Desafío a las tormentas
Cuando se haga la historia de los últimos 40 años y del tiempo de pandemia que vive Villa Clara habrá que contar con el colectivo del Centro Provincial de Electromedicina por sus innumerables acciones a favor de la vida. Personas que buscan soluciones e insisten en el reto a lo imposible en toda su trayectoria.
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
Hace más de cuatro décadas que trazan sus sendas, muchas veces inmersos en el anonimato o en un sitio muy distante del centro de la ciudad adonde hay que llegar por medios propios; sin embargo, vivir las experiencias del Centro Provincial de Electromedicina (CPE), reforzadas desde hace casi dos años por el terrible coronavirus, recuerda aquella frase que sentencia: ¿Quieres saber quién eres? No preguntes ¡Actúa!
Y como lo han hecho. Muchas veces convirtiendo lo imposible en posible, marcados por carencias de insumos, de piezas de repuesto, de recuperar un equipo a partir de componentes utilizables de otro descontinuado con el pleno ejercicio del intelecto e innovaciones que no admiten reposo. Lo sabe su director, el ingeniero Reinaldo Pita Machado, en un universo provincial que abarca 8 676 equipos médicos y más de 30 000 muebles clínicos.
Con la llegada del SARS-CoV-2 cambió la rutina productiva vista por sus directivos como un reto descomunal ante algo desconocido que impuso dedicarse de lleno al complejo mundo de la ventilación pulmonar.
En un primer momento ejecutaron la reparación de todas las líneas de distribución de gases de las principales unidades hospitalarias a fin de eliminar posibles salideros, a partir de un sistema de vigilancia.
Luego trabajaron en el inventario de los requerimientos de la ventilación pulmonar dirigidos a la posible adquisición de recursos por parte del país.
EL LARGO CAMINO
La coyuntura no admitía esperas. Era necesario recurrir a las acciones inminentes, por lo que una de las soluciones villaclareñas fue obtener nuevos dispositivos, a partir de reguladores de oxígeno industrial descontinuados con dos instrumentos, colocados en forma de T, capaces de beneficiar a igual número de pacientes a partir de un botellón de oxígeno.
«Estos se distribuyeron en la provincia, y después con la ayuda del grupo de trabajadores por cuenta propia LAMA se fabricó una cantidad importante de Y (con efectos similares) en Holguín para todo el país. A Villa Clara le entregaron unos 200 dirigidos a los hospitales, y con el apoyo del Combinado del Plástico se lograron otros, por lo que ya existen disponibilidades para el territorio con las necesarias reservas», precisa Pita Machado.
Ahora bien, el momento de mayor tensión llegó con la opción cero de oxígeno. ¿Qué hacer?, era la inquietud compartida entre todos.
«Nuestros trabajadores participaron de conjunto con el resto de los hospitales, las organizaciones políticas, gubernamentales y la dirección de Salud en la provincia que actuaron en la determinación de medidas emergentes. La colaboración del colectivo estuvo encaminada a aprovechar hasta el último litro de oxigeno existente».
— ¿Un verdadero dilema convertido en rompecabezas?, pregunto a Pita Machado.
— Cada vez se agotaban más las capacidades. Hubo que aplicar múltiples variantes. Se construyeron bancos de oxígeno a partir de los elementos existentes que posibilitaran independizar los sitios de atención al paciente grave en el hospital Arnaldo Milián Castro del resto de su red con el propósito de garantizar la ventilación a los pacientes graves, por lo que se impuso otra revisión. De igual manera en el Cardiocentro Ernesto Che Guevara, en el hospital Celestino Hernández Robau, sin dejar de colaborar con otras provincias ya que el Ministerio de Salud Pública nos pidió que realizáramos este trabajo en Cienfuegos.
¿SUEÑO, DESCANSO?
Pregúntele al ingeniero Germán Eladio Díaz Fernández, especialista en la reparación y el mantenimiento de los equipos de ventilación pulmonar, si los conoce. Apenas durmió durante el segundo rebrote de la Covid-19 cuando los casos se incrementaron de manera notoria.
Quizás una o dos horas para estar en la casa, comer algo y volver a salir a la tarea, a tal punto que Santa Clara lo veía transitar a cualquier hora del día, la noche o la madrugada en faenas, ya sea en cuestiones de ventilación o descargando e instalando los 116 concentradores de oxígeno destinados a las salas más críticas y hospitales de campaña, además de 39 ventiladores de respiración artificial; quince de ellos por donación.
Con 15 años de ejercicio en la Electromedicina y unos cuatro en el CPE esta ha sido una de las contiendas más difíciles que ha obligado a la búsqueda de soluciones donde casi no existían.
Algo similar le ocurre a otro ingeniero, a Carlos Rodríguez Yumar, el jefe técnico de la entidad, que en reiteradas ocasiones sintió el impacto en la zona roja con días sin almorzar ni comer debido a la vorágine y la tensión laboral como en aquel sábado que entró a trabajar muy temprano y salió el domingo pasadas las 2:00 de la madrugada.
— ¿Tu mayor confrontación?
— Estar en zona roja y ver a tantas personas conocidas, y aunque de momento no existían posibilidades de reparar un equipo no nos podíamos dormir, había que innovar hasta lograrla. La situación nos tocó el corazón. Compañeros que estuvimos días y noches cargando lo mismo un botellón de oxígeno que un equipo, o en el traslado de estos de diferentes hospitales para otros centros.
A pesar de que a José Antonio Garnica Mirabal, responsable de la planta de esterilización, de estomatología y electromecánica, se le reconoce todo su aporte —aunque en el momento de mayor crisis pandémica sus especialidades no eran las de mayor responsabilidad—, se incorporó con su equipo y ofreció ideas, organizó la guardia para el personal técnico a fin de enfrentar los imprevistos y determinar los niveles de oxígeno que quedaban en los cilindros.
Para Reinaldo Pita, el trabajador formó parte de esta gran familia en el hallazgo de soluciones más allá de sus funciones; no obstante, José Antonio no admite reconocimientos a título personal, los pone en función de todo su colectivo que jamás puso reparos ni titubeó, «porque nadie habló de horarios ni de cansancio».
LA OBRA, EL EJEMPLO
Hay varias historias entre estos hombres y mujeres. Está la de Eliecer Bello Rodríguez, uno de los subdirectores, que se contagió por el ir y venir con la Covid-19 y además lo trasladó a parte de su familia, pero luego de cumplir el protocolo establecido no hubo retrocesos en su accionar.
Por otro lado prevalece el criterio del ingeniero Luciano Matamoros Salazar a quien le reconocen su avidez y experiencia acumulada como director del centro en etapas anteriores que lo llevan a desplegar otras directrices administrativas. Con mucha razón considera que «en esta etapa de la Covid-19 no ha habido nadie de la Electromedicina villaclareña que anteponga problemas personales cuando no hemos ofertado nada adicional porque lo único que ofrecemos es trabajo. Ellos se presentaron de manera voluntaria y es lo que hacen a diario, incluso a veces arreglan equipos en la casa en horario de descanso porque hay un compromiso con la actividad».
Delante de su colectivo y ante situaciones tan complejas pregunte si el ingeniero Reinado Pita Machado fue un dirigente ejecutivo o de dictámenes desde la oficina. Casi busco un escudo protector porque la respuesta fue al unísono y en defensa total.
«Me he sentido orgulloso de mi colectivo. Nunca esperé una actuación tan positiva ante lo complejo del panorama.
¿Retos? Y Luciano Matamoros precisa algo para no perder de vista. «El SARS-CoV-2 existe aún, por lo que no podemos hablar en pasado, y entre los desafíos está lo impuesto por el día a día, asimilar tensiones e insistir en darles respuestas por muy difíciles que parezcan.
MEMORÁNDUM
— El CPE es responsable de la instalación, reparación y mantenimiento de toda la tecnología médica e instrumental disponible en la provincia encaminado a diagnósticos, laboratorio, estomatología y los destinados a la recuperación de los pacientes.
— Asume el proceso de los nuevos equipos en Salud, así como las fallas, averías, desinstalación del instrumental obsoleto y envío a materias primas de las partes no útiles.
— Incluye la reparación de camillas, sillones de ruedas, camas hospitalarias, sillas, mesas de metal, y otra parte dedicada a tratar de rescatar los deprimidos esfigmomanómetros, estetoscopios, piezas de manos y ultrasonidos estomatológicos y los reguladores de oxígeno.
CONTRASTES
Quizás estas cifras no sean de dominio general, pero sepa que el cilindro de oxígeno distribuido en Cuba tiene alrededor de 7 m3 con un acumulado aproximado de 800 litros, y a cada paciente se le entrega un promedio de 7,5 litros por minuto cuando el ventilador está acoplado directamente a las vías respiratorias. Si se utiliza como apoyo puede consumir hasta 15 litros por minuto.
Un botellón de oxígeno solo dura de tres a cuatro horas en un enfermo conectado a un ventilador.
Se han vivido tiempos difíciles, lamentables en muchos casos. Los expertos buscan alternativas, pero no poseen el don de generar el gas.
¿Tenemos o no nuestras Razones?
PIE DE FOTOS
1.- Parte del colectivo integrado por 132 trabajadores como unidad presupuestada que tiene centros territoriales en Sagua la Grande y Caibarién, mientras aparecen subordinados los grupos de ortopedia técnica y dos talleres para la elaboración de calzados a la medida en Santa Clara y Cifuentes, al tiempo que organizan metodológicamente la labor en los servicios municipales y en los hospitales.
2.- Los ingenieros Carlos Rodríguez Yumar (a la izquierda) y Germán Eladio Díaz Fernández examinan un equipo de ventilación pulmonar.
3.- Dispositivo conocido por T, una de las soluciones villaclareñas obtenidas a partir de reguladores de oxígeno industrial descontinuados con dos instrumentos capaces de beneficiar a igual número de pacientes a partir de un botellón de oxígeno ante la falta del gas.
4.- Uno de los concentradores de oxígeno, de factura coreana, suministrados por el Minsap, que llegó a los hospitales. Ya se obtenía el gas a partir del aire ambiente y no se necesitaban los balones o cilindros al ofrecer los más modernos 48 litros por minuto.
5.- Juan Alberto Baldueza Moreano, una cátedra en el CPE al frente de la tornería en un establecimiento que dispone, además, de departamento de apoyo con fresadoras, soldaduras y tapicerías para complementar las acciones de remodelación del mobiliario.
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