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La maestra de las flores

La maestra de las flores

Por Ricardo R. González

Fotos: Carlos Rodríguez Torres e internet

Ella imparte el magisterio de una manera diferente. Se llama Fidelina Llanera Espinosa, y le conoce casi todos los secretos a las flores. Sabe cuál es el tiempo ideal para la siembra del gladiolo (Gladiolus) o de aquellas especies que demandan protección solar a fin de evitar su desaparición, y también de esas que mantienen sus caprichos antes de florecer.

Esta maestra reside en Placetas, y le entregó cuatro décadas de su vida al trabajo en Comunales. Los primeros diez años en el jardín de la localidad donde realizó desde las mínimas labores hasta las más complejas. Después fue procesadora de datos, incursionó en la fábrica de coronas —sometida hoy a remodelación— y culminó como florista decoradora antes de acogerse a su reciente jubilación.

Cuando se le habla de flores vienen enseguida las enseñanzas porque para ella no existen variedades indeseables. «Teniendo agua todas se dan, claro algunas necesitan más que otras y en ello hay que tener precauciones», argumenta, aunque no deja de reconocer que la más difícil le resultó la llamada popularmente Boquita de León (Antirrhinum majus) que es muy bonita y en la actualidad casi no existe.

«Estas son flores oriundas de Europa con amplia gama de colores y gran cantidad de especies. Puede aparecer como una planta erguida, rastreras y hasta trepadoras con diversidad en la altura ya que se cuentan con ejemplares que apenas alcanzan los 20 cm y otros que superan el metro».

— ¿Y el gladiolo?

— Es uno de los más valorados a la hora de diseñar jardines. Tienen diverso colorido que transita desde el rojo, el naranja, violeta, blanco, verde, amarillo y mixtos. Algunos los consideran como la flor de la elegancia. Cuenta la historia que ya se utilizaban en la época de griegos y romanos, al tiempo que representaban un símbolo de victoria para los gladiadores que vencían sus batallas.

«El gladiolo abre desde abajo hasta arriba, solo hay que cambiarle el agua a diario y cortarle una puntica, al otro día repites el proceso y así florece completo, en cambio la azucena no, cae después que pasa tres o cuatro día de cortada, y la mariposa con el sol muere, pero también hay que cambiarle el agua».

La llamada Boquita de León

En esto de las recomendaciones Fidelina Llanera se detiene en las rosas. Advierte que de aparecer varias en una especie de ramo hay que fijarse que los tallos queden sumergidos en el agua.

«Si hay alguna que se «descocota» le vuelves a cortar la puntica al tallo y la acuestas en una palangana o en otro tipo vasija contentiva de agua. Al día siguiente amanece como si estuviera fresca».

En el orden personal prefiere las azucenas (Lilium), deseadas también por su mamá, y el ave del paraíso (Strelitzia reginae) que resulta un poco complicada obtenerla, sin dejar de reconocer a las margaritas (Bellis perennis) que se dan maravillosas.

Fidelina fue descubriendo las interioridades de las flores. Quizás en algún momento en el jardín hasta conversara con ellas. Ha trabajado con el croto (Codiaeum), el mirto (Myrtus communis), la hoja de malanga, entre muchas otras; sin embargo, reconoce que el trabajo con las flores demanda cuidados extremos porque están expuestas a los ataques de hongos e insectos típicos de las plantas. En estos casos serán necesarios productos específicos para controlar plagas y enfermedades, con énfasis en los de origen biológicos para no afectar el medio ambiente.

«Este trabajo es incompartible con la prisa, hay que tener paciencia y observar mucho. Es aconsejable retirar las flores marchitas, lo que favorece que se generen nuevos brotes florales. También impera eliminar las hojas secas y estropeadas a fin de ahorrarle energía a la planta y mantenerla en buenas condiciones, evitando la proliferación de azotes».

— ¿Satisfecha con haberle dedicado gran parte de su existencia a las flores?

— Es mi vida. Ahora enseño a mi hija como continuidad del oficio en el que le va muy bien. Y para no perder la destreza hago trabajos florales, adornos dirigidos a actos y otros reclamos que prueben mi utilidad.

El Ave del Paraíso resulta un poco complicada obtenerla.

— Entonces ¿una maestra de Placetas?

— A mi forma. Aprendo día a día y comparto los conocimientos porque de nada valen que queden solo con Fidelina.

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