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Lagomasino: Desde el alma de un roble

Lagomasino: Desde el alma de un roble

«A todos los que me brindaron sus muestras de afecto aquí me tienen, y pronto estaré de nuevo en ese sacerdocio por la vida», expresa el doctor Álvaro Lagomasino Hidalgo.

Por Ricardo R. González

Foto: Manuel de Feria

Atrás quedaron los días en que venció vientos y mareas impuestos por los desafíos de la vida, mas el prestigioso cirujano Álvaro Lagomasino Hidalgo derribó murallas y se erige como ese vencedor capaz de enfrentar cualquier reto por imposible que parezca.

Una arteria coronaria endeble trató de herirle sus días, y al hombre que ha zurcido tantos corazones ajenos no le quedó otra alternativa que la de traspasar el quirófano convertido en paciente.

Han pasado más de tres meses, y muy erguido, a la par de sus casi seis pies de estatura, nos recibió tan campechano y normal como el ser humano dotado de una sencillez invariable.

«Me siento muy bien, con mucho optimismo, y unas ganas inmensas de seguir siendo útil, pues ahora tengo un agradecimiento inmedible por todo lo que han hecho por mi».

Aunque resulten momentos desagradables Lago no tiene reservas. Abre su historia, y narra cada detalle. Por ello recuerda aquel día de octubre pasado en que concluida la operación 2000 de coronarias sintió un ligero dolor en el pecho que invadió otras partes superiores de su anatomía.

«De primer momento —afirma— le resté importancia. Pensé en malestares pasajeros atribuibles al estrés del salón; sin embargo, las molestias procedieron en los días siguientes, y obligó a determinaciones. Me sometí a pruebas de rigor que aportaron saldos normales, pero la ergometría develó determinada irregularidad, y ya la coronariografía fue conclusiva en lesiones marcadas en dos vasos. Sin dudas, la opción quirúrgica resultaba irreversible.

CON SINCERIDAD Y SIN SECRETOS 

Sin ápice de superhéroe o de gladiador a prueba de fuego Álvaro Lagomasino hizo sus confesiones al preguntarle lo que sentía un cirujano cuando se le presenta algún percance de su especialidad en carne propia.

«Voy a ser muy honesto. Acudí al salón de operaciones con la sonrisa en la boca, y te digo más: el camillero que me condujo entró llorando, y yo le di consuelo, pero pasado ocho días del postoperatorio apareció una fiebre causante de pánico debido a que conozco las complicaciones».

— ¿Y cómo lo superó?

— Por la fuerza tan grande que me dieron mis compañeros de labores. No puedo mencionar nombres porque tendría que referirme al Cardiocentro completo, así como a colegas de otras instituciones de Salud, mas en especial aquellos que juntos iniciamos los primeros pasos en esta institución villaclareña.

— Si le pregunto por el doctor Mauricio Cassinelli Arana

— Lo llamé a Uruguay donde reside. No lo pensó dos veces, y me dijo: Estoy saliendo para Cuba, solo es cuestión de trámites…

«Es un familiar. Me ha demostrado ese sentimiento tan necesario que impone la amistad en las buenas, pero también en las malas, y a pesar de ser más joven que yo fue quien me enseño a realizar la cirugía coronaria en la provincia, y, por supuesto que resultó uno de los protagonistas de mi operación».

La vida le entrega a sus merecedores el premio que cada quien sabe conquistar. A partir de aquel domingo 20 de octubre en que Álvaro Lagomasino entró al salón, amigos y conocidos, personas que solo lo identifican por su prestigio profesional, residentes aquí y allá, religiosos o no, y gentes de pueblo intensificaron sus llamadas, los mensajes, las distintas maneras de decirle: estamos juntos en esta batalla.

En Sagua la Grande sonaron tambores por su salud, No faltaron las velas encendidas ni las oraciones, y mientras un hombre se debatía en la disyuntiva de ganar o perder la mente positiva de todos resultó el mejor tesoro que guarda el galeno de esta pasadilla.

«Eso tiene un valor incalculable. Yo no encuentro palabras para explicarlo. Sentir ese afecto me dio una energía tan grande que impuso el deseo de luchar. Yo tengo que agradecerle a tantas personas, a los medios de comunicación, a mi pueblo que, en la medida en que llegaban esos mensajes y podía verlos, me dije; Lago, tienes un compromiso inmenso, y no lo puedes defraudar…Hay que seguir.

Aunque muchos afirman que parte de los médicos son indisciplinados como pacientes, él se declara sumamente cumplidor. Hace ejercicios diarios, camina, y no descuida aquellos dirigidos a mantener el ritmo respiratorio y el tono muscular.  

«Cumplo mi dieta porque a raíz de la coronariografía apareció una diabetes que arrojó, en un inicio, una glucemia altísima. Mi padre lo era, e influyen los antecedentes familiares. Pudiera ser un detonante que influyó en mi situación de salud, pero por suerte ya está controlada.    

— En estos días de recuperación ¿qué es lo que más ha extrañado?

— Para seguirte siendo sincero diría que la ausencia de mi madre. He pensado mucho en ella, mas mi familia ha sido el pilar fundamental en esta recuperación. Mi esposa María Vergara Hidalgo, mi hijo Ernesto Javier Lagomasino Vergara (que por cierto sigue las sendas de la cirugía general), y en otro orden no he podido olvidar mi trabajo.

«Ese día a día de vestirme de verde, de entrar al salón, de sentir la presión de cada caso… es un algo que necesito, y espero, paulatinamente, cumplir este sueño.

«Por demás, leo mucho, ya sea de Medicina, una novela, algo de Historia, de arte, en fin…»  

— Por sus venas corre sangre periodística. Su abuelo lo era, y su papá ejerció, en parte, el oficio. En mi trabajo anterior le sugería que escribiera estas vivencias…

— Lo tengo en mente. Sería una especie de capítulo autobiográfico que sirva de consuelo o, a lo mejor, de entretenimiento.

Vale entonces por este hombre a quien la gloria no ha alejado sus pies de la realidad terrenal, el que no pudo cumplir sus anhelos de alcanzar el cielo piloteando un avión, pero lo conquistó por su talento. Quien no imaginó jamás transitar por la Medicina, ni menos realizarse como cirujano cardiovascular, pero aquí está, invariable y profundo en sus sentimientos brotados desde el alma de un roble.

También puede ver este material en:

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1 comentario

Yasmine del Rosario Rodríguez RÍos -

Ricardito tu publicacion es sentida y muy profesional,como excelente periodista que eres.Lagomasino es y serà un paradigma en la cirugía cardiovascular pero aún màs,todo su pueblo lo ama y respeta por su sencillez,dedicación y valor humano;a Dios gracias por devolvernos quien ha vuelto a hacer latir miles de corazones.