Aquellos años de Banao
Las vivencias de Osoria Herrera Oropesa que la acompañarán hasta el final de sus días. La primera cubana que dirigió un plan especial agrícola.
Por Ricardo R. González
Foto: archivo
De Banao quedan los recuerdos. Prevalecen aun en la mente de Osoria Herrera Oropesa quien fuera la máxima dirigente femenina villaclareña durante varios años en la década de los 80. Ahora reside en La Habana, pero cada vez que viajaba al centro del país o mientras duró su mandato al frente de la FMC no faltaban las anécdotas sobre aquella experiencia que tuvo los signos de una verdadera escuela al sur de Sancti Spíritus.
Quizás todavía imagine recorrer las 20 caballerías sembradas de los primeros espárragos que aparecían sobre los campos cubanos, u observando las delicias de las uvas o las gigantescas cebollas, caracterizadas por un sello de identidad exclusivo, que aprovechaban las bondades de un microclima excepcional. Y es que, definitivamente, Osoria era Banao y Banao era Osoria, aunque rechace este protagonismo.
Cada vez crecía más uno de los primeros planes especiales surgidos en Cuba allá por 1965, la prueba de fuego para un ser humano, y la obra que consolidó la historia de una mujer llena de potencialidades a fin de conducir aquel experimento agrícola en la región de Las Villas como otra de las obras inspiradas por Fidel.
¿Y cómo llegó Osoria a Banao? Recuerda que el líder visitaba la zona desde 1964, y al apreciar un campo de uvas surgido en una maleza de la carretera que enlaza el Escambray con Sancti Spíritus se sorprendió y comenzó a indagar. Así le explicaron las características del lugar y le sugirió a Arnaldo Milián Castro, entonces primer secretario del Comité del Partido en Las Villas, pensar en un proyecto destinado al cultivo de frutas exóticas que garantizara empleo a muchas mujeres.
«Con el tiempo marcho a ese punto, rememora Osoria. Ya existía un grupo de compañeras allí trabajando. Era incorrecto que llegara a impartir órdenes, por lo que no me quedaba otra alternativa que ganarme la confianza. De aquí que la primera tarea fue la poda de uvas junto a ellas. El compañero que estaba de administrador en 1965 fue designado para cumplir una misión en el exterior, a su regreso ocupó otras responsabilidades y es cuando asumo la directiva hasta cumplir mi tarea».
Así vivió cada jornada entre momentos alegres y tristes, con botas enfangadas o atascadas, pero segura de que no solo resultó una experiencia agrícola ya que el programa garantizó la educación de los hijos de las obreras junto con la edificación de un círculo infantil y una escuela en el campo.
«A los cultivos de espárragos, cebolla y uva se adicionó la fresa. En un año solo sembramos una hectárea, pero avanzamos tanto que en el próximo sumaron unas 270 ha».
En esto hay algo curioso. Las experiencias en el cultivo eran nulas, «y le encomendé a El Guajiro (Julio Nacario Díaz) que subiera con una veintena de hombres a determinada zona para sembrar fresas. Hubo que construirlo todo y llegaron a albergarse cerca de 90 mujeres. Poco a poco logramos el objetivo, y hasta un día Fidel subió a verlas en uno de sus recorridos».
Al paso de los años esta mujer reconoce que era muy férrea en la disciplina; sin embargo, resultó otra de las tantas maneras de hacer magisterio, algo inolvidable, una especie de torrente formativo que supo desterrar los prejuicios de la época y emancipar a las mujeres hasta encontrar nuevos caminos para sus vidas.
Cerca de 2000 féminas llegaron a trabajar en el plan y no pasaban 15 días para que Fidel visitara el lugar. El proyecto expandió sus áreas, se edificaron albergues, comedores, almacenes, talleres, toda una infraestructura para asimilar el desarrollo agrícola y la atención a las mujeres, por lo que puede afirmarse que Banao modificó su entorno.
MÁS ALLÁ DE LOS SURCOS
Con algo más de 20 años Osoria Herrera resultó la primera cubana en tomar las riendas de un programa con carácter especial. Banao no fue una utopía, mas bien la consolidación de todas las potencialidades a desplegar por las mujeres. No censuró ni marginó a nadie por su pasado, era una experiencia donde la igualdad abría un camino para Cuba, el lugar en que la administradora, las jefas de brigadas, el personal técnico y gran parte de la plantilla desterraron los grandes prejuicios.
«El trabajo se complementaba porque disponíamos de la maquinaria necesaria para los cultivos, así como de aquellos ómnibus Robur, fabricados en la Alemania Democrática, para trasladar la fuerza laboral desde los puntos o campamentos donde vivían hasta los sembrados».
— ¿Y existe alguna anécdota que marcó su vida?
— Por el embullo del trabajo y las características de un microclima como área en la que el clima posee características especiales, sumado al poco cuidado personal, enfermé con una neumonía severa. Fui a Sancti Spíritus a una reunión y no pude regresar porque quedé ingresada.
Al retorno aquellas mujeres que la vida anterior las había obligado a ejercer la prostitución lavaron mi ropa, las botas estaban relucientes, la cama muy bien tendida y sobre ella una flor. No hacían falta palabras, este gesto me acompañará hasta el final de mi vida.
Para su satisfacción Banao acogió a las primeras féminas que estudiaron Enfermería en La Habana. Allí recibieron sus títulos, en tanto muchos estudiantes de diversas disciplinas universitarias cursadas en la capital cubana eran también recibidos en las labores agrícolas.
Varias veces Fidel las sorprendió. Él preparaba los espárragos y hacía la sopa, y al decir de Osoria estaba muy entusiasmado con el crecimiento que tenía el plan y el trabajo que lograban las muchachas.
— Con el paso de los años volvió a reencontrarse con sus trabajadoras?
— Algunas veces en medio de una alegría infinita. Muchas ya eran profesionales y militantes porque si bien Banao marcó pautas el Escambray acogió otros planes agrícolas destinados al cultivo de la caña, el café y el algodón.
PLENARIA EN EL ESTADIO «SANDINO»
Diciembre de 1966. El líder cubano asistió a la V Plenaria Nacional de la FMC efectuada en el estadio Augusto César Sandino, de Santa Clara. Más de 15 000 asistentes desafiaron las frías temperaturas para presenciar la clausura, pero nunca imaginó Osoria que Fidel hiciera una detallada referencia de las transformaciones ya visibles en aquel punto espirituano.
Resultó una jornada histórica para las mujeres villareñas. Hay detalles que jamás se borran, menos para quien estaba al frente del proyecto.
«Asistió una representación de nuestras trabajadoras. El «Sandino» estaba repleto y tuvimos un espacio preferencial durante el acto. También estuvieron unas 800 personas de la Universidad habanera, «y todavía me estremecen aquellas palabras que dedicó a mi labor. Escuchar a Fidel aquella noche me reafirmó el principio de entregarle mi vida a cada encomienda. Y desde la tribuna él significó: «Creo que sin la incorporación de la mujer al trabajo productivo el plan Banao no habría podido llevarse a cabo».
En aquel diciembre las federadas del centro de Cuba lograron el primer lugar de la emulación nacional, lo que llenaba de regocijo a la administradora del plan agrícola que se declara defensora a ultranza de su patria chica.
Si bien vive en la capital cubana desde hace años «jamás me he ido de mis predios. Soy guajira villareña y luego de la división político administrativa villaclareña, porque sigo a mi provincia donde quiera que esté».
El panorama de aquel esplendor agrícola ha cambiado, solo quedan en las memorias los años fecundos de Banao en que un grupo de mujeres demostraron que la vida puede transformarse y alcanzar el brillo del sol.
PIE DE FOTO:
1,- En una de sus visitas posteriores a Villa Clara Osoria declaró que la experiencia de Banao no solo resultó en la parte agrícola ya que el plan aseguró la educación de los hijos de las trabajadoras, al tiempo que se construyeron un círculo infantil y una escuela interna en el campo.
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