«Con 2 que se quieran» Gerardo Alfonso (Parte I)
“Para mí el racismo es un tema eminentemente cultural”
Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, aquí en el corazón de Centro Habana, en Prado y Trocadero, el barrio de Lezama, en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC. Hoy está con nosotros una persona que yo admiro mucho, un gran músico, un gran compositor, un gran cantautor, un gran trovador. Un ser humano maravilloso, entero y completo, siempre con todo lo que opina y con todo lo que hace. Con una obra inmensa, mi amigo Gerardo Alfonso. ¿Qué tal, Gerardito?
Gerardo. Muchas gracias por haberme invitado.
Amaury. ¿Cómo no te voy a invitar, chico?, si no te invito a ti no invito a nadie.
Gerardo. Es un honor, la verdad.
Amaury. A ver, Gerardo, la primera pregunta. Tú has dicho: “Cada canción es un taller de trabajo hasta que llega la luz que ilumina todo con la palabra justa”. ¿Puedo inferir que tú crees en las musas y en la inspiración?
Gerardo. Sí, por supuesto, creo en las musas, creo en el hecho de la inspiración, que es una llegada redonda de elementos ignotos, desconocidos, ¿no?, pero cuando yo me refiero a cosas como esas, estoy hablando más del acto del taller, del trabajo.
Amaury. De trabajar constantemente.
Gerardo. Sí, el cincel ahí pegado al verso y a la melodía.
Amaury. Sí, pero como hablaste de luz, tú sabes que uno siempre tiene la tendencia a pensar que la luz es una cosa como divina, ¿no?
Gerardo. Claro, porque es como un parto, es dar a luz también terminar una canción. Y dentro de ese proceso viene el toque divino, ese toque redondo que viene del cosmos y se condensa en un tema que es para siempre y para todos.
Amaury. Eso me llevaría entonces a esta otra pregunta. Tú sabes que este programa, si lo has seguido.
Gerardo. Sí, claro.
Amaury. Sabes que tiene un foro en Cubadebate donde se publica la entrevista, la gente interactúa conmigo y dan sus opiniones. Y mucha gente me dice, como una queja, y yo lo admito, porque es el público y este programa está hecho para ellos, que por qué yo no invito al programa a personas comunes y corrientes. ¿Tú te consideras que tú no eres una persona común y corriente?
Gerardo. Por supuesto que soy una persona común y corriente. Es decir, sencillamente tengo una actividad, una actividad que es de masas, una actividad que es arte y eso tiende a colocarse en un espacio de élite, me refiero a la canción, al arte, pero el individuo, yo, soy una persona común que vengo del éter también. Mi mamá me parió un día y he hecho el recorrido como cualquier otra persona común, en los estudios, en el trabajo, en la convivencia social y, aparte, necesito esa comunidad y esa comunicación de un hombre común para poder alimentar lo que después se convierte en las canciones que uno escribe y que uno siente, ¿no?
Amaury. Ahora, hablaste de tu mamá. Tú naciste en el año 1958. ¿No tienes lío con eso de la edad?
Gerardo. No, para nada.
Amaury. ¿Dónde?
Gerardo. Yo nací en San Miguel del Padrón. San Miguel del Padrón en aquel entonces todo estaba dentro de Guabanacoa. Nací en un barrio que se llama El barrio obrero, en el reparto Martín Pérez. Y nació aquel niñito a las tres de la tarde del domingo primero de noviembre del 58, o sábado, algo así, que se llama.
Amaury. ¿Quién será?
Gerardo. Gerardo Alfonso.
Amaury. Tú te llamas Gerardo Alfonso, ¿no tienes otro nombre?
Gerardo. Alfonso es mi primer apellido, Alfonso Morejón que es el apellido de mi mamá.
Amaury. Claro, Alfonso. Hay varios, hay pintores, está Carlitos Alfonso…
Gerardo. Está Juan Carlos Alfonso.
Amaury. Juan Carlos Alfonso, por eso te digo, hay una cantidad de Alfonsos muy importantes. Ahora, otra de las cosas que ocurre en el programa, que al público le impresiona mucho y, a mí también, la verdad, es cuando las personas nacen en situaciones muy humildes y llegan después, mediante su esfuerzo tremendo y el apoyo, por supuesto, del país y el apoyo de la Revolución, llegan a colocarse en lugares altos. Pero tú naciste en una familia donde tu padre y tu madre eran profesionales.
Gerardo. Sí. Diríase que son mi mamá, y mi papá clase media. Mi papá es ingeniero y mi mamá, pediatra. Nada, viví la mayoría de mi vida separado de mi papá, porque ellos se divorciaron. Los primeros años de mi vida los tuve a los dos juntos y vivimos un tiempo en este barrio que te hablo, en San Miguel del Padrón, en el Barrio Obrero. Y luego en el Reparto Eléctrico. Ahí pasaron tres años de mi vida. Después mi madre fue a una misión, la primera misión internacionalista, que fue en Argelia, y yo regresé a vivir con mi abuela al Barrio Obrero, y allí, en ese período me imbuí de una realidad popular, religiosa, afrocubana.
Es decir la religión Yoruba y la religión Abakkuá, era muy cerca de esa zona, ¿no?. Y de alguna manera me fui enterando de dónde vienen las cosas, el origen, el origen de casi todo lo que somos como nación, lo que somos como cubanos.
Amaury. Ahí llegaré. Ahora, de pronto yo me enteré que tú -y seguramente, ahora me doy cuenta, que por tu padre-, fuiste técnico electro energético.
Gerardo. Electro energético. Ah, sí, eso es una cosa.
Amaury. ¿Estudiaste eso, o lo ejerciste?
Gerardo. Trabajé, fui, estudié y trabajé. El asunto es que cuando estaba en la Secundaria, ¿no?, que terminé décimo, mis padres necesitaban colocarme en una profesión. Y de pronto apareció un tecnológico, en el Mariel, el “Juan Manuel Castiñeiras”, de electro-energético. Y a mí me gusta mucho la Física, tengo una vocación para eso.
Amaury. ¡Qué raro!
Gerardo. Me encanta la Física, de todo tipo, todo tipo de Física.
Amaury. Sí, pero también querías ser abogado.
Gerardo. Lo de abogado te cuento ahora. Me metí en el tecnológico, porque era una vocación afín con relación a la Física, esas cosas. En tres años salía con un título y un dinero, ¿no?, una ventaja sobre mis compañeros que iban a estar en el Pre.
Pero estando en el tecnológico descubrí que eso era un fracaso, porque no me encantaba. Una profesora que yo tuve, que se llama Isabel Guzmán, se encargó de darme el empujón y de decirme: si tú sigues aquí serás un frustrado. Me gradué, trabajé dos años de técnico medio en el Ministerio de la Industria Eléctrica, pero no.
Amaury. Pero eras muy jovencito, ¿no?
Gerardo. Sí, sí, con 18, 19 años. Y ahí empecé a dar tumbos…
Amaury. Te pregunté porque es que alguien me dijo: Pregúntale a Gerardito, porque él quería ser abogado.
Gerardo. ¡Ah, ya!, lo de abogado. En ese período Rubén Blades le estaba dando la patada a la lata. Y Rubén Blades era un abogado que hacía música popular. Y era como el, era como el…
Amaury. …Sí, era la guía para mucha gente.
Gerardo. La guía, sí. Entonces, nosotros teníamos una, por lo menos, en mi empresa, en el centro de trabajo donde yo estaba, había una filosofía que decía, que la música no era una profesión y me metí a estudiar Derecho. Estudié Derecho por el dirigido, hice un año.
Amaury. ¡Ah!, ¿porque llegaste a estudiar?, yo pensé que te gustaba…
Gerardo. Sí, estudié Derecho. Suspendí una de estas asignaturas de…, no me acuerdo si era Teoría del Estado del Derecho, no me acuerdo.
Amaury. Bueno, bueno, imagínate, ya tú sabes.
Gerardo. Y desistí. Dije no, no voy a ser Rubén Blades, definitivamente. Y ahí empecé a dar cabezazos, empecé a trabajar en diferentes cosas, había un…
Amaury. ¿Ya estabas en las canciones?
Gerardo. Empezaba yo a hacer canciones, yo empecé a hacer canciones en el 78 en el Tecnológico -77, 78, por ahí. En el 80, afortunadamente entré en el Movimiento de la Nueva Trova, y fue el abandono de una profesión y el renacimiento de algo desconocido. Y entonces fue que empecé a dar tumbos en diferentes trabajos, como notificador del Decreto Ley 27. Yo repartía…
Amaury. …No, no, no es que lo tuyo no tiene…
Gerardo. …El Decreto Ley 27 es una cosa muy importante, porque tiene que ver con lo que es el ornato público y, dentro de esas cosas está el tema de poner macetas en las barandas de los balcones, o colgar sábanas, o hacer diferentes cosas, ¿no? Y eso se quedó alojado en mi cerebro, dentro de las cosas que uno va capturando. Fíjate, que ya te he dado dos elementos; yo vivía en San Miguel del Padrón, de niño.
Amaury. Claro, claro, claro.
Gerardo. Y después toda mi vida la viví en el Vedado, es decir, yo hacía el recorrido este. Y ahora, trabajando en el 80 en eso, divisé aquella cosa de las sábanas.
Amaury. Que después se convirtió…
Gerardo. Que después se convirtió en la canción.
Amaury. En esa canción.
Gerardo. Fueron elementos que se fueron sumando como un rompecabezas, pero después entré en el Movimiento de la Nueva Trova, en el 80, creo que fue.
Amaury. ¿Pero quién te embulla para que tú vayas ahí? ¿Quién te dice?…
Gerardo. ¿Al movimiento?
Amaury. Sí, ¿quiénes se ponen de acuerdo? Gerardo, vamos a presentarnos. Vamos a ver cómo se entra ahí.
Gerardo. No, no, no, era, una válvula de escape, era una puerta al paraíso, aquello. Había una convocatoria nacional para todos los jóvenes que querían ser trovadores, que querían tener una propuesta y se evaluaban en un lugar. Ahí estaban los experimentados trovadores antiguos; estaba Miriam Ramos, estaba creo que Sara (González), Marta Campos y Angelito Quintero en ese momento. Y llegué yo a evaluarme, como muchos.
Amaury. Entonces estaba Sara, muy experimentada; estaba Miriam.
Gerardo. Sí, de jurado.
Amaury. En el jurado estaba ¿qué otra mujer?
Gerardo. Estaba Marta Campos.
Amaury. ¡Marta Campos!, Marta Campos parece una niña, pero no lo es.
Gerardo. Sí, está en formol.
Amaury. Parece una niña, pero no lo es. Y estaba Angelito Quintero.
Gerardo. Angelito Quintero.
Amaury. Que tiene…, debe tener tu edad, ¿no?
Gerardo. No, él es mayor que yo.
Amaury. ¿También es mayor?
Gerardo. Él es como cuatro años mayor que yo.
Amaury. Estas gentes son magos, porque todos parecen unos muchachos.
Gerardo. Y llevaban más tiempo. Ya cuando tú tienes cuatro años, tres, cuatro años en el Movimiento de la Nueva Trova, se supone que tú tengas un criterio para decidir sobre esto y esto.
Amaury. ¿Y en aquel momento no te dijeron: Sí, Gerardito?
Gerardo. Nos batearon, nos batearon; a mí, a Carlos (Varela) y a Víctor (Varela).
Amaury. ¿A Víctor?
Gerardo. Sí, y nos quedamos como candidatos, posteriormente quién sabe lo que iba a pasar. Candidato es uno que…
Amaury. Que es aspirante A. (risas)
Gerardo. Suplente.
Amaury. Primer suplente.
Gerardo. Sí, y ese va a algunas actividades militares y eso, pero no es como…
Amaury. Es como en el Ballet, sería cómo, cuerpo de baile C, después sube al B y después… (risas)
Gerardo. (risas) Fue una historia así y nueve meses más tarde, en el 80 creo que fue, en octubre del 80, nos volvimos a evaluar Carlitos y yo y Víctor Varela también y, entramos en el Movimiento de la Nueva Trova.
Amaury. ¿Y cuándo tú conoces a Santiaguito, a Frank y a Tosca?
Gerardo. A partir de ahí. Yo creo que en la primera evaluación, de las dos, donde quedé candidato, yo conocí a Santiago. A Tosca lo conocí después en un proyecto que había que se llamaba Trovar, aquí en el hotel Nacional, era donde estaba. Enriquito Núñez convocó a muchísimos artistas jóvenes a hacer un espacio de Trova. Ahí estaba toda la generación de nosotros, algunos mayores de tu generación, también, participando de alguna manera ahí. Ahí nos conocimos, ahí se fue cimentando un proyecto muy interesante. Ahí se fue consolidando la canción de autor de la nueva generación.
Amaury. A ver, ¿cuándo se conforma ese grupo que uno puede definir…?
Gerardo. Ese cuarteto. El cuarteto Frank Delgado, Santiago Feliú, Carlos Varela y yo. Pasó algo, Donato y Santiago eran un dúo, ellos trabajaban juntos y eran como las voces visibles, las imágenes visibles de todo el Movimiento, porque por el talento, porque qué sé yo qué. Nosotros estábamos empezando, Carlitos… -Frank ya era del Movimiento de la Nueva Trova desde el 79-, y nos empezamos a reunir en ese lugar. Algo fue, nos fuimos decantando, Donato fue tomando un camino diferente, quizás un poco más con banda, un poco más a lo comercial, fue tomando un camino diferente.
Santiago se quedó a la zaga ahí, y nos reunimos, nos encontramos nosotros en uno de estos lugares y empezamos a compartir canciones poco a poco. Cada vez era más necesario, teníamos más necesidad de eso.
Íbamos a casa de Santiago, que era la sede número 1. La segunda era la de Carlitos Varela; mi casa casi nunca era una sede porque a mi mamá no le gustaba ese tipo de show. Pero en casa de Santiago era toda una felicidad, porque éramos dueños de toda la casa. Había una indisciplina que nos permitía gozar, disponer de todo.
Amaury. ¿Y tus padres qué opinaban de todo esto? Tu papá y tu mamá, los dos.
Gerardo. Mi mamá…, mi papá con ese criterio era más neutral. Él se alegraba si alguna…
Amaury. …¿Se alegraba si tú le cantabas alguna canción?
Gerardo. Él sí, pero mi mamá sí tenía miedo. Mi mamá tenía miedo porque…, es decir, para un profesional que tiene una carrera académica, ¿no?, graduado universitario, un médico…
Amaury. Sí, sí.
Gerardo. …este concepto del artista bohemio, la locura, es inseguro.
Amaury. Es inseguro.
Gerardo. Entonces ella tenía miedo, no me rechazaba ni me censuraba, pero no hacía mucho porque yo fuera artista.
Amaury. ¿No sería también que tenía miedo, digo, yo me imagino, yo no conozco a tu mamá, desgraciadamente? Pero te estoy diciendo que me encantaría conocer a tu mamá…
Gerardo. …Mi mamá es un personaje tremendo, vaya…
Amaury. …Por eso te digo, espero no conocerla como paciente, quiero conocerla como amigo. Ahora, no tendría ella miedo, quizás al hecho de decir -le pasaba a la mía- no voy a ayudarlo mucho en esto, porque si es mediocre. Ese miedo que tienen los padres a que sus hijos sean mediocres en lo que hacen.
Gerardo. Vaya, no sé, no lo puedo…
Amaury. …Nunca le has preguntado.
Gerardo. No lo puedo valorar, pero yo sí tengo la seguridad de que ella no quería que me fallara la vida.
Amaury. Exactamente.
Gerardo. Por eso fue, que incluso, me colocaron en el tecnológico, para tener algo de donde asirme en el trayecto y después, siempre: busca un trabajo, busca un trabajo. Hasta que en el 1984, que yo estaba trabajando en Servicios Necrológicos.
Amaury. ¿También?
Gerardo. Sí. Yo andaba en un camión llevando cajas de muertos de la fábrica para la funeraria y la gente haciéndome así (seña de solavaya): ¡Solavaya! Y yo: ¡Que para tu casa vaya! y toda esa cosa en un camión por la mañana. Por la noche iba a cantar al Almendares, al anfiteatro.
Amaury. Claro, claro..
Gerardo. Entonces esas dos relaciones con el público era muy antagónica, pero era muy entretenida, muy divertida, porque yo decía: bueno, parece que este trabajo de las cajas no es el que me toca a mí, porque por la mañana me hacen esto y por la noche me aplauden, ¿no?
Amaury. Claro, claro.
Gerardo. Y en eso.
Amaury. Sí en un lado nacías y en el otro lado preparabas para que enterraran a otro.
Gerardo. Sí, y en esa paradoja, apareció Pablo Milanés. Le interesó mucho lo que yo estaba haciendo, y estuvo siguiéndome como un mes o dos meses a todos los lugares donde yo cantaba. Hasta que terminó invitándome a un concierto con Pete Seeger en la Cinemateca.
De ahí nació un proyecto, una amistad, nació una idea de encaminarse y en ese momento es cuando él me pregunta: ¿Y qué tú haces? No, yo trabajo en esto y esto, dice: no, no, no, tú tienes que perfilarte en tu camino de la música, el arte es la carrera tuya. Pero me lo dijo con mucha convicción.
Amaury. Como habla Pablo.
Gerardo. Y me metí a luchar, me metí a luchar y en ese trayecto entramos juntos en el Centro Nacional de Música de Concierto, Carlitos Varela y yo, con un contrato muy modesto, pero ya estábamos en el perfil. Y ya había abandonado las demás profesiones y me dediqué ahí.
Amaury. ¿Pero esa idea de Pablo…, por eso tú grabaste primero que los demás?
Gerardo. No, no, yo no grabé nunca, yo soy uno de los últimos en grabar.
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