Rostros de «Abdala»
Por Ricardo R. González
Fotos del autor
Andan por las calles de la ciudad en medio del trepidar cotidiano y a lo mejor no los conocemos. Médicos, personal de enfermería, educadores, padrinos de otros organismos, estudiantes, transportistas y muchos otros unidos por un fin: Que «Abdala» llegue a cada brazo para sembrar esperanzas.
Son ellos, junto a muchos, quienes hacen la realidad en medio de jornadas marcadas por el intenso calor y de las propias tensiones derivadas del proceso. Aun así, conozca el rostro y parte de la historia de algunos de los que laboran en el vacunatorio del seminternado Viet Nam Heroico que, entre julio y agosto de 2021, marcaron una época en la inmunización santaclareña.
«UN SERVIDOR DEL PUEBLO»
Se llama Mario Alberto Reguera García. Primero fue enfermero, estuvo dos años cursando la especialidad hasta que luego optó por la Medicina, pero si algo le agradece a su primera disciplina es que lo forjó en la teoría y en habilidades prácticas. Hasta pudiéramos decir que la mantiene en su cabecera.
«Ese paso del preuniversitario a la Enfermería me ayudó mucho. Perdí los temores de enfrentar a un paciente, de ser «primerizo» a la hora de inyectar o asumir cualquier contingencia».
Confiesa que en la familia no existe tanto vínculo con la Salud. Solo su mamá es protesista, y mientras transcurría su vida estudiantil pensó en múltiples oficios hasta en el de incursionar en las artes culinarias.
«Cuando terminé el pre llené mi boleta, me decidí por Enfermería. y no me arrepiento. Ahora como futuro médico hay detalles que no puedo olvidar, sobre todo el cariño que he recibido de las personas en el vacunatorio, de aquellos encamados que hemos inmunizado, y de las vivencias en las labores de pesquisa desde el inicio de la pandemia. Muchos me dan aliento y dejan momentos increíbles. Mi gratitud es hacia ellos, no de ellos a mí porque soy un servidor del pueblo.
— ¿El día en que finalice el SARS-CoV-2?
— Quisiera fuera pronto. Curso el tercer año de Medicina, pero lo vería como una victoria compartida que venció a una epidemia detestable. Será la hora de volver a abrazarnos, de dar ese beso que falta y no hemos podido a las personas que queremos, a los propios pacientes como me ocurrió hace poco con una ancianita agradecida a la que solo pude rozarle el puño, y, por favor, que finalice esta era del nasobuco.
LA MAGIA DE CURAR
No hay duda de que posee un amplio aval en su profesión. Se licenció como enfermera en 1983 y sus pacientes del consultorio 16-2, perteneciente al policlínico Santa Clara, la quieren y la buscan.
A lo mejor Modesta Fernández Hernández todavía lo piensa cuando tiene que inyectar a un niño, pero sabe que debe hacerlo por encima de todo, y ahora inmersa en la vacunación masiva de «Abdala» alude a la preparación anterior que llevó bastante tiempo.
«Valió la pena, una manera de reciprocar a ese personal de la comunidad que ha cooperado de manera satisfactoria para desarrollar el cronograma de vacunación».
Para ella resulta algo novedoso sumado a las tantas campañas anteriores contempladas en el programa de vacunación que han contado con su participación.
— ¿Abdala?
«Algo que el pueblo esperaba y ya es realidad. La catalogo como un logro de Cuba, de los científicos, del sistema de Salud y que ha fluido de la mejor manera».
— ¿En lo personal?
— Muy orgullosa de poder contribuir al bienestar de una parte de los pobladores santaclareños.
Así piensa Modesta, la enfermera que seguirá haciendo honor a su nombre por esos caminos con la magia de curar.
PADRINOS IMPRESCINDIBLES
Son dos en función del vacunatorio. Alexander Cuellar Ortiz, perteneciente a Comercio, y su compañero Verónico Rojas Romero, de la Empresa de Confecciones Textiles Fénix de Villa Clara.
Tanto uno como el otro apoyan todas las labores en el vacunatorio y están pendientes del mínimo detalle, sobre todo si hay que trasladar a alguna persona hasta una institución de Salud producto de reacciones adversas, aunque no han aparecido, pero también incursionan en la práctica de otros perfiles necesarios para integrarse a la plantilla del colectivo como actores imprescindibles.
Para Alexander es primera vez que asume este tipo de responsabilidad y manifiesta su utilidad porque está en función de los requerimientos del pueblo a tiempo completo.
JUVENTUD, EXPERIENCIA, APRENDIZAJE MUTUO
Aunque en diferentes años de la carrera Rolando Antonio Fundora Figueroa, Lismary Peña Hernández y Brayan Samuel Cárdenas García estudian Medicina. Los dos primeros ya en quinto año, mientras Brayan inicia las sendas por el primero.
¿Qué los une en común? Una experiencia única a partir de «Abdala» que les ha posibilitado adentrarse en diversas facetas a fin de consolidar la teoría con la práctica e incluso el vínculo con las dinámicas poblacionales en una labor que nunca habían realizado.
La prueba de fuego ha sido el propio escenario. Vacunar, orientar a la población, conocer de posibles reacciones, y el trabajo en equipo junto a profesionales de la Salud, técnicos y personas ajenas al sector que dejan experiencias para el futuro.
Rolando, Lismary y Brayan tienen su aval precedente con participaciones en las pesquisas. Día a día, con sol, desafiando cualquier contingencia, de domingo en domingo. Y mientras un grupo siguió en este imprescindible accionar, otros, como ellos, fueron designados para incorporarse al proceso de vacunación.
Cada uno con sus vivencias, con el aprendizaje en el largo camino de las ciencias médicas, con lo que pueden aportar a esa mezcla de combinar lo recogido en la bibliografía con las habilidades prácticas.
Y junto a ellos la «seño» Tania Llerena Iglesias, una licenciada en Enfermería al frente del sitio de inmunización, que abarca cuatro consultorios del Consejo Popular Centro, pertenecientes al policlínico Santa Clara.
Ella avala que la participación de los estudiantes ha sido magnífica, con esa mezcla de experiencia entre una parte del personal y los nuevos bisoños de los que también se aprende.
«Estoy muy contenta con mis estudiantes de Medicina y de Enfermería, lo han dado todo demostrando plena consagración a la tarea en medio de una población disciplinada, y apoyo admirable por parte de la dirección del seminternado, de su colectivo en general, de los padrinos, activistas, y con todos los que nos han ayudado.
EL DÍA EN QUE EDUCACIÓN ABRAZÓ A SALUD
Muchos de los inmunizados retornaron a lo que fue su escuela en décadas pasadas. Allí aprendieron a escribir, leyeron por primera vez, mientras la maestra corregía una caligrafía que escapaba del renglón y el amplio patio aglutinaba a los alumnos en las horas de receso.
Ha pasado el tiempo. Ahora las aulas están silentes, les falta las voces de los maestros y la dinámica de sus alumnos, algo que también extraña Yamila Arboláez Díaz, la directora del seminternado Viet Nam Heroico que asume la directiva del plantel desde hace casi una década, aunque supera los 20 años en ese sitio santaclareño que siente como parte de su vida y le profesa un cariño especial.
«Aquí estudió mi mamá en la entonces Normal para Maestros en una familia que lleva el magisterio en el alma. Mi hermana más pequeña es también maestra y la del medio se inclinó por la enfermería. Como se puede apreciar sentimos amor tanto por la educación como por la salud».
Su colectivo, integrado por 82 trabajadores apenas ha descansado. Concluyeron las funciones como seminternado piloto y comenzaron de lleno con el vacunatorio a partir de una organización interna que trazaron.
«Cuando nos dijeron la necesidad de asumir un sitio de inmunización no pusimos objeciones. Era algo novedoso que se convertía en una prueba, una labor muy humana para la que, de conjunto con el equipo de Salud, se ha trabajado arduo, y si algo debo destacar es el afecto y a la vez respeto recíproco entre un sector y el otro, incluso satisface mucho conocer el criterio poblacional en torno a la atención porque insistimos en que sea de la mejor forma y poniéndole el corazón».
Yamila observa a las personas en una fila organizada. Están a punto de recibir la primera dosis de «Abdala» aunque la premura y ¿por qué no? cierto nerviosismo no permita apreciar el valioso rescate realizado por el grupo Arte Restauro de los históricos murales firmados por René Portocarrero, Eduardo Abela, Amelia Peláez, Jorge Arche y otros grandes de la plástica vanguardista cubana que el paso del implacable y la falta de mantenimiento los llevó casi al anonimato.
Mientras tanto la escuela, sus trabajadores, los activistas, el personal de Salud y tantos otros, están satisfechos porque parte de los santaclareños se llevan a «Abdala» con el recuerdo de que fue la institución que les abrió nuevos horizontes a la vida.
PIE DE FOTOS
1.- Mario Alberto Reguera García.
2.- Modesta Fernández Hernández
3.- Alexander Cuellar Ortiz
4.- De izquierda a derecha: Rolando Antonio Fundora Figueroa, Tania Llerena Iglesias, Lismary Peña Hernández y Brayan Samuel Cárdenas García.
5.- Yamila Arboláez Díaz.
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