«Con 2 que se quieran» Digna Guerra (Parte II)
Amaury. ¿Tú estabas sola, en ese momento?, no estabas con nadie.
Digna. Estaba sola y me llamó mucho la atención su timbre, el color de la voz y qué sé yo. Y bueno, ya pasó eso, nos vimos, ran, ran, regresé. Y yo recuerdo que cada vez que llegaba del trabajo mi mamá me entregaba todos los días cuatro y cinco cartas.
Amaury. ¡Qué bárbaro!
Digna. Sí, sí, yo no sé cómo hacía.
Amaury. ¡Qué romance!
Digna. Precioso. Y me decía, no hagas nada, espérame, déjame competir.
Amaury. ¿Verdad? ¡Que bárbaro!, no me imagino al doctor Benjamín en eso.
Digna. Ah, sí, imagínatelo, y lo pongo aquí en pública subasta. Y bueno, así empezamos ya, ran, ran y ya vino y al año ya nos casamos.
Amaury. ¿Y él, de alguna manera trabaja contigo, de alguna forma te ayuda?
Digna. Sí, sí, sí, bueno, pues 30 de los 35 años del Coro Nacional, él ha estado ahí pie a pie conmigo. En sus labores como médico y también ayudándome y representándome, y prácticamente siendo el apoyo que he tenido en todos estos años.
Amaury. ¿Tú crees que es útil?, porque a veces funciona y a veces no. ¿Que es útil que la pareja de uno trabaje con uno?
Digna. Depende.
Amaury. Depende, ¿verdad?
Digna. Yo creo que no siempre, pero yo creo que sí, en mi caso sí, puede servirte mucho ese apoyo tan necesario en tus labores de trabajo.
Amaury. Porque hay veces que yo veo que chocan los intereses matrimoniales con los intereses laborales.
Digna. Sí, sí.
Amaury. De alguna manera, a veces es demasiado la juntadera.
Digna. Demasiado junta, junta.
Amaury. A ver. Cuando yo te conocí, puedo decir que la primera vez que yo te vi, puede haber sido en el año 74, creo que fue en los estudios del ICAIC. Nos presentó Frank Fernández, y yo siempre he visto que hay una amistad muy bonita entre Frank, Guido López Gavilán, el maestro, y, bueno, y nuestra querida Teresita…
Digna. …Teresita Junco…
Amaury. …Nunca olvidada, una sonrisa que iluminaba donde quiera que llegaba Teresita. La gran profesora, a la que muchísimos pianistas, le deben…
Digna. …Muchísimo…
Amaury. …Muchísimo, muchísimo más de lo que se lo reconocen.
Digna. Así es.
Amaury. Le deben su carrera. ¿Cómo es la amistad de ustedes cuando se conocen? Porque ese grupo a mí siempre me ha agradado. Es un cuarteto fantástico.
Digna. ¡Qué lindo!, ¿eh?. Bueno, éramos y seguimos siendo cuatro hermanos. Nos conocimos en el Conservatorio, precisamente, de pequeños. La mamá de Teresita estaba allí sentada en el banco con mi mamá, esperando que saliéramos de las clases y todo eso, ¿no?.
Amaury. ¡Qué bárbaro!
Digna. Después se incorporó Frank, que vino desde Mayarí a estudiar y demás. Y así empezó la amistad. Tú sabes, la gente se va agrupando por afinidades y a los cuatro nos matricularon en la escuela coral. O sea, Frank, estudió dirección coral. Guido, dirección coral. Teresita, y bueno, yo también.
Los cuatro cantábamos juntos y éramos cuatro bohemios que salíamos del Conservatorio a las 11 de la noche y nos íbamos al muro del Malecón a sentarnos en el Malecón a cantar, ¡ay! fue una época divina, divina. Nosotros, por ejemplo, salíamos cantando algo, algún arreglo nuevo del Conservatorio, nos íbamos a la parada de la guagua, que estaba ahí mismo pegada, estábamos cantando a cuatro voces, no habíamos terminado de cantar y venía la guagua, nos subíamos cantando, porque como no se había acabado la canción, y ahí, de pie, en la guagua, seguíamos cantando y de pronto empezamos a notar que en la guagua hacían silencio, silencio.
Amaury. Sí, había subido un cuarteto, música, música en el autobús.
Digna. Allí mismo. Terminábamos de cantar y toda la guagua aplaudía. No, pero qué lindo, qué lindo.
Amaury. ¡Qué bonita época!
Digna. Y nos metíamos en todos los night clubs. Estábamos siempre donde estaba Portillo. Otros días íbamos al Pico Blanco, a escuchar cantar a no sé quién, así. Estábamos en esa bobería, pero fue muy lindo, muy lindo. Fue una etapa preciosa, y así, bueno…
Amaury. Eso que tú le llamas bobería, ha dado…, dio cuatro puntales de nuestra música.
¿Por qué los coros, Digna, no se pasan por la radio?, incluso, cuando por ejemplo, en tu caso, y en el del Coro Entre Voces, que también diriges cantan música popular. ¿Por qué tú crees que no, que la gente dice: eso es Coro, eso no funciona en la radio?
Digna. Mira, yo no puedo decir que hay desconocimiento, porque a estas alturas no podemos hablar de desconocimiento de los comunicadores, de los que tienen un medio tan potente en sus manos como es la radio, como es la televisión.
Yo creo, yo pienso que son intereses, o gustos personales, porque lamentablemente, a veces, eso se mueve de esa manera, que nadie me puede decir a estas alturas, en el Siglo XXI, que los coros son estáticos, que si es música de iglesias, porque esos criterios que existían antes, ya eso no existe. O sea, los coros se mueven, los coros cantan música popular. Yo misma, yo canto un montón de cosas populares, Pastorita tiene guararey, de Formell, Dale como es, de Adalberto Álvarez, lo que sea ¿entiendes?
Amaury. Y con arreglos muy potables al oído, como se dice, ¿no?.
Digna. Exactamente, y muy novedosos. O sea, yo creo que hay que equilibrar entre lo que se pone, el reguetón, el no sé qué y también los coros tienen que tener un espacio.
Amaury. Sí, aire para todo el mundo, ¿no?
Digna. Exactamente, porque todo el mundo… hay oídos para todo el mundo. La diversidad nuestra y todos los gustos que tiene la gente. A todo el mundo no le gusta el reguetón, a todo el mundo no le gusta la música antigua, a todo el mundo no le gusta esto o aquello. Bueno, vamos a hacer un abanico donde todo el mundo pueda escoger libremente qué quiere escuchar, pero yo creo que los medios tienen el deber de ofrecer ese abanico de posibilidades.
Amaury. Bueno, esperemos que esto sirva, por lo menos, en el caso de los coros, para que las cosas funcionen de otra manera.
Tú sabes que estamos usando con mucha frecuencia la frase: nuestro movimiento deportivo goza de buena salud, ¿nuestra música sinfónica goza de buena salud?, es como si nadie estuviera enfermo. Todo goza de buena salud, es una frase que se ha hecho tan corriente que se convierte en cursi, ¿no?.
Digna. Claro.
Amaury. ¿Tú crees que el movimiento coral cubano está en un momento de plenitud?
Digna. Yo creo que sí, porque se ha hecho mucho. El Instituto de la Música específicamente, ha creado grupos para el desarrollo de estas líneas de trabajo, hay un programa que se llama Para el Desarrollo de la Música Coral. Y de verdad que eso ha dado resultados. Muchos resultados, porque se ha creado un equipo de trabajo, de directores de coro, que visitan trimestralmente a todos los coros del país donde se le orienta cómo hacer, se les llevan materiales, se les llevan partituras, discografía. Además de todos los encuentros que existen, bueno, los Festivales, el de Santiago…
Amaury. …Los Festivales de Coro.
Digna. El de La Habana, o sea, que hay posibilidades como de encontrarse, de confrontarse, y creo que eso, de verdad, ha dado muchísimos resultados. Y cada vez que tú visitas un coro, tú dices: ¡Bueno!, pero este no es el coro de hace tres, cuatro, ni cinco años atrás. De verdad que la calidad se nota inmediatamente, ha aumentado considerablemente.
Amaury. Y la masividad también.
Digna. Y la masividad.
Amaury. Porque hay muchísimos coros.
Digna. Y la masividad también. De verdad que…
Amaury. Se le ha perdido el miedo a formar parte de un coro.
Digna. Sí, sí.
Amaury. Porque la gente…
Digna. …La gente del coro no es el reducto de anda.
Amaury. Claro.
Digna. Es una especialidad, es una especialidad de primer nivel, antes, por ejemplo, la gente decía: bueno, los estudiantes que fracasan en la trompeta o en el piano se meten en el coro. Eso fue al principio, pero ahora no. Ahora la gente va directamente a estudiar coro, porque es lo que les interesa, es una carrera importante; como el piano, como el violín, como todo lo que está en el campo de la música.
Amaury. Ya, ahora hablemos de tu fascinación por los perros. Porque tienes muchos perros
Digna. Ay, somos perreros en mi casa. Yo tengo 7 perros recogidos en la calle. Bueno, tengo uno extranjero.
Amaury. ¿Tienes uno extranjero?
Digna. Tengo seis cubanos y un…
Amaury. …Ese es un diploperro. (risas)
Digna. Tengo, como yo le digo, el mexicano, que se llama Nano, es un perro adorable que me encontré en México. Yo estuve trabajando allí en Bellas Artes y una mañana veo un perrito así, todo raquítico, con un frío de espanto, yo, bueno, lo llamaba, entonces él estaba medio huidizo, qué sé yo. Le huía a todo lo que le pasaba por el lado. Bueno, pasó y al día siguiente yo, a ver chiquitico, y el perrito me fue cogiendo confianza y se me fue acercando. Y yo dije, ay, este perro, pobrecito. Bueno, al final lo recogí, me lo llevé a un veterinario, le puse las vacunas, lo bañaron, lo pelaron, y en el primer chance que tuve de venir de vacaciones, lo monté en una jaulita y lo traje. Y Aquí está.
Amaury. Y ahí está con sus hermanos cubanos.
Digna. Con sus seis hermanos cubanos. Cada uno tiene su historia. Pero te digo, que somos una gran familia, nosotros somos tres y los siete perros.
Amaury. Yo tengo muchísimos temas más para ti, pero hay un tema que yo creo que es importante, y perdóname que lo trate, pero yo creo que es un tema importante. Tu hija, tu única hija es una muchacha con capacidades especiales, prefiero llamarle de esa manera. Con una historia muy particular. Yo quisiera que tú, en la medida de tus posibilidades la cuentes. Sobre todo porque como ocurrió también en un programa pasado, con Aurora Basnuevo, hay tantas madres necesitadas de escuchar los consejos. Tú has sido una gran madre y ella es una gran hija, yo lo sé, y quisiera que tú hablaras en lo que tu discreción te lo permita, pero sabiendo que estás enviando un mensaje también a tantas madres a lo largo del país y en muchas partes del mundo. Porque este es un programa que se ve en directo en muchas partes del mundo y hay madres que están pasando o que han pasado por situaciones como la tuya.
Digna. Mira, mi hija, bueno, que es mi bendición, siempre fue una niña viva, una niña de un temperamento súper vivo de corre, salta, no sé qué, afinadísima. Yo tengo una grabación de cuando tenía año y pico, dos años y cantaba las canciones que yo le enseñaba, pero con una afinación perfecta, perfecta, musicalísima, era así, un revolico en la casa. Y bueno, la matriculo ya cuando tiene sus 7 años, en Caturla, hizo sus pruebas para estudiar violín y empezó a estudiar violín. Inmediatamente esa niña empezó a tocar, a tocar el violín con una afinación exacta. Pero un día llega de la escuela y viene, porque vacunaron a todos los niños en la escuela. Pero que empiezan a pasar los días, qué sé yo; pasaron dos o tres meses, pero vemos que ella empezó a dejar de correr. Empezó como a relentizarse, a hacerse lenta toda su situación motora. En el habla, le costaba trabajo articular. Entonces ya nos empezamos a alarmar, e inmediatamente salimos a ver qué pasaba. Pero no sabía nadie qué cosa era. Y empecé a caminar La Habana, a andar La Habana, de todas las maneras y de todos los colores, porque yo tenía que saber qué pasaba con mi hija. Y tenía como una desmielinización, se llama.
Amaury. Sí, claro, falta de mielina, ¿no?.
Digna. Sí, entonces bueno, resulta que la vacuna que le pusieron en la escuela, su organismo, hizo un rechazo inmunológico y le produce una ataxia cerebolosa en pleno crecimiento y desarrollo del cerebelo y se le atrofiaron algunas partes del cerebelo. Entonces, lo que le ha quedado es una secuela de ese episodio con un trastorno del equilibrio. Pero yo enseguida tomé cartas, fui a la escuela, la llevaba todos los días, hablé con los maestros, con los directores, con todo el mundo y así terminó, y terminó con tremendas notas su preuniversitario, de verdad, y fue un acto público que hicieron allí. Bueno, y eso, bueno yo.
Amaury. Y es una niña hermosa, además.
Digna. Es bellísima.
Amaury. Es bellísima.
Digna. Es mi vida.
Amaury. ¡Qué bonito, qué bonito! Bueno, ya me empiezo a emocionar. Porque el problema es…, eso es lo malo de no ser un entrevistador profesional, yo me emociono, es la parte mala que tiene esto.
No voy a hablar porque no me va a dar tiempo para ponerlo, de tu terror a las cucarachas. Pero sí quiero hablar de tus gustos porque cuando Benjamín me manda esto, esto yo no lo investigué, esto me lo mandó Benjamín. Yo digo, son gustos muy similares a los míos, me dice; le encanta Frank Sinatra, le encanta Érase una vez en América, la película.
Digna. De toda la vida.
Amaury. Y Los Padrinos. Entonces yo digo: espérate, pero somos almas gemelas. Háblame de eso. ¿Qué te provoca ver una película de gángsters? Siendo tú, además, una mujer tan dulce. ¿Te gustan las películas de gángsters?
Digna. Si me gustan, no sé, no sé. Yo me…, hay un misterio ahí que no lo he podido descifrar. Igual que me gusta mucho el tema del nazismo.
Amaury. ¿Sí?
Digna. ¡Ahhh!
Amaury. Estamos en lo mismo, saber qué pasa, cómo fue. Las películas de esa época…
Digna. Exactamente ¿cómo fue?, y yo no sé, hay algo, yo encuentro algo ahí que…
Amaury. Tenemos que intercambiar películas y libros, tenemos que intercambiar. Yo quisiera terminar con el incidente tan hermoso de Michael Legrand, cuando tú…
Digna. ¡Ay, qué lindo!
Amaury. Porque él dijo unas palabras sobre ti, que yo soy incapaz de repetir, las dijo él, uno de los grandes, grandes. ¿Cómo fue?
Digna. Mira, bueno, en el Festival de Cine, uno de los Festivales, de las ediciones del Festival de Cine Latinoamericano, se iba a hacer el Concierto Oratorio sobre los textos de los derechos del hombre, ¿no?. Y la música toda era de Michael Legrand, era para un gran coro, solistas y dos pianos. Uno de los pianos era él y otro pianista fabuloso que trajo también. Pero la obra es un dulce, un dulce, así, de un disfrute total. Y bueno, a mí me dieron la tarea, reuní 150 voces para el coro.
Amaury. Zenaida hacía la dirección.
Digna. Zenaida la dirección…
Amaury. …La dirección orquestal.
Digna. Y estuve trabajando como una hormiga, mañana, tarde y noche, porque era en francés, además. Y de verdad que fue extraordinario. Cuando él llegó y escuchó, de verdad, lo que había hecho con el coro, se quedó así, pero pasmado y dijo. Esta mujer es un gigante, frente el coro, ¿no?.
Y lamenté mucho que no pude disfrutar casi, después lo que pasó, el incidente que pasa después de eso, empaña toda la belleza y la magnificencia de la obra.
Cuando ya termina todo, que se estrenó en el Carlos Marx, yo pregunto si había algo, algún brindis, porque bueno, me extrañaba que no hubiera algo, ¿no?, después de un éxito de esa envergadura.
Amaury. Normalmente, hay.
Digna. Normalmente hay, y me dicen: no, no, no hay nada, no hay nada. Dije: ah, bueno, me voy para mi casa. Y eran como las dos de la mañana y tocan a la puerta de mi casa, abre mi esposo la puerta, es un militar que le dice: ¿Aquí vive Digna Guerra?, sí, sí, no sé cuánto, me levantó y fui a la puerta. Mire, yo vengo de parte del Comandante.
Amaury. ¿Del Comandante en Jefe?
Digna. Del Comandante en Jefe, de parte de Fidel, porque le extrañó que usted no estuviera en el brindis que hay ahora en el Consejo de Estado. Ah, me quedé así. Entonces aquello fue tremendo porque dicen que llegó allí y dijo: ¿Y dónde está Digna Guerra? Lo primero que preguntó fue: ¿Dónde está Digna Guerra? ¿La discriminaron? No se me va a olvidar nunca esa frase.
Bueno, me vestí. Fui para allá, y lamentablemente los que tenían que haberme informado, que si sabían lo que iba a haber no me informaron, pero bueno, yo, no sé, ya yo cumplí mi parte, no se trataba de estar allí ni nada, pero que también me merecía estar, pero bueno, hubo quienes entendieron que no y no fui.
Y sin embargo, me mandó a buscar Fidel, que le agradezco mucho ese gesto.
Amaury. Yo creo que es una manera hermosísima de terminar un programa, un programa que empezó en un solar en Centro Habana, que pasó por Berlín, que pasó por Bellas Artes, en México, y que terminó con las palabras que conforman un nombre, que para ti, y para mí es sagrado terminar un programa es una manera también de decir, ¡qué bueno, Fidel!
Digna. ¡Gracias, Fidel!
Amaury. Y gracias a ti. Te quiero mucho, mucho, mi amor. Muchas gracias.
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