Santa Clara, la novia de siempre (+ 37 Fotos)
Texto y fotos: Ricardo R. González
Cómo decirte gracias si cada día nos regalas lunas y alboradas… ¿Con un poema? ¿en un décima? Lo prefiero así, sin rima y con un manantial de sentimientos atropellados por salir.
Como decirte gracias si nos meces entre el aire fresco del Capiro y el susurro de los tomeguines silvestres cuando asaltan el espacio.
Eres tú la que llenas corazones y motivas, quien alienta y entristeces, la tesorera inigualable de recuerdos y nostalgias.
Eres tú la de pasajes épicos cruciales, la de tamarindos que se apropian de los bosques, la de mariposas perfumadas, la de antaños adoquines sustentados por el hilo del amor y la esperanza, la de verjas coloniales y evocaciones lejanas.
No importa sitios ni ciudades donde estemos porque sigues siendo tú, la de personalidades de historia, la de batallas decisivas, la más linda si te vemos con pupilas del alma, y desde cualquier latitud se te extraña.
Viajas en la cartera, en el auto, o en la mente de tus hijos por Madrid, Caracas, La Paz, Moscú, Miami, Brasil, Nueva York o La Habana…
¿Quién sabe por dónde? Y no importa, porque se anhela, al menos, una imagen que refleje la Glorieta, el hogar de crianza, la casita de tejas que un día inspiró la canción de Valladares, la calle por donde patinamos o nos raspamos varias veces las rodillas al caer de la bicicleta.
Se añora el Parque de generaciones, y la escuela de la infancia. Algo que devele la palma, la manada de pajarillos negros que se adueñan de las ramas, o un simple destello que te identifique: Santa Clara.
Y te vemos linda, sin las ya innumerables arrugas motivadas por tantos años, con el deseo de que, algún día, retomes la pulcritud en las barriadas.
Se dice fácil, pero nos compete a todos ayudarte con hechos y vivencias multiplicados.
Ya sumas 330 aniversarios. Gracias a aquellas familias remedianas por hacerte realidad al pie de un tamarindo y, por favor, sigue regalándonos esas tardes bohemias para alimentar la existencia, las noches de retretas o la Peña dominical de Los Fakires, aunque Cascarita nos mire solo desde su olimpo sagrado.
Regálanos la inspiración de los poetas, el legado de Teresita con sus rondas infantiles enseñándonos a encontrar la belleza en su palangana vieja o invitándonos a cantar «porque tenemos el corazón feliz».
Revívenos las andanzas de los bardos por sus plazas, la diversidad de El Mejunje, y el aliento cotidiano a fin de hacernos mejores humanos.
Por eso, donde quiera que estemos, ilumínanos. Entréganos tu llave para que sigas irrigando la vida de los fieles que te aman.
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Identificativo del aniversario 330.
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