Y seguimos fumando sin querer
Por Ricardo R. González
Cada día 31 del quinto mes del año invita a un receso en la emisión de bocanadas. Así lo piden los organismos internacionales; sin embargo se va un mayo y llega otro, y a mi modo de ver la percepción de riesgo sigue siendo en extremo escasa.
No se trata de recordar que el 50 % de las muertes provocadas por la adicción ocurre entre los 30 y 69 años, o que los fumadores de mediana edad ya fallecidos le restaron más de 20 años a sus vidas.
No se trata tampoco de rememorar que de las diez causas principales de decesos en Cuba, ocho guardan relación con el tabaquismo: las enfermedades cardíacas y cerebrovasculares, los tumores malignos, la influenza y neumonía, los padecimientos crónicos de las vías respiratorias, la diabetes mellitus, las dolencias arteriales, la cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado.
No se trata de precisar que de las 4 mil sustancias químicas contentivas en el humo, 43 de ellas poseen efectos cancerígenos.
No se trata de notificar que Cuba mantiene una prevalencia de 31,9 % de adictos en América y ocupa, por tanto, el tercer lugar en la región, ni que comparte idéntico escaño entre los adolescentes fumadores pasivos en el hogar, con el 59,6 %.
Se trata, eso sí, de que los fumadores acaben de entender el daño que le provocan a los que desconocen el vicio, a los que siguen fumando sin querer por vivir los negligentes su mundo unipersonal, sin pensar en los demás.
Los sanos también se mueven en una cuerda floja. Por causa de ese humo incontrolable el fumador pasivo aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón entre el 20 y el 30 % de los expuestos.
Con todos estos elementos seamos dignos, hagamos un alto, meditemos, y al fin digamos: cuidaré más de mi vida y la de los demás porque estoy en deuda con ese Planeta en el que habito.
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