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soyquiensoy (Ricardo R. González)

La bondad del alma

La bondad del alma

De cómo el Banco Provincial de Sangre despejó una incógnita a base de extraordinario valor humano.

La doctora Idamis Fernández Jure inicia los procederes con uno de los donantes. El Programa de tromboaféresis establece en sus requisitos tener entre 20 y 50 años, no padecer ningún tipo de enfermedad, y suprimir la ingestión de proteínas en las ocho horas previas a la extracción. Detrás, la máquina separadora de células. Cada equipo está valorado en 250 mil dólares.

Por Ricardo R. González

Fotos: Ramón Barreras Valdés

Todavía la doctora Idamis Fernández Jure recuerda aquel 19 de noviembre de 2009 cuando un niño avileño requería las plaquetas derivadas del grupo sanguíneo AB en extremo infrecuente.

Por entonces, el pequeño ocupaba una de las camas de la sala de Hematología, perteneciente al hospital pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara. Y si triste resultaba el momento, otro tanto ocurría con aquel padre desesperado que clamaba hicieran algo por su hijo en el Banco Provincial de Sangre, de la calle Maceo.

En verdad, la unidad carecía del recurso. Su directiva valoró con Idamis, jefa del programa de Plasmaferesis, y coordinadora provincial de la medicina transfuncional, la posibilidad de tributar una respuesta a partir de la nada.

«El centro ya tenía la máquina separadora de células destinada a la tromboaféresis e indispensable en obtención de plaquetas, mas se encontraba inactiva. Se habló de un curso previo de entrenamiento que nunca llegó, y ahora la vida de un niño abría la disyuntiva entre la vida y la muerte. Era impostergable poner en función aquella tecnología sentenciada, a la vez, al deterioro.»

La experiencia de la doctora y su sensibilidad constituían los presupuestos para vencer el reto. Solo existía un catálogo escrito en chino y traducido al inglés como incipiente brújula del camino.

Bastaron cuatro noches íntegras para que Idamis Fernández interiorizara aquel manual que impuso su traducción personal del inglés al español. Con una computadora prestada por una alumna, alguna que otra bibliografía de referencia, y la tensión de largas jornadas al parecer interminables, consideró que el momento había llegado. La prueba de fuego decía…

¡ARRIBA EL TELÓN!     

Previamente citaron al donante. Le hablaron con absoluta claridad. No hubo reparos. Por la sobrevivencia de aquel infante había que jugárselo todo.

El padre del menor presenció cada detalle de un acto a extenderse de 65 a 80 minutos, según las particularidades de quien dona, aunque determinada literatura establece que pudiera prolongarse hasta dos horas.

«Apliqué cada paso establecido. Me daba ánimo, y tenía la convicción de no fallar. Aquella espera del niño no abandonaba mi mente. La máquina comenzó el trabajo, su centrífuga reaccionaba sin contratiempos con la finalidad de separar los componentes sanguíneos a razón de 7 mil revoluciones por minuto.»

Y es que el proyecto presenta múltiples ventajas sobre la transfusión convencional. Su fundamento permite obtener varias unidades de plaquetas a partir de una misma donación, lo que influye de manera positiva en ese receptor liberado de someterse a extracciones provenientes de varias personas, al tiempo que lo ayuda a recuperar los niveles de plaquetas en menor tiempo y a contener el sangramiento.

«Dicho producto sale puro para su bolsa, sin hematíes (glóbulos rojos) ni leucocitos (glóbulos blancos). No se describen reacciones adversas, y permite realizar la donación con un máximo de 24 ocasiones al año, a pesar de que pudiera hacerse a las 72 horas de la anterior, siempre que los análisis previos lo dictaminen.»

Para ejecutar la tecnología se necesitan los llamados kits, una especie de filtros desechables —valorados en 76 dólares cada uno— que resultan vitales en el proceso de separación de los componentes sanguíneos. Una vez extraídas las plaquetas, los glóbulos rojos retornan a su donante por la propia vía endovenosa, y es por ello que no disminuyen los niveles de hemoglobina.

Como detalle a tener en cuenta sepa que los signos del bloqueo también hieren al Banco de Sangre. «Si tuviéramos todos los antivirus y hemoderivados lograríamos resultados más precisos en torno a la compatibilidad paciente-donante con respuestas más rápidas, y aunque pudieran obtenerse mediante terceros países resultan altamente costosos», fundamenta la doctora.

Aun bajo este holocausto, el niño avileño salvó su vida. Otros pacientes, incluso gestantes, se han sumado a esta cadena gracias al aporte de 35 contribuyentes en una provincia que sienta cátedra al hacer funcionar los equipos existentes en la región central de Cuba luego de que Idamis impartiera sus conocimientos en esas provincias para beneficio del prójimo.

El Programa de donantes especiales destinados a las tromboaféresis es una realidad con distintivo villaclareño.

Retomo aquella jornada inicial del 19 de noviembre de 2009.

— ¿Pensemos que es hoy, doctora? 

— Me sentiría nuevamente útil. Observar aquel padre sin palabras para agradecer, y yo sin estas ante el hecho de devolver una vida te recuerda aquel compromiso que juraste el día en que inicié mi largo camino dentro de la medicina. Entonces, respiro y soy feliz.

 

 

 

1 comentario

Carlos Mohedano -

Os interesó mucho este trabajo Ricardo. Muy humano.
Saludos desde España
Carlos Mohedano.