Liuba María Hevia: «La creación es como una gran ciudad»
«Yo veo la vida de una manera mágica con los niños».
Por Ricardo R. González
Foto: Carolina Vilches Monzón
Cuando Liuba María Hevia canta nos irriga el alma. Llega a la epidermis y con el buen tino de un duende traspasa las fronteras para regalarnos una especie de magia que toca los vitrales del amor, de la tristeza, de los seres queridos, del desamor, de la infancia pasada pero latiente, de las cosas de la vida que pudieran resultar pequeñas y resultan inmensas a la vez.
Mucho más es el arte de Liuba, ese que lleva en todo momento a encontrar el pincel bienvenido a fin de colorear a nuestro antojo el caudal de la esperanza.
«Puertas», su noveno disco como solista y la más reciente producción, trae ese ajiaco de vivencias que, de algún modo u otro, compartimos por las historias parecidas o casi iguales que plantea, o por reafirmarnos al ser humano en toda su dimensión. Un magnífico pretexto para acercarme a su creadora y tratar de que me abriera esas puertas con la premisa de los buenos amigos.
— Los discos son como los hijos. Se gestan, crecen, se toman de la mano y van perfilando su destino. Desde «Coloreando la Esperanza hasta «Puertas» ¿cuáles han sido las fuentes inspirativas?
— Yo no creo para discos. Es algo curioso. Lo que ocurre es que la vida me sorprende con momentos y canciones, y esos temas a veces intercalan complicidades que les permiten viajar en el mismo tren con la posibilidad de unirse en un disco y hacer una buena comunión.
Entre la Liuba de «Coloreando la Esperanza» (el primer CD nacido en 1992 bajo el sello PM Records) y la Liuba de «Puertas» existe una realidad que te la confieso a plenitud.
Una edad es la que tiene el alma y otra la que lleva el cuerpo. Me siento con idénticas inquietudes, con ese susto tremendo que no me abandona, con las mismas dudas y las ansias de búsqueda. Tengo la misma creencia en el amor, la misma fragilidad e intensidad de fuerza que en el primer disco.
Soy la misma mujer que sale nerviosa al escenario, y en la medida que avanza el concierto las reacciones del público me hacer sentir viva.
— ¿Cuál es el valor de una canción?
— Una vez Teresita (Fernández) me dijo «Tengo en el cuerpo 78 años y en el alma no te puedo decir qué edad». Ahora ella tiene 80, y esa sensación la experimento cuando miro mis discos que, muy ciertamente, son como hijos porque crecen de amores que son las canciones, y estas aparecen como flechas que uno lanza a destinatarios, al infinito… A veces el propio destinatario ni se entera, a veces la flecha regresa a ti porque hay composiciones que a mí me han agredido a pesar de que resultan de mi autoría, y con el tiempo he tenido que decir: «como me duele esa canción».
A mi modo de ver, la creación es como una gran ciudad donde nos hacemos las mismas preguntas y estamos inmersos en una búsqueda continua. Yo creo que ese es el milagro de estar vivos, de crecer y creer en las cosas.
— Muchos se preguntan cómo una mujer tan tierna irrumpe en un Hospital Pediátrico para llegar a las fibras más humanas de la eterna inocencia. ¿Lejos de deprimirte en una sala frente a esos duendecillos te llena de vida?
— Lo primero que tengo claro es que yo pudiera ser ese niño, o la mamá de esa criatura, o el profesional que día a día tiende su mano y pone su sabiduría en función de prolongarle la existencia. Somos hijos del amor, del desamor, del dolor, de la alegría, de la tristeza, de la traición, de la lealtad… y es maravilloso regalar un poquito de paz.
Las enfermedades no deberían de existir para nadie, pero menos para los infantes, mas si logras que ese niño o niña que lleva quizás una semana apenas sin hablar, sin reírse o sin apetito, trasforme su imagen y que cante un pedacito de una canción, y que incluso logre que su mamá también lo haga y ella vea a su hijo reír, te sientes tan útil que no hay detalle más importante en esa jornada.
Eso me lo llevo a la almohada como un gran tesoro. Esos menores me han propiciado alegrías incontenibles, y han sido a la vez fuente de dichas increíbles.
—¿Te han enseñado los niños, te han dado lecciones?
— Creo que es con quienes más he aprendido. A veces te asaltan en la calle o en cualquier sitio y comentan tantas ideas que resultan inimaginables. Tienen una agudeza tal que revierte en mi trabajo y lo incorporo. Han influido hasta en la mezcla de mis discos… ¡Increíble!
— ¿Deviene, entonces, uno de tus grandes premios?
— Para mí es trascendental la opinión del público porque la teoría, el solfeo los tienes como herramientas por los propios años de trabajo, pero lo que puede opinar una persona del pueblo constituye un patrimonio único, incluso cuando alguien expresa algo que no les gusta o consideran que hay exceso de algo o que falta algo… Es a tomar en consideración.
Para mí los premios son esos, los otros están sujetos a jurados, a circunstancias, a estrategias del momento, y a decisiones o juicios no siempre afortunados.
En el caso de la infancia, algunos piensan que trabajar para ella es como situarse en un escalón inferior, como diríamos «bajar el nivel». Un error. De pensar así estamos perdiendo alas, restamos la posibilidad de subir mucho más Esta etapa de la vida tiene una imaginación extraordinaria que fue muy bien retratada por Fina García Marrúz en uno de sus textos. Yo veo la vida de una manera mágica con los niños.
Pero el público en general está en un pedestal más alto que el de uno. Resulta un sagrado compromiso.
— Has sentido alguna vez que perdiste la infancia?
—Soy defensora a ultranza y me siento aun niña.
— ¿Cómo esa Niña imaginada de Travesía Mágica?
— En efecto, pero algo curioso me ocurrió y te lo digo. Yo sentí que de cierto modo estaba alejándome de ese período una vez que pasé por la Feria de la Juventud, en La Habana, y vi los caballitos de diversiones tiesos. Me dio una tristeza tan grande que no supe descifrarlo en aquel momento. Sin dudas estaba perdiendo esa visión de la belleza que tiene el niño pues esos caballos hasta hace un tiempo cabalgaban dentro de aquel carrusel, yo los sentía vivos, que me miraban cuando me montaba en ellos, y me sentí desesperada al descubrir que eran unos fragmentos tiesos de madera.
Para los niños hay que trabajar con máximo respeto. Son los más críticos, los jueces implacables que no solo ven parpadear a esos caballos, si no a la propia vida, y quienes buscan y aquilatan la luz en cada estrella.
— Hay en preparación un nuevo disco con canciones de Teresita Fernández…
— Ha llevado un intenso trabajo. La propia Tere escogió el repertorio hace ya unos cinco o seis años atrás.
Por supuesto que no faltará Mi gatico vinagrito, además de Lo Feo, que ya lo incluí en Travesía mágica, y puedo adelantar Tía jutía, La lagartija, y muchas otras casi ignoradas que rescatamos para la difusión de la obra de la maestra Premio Nacional de Música en 2009.
Este CD será mi homenaje a quien constituye un ícono para múltiples generaciones de cubanos.
— Las «Puertas» se han abierto a fin de compartirlas y nunca cerrarlas… ¿Qué pasará después?
— En breve saldrá al mercado otra edición de este disco, bajo el sello Bis Music, que agrega el DVD del concierto realizado en el teatro Karl Marx, y fragmentos de una presentación en la sede de la compañía infantil La Colmenita.
Cuenta, también, con vídeos clip, el making off de Con los hilos de la Luna, y valoraciones de diferentes artistas, entre ellos José María Vitier, en torno a Puertas, y si de sorpresas hablamos está incluido el dúo que hice con Polito Ibáñez en el tema Escapar del pasado.
Tengo canciones nuevas, revolotean las musas que me han tocado las puertas y con gusto las dejo entrar… Después de este disco me han ocurrido cosas muy buenas e importantes en mi vida.
Cuento con un formato nuevo que incluye metales y otros instrumentos, y muy pronto debo visitar a Santa Clara, una ciudad que adoro porque la mitad de mis genes son de aquí. Mi familia paterna es de aquí, tengo seres queridos en Remedios y Camajuaní, y muchas de las personas adoradas tienen identidad santaclareña. La propia Teresita, Iris Fundora, talentosa lustradora que se ha incorporado a nuestro grupo de trabajo, Arnulfo Guerra Ramos, director musical de mi agrupación, y esta ciudad que es como un país dentro de Cuba al dar personalidades muy especiales y solistas con un sello distintivo ejemplificado en los integrantes del Trío Enserie, Leonardo García, uno de mis trovadores preferidos, y tantos otros dentro de una urbe de mucha luz.
Entonces Liuba, Santa Clara es tu casa, y esa luz que distingues en ella que revierta en tus nuevos proyectos y en tu vida porque Cuba es Liuba y Liuba tiene mucho de Cuba.
3 comentarios
CESAR PEÑALO -
Ricardo González -
Además de excelente intérprete es una comunicadora por excelencia abierta al diálogo sobre cualquier tema
Ricardo González -