Blogia
soyquiensoy (Ricardo R. González)

Realse y el pequeño Wardoski

Realse y el pequeño Wardoski

En el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que llegue el reconocimiento a quienes se entregan a tantas acciones humanitarias con el don del amor y la voluntariedad.

A pesar de sus tantas ocupaciones de trabajo Realse Toledo Gómez sentía la necesidad personal de expresar sus sentimientos hacia el prójimo.

Pasaba por su mente y esperaba algún momento para hacerlo realidad, y al ver un anuncio en las redes sociales en que la Cruz Roja solicitaba personal llegó la oportunidad de cumplir su anhelo.

Lleva poco tiempo en la misión, apenas año y medio; sin embargo, pasó varios cursos que lo motivaron, los suficientes para extender los conocimientos y compartirlos entre todos.

«Actualmente atiendo programas especiales a nivel provincial y dentro de estos tenemos el de donaciones de sangre realizado por los miembros, mas también vamos a las comunidades y buscamos el apoyo necesario en diferentes aristas a fin de garantizar la salud poblacional».

Los integrantes de la Cruz Roja están presentes en cuanto evento se realiza en el territorio, ya sea un festival de música, la Feria del Libro, los desfiles y concentraciones populares y también en los cuatro recalos de haitianos que han llegado a costas villaclareñas.

— En tu caso hay una historia curiosa durante el último arribo de personas procedentes de ese país ¿Una mezcla de satisfacción y tristeza a la vez?

— Son hechos que te golpean. Una embarcación frágil de velas que transportaba 38 viajeros con la aspiración de arribar a los Estados Unidos.

El mal tiempo reinante por aquellos días la hizo zozobrar y llegar a la costa norte de nuestra demarcación. Entre los viajeros se hallaba un niño de solo cinco meses de nacido. Wardoski estaba casi deshidratado. Si pasa más horas en la mar el desenlace hubiese sido fatal. Era el único bebé que venía.

La escuela especial William Darias, de Santa Clara, sirvió de escenario para las atenciones a todos. Se les garantizó la alimentación y la asistencia médica, y aquel pequeño se familiarizó tanto con nosotros que no mostró signos de inadaptación en ningún momento.

Viajaba con sus padres que no calcularon el riesgo de lanzarse a un mar en esas condiciones y menos en las consecuencias para un menor. Fue tanta la compenetración que a la hora de la despedida apareció un nudo en la garganta. Ojalá que no vuelva a transitar por situaciones negligentes como estas. Al final todos agradecieron la atención brindada.

— ¿Qué ocurre cuando están en las tradicionales parrandas?

— Estamos muy cerca del peligro, desafiamos el fuego ante la proximidad de los morteros y se hace necesario ubicarnos en las proximidades por si ocurre alguna eventualidad garantizar el apoyo inmediato.

— ¿No hay temores?

— Si digo que no, miento, la adrenalina sale, mas el objetivo de nosotros es salvar vidas, Entre el temor y el salvamento la balanza se inclina a esto último. Independientemente del ruido provocado por los morteros, el calor que desprenden, el olor que a veces no nos deja ni respirar e irrita la vista, aunque para ello existen algunos medios de protección.

Realse Toledo confiesa que cada una de estas vivencias lo ha hecho un ser más pleno y humano. Solo un arrepentimiento tiene en su vida: el de no haber estado en la organización desde años antes.

«Si pudiera volver el tiempo atrás hubiera querido nacer como Cruz Roja».

Estas son parte de las historias de Gustavo, Iván, Mirta, Alexander y Realse, entre muchos otros quienes desafían peligros, sol, lluvias o inviernos para convertirse en cómplices humanitarios de la vida. Quienes tienen el respaldo de sus respectivas familias para resultar protagonistas de alma y corazón.

PIE DE FOTOS

1.- Realse Toledo Gómez.

2.- El pequeño haitiano que cautivó al personal de la Cruz Roja con solo cinco meses.

3.- La asistencia a los ancianos, detalle primordial.

También puede ver este material en:

https://x.com/riciber91

http://soyquiensoy.blogia.com

0 comentarios