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Desde el surco de la ternura

Desde el surco de la ternura

Una de las investigaciones propuestas para Premio Nacional de Innovación Tecnológica vio la luz en el Instituto de Investigaciones en Viandas Tropicales (Inivit) apoyada por quienes contribuyeron a generalizarla en el país. Un regalo al Día de la Ciencia Cubana bienvenido en Villa Clara.

«El empleo de semilla de este cultivar representa un ahorro por sustitución de importaciones equivalente a 3 414 026 USD, mientras permite obtener una efectividad económica de 7885,78 pesos por ha, con una ganancia para Cuba de 55 200 400, 00 pesos en moneda nacional», precisa el ingeniero agrónomo José Antonio Cruz Alfonso, líder del proyecto.

Por Ricardo R. González

Fotos: Ramón Barreras Valdés y cortesía del entrevistado

Cuentan los expertos que las plantas trasmiten a simple vista sus «estados de ánimo». Ellas hablan a su manera, y advierten al cuidador si hay déficit de agua o en cambio existe una iluminación inadecuada. Si aparecen manchas extrañas o si las hojas toman un color negruzco que dejan un punto rojo ante posibles enfermedades. Para ello hay que andar por los campos, desbrozar los surcos, y sobre todo amar a la Naturaleza como lo ha hecho el ingeniero agrónomo José Antonio Cruz Alfonso quien se considera un hombre feliz.

Poco a poco ha escrito su historia. Le sabe muchos secretos a la calabaza, el pepino, la lechuga, el quimbombó, así como a la siembra intercalada de calabaza con maíz a fin de propiciar un uso racional de la tierra. Y si bien disfruta la intensidad de cada momento también ha sufrido las consecuencias de una hipótesis que no tuvo un final feliz, de un insomnio repentino, o de las horas robadas al sueño para llegar a conclusiones.

Hoy es uno de los villaclareños que aguarda por la decisión de un jurado ante la propuesta a Premio Nacional de Innovación Tecnológica a partir de la Generalización del pepino (Cucumis sativus L.) INIVIT P – 2007 en Cuba.

EL RETO DE JOSÉ ANTONIO

Todo inicia en el año 2003 cuando comenzó un proyecto con el Instituto de Investigaciones Hortícolas Liliana Dimitrova, de Quivicán en La Habana, encaminado al mejoramiento genético del pepino en lo que sería un proceso muy largo porque la vida ha demostrado que una variedad no se obtiene de manera vertiginosa.

«Además de lograrla hay que recurrir a comparaciones con las precedentes, analizar su tolerancia en torno a las plagas y enfermedades, sin descuidar la fase gustativa, la estabilidad a las distintas regiones climáticas, la inscripción en el Centro Nacional de Derecho de Autor (CENDA) hasta llegar al contacto con los productores que resulta determinante», precisa el científico.

A partir de este momento se avaló un proceso más intenso; sin embargo, se hacía necesario recopilar la información de los resultados en cada territorio.

Para el investigador, que ya suma cinco décadas de vida, todo marchaba por sendas prometedoras. Cada año se incrementaba la producción de semilla básica gracias a un colectivo de autores de Holguín, apoyado en el extensionismo, junto al Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA) y otras entidades.

«Sobre los productores recae un gran reto, ese de lograr la capacitación integral, pero se impone la búsqueda de líderes a fin de impulsar la generalización, y si bien dimos los primeros pasos en 2003 no fue hasta cuatro años después en que se consolidó el proyecto. Faltaba entonces llevar el resultado a todo el país».

Aquello cautivó al capital humano del Inivit. Se requirió de una fuerza extraordinaria para abrir los pepinos y extraer las semillas de manera artesanal con el propósito de entregarle 400 gramos de semillas producidas en el complejo dominicano a cada provincia y al municipio especial Isla de la Juventud

Luego de las pruebas correspondientes José Antonio y sus colaboradores vieron los cielos abiertos al demostrarse que el nuevo cultivar de pepino reportaba alto potencial de rendimiento, con 32,8 t por ha, respecto a otras variedades nacionales e incluso a las de importación, a la vez que manifestó mayor tolerancia a las dos especies de mildiu o enfermedades y plagas fundamentales que atacan a las hojas, el tallo o los frutos debido a la acción de los hongos.

«A ello hay que agregar las pruebas gustativas de los consumidores que evidenciaron mayor satisfacción ante una variedad con posibilidades de extender su presencia a todos los meses del año, y en este sentido hablamos de existencia, no de comercialización porque constituye un eslabón aparte».

Acreedora del Premio Provincial de Innovación y de varios reconocimientos científicos este cultivar no ha estado exento de contratiempos y preocupaciones. Al decir de José Antonio son los propios de cualquier proceso. Hay que enfrentar las limitantes de riego, el desigual seguimiento e interés de los productores a la hora de sembrar las semillas, y las incongruencias que pudieran presentarse según las zonas del país.

— Dicen que para Ud. lo más complejo fue escribir toda la metodología del cultivar.

— No niego que a la hora de escribir nos falta habilidad. Estuve un mes y medio redactando bajo una presión intensa, y reconozco las motivaciones de varios compañeros, entre ellos José de la Caridad Ventura Martín, quien nos impulsó a dar este paso, así como a Sergio Rodríguez Morales, otro de sus autores.

— Aunque el 63 % corresponde a su autoría nunca habla de este en primera persona…

— Sería muy injusto si lo hiciera. El éxito obedece a múltiples colaboradores que contribuyeron a darle vida en medio de un trabajo de mejoramiento genético que nunca termina, y ya tenemos nuevos cultivares de pepino y de calabaza sometidos a estudios.

Fuera del universo investigativo este hombre complementa su vida en el entorno familiar, con sus hijos Eileen y José Antonio, en la atención al autoconsumo familiar y a los animales, y asiduo a los informativos televisivos, sobre todo a TeleSur como iniciativa que vio nacer.

—Imagine que está frente a un aula. ¿Qué le diría a un auditorio en espera de novedades?

— Que no solamente es investigar pues debe insistirse en obtener el ciclo cerrado. Lo más hermoso que hay es ir a un campo y contemplar una buena siembra y que los resultados sean positivos porque el amor con que se hacen las cosas es el mayor secreto presente en la agricultura.

DOSSIER

José Antonio Cruz Alfonso confiesa que sus sueños profesionales estaban alejados de los senderos agrícolas, más bien transitaban por el mundo de la mecánica y la electrónica.

Sin embargo, en un periplo estudiantil por Hungría —truncado por cuenta del idioma— conoció al doctor Adolfo Rodríguez Nodal, hoy jefe del Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y uno de los directores que tuvo el Inivit, quien le habló de las potencialidades ofrecidas por la Agronomía, pero todo quedó en simples teorías.

A La Habana retornó en 1982, y cuál sería su sorpresa al constatar que entre las carreras ofertadas aparecía aquella que formó parte de una conversación inconclusa en tierras húngaras.

Cinco años más tarde José Antonio recibía su título de ingeniero agrónomo conferido por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, a cuyo claustro agradece lo que es.

Ahora está convencido que para apreciar los resultados de una investigación hay que dejar correr el tiempo, y si le preguntaran por algún distintivo en este compás de espera sin pensarlo demasiado respondería que la paciencia.

A ella ha tenido que recurrir durante los 24 años de trabajo continuado por los campos del Inivit como investigador dedicado a la rama de las hortalizas, a pesar de que sus primeros contactos laborales corren por la plantilla de la Empresa Cultivos Varios de Manacas. Sin embargo, la difícil década de los 90 y la visita de Fidel al Inivit en la que solicitó ampliar el espectro de trabajo hacia otras variedades lo acercaron a esta entidad dominicana.

Un día el doctor Sergio Rodríguez Morales, director del importante complejo productivo e investigativo villaclareño, le propuso formar parte del colectivo donde se hizo máster en Ciencias y le abrió las puertas de participación en un proyecto internacional en Venezuela.

Hombre que prefiere hablar de resultados y no de premios pues, martiano al fin, está convencido de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.

BONDADES DEL PEPINO

  • Además de formar parte de las ensaladas se le adjudican propiedades medicinales relacionadas con la piel, mientras resulta un efectivo tónico para prevenir granos, espinillas, y evitar la resequedad cutánea.
  • Combate las ojeras, y según los expertos el consumo del jugo de pepino mezclado con el de zanahoria favorece el crecimiento del cabello.
  • Elimina las manchas aparecidas en la epidermis, sobre todo las causadas por mosquitos o por las picaduras de otros insectos.
  • Recomendable ante el dolor de garganta a partir de gárgaras con su jugo aplicadas varias veces al día.
  • Su néctar presenta propiedades laxantes, diuréticas y antiácidas al limpiar los intestinos y mejorar el flujo urinario.

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