Un Planeta sin telarañas
La Ronera Central figuraba entre los altos contaminantes del territorio hasta que la perseverancia tejió un universo saludable dentro de la mecánica de la modernidad.
Por Ricardo R. González
Fotos: Carlos Rodríguez Torres
Esta historia transcurre entre barriles embriagados por los siglos y gentes con auténtica tradición de las buenas raíces cubanas que desde la Ronera Central Agustín Rodríguez Mena veían cómo los buenos propósitos languidecían en materia medioambiental.
Las listas la situaban entre los agresores de la atmósfera villaclareña hasta que un día se marcharon del banquillo de los acusados al modificar el panorama con todo lo que condujera al logro de producciones más limpias.
Ya en el 2000 el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) limitó el vertimiento de los residuales. Imperaban las acciones y aparecieron los primeros resultados al disminuir las materias dañinas. Sin embargo, cuatro años después intercambiaron experiencias con el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria en busca de otras aplicaciones factibles.
Para la Máster en Ciencias Mayra Guzmán Villavicencio, especialista de la calidad que atiende la gestión de Innovación Tecnológica y Medio Ambiente en la entidad, la vida impuso retos.
«Realizamos —dijo— un diagnóstico y estudiamos 33 posibles variantes a ejecutar. Comenzaron a implementarse y ya permiten saldos notorios desde el punto de vista económico y del entorno, por lo que se reduce la carga contaminante, disminuye el consumo de portadores energéticos y recursos naturales, a la vez que logramos un considerable ahorro económico».
Poco a poco se iluminó el sendero, y el premio llegó cuando en 2007 recibieron el reconocimiento ambiental internacional dirigido a entidades que aplican producciones más limpias.
«Nos alejábamos de aquel proceso de destilación que obtenía aguardiente y alcohol etílico mediante la fatídica fermentación de mieles provocante de una elevada contaminación. Al sustituirlo se logró el propio alcohol etílico a través de un proceso de rectificación que elimina todo el vertimiento de residuales con carga contaminante y mejora la producción», sustenta la especialista.
EL DISTINTIVO DE LA REGIÓN CENTRAL
César Augusto Martín Marcelo tiene 37 años, y en julio de 2000 salió de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas con el título de ingeniero químico. Desde entonces desenvuelve su universo en la Ronera Central.
Esquiva una y otra vez la aseveración de algunos que lo consideran entre los hombres más avezados en los secretos del ron cubano, y solo se limita a responder que constituye un depositario de una herencia que reposa en centenarias bodegas de añejamiento, y un guardián de la tradición ronera para la región central que es también decir Cuba.
Como Maestro del Ron Cubano defiende la preservación del producto como autentica expresión cultural, mas no deja de reconocer las incongruencias de herir a un entorno superdañado debido a los holocaustos humanos.
Ya puede hablarse en la entidad de desechos sólidos recuperados: cartón, bobinas de papel, desperdicios metálicos, acero, vidrio… entregados a la Empresa de Recuperación de Materias Primas lo que redunda en su retribución económica.
También recuperan el 91,3 % de los subproductos obtenidos como parte del alcohol D de la destilería, mientras otros se reutilizan en la propia industria, o parten hacia otras entidades.
Si de algo no apartan la mirada es de la educación ambiental dirigida a los trabajadores y a la comunidad mediante la información oportuna, edición de boletines, recordatorio de fechas ambientales significativas, e interactividad con el círculo de interés Amiguitos de la Tierra, integrado por niños de la escuela primaria cercana.
Quizás el rasgo distintivo del colectivo redunde en ese sentido de pertenencia que lo hace comprometido con la producción, y la máxima de que no se trata de lanzar al mercado cualquier producto para incrementar la cartera de ofertas, si no que aparezca como genuino valor distintivo en cuanto a rones oriundos del centro del país.
Por todas sus contribuciones para mitigar las cicatrices del entorno la Ronera Central Agustín Rodríguez Mena fue la anfitriona de las celebraciones provinciales por este 5 de Junio, Día Mundial del Medio Ambiente. Una fábrica que tiene trazado ese horizonte de hasta dónde quiere llegar y lo que desea alcanzar en la búsqueda de un Planeta sin telarañas.
MEMORÁNDUM
— La entidad elabora rones y otras bebidas alcohólicas de diferentes tipos de marcas. Dispone de una destilería de aguardiente, y produce el alcohol etílico fino como una de las materias primas fundamentales.
— Entre las marcas figuran el Añejo Blanco, Cubay (el ron identificativo), con cinco productos derivados: Cubay carta blanca, carta dorada, el añejo, añejo suave (destinado a las féminas), y Cubay reserva especial 10 años, el producto insignia dentro de la marca.
— Cubay está registrado en más de 170 países, incluyendo los Estados Unidos.
— Sus 153 trabajadores; de ellos, 39 mujeres, laboran en el desarrollo de tres nuevos productos que aún no están en el mercado.
— Entre los múltiples distintivos aparecen el Premio al diseño del producto dirigido al Elixir de ron Cubay en la Feria Internacional de La Habana 2012, Medalla de Oro al mejor ron dorado (Añejo Cubay) y mejor ron premium (Añejo Superior Cubay 10 años) en festival internacional de Holanda. Premio Provincial de Innovación Tecnológica, varios reconocimientos a innovadores que posibilita el Premio de innovación tecnológica provincial desde 2004, y la Condición 8 de Octubre, a nivel nacional, para el Comité de Innovadores y Racionalizadores de Servicios (CIR) y el Buró (BIR) de la Ronera Central.
CONTRASTES
Numerosos retos venció el colectivo de la Ronera Central al contar con una tecnología anterior totalmente manual para encauzar todo el proceso.
El embotellado se realizaba solo con la destreza de las manos, al igual que la colocación de las tapas
En las naves de añejamiento se contaba con un sistema de racks o ubicación de los barriles que obstaculizaba la capacidad de almacenamiento y hacía compleja la manipulación por parte de los especialistas al tener que subir a determinada altura con proceso totalmente manual.
Cada vez que se procedía a los correspondientes enjuagues toda el agua era vertida al entorno, lo que incrementaba los niveles de contaminación.
Hace nueve años llegó la tecnología italiana para despedir el proceso manual y convertirlo en automatizado, mientras eliminaron posibles contaminantes y procedieron a la recuperación de cada residuo.
A la vez el área de almacenamiento resultó beneficiada, y se ha humanizado el trabajo a partir del accionar de los montacargas.
¿Tenemos o no nuestras Razones?
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