Como el Ave Fénix
La inercia que acompañó al parque infantil Camilo Cienfuegos, de Placetas, parece alejarse gracias al esfuerzo colectivo y de una comunidad deseosa de rescatar su patrimonio.
Por Ricardo R. González
Fotos: Carlos Rodríguez Torres
Cuenta Joel Álvarez Marrero que cada llegada al parque infantil Camilo Cienfuegos, de Placetas, le parecía algo mágico. Era todavía un niño, y desde su entrada, asociada a esa imaginación infantil, se preparaba a fin de descubrir una especie de palacio. Si acaso era de noche le acompañaban sus padres para juntos presenciar las luces de la ciudad desde lo alto de la estrella polar.
Con el paso del tiempo y el azote de coyunturas difíciles aquellos sueños se desmoronaron. Un día la estrella paralizó su rotación y por tanto el balanceo de sus asientos, el óxido se apoderó de las carrileras del trencito y detuvo su marcha, mientras los caballitos dijeron adiós junto a otras atracciones que también se despidieron de la infancia. El colorido del recinto languideció, por lo que ya no era aquel arcoíris de variada policromía que se tendía sobre una parte de la urbe… Sin dudas, el parque de diversiones pasó a ser un punto silente en el terruño.
Lo que nunca imaginó aquel pequeño que asistía con sus padres a descubrir un palacio fue que, pasado muchos años, las vueltas de la vida lo convirtieran en el administrador del centro. De un otrora trabajador de la Salud confiesa que se ajusta a cualquier tipo de labor, mas el día que le dieron la noticia de la nueva designación sintió una mezcla de alegría y de añoranzas. Muchos recuerdos pasaron por su mente y ahora alberga la esperanza de rescatar lo que disfrutaba en su niñez.
PASO A PASO
Cuatro meses lleva en las lides directivas de un lugar que introduce cambios para acercarse más a lo que desean los infantes y la familia placeteña.
«Se ha tratado de rescatar todo lo que existía antiguamente, pero en etapas. Ya la fuente ve correr el agua que desapareció de ella desde tiempos inmemoriales, la piscina destinada a los niños también trabaja, y el trencito, gracias a las innovaciones, corre por la habitual línea con sus dos vagones hasta pasear por toda el área y llegar a la imaginaria estación, no sin antes atravesar el peculiar túnel de los aplausos, en tanto se le dan los toques finales a un ranchón que funcionará, a manera de restaurante, para el expendio de almuerzo y comida».
Los caballitos galopan en su redondel. Tal parece que invitan a sus pequeños jinetes a seguir las peripecias del cubanísimo Elpidio Valdés, hay aviones que, imaginariamente, tratan de tocar las nubes para apreciar parte del Planeta desde las alturas, mientras las hamacas o los columpios convidan a mecerse y disfrutar de la brisa que llega a la instalación.
Quizás la pregunta mayoritaria recae sobre ese círculo gigante paralizado. Es la estrella aun detenida aunque ya existen convenios con otro municipio para devolverle su vitalidad. «Ello lleva tiempo, pero al menos vamos avanzando», asegura el administrador.
Si algo caracteriza al lugar es su marcada cultura del detalle. Bancos multicolores pintados, limpieza palpable en sus áreas, cestos que aguardan por los desperdicios, higiene en el merendero, y aunque aparezcan nuevos proyectos se respetarán los detalles existentes con anterioridad.
— Cualquiera imagina que dispone de una numerosa plantilla…
— Somos 12 trabajadores; de ellos, seis mujeres, y logramos la perfecta armonía entre generaciones. Me siento muy bien con ellos, y a la hora que los moleste están aquí. El parque recesa los lunes, abre el martes en la tarde y luego en doble sesión el resto de los días hasta el domingo durante ocho horas. Aun no trabajamos de noche, pero está incluido en las proyecciones porque es el horario más factible para los placeteños.
«Gracias al apoyo de este colectivo, a las autoridades del municipio, a la dirección de Comunales, a diversos organismos, y a los vecinos se ha transformado el lugar con las ganas de hacer y de demostrar la utilidad, de reparar los equipos, al tiempo que llegan ideas, iniciativas amparadas bajo el único pretexto de rescatar lo que para nosotros significa el palacio de la infancia».
Si de planes se trata está prevista la construcción de una piscina destinada a los adultos próxima al ranchón, El trencito tendrá las luces que poseía en su inicio para cuando trabaje en horas nocturnas, y como parte de la educación ambiental y el cuidado de las especies se introducirán palomas y otros tipos de animales con vistas a que el niño y sus familiares profundicen el amor por la Naturaleza.
— ¿Por un solo menor que asista ponen en funcionamiento todo el parque?
— Si la cifra de asistentes es mínima resulta imposible echar a andar equipos grandes, pero lo que no se puede es engañar al niño, hay que explicarle para que no se vaya triste. De ocurrir esto sería una derrota.
— ¿El gran anhelo que persiste en Joel Álvarez?
— Ver todo terminado. Ese día no puedo imaginar lo que pasará en mí. Ahora no te lo puedo decir, pero debe ser una emoción extraordinaria volver a entrar por esa puerta y apreciar que, gracias al concurso colectivo, contribuimos a ofrecerle un regalo a la Villa de los Laureles.
«A mi hijo, de 11 años, le explico el funcionamiento del lugar en los años felices. Le cuento que desde la estrella se veía todo el pueblo iluminado, y como padre le juro que un día, no muy lejano, nos montaremos los dos para que compruebe lo que digo.
Entonces será la fiesta grande que, sin llegar a las dimensiones del emblemático parque recreativo habanero Jalisco Park, inspirador de una de las canciones de Carlos Varela, se convierta en el sobreviviente entrañable de Placetas, en ese añorado paraíso de metal similar al Ave Fénix que se regenera y emprende los caminos de nuevo.
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