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Rostros del Fútbol Adil Rami

Rostros del Fútbol  Adil Rami

Por Ricardo R. González (*)

Quizás resulte uno de los futbolistas con más apodos, pues puede llamársele La Roca, El Coloso, Mariscal, o Maestre Rami. Se trata de Adil Rami, un jugador francés que se desempeña en la defensa central del Valencia Club.

Su primer equipo fue el ES Fréjus, de su país natal cuando apenas tenía nueve años, aunque nunca pensó dedicarse al fútbol de manera profesional. Más bien lo hacía a manera de divertimento que alternaba con su trabajo en el Ayuntamiento de Fréjus.

Pero su debut lo hizo en la temporada 2003-2004 con la nómina del Championnat de France Amateurs para sumar cuatro partidos. En aquel momento no se desempeñaba como defensa central, si no que ocupaba la posición de un centrocampista ofensivo.

En el periodo 2004-2005 jugó 24 certámenes, y en la venidera etapa se convirtió en defensa central debido a la lesión sufrida por uno de los integrantes de su team. Durante esta jornada sobresale su actuación y totaliza 30 encuentros, lo suficiente para que el Lille fijará su atención sobre él, y le ofreciera la posibilidad de pasar unos días a prueba con el equipo.

Bastó solo una semana para hacerlo miembro oficial de su filial, entonces en el CFA. Con el Lille B se desempeñó en 27 juegos, y repite una gran jornada, y casi al término de la temporada 2006-2007, en la Ligue 1, Claude Puel le hizo aparecer en el primer equipo, el 19 de mayo de 2007, contra el Auxerre como titular, hecho que se repite, una semana después, frente al  Stade Rennais.

Así, el 4 de junio del propio año firmó su primer contrato profesional con el primer equipo. Si bien entre 2007 a 2008 resultó titular en el primer partido de Liga, una lesión severa en los ligamentos de la rodilla lo hizo apartarse del terreno por unos meses.

A su retorno el equipo solo perdió un partido de la Liga, y en la temporada 2008-2009 despertó el interés de varios equipos franceses, y estuvo  a punto de fichar  con el Olympique de Marsella por 12 millones de euros. Ello provocó una gran ira en el jugador, quien amenazó con ausentarse del primer equipo  durante el resto del contrato si no era traspasado, pero en agosto de 2009

Rami  se excusó por tales declaraciones, y volvió a jugar con el Lille. Reina nuevamente como titular, y se erige pieza clave en la escuadra para proclamarse campeón de la Copa de Francia tras derrotar en la final al PSG, con marcador de 1 a 0.

Durante  ese período el equipo obtuvo la Ligue 1, y consiguió el punto faltante en otro partido contra el PSG que concluyó con marcador de 2 a 2.

El Valencia CF lo cedió al Lille durante una temporada a fin de tenerlo a un precio más económico que rondó por los 6 millones de euros, y desde su arribo al Valencia, a principios de junio de 2011, la Roca se ha convertido en figura principal para la zaga valencianista.

Al tener doble nacionalidad (francesa y marroquí) pudo haber jugado con este último país al convocarlo para la Copa Africana de Naciones en 2008, mas declinó el ofrecimiento a fin de compartir con la selección francesa.

El 25 de marzo jugó con Mali en representación del equipo de Francia B, mientras su nombre figuró en la lista de los preseleccionados para la Copa Mundial  de 2010, con sede en Sudáfrica. Ya en agosto de ese año debuta con Francia en partido amistoso contra Noruega.

Durante su estancia en el ES Fréjus disputó 58 partidos sin anotar goles. Con el Lille OSC B, totalizó 27 encuentros sin balonazos, y ya en el Lille OSC la situación cambia al reportar 158 topes, con ocho anotaciones.

Hasta finales de agosto pasado registraba con el Valencia CF 53 confrontaciones en las que había colado seis balones.

(*) Nota de Editor: Los trabajos publicados en temas (Futbolistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base, sin que consignen la totalidad de detalles, hechos, y personalidades que influyeron en el desarrollo deportivo.

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Sara, juglar siempre viva

Sara, juglar siempre viva

Por Ricardo R. González

Amigos, hace mucho tiempo tuve el privilegio de conversar con Sara González. Andaba de gira por Villa Clara acompañada, entonces, por su grupo Guaicán. Nos reunimos en la habitación de un hotel, y me confesó «Ya cumplí 40 años y se me hace urgente aprovechar cada momento».

Ahora que ha partido, retomo aquella entrevista y la comparto con ustedes como tributo hacia lo eterno.

Allá por la década de los 70 una trovadora despertó la curiosidad de muchos de los seguidores de aquel espacio televisivo Buenas Tardes que nos llenaba un segmento de cada domingo.

Salió desde el final del público, guitarra en mano, hasta ocupar el set, mientras su voz prodigiosa retumbaba con el tema de la aventura Los Comandos del Silencio, en boga por aquel tiempo.

Así, Sara González emprendía un camino sin retrocesos en el arte de expresar a su manera.

«Un hombre se levanta, temprano en la mañana»…Esa anécdota me la recordaste —dice Sara— me parece que fue ayer, no me doy cuenta que el tiempo pasa y tiene ya 20 años», sentencia como parte de su filosofía.

Ahora está inmersa en múltiples proyectos como productora de discos, compromisos internacionales en Cosa Rica, Colombia, Venezuela y Nicaragua… parece no cansarse jamás.

«Las Saraciones», una de sus peñas para el reencuentro con su público en la Quinta de los Molinos, pretende convertirla en un foco cultural del centro de La Habana.

«Me estoy dedicando, además, a la promoción, a sugerir ideas de dirección, de guiones». Prueba de ello será un espectáculo solicitado por la alcaldía de Roma que visitará a Italia con una amplia embajada cubana en todas las manifestaciones del arte.

— ¿Y qué hay con la compositora?

— Se hace algo, no creo en eso de que las musas bajen, pues he trabajado en la creación por encargo, por solicitud de alguien en específico o por la necesidad de decir en ese instante.

Ideas no me faltan. Escucho mucha música y digo «caramba, eso mismo es lo que yo quería decir». Entonces ¿para qué llover sobre mojado?

Hace algunos años Sara integró junto a Virulo, Jesús del Valle, Mirtha Medina, Jorge Guerra, Carlos Ruiz de la Tejera, y otros, el Conjunto Nacional de Espectáculos. El éxito local y foráneo de cada puesta fue rotundo…

— Dónde está la humorista y comediante?, ¿acaso desapareció?

— Esa resultó una etapa muy interesante, muchos me censuraron, pero me llenó de experiencias vitales, a tal punto que cuando regresé de nuevo a cantar vine más madura, sabía lo que quería hacer en la escena, cómo mesurar la pasión y en qué momento ofrecerla.

El buen humor lo respeto muchísimo, y allí se hacía muy buen humor, y es posible que cualquier día vuelva a retomarlo porque para mí no fue tiempo perdido.

— Cuando de piezas antológicas se hable habrá estandarte perenne para Su nombre es pueblo. Vivencias inolvidables en el teatro del Kremlin, un nudo en la garganta ante compatriotas en Angola, escalofrío estremecedor en la Plaza de la Revolución… ¿Qué sientes luego de cada a capella?

— No puedo cantarla de otra forma porque la historia de esta canción es parte de todo el mundo, su texto se hace universal. Nunca la programo en un concierto, y no quiero convertirla en un slogan o en algo reiterativo.

Por lo indescriptible que siento y la honra personal  la interpreto cuando las circunstancias me lo piden, cuando brote por la emoción de algo que haya ocurrido y lo merezca, no por simple complacencia.

La disciplina en Sara es régimen de vida, adora a su grupo Guaicán al que considera su familia, siente la amistad como ese «amor de millones», y ve en aquel Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC la escuela más fuerte.

Habla de Silvio, Noel, Eduardo, Sergio, Leo… y acentúa a Pablo «por enseñarnos las intrigas y vericuetos el escenario. Me ha donado de su dinero todo el equipamiento de sonido. También lo hizo con Xiomara Laugart, Adalberto Álvarez y la Original de Manzanillo. Solo un Pablo Milanés hace esto».

— Sobre la música cubana ¿qué piensas?

— Voy a referirme a la buena música cubana. Es elaborada, superior a mucha de la que suena en América y en otras latitudes, pero arrastramos los archiconocidos problemas de la difusión y publicidad. Ha sido un mal trabajo en estos aspectos y de quienes mueven la cultura cubana internacionalmente, no se aprovechan los triunfos de los nuestros, y sin embargo, ahí tienes al famoso «General», en mi concepto anticultural, y ya ves la difusión y como lo «alimentamos aquí»

Sara sigue siendo la tímida en extremo, la tensa disimulada sobre las tablas, la típica cubana cuando suelta su humor, la misma anhelante de un público heterogéneo, y quien siente la popularidad como el respeto al respetable con decoro y dignidad profesional.

— A los 40 años cómo ves a Sara González?

— Juglar siempre viva, partidaria eterna de lo inconforme, pensando que lo último realizado nunca es lo supremo, que andas aún como el primer día en que subiste a un escenario.

Me gusta lograr las cosas pero que me cuesten trabajo porque seguiré yendo a la montaña y amando a esta tierra presente en continentes, en la añoranza de las distancias, inseparable en mi canto.   

Dúo Blanco y Negro: ¿Soñadores terrícolas o terrícolas soñadores?

Dúo Blanco y Negro: ¿Soñadores terrícolas o terrícolas soñadores?

Mientras preparan variadas sorpresas, y esperan que una disquera cubana lo asuma en su catálogo, el dúo villaclareño, integrado por Yenobis (a la izquierda) y Reymi, hace su historia.

Por Ricardo R. González              Foto: Carlos Rodríguez Torres

Dos terrícolas marcados por la magia de la música decidieron unirse, primero, en un formato más limitado hasta que la propia vida los convenció en el empeño de seguir los pasos acompañados por una agrupación que ya arribó a su primer aniversario.

Se forjó en el día a día. Según su director Yenobis Delgado Alba encuentra

en Reymi Pérez Bauta, vocalista y compositor, la contrapartida que lo sitúa como el mejor amigo de su vida, el colega por excelencia. «Él es un virtuoso compositor que canta, y yo soy un cantante que compone».

La pasión de uno es la composición y del otro la interpretación. De aquí que fluya esa química necesaria para nutrir una afinidad revertida sobre el pentagrama.

Entonces Yenobis recuerda un pasaje bíblico que asevera «Dos personas caminan por tres cuerdas»… y da pie para indagar si han sentido esta trilogía.

— Siempre hemos caminado por ellas, y en los momentos en que nos hemos sentido desanimados por disímiles circunstancias, el otro te levanta y nos ayudamos mutuamente.

— Es cierto que con solo mirarse ya existe una interpretación del lenguaje?

— Los años nos hacen sentir ese pensamiento con solo mirarnos. Él toca la guitarra y yo lo miro, y ya sabe el acorde que necesito para ese momento.

¿Cómo inició este camino a tenor de que tú eras cantante del Coro Provincial, y Reimy también poseía una formación musical?

— Fue muy atrevido por nuestra parte. Yo le agradezco mucho a la maestra Yolanda Martínez Ordoñez, directora del Coro, esa influencia en mí formación, mientras Reimy es graduado de guitarra clásica, y en aquel momento fungía como intérprete de una orquesta de música popular.

Nos integramos al elenco artístico que comenzó a trabajar en la cayería del noreste villaclareño, y en una ocasión se hizo necesario montar una actuación especial para la Tribuna Abierta que se realizaría en Caibarién.

Dijimos… somos un dúo y tenemos montadas más de 100 canciones… Aquello no era cierto, y en medio de bromas hasta algunos dudaron. Pedimos una guitarra prestada y comenzamos a formar un repertorio improvisado. En realidad no nos salía nada, al final hicimos una canción y gustó bastante.

A partir de ese momento comenzaron a pedirnos temas. Al parecer no lo hacíamos muy mal, y continuamos… Así tuvo su génesis Blanco y Negro.

—Exactamente el 23 de octubre pasado arribaron al primer aniversario de contar con un grupo que los respalda ¿Obedeció a un proyecto más ambicioso o a la propia necesidad?

— Doy gracias a Dios a estos músicos que decidieron seguir nuestra aventura y caminar todos juntos por las sendas del arte. Algo difícil y muy duro en que se mezcla la cultura, la popularidad, y el deseo de hacer cosas novedosas ante una profesión que lo requiere y que no permite detenerte.

— Casi todos los músicos le cantan al amor, al desamor, a las dichas a las desdichas, a la esencia de la vida… ¿pero le han cantado también a esas cosas que son feas pero que llevan mucho de amor?

— Hubo una temporada que pidiéramos decir fue rebelde. Lo criticábamos todo o casi todo. Le cantábamos a todo o casi todo que los demás no le cantaban. Tomamos esas aristas que también forman parte de la vida pero que no alcanzan ni belleza ni vuelos. Llámense enfermedades, problemas personales y sociales que si no los reconocemos es imposible seguir adelante porque forman parte de la existencia aunque con matices tristes.

— Pudiéremos decir que resultó una primera etapa con letras y canciones comprometidas?

— Una realidad de compromiso con el pueblo, con la sociedad, con nosotros mismos. Necesitábamos decir cosas sin pensar en la popularidad. Eran nuestras armas para decir eso que necesitábamos expresar.

— Era el blanco y negro de Blanco y Negro?

— De ahí el nombre. Todo el mundo nos pregunta eso y aparecen innumerables conjeturas… Si es porque uno es negro y el otro blanco y no tiene nada que ver con esto. Es un juego semántico que se remonta a nuestros inicios porque cuando comenzamos deseábamos que nos conocieran como artistas de al pan, pan y al vino, vino, sin muchos adornos ni metáforas pero con textos comprensibles por todos.

— ¿Al respecto hay una anécdota?

— Viajamos a La Habana para realizar un programa de televisión que ya desapareció de la cartelera, y el director del espacio nos dijo: «cuando vayan a poner un nombre tienen que pensar en la reacción del público, y en este caso se pudieran reír de ustedes». Ya era tarde e irreversible porque queríamos llamarnos así y lo defendimos.

—Sin embargo, existe una segunda etapa en que el repertorio amplía su espectro?

— Incluimos temas de amor y otras modalidades, pero sin apartarnos de la palabra comprometida. Casi todos nuestros números son basados en hechos reales nuestros o de personas conocidas.

— De aquí que surgieran canciones como «Ya no te quiero», «Amor de izquierda», o «Rumbo a tu olvido»…

— En efecto. Nacieron de vivencias o situaciones nuestras, y otras no tanto personales pero muy conocidas por el dúo.

— Transmitir un lenguaje con metáforas pero que no eclipse su contenido pudiera ser el presupuesto vital de Blanco y Negro? 

— Es precisamente una de las estrategias. Somos naturales y sinceros y eso se refleja en las letras. Es una especie de radiografía del grupo que no cae en aires rebuscados.

— El camino artístico es largo. Posee aristas inolvidables, pero tiene otras que derrumban, unas provocan recompensas y otras decepciones. Cuando ustedes se unieron ¿cuáles fueron los sueños iniciales?

— Eran bien pequeños. Somos dos guajiritos. Uno de Santa Clara y otro de Buena Vista, Remedios. Por entonces las pretensiones eran hacer canciones para disfrutarlas en las fiestas familiares y entre amigos. Quemar un disquito y llevárselo a la abuelita a la casa o compartirlo con los socios… Algo casi íntimo, y jamás pensábamos en las pretensiones que tenemos hoy.

— El tiempo pasa y hay camino transitado. ¿Ya vuelven la vista atrás?

—  Lo hacemos muy a menudo. Repasamos y revisamos. Sacamos las buenas experiencias, y reflexionamos con aquellas que no quedaron bien. Nunca olvidaré lo dicho por el maestro Edesio Alejandro, productor de varios de nuestros temas, en una de las visitas. Reforzó que el camino era difícil, pero nos sugirió que diéramos un paso, que nos detuviéramos, y que miráramos atrás para poder autoevaluarnos.

— En una plataforma artístico donde están Buena Fe, Karamba, y otros proyectos, Blanco y Negro mantiene su identidad sin parecerse a nadie…

— Es una premisa. Hay respeto por nuestros colegas, pero tenemos nuestra línea. Pretendemos ser diferentes y llegar diferentes a la gente. Diferentes no quiere decir mejores, mas es un sello a la hora de comunicar.

Qué experimentan cuando tienen que pararse en plazas repletas de público?

— Un sentimiento inexplicable que conocen los artistas. Solo lo siente quien lo vive. Es algo tan maravilloso que uno piensa que a partir de ese momento puedes morir. Recuerdo la gala por el pasado aniversario de la FMC, en el cine teatro Camilo Cienfuegos. Jamás pensamos que tanta gente nos conocian y tarareaban las canciones. Hubo un momento en que nos quedamos en blanco los dos porque fue tanta la emoción que no podíamos concebirla.

Un compromiso gigantesco con el público. Un punto de partida para hacer cosas mejores.

— El público ¿Un premio?

— Diría que el gran premio, el idolatrado, el que pasa por la calle y te canta un pedacito de tu canción. Resulta una especie de termómetro. No trabajamos para especialistas, si no para el respetable. He hecho muchas cosas que a los especialistas no le han gustado; sin embargo a la gente le ha encantado. Ahí está el tema a nuestro equipo de béisbol de Villa Clara (La mecánica naranja).Fue minimizado sin piedad por algunos expertos, en cambio la reacción popular fue otra. No nos interesan ni los festivales ni los premios.

— Ustedes tienen una identidad muy marcada. Le cantan a Santa Clara y a Villa Clara…

— A este terruño le debemos lo que somos. Es nuestra gratitud al sitio que nos ha visto crecer y desarrollarnos. También le cantamos a las santaclareñas, pero es que nuestra cepa es 100 % de aquí

— Hay un vídeo clip dirigido por Alberto Pacheco y con producción de Raúl Fernández Faife, ambos de Tele Cubanacán…

— Nos pidieron realizar una especie de himno que identificara al territorio. Lo estrenamos el 30 de diciembre pasado en la Plaza, y ello propició la idea del clip que tuvo numerosas anécdotas durante la grabación.

— ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de Blanco y Negro, y aquel instante que nunca desearían recordar?

— Hay muchos. El momento de mayor satisfacción fue el confiarnos la tarea de realizar este tema a nuestra provincia, pues desde el punto de vista musical tenemos valiosísimos artistas en el territorio que muy bien pudieron asumirlo, y el más triste sería si llegara el momento en que el proyecto deje de existir.

—Y han pensado en que el dúo envejezca, y de pronto se diluya y diga adiós…

— Tendríamos que Reimy y yo dejar de ser amigos. Es la única razón que nos separaría. Y perderíamos todos.

— Blanco y Negro ¿Soñadores terricolas o terrícolas soñadores?

— Un poco de una y un poco de la otra.

Entonces gracias a la vida por tener a Blanco y Negro, y gracias a Blanco y Negro por aportarle a la vida.

Rosita Fornés: «Mi obra maestra no ha llegado» (Segunda parte)

Rosita Fornés: «Mi obra maestra no ha llegado» (Segunda parte)

Por Ricardo R. González

La tarde habanera avanzó casi sin darnos cuenta. Rosita conversaba y contaba anécdotas y otros sinsabores que calan en la vida de cualquier persona. En verdad, olvidamos la cronología en el tiempo.

Cada minuto traía el deseo de conocer mucho más sobre la vedette en torno a su arte y a lo que cada quien desea saber o imagina…

— Sin embargo, su edad ha causado polémicas y una sumatoria interminable…

— Desde que tenía 20 años comenzaron a situarme 20 más, y me he acostumbrado a esa larga cordillera. En ocasiones hasta risa me ha dado. Yo tengo la edad que quieren que tenga, pero confieso que nací el 11 de febrero de 1923.

— ¿Y es cierto que se considera presumida?

— Eso sí, aunque me han dado más fama sobre mi belleza de lo que en la realidad es. Me siento atractiva, pero no bella. Por ejemplo, mi boca es bonita si me río, pero no cuando estoy seria. Mi nariz no es perfecta, y me hubiera gustado tener los ojos más grandes. Y mi cuerpo ha sido bonito, pero no intachable.

He llegado a países donde mi nombre no es tan reconocido y la gente me miraba, y lo que sí puedo confesarte es que de vez en cuando me llega algún que otro piropo…porque admiro mucho el género masculino.

— ¿En qué sitio sitúa a su familia y a la religión?

— Nunca oculté que era creyente. Siempre tuve en casa el Sagrado Corazón, la Virgen de Fátima, Santa Bárbara, y la de la Caridad del Cobre. Permanecen en mi cuarto, y cuando salgo de viaje me acompañan en sus estampas.

No soy de asistir a misa con mucha frecuencia, mas rezo todos los días y pido mucha salud para las personas, y en cuanto a la familia para mí es trascendental. Muy cierto que mi carrera ha sido la realización, pero mis seres queridos han estado priorizados.

— Hay una faceta profundamente humana suya con El Ríncón o leprosorio de La Habana que incluye desde la presentación espectáculos musicales hasta su propia contribución monetaria…

— Data desde que una vez me invitaron a participar en un espectáculo y vi como esos seres humanos disfrutaban de la puesta. Yo les llevaba a diferentes solistas, orquestas, bailarines como en especie de revista musical al teatro que allí existe.

Me pidieron los enfermos que fuera su madrina, y ningún compañero a quienes llamé dentro de los artistas me dijo que no o puso algún pretexto, y eso lo agradezco sobremanera.

Íbamos varias veces al año, pero las dificultades de transporte han impedido en los últimos años esta afluencia humanitaria para personas que bien lo necesitan.

— Si fuésemos a conformar su autorretrato pudiéramos decir que es optimista, perseverante, amable, en determinados momentos explosiva, recia y tierna a la vez?

— Has dicho muchas verdades. Yo creo que me has estudiado y muy bien. Creo que en esa mezcla se dibuja a Rosita Fornés. En la fuerza, la perseverancia, en el hecho de sobreponerme a las cosas encuentro los mejores antídotos. Tengo días sumamente estresados, y otros más sensibles. A veces me castigo a mí misma, pero si de algo vivo feliz es que no le he hecho nada negativo a nadie, no he puesto zancadillas en la carrera de nadie, ni nadie puede decir que Rosita Fornés expresó una idea desfavorable sobre alguno de mis compañeros de trabajo.

— Uno de sus espectáculos contemporáneos más recordados fue Rosita tridimensional ¿Cierto?

— Recordado tanto por el público como por mí. Subió a la escena del teatro Karl Marx allá en la década de los 80. Estuvo varias semanas en cartelera a teatro lleno en cada función. La gente no se cansaba.

Yo creo que si se hubiera dejado todo un año en cartelera no aburriría, y aunque tenía a Rosita Fornés de protagonista pudiera decirte que todo el mundo brillo de una manera encomiable.

Un elenco de primeras figuras que aglutinó, además, a Mirtha Medina, Farah María, Héctor Téllez, Alfredo Rodríguez, Raúl Gómez, Leonor Zamora, el fonomímico Centurión, Miguel Ángel Piña, en fin… algo extraordinario.

La preocupación de todos era que saliera cada función como el público deseaba, y ese mérito fue compartido gracias al maravilloso elenco. Un espectáculo de lujo por todos ellos.

— Y otro indudable fue la puesta de Hello Dolly…

— En efecto. Algo sensacional. Incluso tiene una anécdota quizás poco conocida. Resulta que casi a punto de su estreno una de las actrices seleccionadas manifestó que no iba a encarar su papel por determinadas circunstancias. Eso nos abrió tremendo cráter.

Nos rompimos la cabeza buscando quién podía reemplazar a dicha artista. Todas las puertas que tocamos estaban ya comprometidas o no le interesaba la oferta, y tomé una decisión.

Mirtha (Medina) se encontraba en México haciendo una temporada muy exitosa en Cancún como primera figura de un espectáculo.

La llamé personalmente, y le dije lo que pasaba. Nunca olvidaré que, sin pensarlo dos veces, me respondió:: «Estoy saliendo para La Habana porque el estreno va».

Eso nunca lo olvidaré de Mirtha. Dejó todo su programa a un lado, y vino con nosotros. La vida la premió porque logró una interpretación fenomenal, aunque representó el segundo papel de importancia en la obra, lo que demuestra que no hay actuaciones de segunda. Todo depende del talento de quien la asuma.

Yo protagonicé a Dolly Levi, el inolvidable Omar Valdés encarnó a Horario Vandergelden, como mi contrapartida, Mirtha representó a Irene Malloy, mientras Luis Castellanos dio vida a Cornelio Hackel, y Rebeca Martínez, a Minni Fay.

Años más tardes la propia Mirtha hizo My fair lady junto a Armando (Bianchi) e hicieron un dúo también sin par.

—El arte le ha traído satisfacciones y sinsabores ¿Cuáles incluye entre los placenteros y aquellos que no quisiera recordar?

— Soy artista por encima de todo. Tengo una colección de medallas, distinciones, premios, diplomas que jamás pensé tenerlos: la Orden Félix Varela de Primer Grado, Distinción Por la Cultura Cubana, la Lázaro Peña, Alejo Carpentier, Juan Marinello…los girasoles de Opina, las llaves de la ciudad de varias capitales cubanas, Hija Ilustre de Camagüey, la Distinción 23 de Agosto de la FMC, y el Premio Nacional de Teatro que jamás pensé lo recibiera tan pronto.

Y sobre todo las conferidas por mi pueblo que las llevo en el corazón.

Entre los sinsabores, a lo largo de la entrevista te he contado algunos, te diría otro de los lamentablemente ocurridos cuando recibí una invitación para filmar en México la película «El quijote cabalga de nuevo». El funcionario de la televisión en aquella época se negó porque él no autorizaba a ningún artista cubano a filmar en el extranjero… Sentí que existía evidente desconfianza sobre mí, y… punto final…, prefiero olvidarlos porque incluso muchos de sus ejecutores ya ni están.

—En cierta oportunidad usted expresó: «El camino del artista está sembrado de escollos que hay que vencer y nunca terminan, y sobre todo, hay que tener un sentido muy agudo de la autocrítica. ¿Cómo enfrenta Rosa Fornés a Rosa Fornés?

— Soy exigente al máximo e impongo metas. A veces una se equivoca, y es saludable reconocerlo. Si no me he dado cuenta de algo me gusta lo señalen de manera constructiva. Hay criterios que enseñan pues no siempre cada actuación es brillante. A veces se aplaude hasta el delirio, y una reconoce que no estuvo a esa altura. Por tanto la próxima vez tiene que ser mejor.

— Cuando comenzó su carrera artística su máxima preocupación era conquistar al público. ¿Para lograrlo se necesita solamente derroche de tecnicismo? 

— El artista nace con una especie de ángel que se va cultivando. He conocido muchos exponentes con un dominio de la técnica impecable, y no han llegado. Quienes escojan este camino tienen que entregarse en cuerpo y alma. Los años te hacen sentirte una especie de psicólogo, y te das cuenta que debes confiar en la gente. Captar la bondad y la hipocresía, y el público no se equivoca. Quizás no domine un detalle técnico, pero identifica muy bien una entrega real de una ficticia.

Yo creo que he tenido ese ángel, sin ser alguien que conozca perfectamente todas las raíces del arte.

— A usted le molestaba que le hablaran de relevos…

— A mí me parece que esa palabra la utilizan indebidamente. Cada quien tiene su estilo, su manera de expresar los sentimientos, y la forma de proyectarse va en evolución con el paso de los años. La forma de hacer arte varía con el tiempo y las generaciones, y hay muchas artistas que hemos coincidido, pero ninguna imita a nadie.

A Rita (Montaner) la vi, pero no la imité, su personalidad era diferente a la mía, pero ella tenía un estilo incomparable. Rita fue y es Rita. La auténtica representación de la cubanía. La única.

A mí me han preguntado: ¿cuál usted cree que sea su relevo? Y he dicho, hay estilos, no relevos.

Y traigo a colación al Benny, a Alicia Alonso, a Bola de Nieve… ¿puede hablarse de relevos? Son personalidades extraordinarias.

Esté donde esté Mirtha Medina es excelente. Actúa, canta, baila y lo hace todo muy bien. Rebeca Martínez es otro ejemplo. Las tres trabajamos juntas en varios espectáculos, y nadie puede decir que una imita a la otra, que ellas me «copian» a mí, no es así. Cada una tiene un sentido muy preciso y delineado dentro de su carrera.

— Hablemos de cine. Muchos actores y actrices influyeron en su vida o compartieron escena; sin embargo hay una película de su estancia en México que aún no ha visto…

— Yo debuto en el cine mexicano haciendo «El deseo», y fue tan convulsa su filmación que no asistí al estreno, e incluso nunca la he visto, aunque me gustaría hacerlo para ver lo que hice.

Era muy exigente, a veces iba a filmar una escena, y cuando la terminaba me echaba a llorar por lo que había visto.

Confieso que el primer rostro que me impactó del celuloide fue Greta Garbo. Su imagen se me quedó para siempre, y también debo adicionar a Marlene Dietrich, Joan Crawford, Bette Davis…

Entre los hombres admiré a Clark Gable, Robert Donat… 

— Pero hay un nombre: Mario Moreno (Cantinflas)…

— Te diría que lo conocí casi de manera casual, Él viaja a Cuba invitado por la entonces CMQ y prepararon un espectáculo para tributarle un grandioso recibimiento porque ya él era muy famoso.

Me designaron como contrafigura en ese programa, y dispusieron que fuera a recibirlo en el aeropuerto. Nos conocimos y lo dejamos en el hotel Nacional donde se hospedó.

Yo lo idealicé un poco. Él se fue fijando en mí en los ensayos. Se acercaba y le gustaba conversar conmigo, y aquello comenzó a motivarme hasta nacer una atracción muy bonita, pero en aquella época las circunstancias eran diferentes

Salimos a diferentes sitios siempre acompañados por el resto del elenco o con alguien de mi familia.

Debo decir que a mi padre le simpatizó mucho, y él insistió en que viajara a México para debutar en el cine.

Me dijo que, en su país, quería formalizar ese romance que nació aquí; sin embargo, conocíamos que él estaba casado. Aún así habló con mi padre, que era una especie de guardaespalda mío y una persona muy recta, y le prometió solucionar su divorcio. Llegué a enamorarme de él. Puedo decir que fue mi primer amor en serio e inesperado.

El tiempo pasó, y se afectó la relación con Mario. Mi padre veía que su situación matrimonial no se solucionaba. Él me pidió que tuviera paciencia y me hizo otras promesas, pero mi padre dijo: «no veo claridad y nos vamos para Cuba».

Aquello terminó, y quedamos como buenos amigos.

— ¿Y Manuel Medel?

— Ya había terminado aquello con Mario Moreno, y sabía de la fama que tenía Medel. Lo conocí personalmente en un vuelo desde México a La Habana. Él venía a pasarse unos días de vacaciones y yo también.

Lo felicité por su éxito, y durante su tiempo de estancia en Cuba no nos volvimos a ver.

A mi regreso a México me llaman porque se iba a inaugurar el famoso teatro Tívoli. Medel era el empresario, actor y director de esa compañía que quería que yo trabajara como vedette.

Después, el tiempo se encargó de lo demás hasta que nos casamos. Fue también una relación intensa y bonita de la que nació mi hija Rosa María Medel.

Ambos trabajamos en la película «Cara sucia», estando ya embarazada de Chiquitina.

Y luego de cuatro años de matrimonio decidí separarme de él.

— En la filmografía cubana el nombre de Rosa Fornés no aparece mucho. ¿Lamenta esta escasa incursión?

— Me hubiera gustado hacer mucho más. El ICAIC surgió en un momento en que yo estaba madurando artísticamente y era más joven. Quizás la imagen mía daba un aire de burguesa, y en aquellos tiempos la temática tenía sus situaciones.

Me hubiera gustado que quedara un documental, pero con «Se permuta» llegó una verdadera realización. Fue mi debut cuando ya el ICAIC cumplía 25 años. La quiero mucho y fue un éxito tanto teatral como en el cine, y me tributó innumerables satisfacciones. Se lo agradezco mucho a Juan Carlos Tabío quien concibió una trama excelente junto a un elenco de primer orden.

Pero la historia no fue tan simple, y te la cuento. El guión inicial fue concebido por Jesús Gregorio,un joven a quien la muerte le sorprendió muy joven, y en realidad la obra transitó por grandes sinsabores.

En un inicio se llamaría Lola permuta, y hasta algunos dudaron en darme el papel estelar, Si no lo reclamo con fuerza no me lo dan, aunque fue escrito para mí.

Con la muerte de Gregorio el libreto lo abordaron Tabío y Titón, pero a todas cuestas el libreto cinematográfico de Tabío resultó momentáneamente rechazado.

Sin embargo, el grupo de teatro Bertolt Brech se interesó por la muestra, y Mario Balmaseda la hizo suya. Comenzamos de inmediato los ensayos, y el éxito fue rotundo.

Al parecer ello conmovió a los más escépticos del ICAIC quienes valoraron la posibilidad de aprobar el rodaje hasta que se logró.

Aún así mi personaje perdió más del 25 % comparado con la puesta teatral, pero logramos una de las más populares películas en la historia del cine revolucionario en la que el propio Mario e Isabel Santos, junto al resto del reparto resultaron de primera línea.   

Después de ello pensé que iba a filmar más seguido, pero hice una participación especial en «Plácido», con el desaparecido Jorge Villazón, un poco para borrar aquella imagen de que si no me proponían protagónicos yo no aceptaba papeles. Media hora de grabación para quedar en minuto y medio luego de las tijeras de edición. De tres secuencias que iba yo a tener solo la dejaron en una, y hasta fue cortada.

Hasta cantaba, y tenía una escena final muy linda junto a Villazón, pero…

Después vino «Papeles Secundarios», del realizador Orlando Rojas, en la que intervinieron el actor español Juan Luis Galiando y la cubana Luisa Pérez Nieto.

En esta tuve un personaje bastante interesante. Pasaron los años y llegó el cortometraje «Quiéreme y verás» en el que me hubiera gustado una actuación más extensa, y cierra «Las noches de Constantinopla» .junto a Francisco Rabal, Verónica Lynn y Jorge Alí, en una coproducción cubano-española. Nada más.

— Repasemos entonces el mundo de los discos en el que tampoco resulta amplio el catálogo…

— Quizás yo tuve parte de culpa. Trabajaba tanto en mis espectáculos y espacios de TV que nunca me preocupé por mi discografía. Terminaba un programa semanal y ya tenía encima el próximo. Tampoco contaba con un representante y de todo me encargaba yo.

Cuando vine a darme cuenta comenzaron a fallar los planes o no se cumplían las propuestas de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM).

No obstante dejé grabado algunos long playing y varios discos de 45 rpm. En México hubiera podido grabar con la RCA Víctor, aun así aparezco en un disco con artistas famosos.

En Cuba dejé, además grabaciones para la firma Panart y Puchito. Tengo infinidades de números con excelente calidad en el ICRT de los cuales muchos se perdieron, y hace un tiempo la EGREM sacó una recopilación en dos CDs, y otro cassette de «Las voces del siglo»

Pero la consagración me la propició Abdala, al grabarme el CD Rosa del tiempo con números clásicos en mi repertorio y otros nuevos.

— En los últimos años las caderas le han propinado varias visitas al quirófano…

— Yo he cometido varias locuras en mi vida, y confieso que no me he cuidado mucho. Jamás hice calentamiento previa antes de salir a escena, y una de mis tantos disparates fue bailar cancán pasados los cincuenta años.

Recuerdo que el climax llegó durante una de las funciones del espectáculo Vedettisima. Luego de estar minuto y medio bailando cancán sentí una especie de contracción muscular sin dolor.

El doctor Rodrigo Álvarez Cambras me atendió, y situó un tratamiento a largo plazo, sin entonces pensar en operaciones, pero seguí y seguí en giras, espectáculos por todo el país y en el extranjero y… ocurrió lo que tenía que ocurrir. La desviación existente en mi columna vertebral influyó sobre las caderas, y de ahí las reiteradas intervenciones quirúrgicas.    

— ¿Con ocho décadas vividas y de ellas gran parte dentro del arte mantiene inigualable la llama de esperanzas?

— Sí, aunque ya no se pueda esperar tanto, pero mantengo esperanzas que me alimentan enormemente. Me siento incansable a pesar de que no soy ya tan dinámica y hay cosas que se han tenido que dejar de hacer.

Abusé mucho de mi trabajo, no me cuidé en algunas cosas, y ello me ha propiciado una lección severa en la cadera que ha conllevado a varias intervenciones quirúrgicas.

Me hubiera gustado visitar algunos países en los que nunca estuve como Francia, Inglaterra e Italia. Me quedé con las ganas de conocer la singularidad de Japón o de China, y de Sudamérica me faltó Argentina y Chile.

— Al cabo del tiempo ¿cómo ve a ese público que generación tras generación la ha convertido en un patrimonio privilegiado de cada cubano, y que desea que la vida le regalara?

Doy gracias a Dios por todo ese pueblo que me situó en un lugar cimero. No tendré nunca como pagarle porque a el me debo.

Pedir más de lo que he recibido sería convertirme en una persona demasiado ambiciosa, y solo quisiera que el día en que llegara mi momento me siguiera queriendo de la misma forma en que Rosita Fornés los quiere a cada uno de ustedes.

— Entonces, inevitablemente, ¿Rosa de Cuba?

— Nací en Nueva York, mis padres son españoles, considero a México mi segunda patria por tanto que le aportó a mi vida desde el punto de vista artístico y personal, pero vivo en Cuba.

Siempre que me he presentado en el extranjero ha sido como artista cubana, así me conocen en todos los países que he visitado., porque aquí me crié, me formé, y el público me ha dado más de lo que merezco. Por eso siento que Cuba es mía y la llevo en el corazón.  

Y así será porque la escena cubana siempre tendrá la distinción de la mejor de las Rosas.

Rosita Fornés: «Mi obra maestra no ha llegado» (Primera parte)

Rosita Fornés: «Mi obra maestra no ha llegado» (Primera parte)

Por Ricardo R. González

Decir Rosita Fornés es como destapar un cofre inimaginable, percibir la magia de esa caja de Pandora que trata de abrirse hasta recorrer el más diminuto de sus recodos. Es, también, suscitar intrigas, esperar sucesos, alimentar el deseo de conocer cómo transcurre su vida luego de que se apagan las luces de un escenario y el teatro recobra su calma habitual, o qué pasa lejos del set televisivo… En fin, tratar de descubrir su existencia con el simple atuendo que porta Rosalía Palet Bonavía.

El encuentro con la vedette de Cuba y de América era inminente. Quisimos desplegar una plática alejada del glamaour que destella esa mujer admirada por diversas generaciones. Una vez en su casa, resultaron más de tres horas de inmenso placer sin apenas pausas. Las nunca suficientes para conocer el mito que recorre su anatomía, con pinceladas matizadas por Lupe, el ser más querido por Rosa, fallecida un tiempo después de esta conversación, y quien, en su condición de madre, conocía a su hija palmo a palmo.

Un diálogo que inició a raíz de una de las declaraciones de la artista y su argumento —casi paradójico—de tener tres vidas. Las mismas que  sustentaron el documental realizado por José Antonio Jiménez.

— Te diría que ya son cuatro o cinco, (y sonríe)… Cuando te pones a recordar todo lo realizado enmarcas tres etapas. Empecé siendo una adolescente que tuvo la suerte de iniciarse como aficionada.

No sabía nada del arte porque mi familia se oponía a que fuera artista. Comencé a los 15 años cuando me llevaron a La Corte Suprema. Al parecer le caí bien a la gente, y a partir de ahí inició esta larga historia.

Desde pequeña yo tenía mi vocación muy bien definida e imitaba a las grandes de la época. Pese a la oposición hogareña comencé mis estudios de canto, música, actuación con maestros excelentes que también influyeron en la formación de actrices de primera como Raquel Revuelta y Gina Cabrera, entre otras. Recuerdo a Enriqueta Sierra, e incluso tomé algunas nociones de ballet, al tiempo que trabajaba. Esa resulta mi primera vida que desarrollé hasta que marché a México después de llevar cinco años de actividad en Cuba donde abordé todos los géneros en temporadas recordables de zarzuelas y operetas dentro de lo lírico, sin descartar la interpretación de los principales autores.

Fue dirigida por Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, los tres grandes del momento, mientras en las temporadas dramáticas conté con la sabiduría y el talento de Mario Martínez Casado, y con primerísimos actores como Otto Sirgo, con quien debuté, y con Enrique Santisteban.

Parto a México y me integro a una compañía de artistas argentinos, mexicanos y cubanos.

— Momento propicio para que aparezca como la primera vedette…   

— Así es. Estuve un quinquenio con muy buena acogida de público y de la prensa, y luego de dos años más ya figuro como la primera vedette de América porque había cultivado todos los géneros necesarios: el canto, el baile, la actuación…en fin…lo que se dice hoy una artista integral.

— Sin embargo, hay un retorno de México precedido por circunstancias muy personales ¿Puede hablarse entonces de una segunda vida?

— Efectivamente. Vine con mi hija Rosa María Medel que iba a cumplir tres años. Tenía idea de regresar a tierras aztecas porque dejé firmado un contrato prometedor en el cine para realizar películas notorias. .. Yo no le había dado mucha importancia a la cinematografía, filmaba una película al año, pero no más.

Entonces me contrataron en exclusiva. El año en que vine debía hacer cinco filmes bajo la guía de los hermanos Calderón que hubiese constituido mi plenitud cinematográfica, mas mi divorcio con Medel cambió todo el panorama, y al llegar a Cuba comenzó la propaganda de escándalos en México. En realidad no me gustó, se removió demasiado el hecho de mi separación matrimonial, y él también asumió una posición drástica… Como la televisión había empezado aquí me propusieron hacerla, y mandé a decir que cancelaba momentáneamente el contrato en México lo que no tomaron a bien.

Después accedí a trabajar en coproducciones mexicano-cubanas para retirar aquella mala impresión porque yo le debo mucho a México en los inicios de mi carrera, pero inicié en Cuba y siempre tuve un programa de radio y de televisión patrocinados por las mejores firmas.

El triunfo de la revolución me sorprende en España donde tuve una hermosa acogida. Allí tenía un contrato prolongado. Paso dos años y los interrumpo en 1959.

Había dejado a mi hija en Cuba, y llevaba casi tres años fuera. Entonces comenzaron las propuestas para diferentes espacios. Fue cuando dejé a un lado lo de España y me quedé aquí. Allá comenzó mi tercera fase que duró hasta que hice el documental «Mis tres vidas».

— Pero usted ha descansado muy poco…

— Apenas nada. Además de la radio y la televisión, con espacios de alto raiting y totalmente en vivo, viajé por todos los antiguos países socialistas y por disímiles lares del mundo. Me identifiqué mucho con Cuba, con su pueblo, y para el trabajé. Viví etapas muy intensas de hasta 12 horas de filmaciones. Salía a las 7:00 o a las 8:00 de la mañana y retornaba tarde en la noche, y ya entro en una cuarta vida que no sé cuándo acabará.

Llevo más de 70 años como artista y el tiempo libre no lo puedo dedicar a descansar.

— Una parte del público la ha visto siempre como una figura antológica rodeada de mitos en la historia del arte ¿Es así Rosa Fornés?

— Eso de ser una figura antológica no lo había pensado. Soy una mujer con mucha sensibilidad que valora cada detalle sin menospreciar ni exagerar. Encuentro el punto medio de las cosas, y ello es muy importante en cada arista de la vida, saber hasta dónde se puede llegar y saberlo admitir, y siempre servir a los demás en todo lo que pueda.

No he puesto trabas ni zancadillas a nadie y por ello estoy muy feliz internamente, y agradezco el cariño que me profesa la gente, y sobre todo la amistad.

He recibido tanto de este pueblo que fue lo que siempre le pedí a Dios, que me concediera el reconocimiento del público como le ocurría a Rita Montaner.

— Ya que menciona a Rita Montaner ¿Qué opinión le merece?

— Ella salía al escenario, y aunque estuvieran otros artistas valiosísimos era el acabose. La recibían con un cariño especial. Yo la seguía, tuve oportunidad de verla, y aunque decía que no se sentía bien de la voz siempre triunfaba. Poseía una vis cómica extraordinaria y una personalidad muy grande, a pesar de su carácter que no siempre se mostraba favorable.

Yo dije cuando empecé: «Ojalá algún día me pueda ganar el cariño del pueblo como lo tiene Rita, ese será mi mejor premio».

Pero ella seguirá siendo la única, y en lo que a mí concierne, paso a paso, he quedado en el corazón del público, aunque no exactamente como ella.

A veces me pregunto por qué me han aplaudido tanto si no he realizado algo de tanto valor…Eso me lo pregunto muchas veces. Y doy gracias porque me han premiado con el aplauso.

He salido a trabajar con fiebre, con estados gripales, con diferentes problemas que ya delante del público los he olvidado todo. Es como una especie de magia, y cuando culminaba el trabajo volvían de nuevo los malestares. Uno no sabe qué misterio sucede.

— ¿Es cierto que bailó un mambo con el mismísimo Benny Moré?

— Así es. A Benny lo admiré siempre. Fue un ser humano incomparable,  y lamenté mucho su deceso. Lo conocí en México, allá por el año 1950, durante un espectáculo junto a la orquesta de Dámaso Pérez Prado.

En aquella ocasión cantó dos temas para robarse el show, y fue cuando bailé con él.

Yo me quedé perpleja. Recuerdo que me dijo: «Muchacha si es muy fácil. Mira para acá», y comenzó a improvisar una coreografía. Al final bailamos, y nos llevamos los mayores aplausos. Parece que todo salió bien.

— No llegar a ser cantante de óperas —como aquellas piezas que escuchaba en la discoteca de su abuelo— le provocó a Rosa Fornés alguna que otra frustración?

— Me conformé con lo que la Naturaleza me dio. Llegué a cantar lo que creía, y me encaminé a la zarzuela y la opereta, pues reconozco que me faltaba para llegar a la ópera.

—Quiero referirme a personalidades e instituciones que han delineado su carrera artística. La Corte Suprema del Arte, Antonio Palacios, Mario Martínez Casado, Adolfo Guzmán, Germán Pinelli…

La Corte Suprema… fue la posibilidad de iniciar mi camino. Debuté cantando la milonga «La hija de Juan Simón» acompañada de Manolo Tirado, un guitarrista andaluz, y es ese premio inicial perdurable en lucha con la oposición familiar para que no fuera artista.

Antonio Palacios es mi padre artístico. Quien me hizo ir a un teatro a protagonizar obras españolas. Allí conocí a Ernesto Lecuona quien me llevó a su compañía pues creyó en mí y me ayudó.

Con Mario Martínez aprendí bastante. Era un actor muy competente en una etapa en que había que estrenar semanalmente una obra. Hice por primera vez con él «Morena clara», y otras puestas de autores argentinos. También «Casa de muñecas», de Ibsen, «Doña Rosita la soltera, de Lorca, en fin… Un maestro de actores.

Adolfo Guzmán constituyó un maestro y amigo inseparables. Me ayudó mucho en mi programación musical. Lo recuerdo de manera especial porque era incansable en busca de la perfección. Para mí él y Rafael Somavilla eran excelentes maestros, pero Guzmán resultaba más completo.

Pinelli fue mi ídolo. Alguien con una cultura vastísima. Me ayudó siempre, y tenía unos conocimientos musicales y un dominio de la escena únicos. Uno de nuestros presentadores y animadores más completos de todos los tiempos.

De repente en TV fue un espacio televisivo inolvidable. Después de «Desfile de la Alegría», «Su noche favorita», «En órbita con la alegría», que duró poco tiempo, resultó el más importante. Lo quise mucho, y le puse alma y corazón.

Después vino «Cita con Rosita» que cerró mis programas fijos en TV…

— ¿Y por qué desapareció casi de la noche a la mañana?

— Se fue del aire porque yo lo dejé de hacer. Deseaba mucho que «Cita con Rosita» no cayera en la rutina y llegó el momento en que consideré que ya estaba obsoleto. Lo cambiaron de horario varias veces. También pasó para el entonces canal 2 con un diluvio de directores que ya no era Condall el exclusivo. Cada uno tenía sus ideas y lo realizaba a su manera, y el programa se convirtió en algo que parecía un remolino dislocado. Tampoco había muchos recursos. Hice algunas propuestas y estuvimos un año en espera de alguna respuesta, al cabo del tiempo me dieron el veredicto, y con los argumentos expuestos…decidí no hacerlo más.  

— Se piensa que Rosita Fornés es una mujer que ha vivido a fuerza de ejercicio, que dispone de un gimnasio en su casa, que ve lejos los desempeños cotidianos del hogar, y que vive bajo estrictas restricciones alimentarias. ¿Falso o verdadero?

— Es una imagen distorsionada. Al principio de la Revolución se pusieron en moda los filminutos de ejercicios por TV. Eso es lo que yo hacía, pues gracias a la vida dispongo de un metabolismo que nunca tuve que ponerme una dieta rigurosa. A veces me pasaba unos kilos, pero moderaba y resolvía.

Claro no ingiero comidas sobresaturadas en grasas, ni en sal o azúcar, mas como de todo.

Incluso tengo una anécdota. Hubo un tiempo en que por exceso de trabajo no comía lo necesario, y padecí de anemia. El médico me dijo: «Usted tiene un sistema que necesita alimentarse porque quema tantas energías que requiere alimentarse».

Si aumentaba de peso después con el empleo de masajes estaba en forma en una semana, y seguía comiendo de todo. Hasta merendaba, y antes de acostarme también comía algo.

Nunca he tenido gimnasio en casa ni voluntad para hacer grandes tandas de ejercicios porque no tengo paciencia.  Y en cuanto a las cirugías…por favor…ya no sé por qué número voy.

Debo decir que solo dos porque les tengo terror, y en la primera pasé un gran susto  al separarse unos puntos y desgarrarse la piel alrededor del cuello. Aquello fue terrible. Tenía 40 años. Después vino otra en los ojos cuando fue a hacer «Papeles secundarios», y como han tenido que operarme tantas veces la cadera no quiero saber de las mesas de operaciones.

— En su vida ha enfrentado golpes duros y avatares impredecibles de la vida. En cierta ocasión dijo: «Soy una mujer que ha sufrido más de lo que la gente imagina».

— He superado cosas que sufrí y han sido muy tristes, aunque, lamentablemente, pienso que hay casos peores. He enfrentado situaciones sensibles, pero sigo adelante.

Y como no he sido una mujer superficial le doy a todo un valor sentimental, y por ello sufro más. Recuerdo a muchos compañeros de trabajo que he perdido, y me da dolor que hayan desaparecido, y también las «cosillas» que aparecen y suceden en los mejores matrimonios.

Me casé dos veces. Logré momentos muy felices y otros no tanto. Perdí a mi segundo marido (Armando Bianchi) de una manera muy trágica luego de 28 años de unión y cuando se recuperaba del alcoholismo.

Estuve un año que me parecía que no podía vencer esa pérdida. Yo misma salí de aquel bache dándome mis autoterapias. Nunca olvidaré que por entonces estaba «Cita con Rosita», e incluyeron en el espacio aquel tema «Llorando en la capilla». Por disciplina lo hice, pero en verdad nunca debió ocurrir…

Armando siempre me dijo que quería pasar de la vida a la muerte, y así ocurrió, sin darse cuenta. Le dio un coma en el agua que le hizo perder el conocimiento y vino el ahogamiento. Algo muy duro porque tuve que enfrentar toda aquella situación.

Con él tuve una experiencia extraordinaria. Me atrajo desde el primer momento. Hicimos muchos programas juntos hasta salir Mr y Mrs Televisión en 1953,  y todo culminó en una unión perfecta.

Viví una vida intensa con él, trabajé mucho, viajé con él…Adquirí nuevas experiencias en diferentes órdenes y partimos para España donde se inicia, como ya precisé, mi tercera vida.

Allí estuvimos casi dos años, y estrenamos varias obras 

Pero tengo muchos motivos para vivir. No solo entre los míos, si no para quienes me necesitan en el buen camino de seguir adelante.

— Rosa, además de los contratiempos impuestos por la vida, ¿Le quedan sinsabores laborales?

— Hay también algunos que me hirieron. Hace muchos años hubo impedimentos e incomprensiones para que no tuviera una programación tan exitosa. Me lo hicieron sentir en varios momentos, sobre todo cuando estaba determinado director en el entonces Instituto de Radiodifusión (ICR) que me propinó hasta ciertas humillaciones al enfatizarme que mi personalidad molestaba porque era la imagen de la burguesía.

Yo siempre quería lo mejor para los programas, y trataban de que me oyeran en función de la calidad y de que todo quedara bonito. Esa persona siempre que me oía decir «porque yo quiero esto o lo otro» a fin de mejorar, me ripostaba «tienes que meterte en la cabeza que se terminó el estrellato, ya aquí no existen estrellas».

Recuerdo que estando el programa «Su noche favorita» en el primer lugar de teleaudiencia lo retiraron de la noche a la mañana. Y soporté, una vez, que me dijera: «Usted no puede salir vestida modestamente, usted siempre tiene que andar con plumas y lentejuelas…»

Y le respondí: «Yo puedo salir con un traje de ir a cortar caña, y sigo siendo Rosita Fornés».

Hay otras situaciones que ni quisiera recordar. Por suerte los tiempos cambiaron.

— ¿Hasta qué punto ser artista, y de su valía, ha incidido en su vida privada. Siente que ha pagado el precio de la fama, le ha incomodado perder su intimidad?

— (Se ríe) Ya me he acostumbrado a no tener intimidad completa, pero eso se recompensa con todas las muestras que he recibido en la vida, hasta tal punto que el día que salgo y nadie se da cuenta me hace sentir mal.

No es que viva pensando en la grandeza, es que necesito a este pueblo pegado a la piel. Me halaga un saludo cordial, un comentario, alguien que venga a interesarse por mi estado de salud. En fin… son esos tesoros espirituales que me hacen vivir.

(Continuará)

Liuba María Hevia: «La creación es como una gran ciudad»

Liuba María Hevia: «La creación es como una gran ciudad»

«Yo veo la vida de una manera mágica con los niños». 

Por Ricardo R. González

Foto: Carolina Vilches Monzón

Cuando Liuba María Hevia canta nos irriga el alma. Llega a la epidermis y con el buen tino de un duende traspasa las fronteras para regalarnos una especie de magia que toca los vitrales del amor, de la tristeza, de los seres queridos, del desamor, de la infancia pasada pero latiente, de las cosas de la vida que pudieran resultar pequeñas y resultan inmensas a la vez.

Mucho más es el arte de Liuba, ese que lleva en todo momento a encontrar el pincel bienvenido a fin de colorear a nuestro antojo el caudal de la esperanza.

«Puertas», su noveno disco como solista y la más reciente producción, trae ese ajiaco de vivencias que, de algún modo u otro, compartimos por las historias parecidas o casi iguales que plantea, o por reafirmarnos al ser humano en toda su dimensión. Un magnífico pretexto para acercarme a su creadora y tratar de que me abriera esas puertas con la premisa de los buenos amigos.

— Los discos son como los hijos. Se gestan, crecen, se toman de la mano y van perfilando su destino. Desde «Coloreando la Esperanza hasta «Puertas» ¿cuáles han sido las fuentes inspirativas?

— Yo no creo para discos. Es algo curioso. Lo que ocurre es que la vida me sorprende con momentos y canciones, y esos temas a veces intercalan complicidades que les permiten viajar en el mismo tren con la posibilidad de unirse en un disco y hacer una buena comunión.

Entre la Liuba de «Coloreando la Esperanza» (el primer CD nacido en 1992 bajo el sello PM Records) y la Liuba de «Puertas» existe una realidad que te la confieso a plenitud.

Una edad es la que tiene el alma y otra la que lleva el cuerpo. Me siento con idénticas inquietudes, con ese susto tremendo que no me abandona, con las mismas dudas y las ansias de búsqueda. Tengo la misma creencia en el amor, la misma fragilidad e intensidad de fuerza que en el primer disco.

Soy la misma mujer que sale nerviosa al escenario, y en la medida que avanza el concierto las reacciones del público me hacer sentir viva.

— ¿Cuál es el valor de una canción?

— Una vez Teresita (Fernández) me dijo «Tengo en el cuerpo 78 años y en el alma no te puedo decir qué edad». Ahora ella tiene 80, y esa sensación la experimento cuando miro mis discos que, muy ciertamente, son como hijos porque crecen de amores que son las canciones, y estas aparecen como flechas que uno lanza a destinatarios, al infinito… A veces el propio destinatario ni se entera, a veces la flecha regresa a ti porque hay composiciones que a mí me han agredido a pesar de que resultan de mi autoría, y con el tiempo he tenido que decir: «como me duele esa canción».

A mi modo de ver, la creación es como una gran ciudad donde nos hacemos las mismas preguntas y estamos inmersos en una búsqueda continua. Yo creo que ese es el milagro de estar vivos, de crecer y creer en las cosas.

— Muchos se preguntan cómo una mujer tan tierna irrumpe en un Hospital Pediátrico para llegar a las fibras más humanas de la eterna inocencia. ¿Lejos de deprimirte en una sala frente a esos duendecillos te llena de vida?

— Lo primero que tengo claro es que yo pudiera ser ese niño, o la mamá de esa criatura, o el profesional que día a día tiende su mano y pone su sabiduría en función de prolongarle la existencia. Somos hijos del amor, del desamor, del dolor, de la alegría, de la tristeza, de la traición, de la lealtad… y es maravilloso regalar un poquito de paz.

Las enfermedades no deberían de existir para nadie, pero menos para los infantes, mas si logras que ese niño o niña que lleva quizás una semana apenas sin hablar, sin reírse o sin apetito, trasforme su imagen y que cante un pedacito de una canción, y que incluso logre que su mamá también lo haga y ella vea a su hijo reír, te sientes tan útil que no hay detalle más importante en esa jornada.

Eso me lo llevo a la almohada como un gran tesoro. Esos menores me han propiciado alegrías incontenibles, y han sido a la vez fuente de dichas increíbles.

 —¿Te han enseñado los niños, te han dado lecciones?

— Creo que es con quienes más he aprendido. A veces te asaltan en la calle o en cualquier sitio y comentan tantas ideas que resultan inimaginables. Tienen una agudeza tal que revierte en mi trabajo y lo incorporo. Han influido hasta en la mezcla de mis discos… ¡Increíble!

— ¿Deviene, entonces, uno de tus grandes premios?

— Para mí es trascendental la opinión del público porque la teoría, el solfeo los tienes como herramientas por los propios años de trabajo, pero lo que puede opinar una persona del pueblo constituye un patrimonio único, incluso cuando alguien expresa algo que no les gusta o consideran que hay exceso de algo o que falta algo… Es a tomar en consideración.

Para mí los premios son esos, los otros están sujetos a jurados, a circunstancias, a estrategias del momento, y a decisiones o juicios no siempre afortunados.

En el caso de la infancia, algunos piensan que trabajar para ella es como situarse en un escalón inferior, como diríamos «bajar el nivel». Un error. De pensar así estamos perdiendo alas, restamos la posibilidad de subir mucho más  Esta etapa de la vida tiene una imaginación extraordinaria que fue muy bien retratada por Fina García Marrúz en uno de sus textos. Yo veo la vida de una manera mágica con los niños. 

Pero el público en general está en un pedestal más alto que el de uno. Resulta un sagrado compromiso.

— Has sentido alguna vez que perdiste la infancia?

—Soy defensora a ultranza y me siento aun niña.

— ¿Cómo esa Niña imaginada de Travesía Mágica?

— En efecto, pero algo curioso me ocurrió y te lo digo. Yo sentí que de cierto modo estaba alejándome de ese período una vez que pasé por la Feria de la Juventud, en La Habana, y vi los caballitos de diversiones tiesos. Me dio una tristeza tan grande que no supe descifrarlo en aquel momento. Sin dudas estaba perdiendo esa visión de la belleza que tiene el niño pues esos caballos hasta hace un tiempo cabalgaban dentro de aquel carrusel, yo los sentía vivos, que me miraban cuando me montaba en ellos, y me sentí desesperada al descubrir que eran unos fragmentos tiesos de madera.

Para los niños hay que trabajar con máximo respeto. Son los más críticos, los jueces implacables que no solo ven parpadear a esos caballos, si no a la propia vida, y quienes buscan y aquilatan la luz en cada estrella.

— Hay en preparación un nuevo disco con canciones de Teresita Fernández…

— Ha llevado un intenso trabajo. La propia Tere escogió el repertorio hace ya unos cinco o seis años atrás.

Por supuesto que no faltará Mi gatico vinagrito, además de Lo Feo, que ya lo incluí en Travesía mágica, y puedo adelantar Tía jutía, La lagartija, y muchas otras casi ignoradas que rescatamos para la difusión de la obra de la maestra Premio Nacional de Música en 2009.

Este CD será mi homenaje a quien constituye un ícono para múltiples generaciones de cubanos.

— Las «Puertas» se han abierto a fin de compartirlas y nunca cerrarlas… ¿Qué pasará después?

— En breve saldrá al mercado otra edición de este disco, bajo el sello Bis Music, que agrega el DVD del concierto realizado en el teatro Karl Marx, y fragmentos de una presentación en la sede de la compañía infantil La Colmenita.

Cuenta, también, con vídeos clip, el making off de Con los hilos de la Luna, y valoraciones de diferentes artistas, entre ellos José María Vitier, en torno a Puertas, y si de sorpresas hablamos está incluido el dúo que hice con Polito Ibáñez en el tema Escapar del pasado.

Tengo canciones nuevas, revolotean las musas que me han tocado las puertas y con gusto las dejo entrar… Después de este disco me han ocurrido cosas muy buenas e importantes en mi vida.

Cuento con un formato nuevo que incluye metales y otros instrumentos, y muy pronto debo visitar a Santa Clara, una ciudad que adoro porque la mitad de mis genes son de aquí. Mi familia paterna es de aquí, tengo seres queridos en Remedios y Camajuaní, y muchas de las personas adoradas tienen identidad santaclareña. La propia Teresita, Iris Fundora, talentosa lustradora que se ha incorporado a nuestro grupo de trabajo, Arnulfo Guerra Ramos, director musical de mi agrupación, y esta ciudad que es como un país dentro de Cuba al dar personalidades muy especiales y solistas con un sello distintivo ejemplificado en los integrantes del Trío Enserie, Leonardo García, uno de mis trovadores preferidos, y tantos otros dentro de una urbe de mucha luz.

Entonces Liuba, Santa Clara es tu casa, y esa luz que distingues en ella que revierta en tus nuevos proyectos y en tu vida porque Cuba es Liuba y Liuba tiene mucho de Cuba.