Cerca de los delfines
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
Acercarse a ellos resulta un verdadero privilegio. De momento impresionan al contemplarse esa mole grisácea muy próxima como si quisiera derribarnos, pero luego aparece una especie de magia que denota confianza. Así ocurrió, hace un tiempo, en una visita al acuario-delfinario de Cayo Santa María donde tienen su paraíso en esta porción villaclareña.
Saltan, mueven sus aletas como señal de saludo, intervienen en sus espectáculos, vuelan aros a partir de una destreza incalculable, e interactúan con el público mientras afloran algunas curiosidades del interesante mundo de estos mamíferos.
Por su sociabilidad e inteligencia el delfín mular o nariz de botella (Tursiopstruncatus) es la especie más común y reconocida entre las más de 30 variedades existentes en la familia Delphinidae. Según estudios el animal vive de 35 a 40 años. Nada a una velocidad de 5 a 11 km/h, en tanto en tiempos cortos pudieran alcanzar un rango máximo de 35 km/h.
No piense que las aletas dorsales son uniformes en la totalidad de los ejemplares. Al contrario, varían en cada uno, y desde el punto de vista reproductivo tienen una sola descendencia cada dos o tres años con períodos de gestación entre 11 y 12 meses.
Si de sonidos se trata poseen cerca de 30 que, unido a los movimientos corporales, permiten su comunicación a pesar de que cada uno tiene su signo distintivo a manera de identificativo. Y esta variedad puede entrenarse para fines diversos. La propia marina estadounidense los utiliza en la detección de minas, protección de las instalaciones, y ataque a enemigos, entre otros.
EL ENCANTO DE LAS CRIATURAS
Nadie pone en tela de juicio que resultan las especies más sagaces dentro del reino marino. Según las valoraciones científicas existen más de 2000 delfines en cautiverio, pero se hace difícil cuantificar la cifra exacta de cuántos viven en libertad, a pesar de su tendencia a agruparse, y aunque parezca increíble pueden formar agrupaciones de hasta 1000 ejemplares que forman una especie de colonia blindada para comunicarse y relacionarse entre ellos.
He aquí uno de los aspectos de interés pues utilizan un método llamado ecolocalización que les suministra la información del medio en que se encuentran.
Ni más ni menos, agregue lo que han llamado las especializaciones vocales, de alta y baja frecuencia, con vistas a establecer nexos comunicativos entre ellos y con otros «pobladores» marinos.
Tanto los especialistas del Delfinario de Cayo Santa María como los vinculados a publicaciones científicas consideran que la diversidad de silbidos pertenecientes a los delfines varía según el contexto ambiental, lo que demuestra sus habilidades cognitivas.
Y aunque parezca sorprendente a través de esos sonidos reconocen a individuos, les sirven para coordinar movimientos, caza, o señales de peligro, y mantener la cohesión en su grupo porque muestran un dominio incalculable de su lenguaje.
Pudiera decirse que resultan animales racionales. Y nada de ciencia ficción ya que realizan pensamientos lógicos a la vez que tienen la potestad de modificar sus comportamientos con nuevas fórmulas de interacción, perspectivas y objetivos. Por ello muchos coinciden al señalar que se trata de animales en extremo inteligentes.
Entre las curiosidades mayoritarias aparece el hábitat de los mamíferos. Como animales precavidos buscan la abundancia de alimentos, la temperatura adecuada y la distancia de la orilla. Prefieren costas de clima tropical y templado, y evitan las aguas muy frías.
¿DORMIRÁN CON UN OJO ABIERTO?
Sobre el particular existen diversos criterios. Una investigación realizada en 1964 detalla que los delfines nariz de botella presentan este detalle y concluye que pudiera relacionarse con un estado de alerta ante posibles depredadores; sin embargo, no observaron ninguna correlación fisiológica entre el hemisferio cerebral y el ojo abierto, lo que fue imposible de demostrar que tuviera una función real de vigilancia.
Otro estudio realizado en delfines blancos del Pacífico (Lagenorhynchus obliquidens) que se encontraban en cautiverio mostró que los ejemplares abrían o cerraban los ojos en función de la posición que ocupaban en la piscina respecto a otros miembros del grupo, por tanto, estimaron que abren y cierran los ojos durante las horas de sueño para asegurar el contacto visual con otros integrantes de su grupo social.
¿ATACAN AL HOMBRE?
Es muy poco común que lo hagan, incluso llegan a demostrar cariño a los humanos. Los casos de agresión están vinculados a la confusión de las personas con presas cuando navegan libremente, por lo que terminan soltándolas.
Pero los propios estudios alertan que si las condiciones de vida en cautiverio no resultan las más adecuadas y carecen del adiestramiento necesario pudieran sorprender con una riposta.
Ahora bien, hay de todo en la viña del señor y están las personas inescrupulosas que los molestan u obligan a interactuar y ya ello adquiere otro matiz.
Mientras tanto ahí están Nicky y Ángel en Cayo Santa María. Constituyen una pareja. Al parecer son felices. Ella tiene cinco años mientras él la supera en uno. Bailan al compás de un mambo o de un rock and roll, pero también al ritmo trepidante de una salsa, de la movida macarena o con un reposado bolero, por lo que es mejor disfrutarlos a plenitud, adentrarnos en sus encantos y misterios como parte de una especie con todo el derecho a la vida.
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