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Temporada ciclónica a las puertas

Por Ricardo R. González

Aunque la temporada ciclónica marca su espacio entre el 1º. de junio y el 30 de noviembre ya existen dos episodios que se han adelantado al calendario. Uno, la tormenta tropical Arthur, formada a mediados de mayo frente a las costas de la Florida, y su homóloga reciente Bertha que escogió las aguas del sureste de los Estados Unidos.

Si bien las instituciones internacionales y expertos de reconocida experiencia ofrecen sus pronósticos se coincide en que resultará un período activo. Ahora bien, en vez de concentrar la atención en cuántos fenómenos pudieran impactar en el área del Atlántico, el mar Caribe y el golfo de México valoremos que no siempre la totalidad de ellos tocan el territorio donde residimos.

Lo que sí queda claro es que existen factores claves para su aparición, entre ellos la temperatura de la superficie del mar, denominada el combustible de los ciclones, y el desarrollo o no del evento El Niño/Oscilación del Sur.

Todo parece indicar que esas temperaturas registradas en el Atlántico tropical y subtropical están por encima de lo normal, en tanto se anuncia que, presuntamente, prevalecerán en los meses de agosto, septiembre y octubre según modelos climáticos. Este detalle aporta más del 20 % de significado a la hora de emitir el pronóstico, y en la actualidad se encuentran muy elevadas.

Respecto a la influencia de El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) aparece como máximo modificador de las condiciones ambientales, por lo que en dependencia de su comportamiento el sistema de pronósticos se irá actualizando en la medida que transcurran los meses.

Vale señalar que el ENOS ocupa un 70 % en la determinación de los pronósticos. En la actualidad existen condiciones neutrales; sin embargo, para los meses finales de la temporada no se descarta la influencia del evento La Niña que propiciaría condiciones muy favorables para hacerla muy activa.

Por ello el mensaje a las familias se circunscribe a estar atentos a las informaciones y contar con las herramientas necesarias para reducir los efectos de un ciclón o de un huracán. A tiempo se puede realizar la limpieza de los tragantes, desagües y azoteas, resguardar o retirar los materiales de construcción y escombros que pueden ser arrastrados por las aguas, así como eliminar desechos de las casas y sus alrededores.

Ojo con esos objetos situados en balcones y azoteas como son las antenas, tanques, macetas que puedan impulsarse al exterior debido a los fuertes vientos, y no olvidar las ramas de los árboles ante las posibilidades de afectar el estado constructivo de las viviendas o los cables del tendido eléctrico.

Habrá que evitar el cruce por ríos y arroyos crecidos, así como recesar las actividades de pesca, incluidos en los vertimientos de los embalses si el momento lo precisa.

Es aconsejable mantener los medicamentos indispensables en lugares asequibles y el documento de identidad de cada miembro de la familia, por si se hace necesaria una evacuación, junto a velas, faroles, linternas, lámparas y radios portátiles.

Y un elemento clave: Cada habitante no podrá descuidar su forma de actuar en medio de una situación epidemiológica bien compleja.

Lo cierto es que nadie desea este tipo de visitante, pero recuerde que no piden permiso, y tampoco conocen de sensibilidades o compasiones.

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