Hospital Pediátrico de Villa Clara: Para pintar el alma
El doctor Owen González Cruz valora a Joan Michel mientras su mamá Estela permanece atenta al dictamen.
Cuántas vivencias atesora el hospital pediátrico José Luis Miranda en su afán de reintegrarle a la infancia lo más preciado del ser humano. 56 años de esfuerzos, desvelos y talento.
Por Ricardo R. González
Foto: Ramón Barreras Valdés
Todavía recuerdan a aquella madre caibarienense que llegó al hospital pediátrico José Luis Miranda, de Villa Clara, con la finalidad de dirigirse a su colectivo en el transcurso de un matutino. Con pasos entrecortados enfiló hacia el podio, y entre palabras que tocaron los corazones agradeció a todos por salvar a su hijo ante un pronóstico que cerraba hasta un mínimo de posibilidades.
Fueron días y noches de tensiones, de confraternidad sentimental entre galenos y familia hasta que apareció un rayo de luz, ese que siempre se espera aun en contingencias difíciles como en el caso de Estela López Pérez, una enfermera de profesión en el policlínico de Esperanza, acogida a las bondades de una madre cuidadora para velar los sueños de Joan Michel Monteagudo López, su único hijo quien el 15 de septiembre de 2006 entró a la institución sin imaginar que sería la continuidad prolongada del hogar.
Desde entonces Estela vive pendiente de su primogénito. Él permanece acoplado a un equipo de ventilación artificial debido a un trastorno genético causante de la atrofia progresiva de su musculatura.
Ella no puede olvidar aquella jornada en que llegaron al centro. Una marcada falta de aire e indicios de bronconeumonía conllevaron al ingreso en medio de una vida en que los juguetes han sido las caricias del alma y donde el reloj avanza con lentitud y, en ocasiones, se desconoce si en los exteriores brilla el sol o ya cedió su paso a la luna.
Entonces brota el criterio de una madre a quien no le alcanza cada verbo para describir emociones. Ante todo evita detenerse en nombres porque la lista sería interminable.
«Mi familia —dice— creció, soportan mis majaderías, pero me cala el amor de una forma especial. Cada uno está en el lado izquierdo de mi pecho».
Aun así la vida es ancha para seguir el tornasol de un arco iris cargado de esperanzas en ese pedacito hospitalario que acoge a Joan Michel y a muchos en su tránsito por la existencia.
UN ÁRBOL QUE FRUCTIFICA
Cuántas historias acogerá la instalación pediátrica en sus 56 años desde aquel 25 de junio de 1960 cuando, a las 10:30 de la mañana, el doctor José Ramón Machado Ventura, entonces ministro de Salud, lo dejaba inaugurado.
En aquel instante Yandry Alfonso Chang, hoy director en funciones, ni soñaba en guiar a orfebres del bien.
Quizás en algún momento escuchó hablar de la ONDI, pero en realidad nunca existió. La historia refleja que Marta Fernández Miranda, esposa de Fulgencio Batista Zaldívar, asumía la dirección de la Organización Nacional de Dispensarios Infantiles (ONDI) y cedió el terreno para un futuro hospital. Sin embargo, los fundadores rememoran que en enero de 1959 el sitio estaba lleno de yerba bruja mientras el ganado pastaba por sus alrededores. Escasamente existían dos paredes de lo que sería la esperada edificación.
Poco a poco comenzó a crecer y a configurar en la actualidad lo que deviene carta de presentación con un Cuerpo de Guardia que incrementa cada año la cifra de menores atendidos durante las 24 horas de servicio.
De suma trascendencia es también la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) considerada entre las mejores de su tipo en el país desde su constitución en la década de los 80.
Sus 10 camas reciben de 30 a 40 ingresos por mes, y gracias a las acciones desplegadas contribuye de manera notoria a la disminución de la tasa de mortalidad infantil del territorio, a pesar de la suma gravedad de los casos ante diferentes estadios de los procesos infecciosas (sepsis), tumores cerebrales, afecciones oncohematológicas, o accidentes en la edad pediátrica que prosiguen como un problema de salud en todos los tiempos.
Aun así el equipo logra una supervivencia por encima del 95 %, con solo dos fallecidos en el transcurso del año, mas la premisa es entregarlo todo a pesar de sacrificios o de los 2 mil 500 a 3 mil dólares que cuesta solo un día de permanencia en estas unidades de acuerdo con la gravedad y requerimientos de cada paciente.
Si de sensibilidad se trata habrá que detenerse en el servicio destinado al tratamiento de las enfermedades sanguíneas convertido en uno de los más complejos del Hospital.
El panorama contemporáneo indica el incremento de este tipo de afecciones, incluso en edades cada vez más tempranas. Proliferan entonces esas cabecitas ausentes de cabellos y brazos saturados de pinchazos por las continuas venoclisis.
En medio de todo las huellas del inhumano bloqueo. Por eso imagino a la doctora Marta Beatriz García Caraballoso y a todo el equipo ante la falta de un citostático dentro de una especialidad que demanda medicamentos e insumos en extremo costosos y adquiridos mediante terceros países.
Algunos de estos fármacos de primera línea resultan acorralados para la Oncohematología cubana ante una leucemia linfoblática aguda inscrita como la neoplasia más común en niños, y una incidencia de tres a cuatro infantes por cada cien mil habitantes.
Todavía preguntó cómo hay personas en el mundo capaces de coartar los sueños infantiles, pero la dignidad humana y el talento profesional derriban murallas para convertirlo en un servicio que, por tradición, resulta de excelencia, y en múltiples momentos parece estar dotado de una magia a fin de lograr altos índices de reinserción a la vida ante enfermedades sumamente agresivas.
Otra sección que exhibe galas recae en cirugía. Al cierre de mayo totalizaban 2 mil 111, tanto mayores como menores, con énfasis en la neonatal que no reporta decesos por más de tres años consecutivos, y convertido en un centro de referencia territorial.
Y si de perseverancia se trata hay que dedicar espacio al servicio de respiratorio que también incrementa el registro de afecciones anuales a causa de neumonías, bronqueolitis y asma.
Mucho más pudiera decirse de hombres y mujeres que escriben la historia villaclareña para que la infancia cante y tenga el corazón feliz. De esta manera transcurren las 24 horas de un hospital. Con noches agotadoras en las que médicos de guardia recorren los largos pasillos en lo que parece una interminable jornada.
Un medio en el que el personal de enfermería mantiene pupilas atentas, mientras pantristas y auxiliares de limpieza llegan de madrugada a fin de iniciar sus labores, y en el que el llanto de un niño o el terrible desenlace destruye las fibras humanas, sin dar pie a la costumbre.
Así lo siente el joven pediatra Yandry Alfonso Chang, quien con solo 30 años enfrenta la directiva de un centro en el que el aporte de todo el capital humano constituye el soporte de toda su historia.
Alguien que considera el trabajo con la infancia la meta del compromiso unido al sacerdocio de ser siempre médico para pintar el alma.
MEMORÁNDUM
— Al inaugurarse la institución solo contaba con 109 obreros; de ellos, 12 médicos e igual cifra de enfermeras, nueve técnicos, dos salas, 109 camas, dos consultas externas, otro tanto de salones de operaciones, y un equipo de rayos X.
— En la actualidad dispone de mil 219 trabajadores, 273 camas,11 servicios quirúrgicos y 13 pediátricos, a los que se integran secciones de referencia para la región central apoyados en la oncohematología, nefrología y hemodiálisis, fibrosis quística, enfermedad celiaca, afecciones reumatológicas en edad pediátrica, cirugía neonatal, y endocrinología.
— La instalación añade, además, la Clínica del Adolescente, el Centro de Neurodesarrollo, la cirugía endoscópica de mínimo acceso que evita en muchos casos recurrir al quirófano, el Sistema Ultramicroanalítico (SUMA), y servicios especializados de neurofisiología y atención a pacientes celíacos. Figura también el proyecto cultural Para una sonrisa que ya suma 19 años.
— Posee acreditación desde 2010 para la praxis de trasplantes renales, incluso con donante vivo que ya lo ha practicado, sin excluir la cirugía de cataratas en edades tempranas.
— La Neonatología exhibe alta supervivencia a pesar de la gravedad de los infantes con un colectivo que realiza guardia permanente.
CONTRASTES
Ninguna obra es perfecta, y el Pediátrico villaclareño no escapa de numerosos lunares que afectan la eficiencia y calidad requeridas.
El estado constructivo muestra las grietas de los años en medio de una compleja infraestructura llena de laberintos y pasillos que cuentan, increíblemente, con baños cerrados en una sala tan importante como la de Nefrología.
Determinadas filtraciones dejan huellas en la terapia intensiva. Falta por instalar el microscopio óptico para facilitar diversos procesos quirúrgicos, mientras el hospital carece de equipos de electrocardiogramas por lo que recurren al apoyo de otras instituciones a fin de cumplimentar las indicaciones.
A pesar de que no registra planteamientos en los últimos procesos de Rendición de Cuenta y en otras encuestas intrahospitalarias en ocasiones existen demoras en el Cuerpo de Guardia ante la afluencia de pacientes y la limitada presencia de especialistas, a la vez que los trabajadores del centro no disponen de la totalidad de los medios de protección y de otros insumos básicos para elevar esa satisfacción que merece la infancia como eslabón más sensible en la familia.
¿Tenemos o no nuestras Razones?
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