la comunidad de eventos hidrometeorológicos severos y a las embarcaciones de la empresa pesquera y cooperativas de la pesca.
3.- Un tractor destinado a evitar el estancamiento de aguas pluviales y la acumulación de residuales.
4.- La recuperación de los manglares divisa fundamental.
5.- Resultados de cosechas en un patio resiliente.
6.- Con buenas prácticas lo improductivo puede convertirse en productivo.
7.- Para la comunidad es necesaria la capacitación sistemática que incluye también a los niños.
8.- Se hace necesario el intercambio con los pobladores de la zona como actores esenciales para emprender las transformaciones.
9.- Centro Regional que fortalece la capacitación con gestión del conocimiento radicado en la Casa del Científico, en Santa Clara.
10.- El trabajo con las artes de pesca es indispensable para el logro de acciones consecuentes en la protección del entorno.
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