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La vitalidad de la «profe» Inés

La vitalidad de la «profe» Inés

Un homenaje a quien desde Corralillo se ha convertido en la madre adoptiva de generaciones de infantes.

Por Ricardo R. González

Fotos: Ramón Barreras Valdés y perfil de FB de Ángel Ernesto

Muchas veces las casualidades traen signos felices. Llevaba tiempo sin saber de ella y la página de Ángel Ernesto propició la alegría derivada de un encuentro con la Dra. Inés Hernández Llerena.

Allí estaban sus fotos. Parece que los años no pasan por ella e imagino las vivencias contadas a los funcionarios de los CDR y de la ANAP, tanto de la provincia como de Corralillo, que llegaron a su puerta para ofrecerle el homenaje merecido.

No pudo ser como se hubiese querido, quizás en el interior de su hogar, disfrutando de cada relato de una elocuente anfitriona porque la realidad sanitaria lo impide, pero vale el gesto para una mujer que se ha convertido en la madre adoptiva de generaciones de infantes que andan por varios puntos de la demarcación villaclareña.

DE MATANZAS A CORRALILLO                                 

Un día llegó al más norteño de nuestros municipios procedente de Matanzas. Si mal no recuerdo fue en 1976 cuando sus sueños aspiraban a convertirse en una eminente cirujana; sin embargo, el tiempo cambió aquellas aspiraciones.

Por entonces el territorio no contaba con un policlínico integral y le dieron la misión de atender a las gestantes. Así un día y otro, pero nunca imaginó que rebasaría las cuatro décadas entre procederes que, a su manera de decir, la han hecho muchas veces feliz y también conocer los sinsabores de la profesión.

— ¿Siempre obstetra?

— Primero ejercí como médica general en momentos muy difíciles en que el territorio carecía de ambulancias para remitir los casos complejos hacia Sagua la Grande o Santa Clara.

Sin pensar en la hora me paraba en el medio de la calle y detenía el ómnibus que cubría la ruta Habana-Santiago. Los choferes sabían que pasada la 1:00 de la madrugada resultaba un caso complicado. Imagínense como debía preparar a ese niño, a la gestante, o a otro tipo de paciente para remitirlo en una guagua.

Por suerte todos los vientos soplaron a su favor y nunca tuvo contratiempos, a lo que se sumó otra etapa compleja de apagones que marcan la historia cubana en la que muchas veces encendieron un algodón o una lámpara bien artesanal —de las llamadas chismosas— para brindarle atención a los necesitados en plena madrugada.

EL VACÍO DE UNA JUBILACIÓN

Su conversación inspira a partir de una vitalidad incuestionable que acentúa cada palabra, y a pesar de las tantas problemáticas considera que estas le han ayudado a crecer aunque a veces las soluciones resulten complejas.

«Al cumplir la edad requerida me acogí a la jubilación. No voy a negar que las primeras semanas resultaron agradables, pero un enorme vació comenzó a invadirme. Ya no sentía el privilegio de escuchar el primer llanto de un niño al iniciar la vida. La casa me la conocía de palmo a palmo hasta que no soporté más y volví a contratarme. En realidad no podía estar lejos de ese universo marcado por la infancia.

— ¿Es cierto que muchas criaturas llevan el nombre elegido por Ud.?

— Es verdad. Combino a veces el de los próceres, otros por atributos y cualidades que impregnan fuerza y futuro.

— ¿Nadie más de la familia siguió el camino de Inés Hernández?

— Afortunadamente siento esa satisfacción. Mi hija Leidy Saray Rodríguez Hernández creció viendo partos. Es doctora. Asumió la dirección del policlínico Mártires del 11 de Abril de la localidad, y hoy está al frente del contingente de médicos que enfrenta la Covid-19 en el hospital de Sagua la Grande.

— La vida profesional tiene sus trances ¿Recuerda alguno que propició marcada complejidad?

— Un nacimiento muy trabajoso que enfrentamos hace años. Presentaba una distocia fetal de cara o anomalía que por la magnitud del hecho y su posición obstaculizaba las maniobras del alumbramiento. Necesité el apoyo de muchos, en esa jornada me subió la presión, pero vencimos.

LA HISTORIA DE VERENA CONTRERAS

Existen protagónicos televisivos que sustentan historias comunes. Fue por el tiempo de la telenovela cubana Tierra Brava e Inés tenía bajo su atención a una residente en una comunidad rural que siempre estaba montada en una carreta.

«Como el personaje principal siempre estaba montada en un caballo así la bauticé, y era extraño el año en que no saliera embarazada. Nunca se dejaba poner un anticonceptivo y la traía para la cabecera municipal. De esta forma cuidaba a los que ya habían nacido y el embarazo en curso. Llegó a tener cinco hijos y ninguno con bajo peso hasta que cesó su producción».

¿ENCICLOPEDIA?

Cada respuesta encuentra la sagacidad necesaria. Inés Hernández sobrepasa cualquier pausa. Reafirma que para un médico es vital la continua superación. Por ello viajaba a la capital provincial a fin de recibir cursos de actualización, pero tampoco le falta ese ejercicio de búsqueda de novedades aunque sorprenda la madrugada.

 —Algunos la consideran una especie de enciclopedia a la que acuden para cualquier consulta.

—Los conocimientos están al servicio de la humanidad, y no hay orgullo mayor que ese agradecimiento proveniente de las madres o de los propios colegas. En mi caso apenas existen palabras para describirlo. Le pido a la vida muchos años con la mente clara y espíritu de trabajo porque lucho contra el Alzheimer, y cuando crea que mis facultades comienzan a fallar, me retiro de manera definitiva.

INSPIRACIONES EN LA VIDA

Su nieto Aarón, de 10 años, por el que hizo un alto en su actividad para atenderlo mientras su mamá está enfrascada en el enfrentamiento a la pandemia en la Villa del Undoso, y por supuesto la continuidad de la medicina en la familia: su hija Leidy.

«Los dos constituyen el motor impulsor de mi vida».

— Además de la asistencia existe una arista docente, pero si en algún momento hubiera tenido que decidir entre una y otra ¿cuál definiría el camino?

Apenas median segundos:

— Lo asistencial. Soy ante todo médica.

También puede ver este material en:

https://ricardosoy.wordpress.com

https twitter.com/riciber91

PIE DE FOTOS:

1.- La Dra. Inés Hernández Llerena soñaba al inicio con ser cirujana; sin embargo, el tiempo le demostró que su mundo estaba muy cerca de la infancia.

 2.- En días recientes funcionarios de los CDR y de la ANAP llegaron hasta la entrada de la vivienda de Inés para reconocerle todo lo que ha hecho por la vida.

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