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En Villa Clara: Retorno a Carahatas

En Villa Clara: Retorno a Carahatas

Con la salida de la carroza inicia el último día del Festival Marino Costero y detrás se protagoniza la conga gigante en Carahatas.

El Festival Marino Costero se celebra anualmente en esta porción quemadense. Acaba de cumplir 15 años con la finalidad de contribuir al cuidado de la Naturaleza mediante acciones comunitarias.

Por Ricardo R. González

Fotos: Ramón Barreras Valdés

Carahatas sigue siendo un pueblo humilde. De esos que sabe de labranzas agrícolas y donde gran parte de sus generaciones abrazan la tradición de nasas, embarcaciones y artes de pesca porque todas prenden en sus entrañas. Sentirse carateño, amparado por la defensa de su identidad, ha sido otra carta importante en un universo que también ha recibido las heridas de los meteoros cuando en noviembre de 2001 las ráfagas despiadadas del huracán Michelle trató de dejarlo en ruinas.

Fueron agónicas jornadas en este punto de la costa de Quemado de Güines que llamaban a empezar casi desde cero, y así lo sufrieron quienes desde allí hacen historia. Sus moradores conocieron de cerca el peligro y comenzaron las nuevas edificaciones en el sitio deseado, sin ningún tipo de imposiciones, pero con el único precepto de que las viviendas no podían estar a la orilla del mar como antes ocurría.

Poco a poco surgieron los edificios multifamiliares que condicionaron la vida de la nueva comunidad situada a unos 14 km del entronque con la carretera. Un largo terraplén en pésimo estado resulta el hilo conductor para arribar al sitio, mas las deplorables condiciones hacen que sacuda la anatomía de los viajeros antes de llegar a un destino donde el sol curte bien la piel y se respira de inmediato el salitre despedido del mar.

Cada año aquí celebran el Festival Marino Costero como parte de un proyecto social comunitario que se realiza desde 1991 auspiciado por la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, y por la Estación Biológica del flamenco rosado (Phoenicopterus ruber ruber) como especie que mantiene su hábitat por esos lares.

Esos zancudos merodean por el asentamiento, aunque desaparecen ante la presencia de intrusos o de ruidos ensordecedores convertidos en peligros. Y es que en la zona radica el Refugio de Fauna Las Picúas—Cayo Cristo con la estación biológica dedicada a la preservación de la especie, entre otras variedades.

Allí desarrollan su reino, en el sitio de reproducción más importante de gran parte del país dentro de un panorama fascinante. Según vivencias esta familia de aves creció notoriamente allá por 2001 antes de la llegada de Michelle, pero la furia de aguas y vientos afectó a unos 500 reproductores.

Y SUENAN LOS TAMBORES

El día final del Festival Marino Costero deviene carnaval de pueblo. Un buen pretexto para ir al reencuentro con Carahatas. Sale la carroza por la calle central y detrás de ella una contagiosa conga que olvida la intensidad del rey solar al «regalar» un calor sofocante.

Pegado al mar anuncian a los ganadores de los diferentes concursos, sin descartar el reconocimiento a quienes sobresalen por los 40 años de existencia del Poder Popular, y a los líderes en el trabajo medioambiental con la presencia de Ana María Mari Machado, vicepresidenta del Parlamento cubano, Marisol García Cabrera, secretaria del órgano de Gobierno provincial, y Olga Lidia Juvier Santos, al frente de la Asamblea del Poder Popular en el municipio, entre otros funcionarios.

Carahatas exhibe en la jornada los saldos del Proyecto Social «En defensa de la Naturaleza transformamos la comunidad» que inserta 10 aristas diferentes mediante el club de las plantas ornamentales, los destacamentos Mirando al Mar, las diversas manifestaciones artísticas en función de las riquezas marinas, así como la defensa de la historia.

Tampoco faltan la elaboración de platos tradicionales, la educación de los más jóvenes, la calidad de vida de los ancianos, y un sistema de señaléticas en función del didactismo ambiental.

Para Roberto Rivero Llerena, presidente del Consejo Popular Lutgardita—Carahatas, se trata de propiciar actitudes encaminadas a sanar el entorno con la participación de cada integrante de la familia en faenas de reforestación, el cuidado de la biodiversidad, en evitar impactos ambientales como los efectos contaminantes, los vertimientos hacia el mar, la caza, pesca y tala furtivas, y que cada vivienda asuma la responsabilidad en su perímetro cercano. 

Mientras ello ocurre por otro segmento del poblado desarrollan la feria comercial, otra con productos del agro, o se exhiben instantáneas de las visitas de Fidel a Villa Clara, mientras allá por el caney y su pasarela sobre el mar, Rafael Soto y su equipo de Gastronomía garantizan que las ofertas resulten de agrado al paladar.

FISURAS DEL POBLADO

El poblado no es la luz del faro y tiene desdichas e insatisfacciones. A las pésimas condiciones del vial sin asfalto, donde reina el polvo o el fango característico luego de un aguacero, está la infraestructura de varios establecimientos como el caso de la cafetería cuyas condiciones del techo hace impredecible si el aguacero interno es más fuerte que el externo, lo que obliga a sacar cigarros y diversas mercancías.

Otras instalaciones sufren idéntico panorama, en tanto no escapan las irregularidades de un transporte deficitario, el bajo voltaje, y el alumbrado público en determinadas áreas.

Una mirada a la zona de playa pudiera extrañar el vertimiento de arena que, de acuerdo con algunos moradores, hace más de cuatro años aparece sin tratamiento.

Tampoco podrá obviarse las acciones necesarias que eviten otra contaminación como la ocurrida el pasado año que motivó el cierre del litoral de la principal modalidad recreativa de los carateños.

Por otra parte existen equipos en el parquecito infantil cercano a los edificios multifamiliares con afectaciones en determinados segmentos, en tanto la jardinería no escapa de diferentes heridas adjudicadas a las indisciplinas sociales.

Es cierto que dichos inconvenientes han sido planteados de manera reiterada sin que aparezcan soluciones dentro de este complejo mundo en el que no todo puede resolverse por acciones de la comunidad.

Ahora bien hay detalles que pudieran encontrar mejores resultados con el concurso de todos. Y la grasa que falta en las hamacas destinadas al recreo infantil no creo que deba asistir una brigada especializada para solucionar los inconvenientes, como tampoco aquellos indicios propiciados por negligentes que lastran esos empeños del cuidado ambiental y dependen de las actitudes de algunos lugareños. 

En la actualidad 2402 habitantes perfilan su vida en una demarcación también cargada de historia, pues en el área de El Conde aparece un fuerte español como símbolo de la etapa colonial; sin embargo, la balanza de la vida indica que, por una parte, habrá que potenciar la asistencia a sus pobladores por parte de los organismos competentes, y por la otra perfeccionar esas acciones conjuntas que están en manos de quienes crean y sueñan.

El Festival Marino Costero cerró sus cortinas hasta el año venidero. Ojalá que muchas cosas prosigan con ese cuidado medioambiental convertido en identidad, y que otras tomen el curso adecuado para un mejor retorno a Carahatas.

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