A esos seres vestidos de pasión

Por Ricardo R. González
Estamos a punto de iniciar un nuevo curso escolar. En los hogares trascienden los trajines del uniforme, las mochilas con sus aditamentos, y en tratar de buscar lo que aún falta con piedad hacia las billeteras, mientras tanto las aulas aguardan impacientes por el bullicio de la vida.
A ellas retornará en breve el olor a tiza, la dinámica del pizarrón, la apertura de cuadernos para aprender de matemáticas, de ciencia, de la necesaria ortografía, y descubrir conocimientos por la obra de los hacedores principales del saber.
MAESTROS que toman de la mano, guían los primeros trazos e invitan a despejar las incógnitas en el largo y variado camino de la enseñanza.
¿Quién no ha sido alumno? ¿cuántos recuerdos dejan los docentes durante el transcurso de los años? ¿qué grato cuando nos reencontramos con ellos y poderles decir GRACIAS?
No importa si el paso del tiempo cubre el cabello de canas, tampoco minimiza si los pasos de hacen más lentos a cuando enfrentaban el aula o caminaban por los pasillos de la escuela porque siguen siendo ellos: luz y distingos, el «profe» o la «profe» admirada que nos soportaron majaderías en tanto aquellos «regaños» curtieron la disciplina requerida para convertirse en amigos y consejeros con las lindas lecciones de la existencia.
Cada MAESTRO siembra sus semillas, y es digno retribuirlos con el afecto por tanta sabiduría en ese viaje de sacerdocio que depara el magisterio extendido a un laboratorio, de cara al surco, o donde haya siempre algo que enseñar.
Por ustedes y por los que, lamentablemente, un día partieron, somos lo que somos, retoños por el bienestar, los que hemos crecido bajo la égida de ustedes, los que, a pesar de que ya no ocupamos un pupitre en las aulas, aprendemos el día a día de la vida, y siguen siendo nuestros MAESTROS.
Martí, el más grande de todos, lo definió: «para ser maestro de otros es necesario servir». Gracias, entonces, por la entrega, por enseñarnos a buscar el mañana, por resultar esos humanos vestidos de honra y también de pasión.
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