Desde el corazón del Escambray
Médicos, personal de enfermería y auxiliares desafían peligros, vencen retos y hacen su vida entre un paisaje natural privilegiado con la premisa de velar por el prójimo. Así son ellos, así laboran
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
Picos Blanco trajo a la vida del galeno José Félix Moreno Reyes una de sus experiencias inolvidables. No era de aquellas noches de cielos estrellados y que a lo lejos se escucha el revoloteo de una lechuza. Tampoco del «me paso» ante un inesperado doble nueve salido en la partidita de dominó, ni de las conversaciones habituales sobre el clásico descenso del arria de mulos con el sonido característico de los cencerros.
Una tempestad amenazaba. Parecía que la jornada no traería otras complicaciones hasta que en medio de ella llegó alguien procurando por el médico porque tenía un familiar con un cuadro clínico complejo.
Como un resorte el galeno preparó la mochila. Sueros, agujas y otros insumos posiblemente necesarios, pero existía un inconveniente: «la travesía se podía hacer solo a caballo, y yo llevaba años sin practicar».
No había otra alternativa. Emprendió el peligroso camino durante casi dos horas montado sobre el animal. «Cuando llegué las rodillas me temblaban. No sé si por el frío o el sofocón. Llegamos a la casa. Por el estado del paciente hubo que aplicar una venolisis, permanecer allí para observarlo, y emprender el retorno a Jibacoa en idénticas condiciones, aunque esta vez solo ya que el familiar del enfermo quedó en su casa.
Si le preguntan a José Félix cuál resulta la mayor complejidad de las labores diría que lo difícil del acceso. Caminos en muy mal estado, personas que viven en elevaciones resbaladizas y como único se llega es a caballo o a pie subiendo por las colinas, pero son seres humanos imposibles de desproteger.
En este caso el joven santaclareño cubre los descansos habilitados para el Dr. Víctor Damián Lazcano Hernández, quien habitualmente labora en el consultorio número 8, de la cooperativa Luis Lara, ubicado en una comunidad campesina jibacoense.
Si de sustos se trata también su colega Víctor los ha pasado; Cuenta la enfermera Mileidy Rodríguez Benítez que un día él desafió la crecida del río al regreso de Rincón Naranjo, La corriente arrastraba al caballo, y solo una caña brava que estaba bien fija resultó el milagro de la salvación, y es que cuando crece el rio ese lugar queda incomunicado como mínimo por 48 horas.
EL AMOR ABRAZA
Al parecer estos parajes reservan, además de su belleza, atractivos para que Cupido lance sus flechas. Una holguinera como Yordaika Elda Rivero Ramírez, la directora del policlínico Paubla María Pérez Morales, en Jibacoa, abandonó la ciudad de los parques y quedó aquí. Mileidy, la enfermera con 20 años de graduada, dejó atrás su camagüeyano Santa Cruz del Sur para proseguir su vida en el lomerío, y José Félix prefirió compartir los días con su esposa Leyla, una doctora que sí es oriunda de este lugar.
«El motivo, la trampa o el anzuelo lo desconocemos, argumenta José Felix. Quizás sea porque la población del lomerío es muy noble y son como especie de familias que no te puedes separar.
«Pudiera ser la tranquilidad del lomerío, su clima de aire puro, y a lo mejor es que las mujeres cautivan más en el amor.
«En mi caso llegué de Santa Clara en el último año que cursaba Medicina. A pesar de ser poblano me gusta mucho la campiña. Aquí la conocí a ella, y cuando los dos terminamos la carrera decidimos venir para acá. Ya llevamos casi seis años en la zona».
Cuando la pareja cumplió misiones en Brasil se trasladaban, imaginariamente, a esta porción villaclareña por sus condiciones topográficas muy similares y con áreas de complejo acceso.
RESULTADOS QUE HABLAN
El mejor premio que puede recibir un galeno en la montaña es el afecto de su comunidad. Entonces superan expectativas, se vencen miedos, adquieres conocimientos que van más allá de la vida profesional y te impone el reto de estar lejos del gran especialista al que puedes consultarle un procedimiento de manera inminente.
Los fenómenos naturales han sido otro tipo de enseñanza. Repartir medicamentos, prestar asistencia médica y proceder a las evacuaciones en las más difíciles circunstancias constituye una escuela. Convivir entre ciclones e inundaciones, calmar el pánico, fungir como sicólogos ante estas situaciones engrosan el aval.
La Defensa Civil imparte las orientaciones ante eventos meteorológicos y ya hay que prepararse, seguir las diferentes fases informativas y con ellas todo el aseguramiento de los recursos, incluso dotado de materiales y medicamentos para pasar un largo período incomunicado.
Que lo diga Yorday Hurtado, al frente de la cooperativa VI Congreso, quien valora el trabajo del médico y la enfermera como satisfactorio.
«Hemos tenido que enfrentar situaciones difíciles. Montarnos en una canoa y dirigirnos a zonas llenas de agua por todas partes, pero jamás vemos un gesto de contrariedad o de negación en el rostro de ellos».
Como profesional de la Salud José Félix se siente parte del resto de sus compañeros y del equipo del sistema al posibilitar que el Programa Materno Infantil en el Escambray villaclareño concluyera con todos sus indicadores en cero en el pasado año, un hecho logrado por primera vez en la historia.
Una zona sin dengue ni otras afecciones trasmitidas por el Aedes aegypti, y donde la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y el alcoholismo prevalecen entre las mayores incidencias
La comunidad de Víctor, José Félix y Mileidy está integrada por unas 46 familias que suman 250 integrantes, pero la cobertura médica está garantizada en cualquier sitio de la montaña.
—¿Por qué médico? pegunto a Jorge Félix
— En la infancia tuve un accidente. No contaban conmigo, y al ver todas aquellas atenciones en medio de mi gravedad me dije; «Un día tengo que ser médico». Aquello influyó, no me interesó nada más, y ya lo cumplí.
— ¿Y los caballos, venciste el miedo?
— Los respeto. Cada animal es un mundo. Los monto por necesidad, pero hay que conocerlos.
Mientras tanto el galeno santaclareño, que ya es más de Jibacoa, anda por esos lares desde el corazón del Escambray donde las montañas parecen tocar el cielo y entre tanta vegetación se empina una palma real para reafirmar la cubanía.
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