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La historia de Filiberto: Un ébano centenario

«Yo soy de los que afirma a mal tiempo buena cara».

Hay privilegios que no todos llegan a compartir, y más cuando se alcanzan con plenas facultades para enfrentar la vida. La barriada de El Condado tiene a una de esas personas que abre su alma con el regocijo de ser feliz

Por Ricardo R. González

Filiberto Casamayor Llanes repasa cada una de sus vivencias con voz mesurada, pero sin ápice de agotamiento. Diría que comienza a hojear un libro imaginario de voluminosas páginas de las que afloran recuerdos de todo tipo. Tampoco gesticula ni le tiemblan las manos, y a veces le parece un sueño vivir un momento único de plenitud.

Acaba de celebrar su centenario con una lucidez hasta el infinito, adueñado del privilegio de rememorar fechas y acontecimientos sin el mínimo patinazo, y cuando casi va finalizando ese libro imaginario compara su existencia con las carrileras del ferrocarril que tanto recorrió en sus años laborales. «Rectas en su mayoría y con extremas precauciones, por parte de quien guía la locomotora, a la hora de enfrentar las curvas».

Quizás la haya convertido en esa máxima con la que enfrenta cada uno de los días, esos que acumulan infinidad de aguaceros al venir al mundo el 5 de julio de 1918 para empezar a escribir su historia.

«Soy cifuentense, mas desde hace muchos años resido en Santa Clara. Aquí he tenido los momentos más alegres con las reuniones familiares al arribar a cada aniversario, y también por la satisfacción de contar con mis cinco hijos que constituyen un verdadero regalo cada vez que anunciaban un nacimiento».

Entonces los nombra… Israel, Mariluz, Candelaria, Filiberto y Juan gracias a la unión con su eterna compañera Lidia Susana Palacios González.

Sin que la mente falle relata cómo la conoció: «Estuvimos una década de noviazgo, y cuando yo tenía 30 años nos casamos. Por aquel tiempo trabajaba en el ramal de Trinidad como fogonero y después en la faceta de maquinista. Llegaba a Fomento, de donde es oriunda, y seguía a Trinidad y Casilda. Hice muchos favores en el traslado de personal hacia esos destinos y entre tantas personas estaba ella».

— Y cómo fue el flechazo de Cupido?

— ¿Quieres saberlo? Un domingo de descanso me fui para el Parque de su pueblo. Empezamos a conversar y poco a poco surgió el deseo de vernos con mayor frecuencia. Así surgió el romance, y cada vez que pasaba el tren estaba cerca de la línea para decirme adiós.

— Sin que nadie se entere. ¿No hubo nunca una «corridita»?

— Y Susana que se mantiene muy atenta al diálogo es la primera en sonreír. «Quien diga que no que tire la primera piedra… Siempre hubo algo, pero en todo momento reinó el respeto hacia ella y a la casa. Que yo sepa jamás se enteró, si lo supo no me lo demostró, y aquí estamos llevando una vida muy feliz».

—Qué detalles son los que más admira de su compañera?

— Ante todo el haber conformado el hogar que tenemos junto a los hijos y nuestros siete nietos. Es más joven que yo, pero no descuida su arte presumido en la manera de vestir, usa todavía tacones y hay que verla bailar.

— Y dicen que tiene una voz prodigiosa?

Entonces la propia Susana irrumpe y entona una de las canciones que constituye parte de la historia de la pareja.

«Ella canta bello. No por gusto una orquesta de prestigio por aquellos tiempos quería contratarla. Me gusta que me entone sobre todo un bolero que es el predilecto».

Y luego de interpretarlo Susana le da un beso como expresión de amor y también de gratitud.

META EN LOS 120

La vida de Filiberto, su comportamiento y las ganas de vivir han suscitado que en su barriada de El Condado nazca el proyecto comunitario Casamayor Cuba cuyos objetivos están dirigidos a la atención a quienes forman parte de la tercera edad.

Tania Hernández Rodríguez es la delegada de la circunscripción 5, del Consejo Popular Condado Norte, y manifiesta su satisfacción por trabajar en la comunidad en busca de soluciones a las problemáticas con el aporte de todos.

Los 100 años de Filiberto provocaron un verdadero maratón festivo. Desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche. Y el homenajeado, presente.

Al cumpleaños 100 de Filiberto asistieron su familia, los vecinos y funcionarias del Gobierno Provincial y Municipal. En el extremo derecho aparece Tania Hernández Rodríguez, delegada de la circunscripción 5, del Consejo Popular Condado Norte, y coordinadora de Proyecto Casamayor Cuba.

Hubo danzas, folclore con el grupo Ococún, al que se unió la comparsa de la FEEM. Tampoco faltó la conga en la que Susana bailó con tacones en plena calle y Filiberto movía discretamente su anatomía desde la silla privilegiada donde estaba. Como si fuera poco las voces y guitarras del trío Cacique irrumpieron para regalar esas melodías inolvidables que forman parte de lo mejor de la cancionística.

«Me sentí de maravilla con la alegría de mis vecinos y de todos. Ellos son muy buenos. No tuve cansancio, y gracias a este Proyecto, que tengo la dicha de liderar, se mejora la calidad de vida en un área prevaleciente de adultos mayores. Anteriormente celebramos el siglo de existencia de María Florinda Pérez Rojas, y entre los múltiples propósitos está el de brindar atención especial a los ancianos que viven solos bajo las iniciativas desarrolladas por Tania y su equipo».

Filiberto apenas hace pausas para hilvanar una idea con otra. Su expresión resulta excelente, y es de quienes piensan que la vida no siempre se muestra como un carnaval. Tiene también sus espinas y momentos tristes. A él lo marcaron los años en que transcurrieron la niñez y su juventud, aunque declara que ante estos casos hay que aplicar el refrán de que «a mal tiempo buena cara».

«Llegué hasta el sexto grado, no pude avanzar más, y mi abuela me colocó en una zapatería, pero en realidad no me gustaba. Entonces mi papá trabajaba en los trenes y aquello sí me llamaba la atención hasta que me hice fogonero y después maquinista».

Si de algo vive satisfecho es de que conoce todas las particularidades de las carrileras cubanas desde Santiago de Cuba a La Habana. Trasportaba preferiblemente carga, y alguna que otra vez asumía los trenes de viajeros, incluso en medio de la entrevista le daba consejos a un vecino que sigue las sendas del ferroviario y le advertía sobre un tramo en extremo peligroso existente en el oriente del país.

— En esas experiencias entre rieles ¿tuvo algún momento desagradable?

— No tengo que memorizar mucho para recordar un asalto al tren al inicio de la Revolución. Por suerte aquí estamos haciendo historia.

— Sin embargo, hay un pasaje suyo que, si bien no es a lo desconocido, puso en tensión a toda la familia…

— Ocurrió un día que cancelaron el tren. Salí de Fomento a las 9:00 de la mañana, y me dije voy a hacer toda la travesía que hace la locomotora, pero caminando. No me cayó atrás ni un toro ni otro animal, aunque atravesé potreros. Mi familia estaba muy preocupada. Santa Clara me vio aparecer a las 4:00 de la tarde, y yo estaba como si nada hubiera ocurrido.

Así en plena armonía llevan 70 años de casados Lidia Susana y Filiberto. Aunque ella es más joven no niega que muchas consultas relativas a fechas y otros detalles se las realiza a él.

Llegar a centenario depende mucho de los estilos de vida. Filiberto Casamayor considera que no es nada mágico, pero hay que cuidarse. «Nunca fumé ni de juego, y en cuanto a la bebida solo en alguna celebración. Lo que se empieza hoy y sigue mañana tiende a la adicción, mientras que en etapa de carnavales bebía alguna cervecita sin exceso. Eso sí, se exige un buen comer.

«Hice ejercicios físicos casi todas las mañana. Eso ayuda mucho y no me aparté de las caminatas. En los últimos tiempos padezco solamente de un poco de dolor en las articulaciones. Me operaron un ojo de cataratas, espero por la intervención en el otro, y tengo bastante buena la audición».

— ¿Ni diabetes ni hipertensión?

— No las conozco. Cada vez que venían a tomarme la presión me decían la tiene normal.

— ¿Qué le pide a la vida? 

— Mucha paz. A las nuevas generaciones que se aparten de la bebida y la «fumadera», sin descartar el hecho de mantener una buena convivencia con mi familia y vecinos, Quisiera también que el mundo borrara la guerra de los mapas, y que me siga dando mucha salud a fin de cumplir mi meta de llegar a los 120 años porque nacer y vivir en Cuba constituye un privilegio que no cambio por nada. Estoy sano, solo un catarrito ligero alguna vez, y me siento 100 % cubano.

Así es Filiberto, el hombre que puede compararse con esa madera negra y muy rígida que se empina desde la barriada de El Condado como un ébano centenario.

 MEMORÁNDUM

 — En la provincia residen 183 centenarios, entre las más de 182 380 personas que superan los 60 años, representativos del 23,4 % del total de la población, mientras Placetas constituye el segundo municipio en envejecimiento en el país, según informes del  Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

— Villa Clara mantiene su hegemonía de provincia más envejecida del país, seguida por La Habana (21,3 %) y Sancti Spíritus, con el 21,2 %. Actualmente el 20,1 % de la población cubana tiene 60 años o más y los pronósticos indican que para 2030 alcanzará el 30 %, lo que significa un tercio de la población.

— Nuestro territorio inscribe varios de sus municipios entre los 10 más envejecidos del archipiélago. A la Villa de los Laureles se suman Remedios, Encrucijada, Quemado de Güines, y Camajuaní.

— El país dispone de 2 176 centenarios, y se demuestra el ascenso desde 2008 hasta la fecha.

CONTRASTES

Si bien Cuba aparece entre los países de América con mayor índice de envejecimiento poblacional no es menos cierto que desde hace cuatro décadas las cifras de natalidad no muestran un rostro feliz como índice necesario para alcanzar la adecuada sucesión poblacional.

El país no supera los más de 2,1 hijos por mujer y cada año decrece el número de nacimientos, como situación vigente también en Villa Clara que se incluye entre las tres provincias, junto a La Habana y Sancti Spíritus en las que mueren más personas de las que nacen, según datos publicados por la ONEI.

De acuerdo con los estudios figuran entre sus causas los aplazamientos de partos para realizar objetivos y prioridades vinculadas con la vida profesional, sin descartar la emigración de las féminas en plena edad reproductiva, la necesidad de vivienda, carencia de círculos infantiles, y la situación económica que golpea notoriamente en la vida cotidiana, entre muchas otras.

Recientemente se aprobaron decretos y resoluciones para promover la maternidad dado que el incremento de la fecundidad constituye un reto considerado inaplazable. Sin embargo, aún los resultados no alcanzan lo esperado, pues si bien existen buenas intenciones muchas de las condicionantes para ello aguardan por soluciones.

¿Tenemos o no nuestras Razones?

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