Los libros llegaron, se hizo la magia
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
No es necesario decir lo que significa un libro para la infancia, y si estos llegan en momentos en que determinada afección hace que transcurran los días en una sala hospitalaria el regalo es aún mayor.
Este año la edición de la Feria del Libro volvió al hospital pediátrico José Luis Miranda para alegrar corazones. Quizás no con la cantidad de ejemplares deseada para que llegaran a la mayoría de los infantes, mas al menos es otro intento admirable de ese Proyecto Para una Sonrisa que sienta cátedra a favor de la niñez.
Desde este miércoles en la tarde por la institución circulan las peripecias del Quijote y de su acompañante Sancho, se corren las páginas de El chapucerito, como defecto al que debemos renunciar, o conocemos a una nueva Cenicienta según la mirada de Los Beatles.
Hay folletos que esperan porque sus páginas se tiñan de colores con el vuelo de la imaginación infantil, y no podía faltar las enseñanzas del más grande de los cubanos, nuestro José Martí, apoyadas en su Edad de Oro, escrita para esos pequeños duendes, pero que estremece el corazón sin importar edades.
Hasta allí llegó la poetisa y escritora Mildre Hernández Barrios (Sancti Spíritus 1972), galardonada con múltiples premios y distinciones, para presentar Mi abuela es un plimor, dedicado a esos seres inolvidables que nos llenan de vida y de luz.
Y no faltó el payaso Panchito a quien le acompaña ese arte que no todos logran, si se tiene en cuenta que hacer reír necesita la interacción perfecta con los menores y que, al menos, deje una enseñanza diferente a través del humor.
Otra vez la Feria, otra vez el Hospital Pediátrico donde los libros llegaron para despertar la magia.
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