De cara a la tormenta
La historia no contada del Dr. Jesús Sánchez Pérez, director del hospital pediátrico José Luis Miranda, de Villa Clara, quien nunca imaginó conocer la gravedad tan de cerca como consecuencia de un virus impredecible.
Texto y fotos: Ricardo R. González
La obstrucción nasal leve despertó sospechas, aunque nunca perdió el olfato ni el gusto; sin embargo, una tos persistente vino después e incrementó la frecuencia respiratoria.
Médico al fin Jesús Sánchez Pérez sabía que algo andaba mal. Acudió al Cuerpo de Guardia del hospital universitario Arnaldo MIlián Castro donde realizaron los exámenes pertinentes. Las dudas acerca de un posible caso de Covid eran evidentes y se impuso el camino hacia el hospital militar Manuel Fajardo Rivero, mas en horas de la noche le informaron lo que no hubiese querido escuchar: Positivo al SARS-CoV-2.
Todo llegó como en una carrera vertiginosa. Se agudizaron los síntomas, los marcadores hematológicos e inmunológicos revelaban que atravesaba por una de las complicaciones más graves de la enfermedad, y en solo horas se impuso el trasladado a la terapia intensiva.
«Llegué a la sala con cianosis, respiración descontrolada (polipnea) que obstaculiza la llegada del oxígeno a las células, e iniciaron todas las maniobras de emergencia, entre ellas la permanencia en posición de decúbito prono (tendido boca abajo y la cabeza de lado) a fin de mejorar el funcionamiento pulmonar».
Si bien no quisiera recordar aquellos momentos el director del hospital pediátrico José Luis Miranda vio muy de cerca el rostro de la gravedad. No sabe cómo dibujarlo, pero lo constató y es suficiente. Conoce que empeoró su cuadro respiratorio y gracias a la terapéutica indicada con medicamentos de factura cubana pudo mejorar la carga viral unido a los tres días con ventilación de alto flujo hasta que aplicaron la oxigenación con mascara a partir de la mejoría.
«Pasé varias jornadas sin apetito y bajé mucho de peso. Recuerdo que la pantrista se paraba por el cristal y me hacía señas de lo que me apetecía comer. Nada de nada, pero con un trato que se evidencia con todos los pacientes. Llegar grave a un lugar, sin acompañante, y en condiciones muy difíciles te da la posibilidad de apreciar muchos detalles. A mi modo de ver resulta una atención de excelencia en general, no a mí por ser médico, era compartida con el viejito de al lado u otra persona… el mismo cariño y dedicación porque no existen diferencias».
DESDE EL HOSPITAL MILITAR
Siete días permaneció el Dr, Sánchez Pérez en la Unidad de Cuidados Intensivos, y por sus funciones administrativas está acostumbrado a evaluar procesos. Una mirada aguda por aquí y otra por allá para reconocer el nivel de organización y cómo se cumplen los protocolos que minimizan los riesgos de los trabajadores, pero añade la acertada conducción de la dirección del Hospital Militar, su consejo ejecutivo, el grupo de expertos integrados por profesionales del propio centro, del Cardiocentro Ernesto Che Guevara, y del «Arnaldo Milián» en pensamiento colectivo que demuestra un sistema caracterizado por la profesionalidad.
Si hay algo impresionante es el optimismo que siempre trasmiten los médicos, personal de enfermería, auxiliares, en fin… «Hay que ver la alegría en los rostros de todos cuando ocurre el cambio de turno y observan el comportamiento de los parámetros reflejados en los monitores y aprecian que hay evolución. Eso te llega como una de las más valiosas medicinas, ya que en cualquier país desarrollado existe mayor tecnología e incluso sofisticada, pero ese «equipamiento del alma» es muy difícil de encontrar», precisa el galeno.
— Usted siempre ha vestido con la bata blanca del personal de Salud en ejercicio, pero ¿cómo se explica cuando tiene que usar la piyama en función de paciente?
— Nunca en mi vida había estado ingresado ni con una venoclisis puesta. Solo soy un hipertenso moderado, y como profesional de la Salud, siempre en funciones directivas, no pensamos que podemos enfermar, a pesar de la vulnerabilidad a que estamos expuestos por el propio riesgo.
«Cuando uno se enfrenta a la realidad, esta vez como paciente, en una sala de cuidados intensivos el mundo cambia, pero te ofrece la posibilidad de ver el universo bajo la óptica del enfermo, de la sensibilidad que se necesita recibir, y de constatar el esfuerzo sin límites de los trabajadores, esos valientes ajenos a los riesgos, en medio de fluidos y aerosoles altamente contaminantes, que asumen sus labores con tremenda disposición.
«En el orden particular resalto el aporte de personas de todas las edades, la cooperación de otras instituciones y de diferentes municipios en acciones muy unidas. Percibes, verdaderamente, el humanismo, el cariño que te dan al enfrentar una enfermedad mortal y desconocida a la vez. Todo reconocimiento es poco, desde el encumbrado profesor hasta el indispensable trabajador de servicios, pero no puedo obviar las contribuciones de nuestra comunidad científica que permanece en la primera línea».
Una vez que el PCR resultó negativo Jesús Sánchez completó su período en la sala de Neumología del hospital Arnaldo Milián a fin de proseguir los tratamientos y comenzar la rehabilitación respiratoria.
En este servicio permaneció seis días de los 15 de ingreso total y también resalta a todo su colectivo, a la dirección de la Sala y de la institución hospitalaria por las atenciones recibidas.
CUIDEMOS A LA INFANCIA
Para el galeno resulta altamente preocupante lo que ocurre con la infancia en este tercer rebrote de la Covid-19. Ello lo lleva a incomodarse como si le pincharan de nuevo la piel entre las tantas agujas recibidas en estos tiempos y abandona la quietud que, hasta ese minuto, mantenía en el butacón a fin de referirse al incremento de reportes.
Le molesta que por estos días se notifiquen dos recién nacidos de solo 15 y 18 días de llegar al mundo, respectivamente, como portadores del coronavirus, algo inadmisible e injustificado.
«El niño no sale en busca del virus, somos los adultos los principales responsables», precisa el médico quien, como pediatra al fin, advierte que muchos núcleos familiares han descuidado la protección de la infancia.
«No son etapas para socializar o realizar visitas. Todavía veo a los menores jugando en las calles sin nasobucos. Se suspendieron las clases para estar en casa, viendo las teleclases, y si es necesario salir fuera del hogar por un motivo muy justificado deben cumplirse las medidas en extremo».
— Según estudios ya quedan demostradas las secuelas en edades pediátricas
— Nuestro Hospital atendió una cifra pequeña de niños positivos durante el primer rebrote. Ahora se concentran en el «Manuel Fajardo» donde existe una unidad dotada con los recursos necesarios y el grupo de pediatras. Ellos también conocen las reacciones que provoca la enfermedad en la infancia.
«El Pediátrico apoya ante cualquier coyuntura, al tiempo que dispone de sus estrategias y programas. Prestigiosos especialistas encabezan estas investigaciones, y lo lamentable es que ya se reportan secuelas cardiovasculares, respiratorias e incluso psicológicas, por lo que no podemos continuar exponiendo a la infancia a muchas de esas limitantes de por vida a partir de una afección aún desconocida y con proliferaciones de cepas».
— Algunos piensan que la llegada de la vacuna cambiará el panorama de la noche al día.
— Estas podrán venir y llegarán, mas la protección individual será la solución efectiva, el hecho de evitar la enfermedad con la responsabilidad de todos. Tenemos que cuidarnos y mantener el vilo con los niños como mayor tesoro.
INCÓGNITAS Y NOTICIAS POSTINGRESO
La tormenta ya pasó; sin embargo, todavía Chuchy, como se le conoce afectivamente, no ha encontrado la causa del contagio. «Es una enfermedad que puede adquirirse en cualquier lugar, a partir de los asintomáticos, o por el propio mundo hospitalario siempre complejo. Cuando sentí el primer síntoma respiratorio salí del trabajo de acuerdo con lo normado en los protocolos. No podía contagiar a nadie, así protegía a los trabajadores del centro, a la familia y a todos. Aunque no supe la causa de mi infección tengo la dicha que de mis obreros nadie enfermó.
El galeno avanza en su recuperación, pero no puede ocultar —y lo confiesa— que una de sus mayores alegrías es su nieto de seis meses de nacido, un comportamiento recíproco del pequeño Jesús Ernesto Sánchez Sosa hacia el abuelo, y lo que nunca imaginó durante el ingreso en el Hospital Militar es que muy cerca de él, en el cubículo correspondiente, permaneció el menor durante 24 horas bajo tratamiento como sospechoso de la Covid hasta ser trasladado al Pediátrico al reportar su PCR negativo.
Una situación que solo conoció el abuelo una vez dado de alta porque por sus propias declaraciones «no hubiera podido resistirlo». Así piensa un profesional y ser humano que luego de las experiencias vividas emprende su recuperación, y quien puede catalogar la pandemia como esa enfermedad en la que estamos en fila y no tiene rostro.
PIE DE FOTOS:
1.- «Estuve grave, quince días ingresado, depende de cómo reaccione el sistema inmunológico de cada persona ante la infección. Mientras más factores de riesgo tiene la persona se incrementan las posibilidades de enfermar», reafirma el Dr. Jesús Sánchez Pérez convertido, esta vez, en paciente.
2.- Ahora todo corre bajo normalidad. Abuelo y nieto tienen una armonía excelente, pero lo que nunca supo el médico hasta después del egreso fue que el pequeño permaneció ingresado un día en el Hospital Militar como presunto sospechoso.
También puede ver este material en:
0 comentarios