«Con 2 que se quieran» Martha del Río (Parte II)
Amaury. Sí, si, eso es lo que era.
Marta. Y entonces las incidencias de una familia cubana llevada al humorismo. Y Núñez dejó de escribirlo por situaciones, que sabemos, de burocratismo, de cosas absurdas que surgieron y entonces empezaron a escribirlo otras personas con toda la buena intención del mundo, pero no.
Amaury. No tenía la chispa aquella.
Marta. Fíjate que el público, que a nosotros, que éramos a quienes veían en la calle, nos decían: ¿Qué le pasa al programa? Ay, ¿qué le pasa? Y el colectivo de actores, o sea, los cuatro protagonistas planteamos a la dirección de la programación quitarlo del aire antes que el público dejara de verlo.
Amaury. Ah, bueno, en este caso, entonces ¿fueron ustedes mismos?
Marta. Nosotros lo pedimos.
Amaury. Eso se llama pundonor, orgullo.
Marta. Claro chico, si era una cosa que teníamos ahí, mantenida tantos años, con un raiting, con un cariño. Y ya la gente empezaba a no gustarle el programa. ¿Tú sabes lo que es eso? Perder el programa, a quién estaba dirigido el programa; al público.
Amaury. Sí, era una época en que no se podía improvisar tampoco.
Marta. Estás loco. Fíjate que yo leía y decía: esto no lo dice Finita, esto no lo hace Finita. Pues yo sabía quién era Finita, yo la cree.
Amaury. ¿Qué tiempo duró?
Marta. 14 años.
Amaury. Hablemos de los dramáticos. Yo puedo decir, con una sinceridad total, que yo me he emocionado pocas veces en televisión, como con tus actuaciones. Hay algo en ti contenido, no es esa tristeza -en el momento dramático, ¿no?-, en que se desparrama uno en gestos y en cosas. No, es la cosa de la contención. Yo siempre que eso llega más, el tener ganas de llorar que llorar, el aguantarse.
Y hablemos de los programas dramáticos, Una luz en el camino, Iris Dávila escribió varios.
Marta. No, la primera novela que yo hice en televisión, era de Iris.
Amaury. ¿Cuál era?
Marta. Rosa María.
Amaury. Rosa María.
Marta. Es la primera novela que hice en el espacio de Una luz en el camino, así se llamaba el espacio.
Amaury. Ah, era el espacio y tenía distintas novelas.
Marta. Sí, y entonces después Aleida Amaya fue quien siguió escribiendo, porque Iris no escribió más y Aleida Amaya fue la que hizo distintas novelas; se terminaba una y empezaba otra. Y yo trabajaba en todas.
Amaury. ¿Y qué pasó con Ofelita Núñez? Te sustituyó un día.
Marta. Porque mi mamá murió.
Amaury. Ah, ya.
Marta. Mi mamá murió un día de transmisión de Una luz en el camino. Y la gente de Sabatés, que era quien patrocinaba el programa, quería que yo fuera a hacer la novela. Y el elenco en el que estaban, Candita Quintana, Ramón Veloz, Coralia dijeron. ¡Cómo Martica va a venir si su mamá se murió! Era en vivo.
Amaury. Y era diario, ¿no?
Marta. Era martes y domingo la transmisión y fue un domingo, precisamente, que mamá murió y yo estaba en el hospital, yo estaba con el libreto en la mano al lado de mamá. Entonces Ofe, hablaron con Ofe y me sustituyó. Lo dijeron.
Amaury. Ah, lo dijeron.
Marta. La locutora lo dijo antes de empezar, que me sustituía.
Amaury. Qué maravilla, cuánto respeto, qué maravilla, para el público, quiero decir.
Marta. Sí, dijo que Ofelia me iba a sustituir porque había fallecido mi mamá. Y entonces la sentaron en la silla, con la colita de espaldas, más o menos.
Amaury. Sí, no, pero así y todo le explicaron al público.
Marta. Sí, le explicaron al público, fíjate que todo el mundo se enteró de lo mío, por el mismo programa y después que terminaron la transmisión todos los compañeros fueron al velorio.
Amaury. Y además, eso es respeto al público.
Marta. Seguro, seguro.
Amaury. El público tiene que saber por qué un actor salió, por qué el otro entró.
Marta. Exacto, seguro, todo eso.
Amaury. Por qué un programa se suspende.
Marta. sí se hizo.
Amaury. ¿Y la radio?
Marta. Ah, la radio, Radio Progreso. Los años de Radio Progreso fueron maravillosos. Yo había hecho mucha televisión, ya papeles protagónicos en clásicos y todo en teatros que se hacían, con Vázquez Gallo.
Amaury. Vázquez Gallo, con él trabajaste muchísimo.
Marta. Hay que recordarlo con tanto cariño.
Amaury. ¡Como hay que recordarlo!
Marta. Con tanto cariño, con tanto respeto, un director maravilloso.
Amaury. Por suerte nos duró muchísimos años.
Marta. Sí. Que yo le agradezco tanto, tanto, tanto, porque yo trabajé mucho con él, y me dio muchas oportunidades.
Amaury. El teatro y La novela.
Marta. Las novelas, teatros, los cuentos, todo, todo, yo trabajé mucho con él, adaptación de novelas de la Literatura Universal, Teatro adaptado a la televisión. Clásicos en versos, Lópe de Vega, Moliere, todo eso.
Amaury. ¿Y no te fue complicado? Hay actores, por ejemplo, Enrique Molina dijo que él no podía con el radio, que la radio lo superaba.
Marta. ¡Ay, pero el radio es maravilloso! Porque, espérate, no es fácil, porque el problema es que no es fácil, por eso él no puede.
Amaury. Por eso él lo dijo.
Marta. No, es que no es fácil.
Amaury. Y él es un actor maravilloso…
Marta. Te estoy haciendo este preámbulo, porque después de haber hecho tantas cosas en televisión, yo había hecho esporádicamente en radio cosas, pero cuando a mí me llaman de Radio Progreso, porque Martica Velazco, la compañera actriz.
Amaury. Cómo no, claro que sí.
Marta. A la cual yo quiero tanto, también.
Amaury. Es que estas hablando de gente muy buena.
Marta. Sí, maravillosa compañera, que fue a la Unión Soviética a hacer un trabajo allá en Radio Moscú, y entonces en el espacio de la Novela de las dos, que ella era la protagonista y me llaman para yo trabajar. Mira, Amaury, cuando yo cogí el libreto de la novela, las manos me temblaban como una hoja de qué sé yo, como un ventarrón, así: Taca, taca, ta. Y ya yo había hecho, ya te digo, mucha televisión, pero el radio es dificilísimo… hasta que a la semana ya cogí, ya, porque el medio no es fácil. Tú tienes que interpretar, tienes que situarte en tiempo y espacio, el estado anímico, todo, a través de la voz.
Amaury. Y además, los actores no se están mirando, los actores están leyendo un libreto.
Marta. Leyendo y yo en todo lo que había trabajado era en mi memoria. ¿Tú entiendes? Y además, con movimientos escénicos.
Amaury. Con movimientos. Apoyándote en todo eso.
Marta. En todo eso. Después hice infinidad de novelas, donde hice novelas de Joaquín Cuartas, tremendo escritor.
Amaury. ¿Y en la televisión? Pasión y perjuicio, recuerdo.
Marta. Ah, Pasión y perjuicio.
Amaury. Si me pudieras querer, de las más recientes.
Marta. Sí, no, la más reciente, pero Pasión y perjuicio.
Amaury. ¿Las huérfanas de la Obrapía?
Marta. Las huérfanas…, El rojo y el negro.
Amaury. El Rojo y el negro.
Marta. Hice La madre; hice Fortunata y Jacinta; hice El alma encantada, con otra maravilla… yo tuve la suerte de estar…
Amaury. …Con Margarita Balboa, con Margot…
Marta. Otra hermana querida, yo, de verdad tuve la suerte… con Gina también, cuando yo entré trabajé mucho…
Amaury. …Gina Cabrera…
Marta. En el programa de Gina, con ella, y de verdad fueron maestras que me ayudaron mucho y que quise mucho y que de verdad me. Me siento orgullosa de haber trabajado con ellas.
Amaury. Ay, qué bueno. A ver, entonces nos vamos ahora a tu familia. Ha estado apareciendo desde el principio de la entrevista. Y yo he estado tratando de atajar eso para llegar al final y cerrar con la cosa más familiar, más íntima tuya, ¿no?, para que todos los programas no sean empezar hablando de la familia, y terminamos hablando de otra cosa.
Marta. Sí.
Amaury. Hablamos de Rodolfo León, yo sé que así con ese nombre estoy perdido, Macho León, ¿cómo se conocieron ustedes?
Marta. Bueno, en la casa de huéspedes donde yo vivía. Cuando mi mamá murió, yo me quedé, como te dije, mamá me dijo tú vives… Tú no te vayas a vivir con nadie, tú vives según tu conciencia, tú tienes tú vida hecha ya. Ya yo trabajaba en televisión. Y ahí se hospedó la hermana de él con el esposo.
Amaury. ¡Qué bárbaro!
Marta. Pero claro, a mí me conocían, sobre todo Rosalba, la hermana, me conocía de la televisión. Supo, sabían, porque lo habían dicho, como te conté, en la televisión que mi mamá había muerto. Eso fue en el 60 y mi mamá murió en el 59 y me invitaban a salir para qué sé yo. Y un día, Rosalba, vamos a ver la película, creo que era El último cuplé.
Amaury. Sarita Montiel.
Marta. Sarita Montiel. Y entonces ella: Ay, mi hermano, porque ella empujó como loco; mi hermano y mi hermano, ella tenía adoración conmigo.
Amaury. Porque tú no lo habías visto todavía.
Marta. No, yo no lo conocía. Ella me hablaba de su hermano, ella tenía locura con su hermano. Y entonces; ay, mi hermano va a venir. Yo iba a ver mi película, qué cará.
Y el hermano se aparece con una muchacha. Oye esto, con una muchacha se aparece el hermano en el cine, cuando ya íbamos a entrar. Y entonces yo me senté con Rosalba ahí, y él con la muchacha, y yo comiendo rositas de maíz y viendo la película.
Amaury. Pero tú lo viste, tú sentiste que había un algo.
Marta. No, no, no, en ese momento no, porque además, él estaba con una mujer. Entonces él con su novia ahí, qué sé yo, sentados en el asiento de atrás y nosotras adelante. Se acabó la película y nos fuimos para la casa de huéspedes y él se fue, porque él vivía en Palacio, él estaba allí en la guardia. Y entonces.
Amaury. Sí, porque él es militar.
Marta. Sí, sí, ya él está jubilado pero lo fue.
Amaury. Sí, yo sé.
Marta. Médico, además.
Amaury. Médico, médico militar. Ortopédico.
Marta. Entonces, nada, pasó. Pero vino otro día. Él viene, ya él fue, no fui yo, fue él.
Amaury. Claro, claro, ya él vio a la muchacha del cine.
Marta. Él dice que no, pero bueno. Y entonces, la responsable de la casa de huéspedes, Claudia, que era una vieja encantadora, le dice: mira, el cuarto de Martica, ella a todo el mundo le enseñaba el cuarto mío, qué sé yo y Martica. Ella tenía un lío conmigo. Entonces él le dice a la hermana que me invitara a mí, que iban a pasear.
Amaury. ¿Y la otra, la desapareció?
Marta. Yo no sé. Rosalba viene y dice: Martica, vamos. Yo estaba acostada. Vamos Martica, que mi hermano nos invitó. Ay, Rosalba. Vamos, chica, para que salgas y te distraigas.
Bueno, al fin hizo que me vistiera y saliera con ella. Entonces fuimos a Barlovento. Es lo que es ahora…
Amaury. La Marina Hemingway.
Marta. Marina Hemingway. Era Barlovento. Y me paseó en lancha, en bote.
Amaury. Pero era un romántico, un gondolero.
Marta. Ay, sí, en bote, porque él era un galán. Él no es actor, pero quiero decirte que le falta poco, le ha faltado poco en la vida para ser actor. Y entonces así empezó la cosa.
Amaury. Así empezó el romance.
Martha. Después la hermana ya estuvo un tiempo más y después se fueron para Camagüey y él siguió visitándome ahí, hasta el día de hoy. 50 años.
Amaury. 50 años. Ahora. ¿Cómo se puede mantener un matrimonio 50 años? ¿En base a qué?
Marta. En base al respeto, al respeto mutuo y al amor, por supuesto.
Amaury. Y al amor, sí, sí.
Marta. Por supuesto, eso está descontado.
Amaury. Eso está descontado, si no hay amor, no se puede estar ni un año, ni un mes, ni un día.
Marta. Pero ha habido mucho respeto, tanto yo hacia él y a todo su ideal de vida, a su motivo de vida. Y él a mi carrera, a todo, y entonces eso nos ha mantenido, nuestros hijos.
Amaury. No has tenido que ser especialmente tolerante, no ha sido necesario.
Marta. Bueno, en todo. Decir eso es ilusorio, por supuesto.
Amaury. Pero hay matrimonios idílicos, el tuyo tiene que ser uno, ¡50 años, Martica!.
Marta. Sí, pero bueno, ha sido así y he estado sola mucho tiempo, él en misiones, en todo, pero eso ha sido así. Yo lo admiro mucho, lo admiro mucho y entonces eso ha sido.
Hay que sobrellevar muchas cosas, ahora, la convivencia no es fácil. Pero hay cosas muy por encima de otras que sobreviven a una pareja. Y eso es lo que uno tiene que mantener.
Amaury. Qué bonito, me ha encantado oírte hablar de eso, yo siempre sueño con esos matrimonios largos. En mi familia nadie tuvo matrimonios largos, y ha sido como una asignatura pendiente. A ver, ya llevo 28 años, a ver si puedo llegar.
Marta. Bueno, ya tienes bastante. Ya con la edad que tú tienes.
Amaury. Sí, quiero decir, con la edad que yo tengo, a los 50 no llego, pero, bueno, estoy luchando, que es lo que quisiera.
Marta. ¡Cómo no vas a llegar!
Amaury. Ahora, háblame de tus hijos.
Marta. Ay.
Amaury. Porque yo sé que tú eres una madraza.
Marta. Esos son mi gran tesoro.
Amaury. Eso siempre se ha dicho en la vida, la madraza Martica.
Marta. Eso, bueno, lo aprendí de mi madre.
Amaury. Ahí está.
Marta. Por encima de esas tres criaturitas no hay nada.
Amaury. ¿Cómo se llaman?, a ver, porque tienen unos nombres bien curiosos.
Marta. Yoanka, Dunieski y Yaumara.
Amaury. A Dunieski es el que yo conozco. Ah, claro, a ese sí yo lo conozco. Ese iba por la casa, era amigo de mi hermano.
Marta. Sí, era amigo de tu hermano, sí, muy amigo de tu hermano.
Amaury. A Dunieski sí, ese sí lo conozco yo. A ese lo recuerdo como bien vivo.
Marta. Uf, demasiado, eso es candela.
Amaury. Tú dijiste Martica, ahora hace un ratico, dijiste una cosa que a mí me llamó la atención, quizás porque nadie lo había dicho en el programa. Tú dijiste que te unía con Macho, tu esposo, te unía el amor. Pero dijiste una palabra que hacía rato que yo no escuchaba decirla con tanta sinceridad. Estamos unidos en el amor y en los ideales. Y ahí yo quiero que tú me hables del valor que tiene la lealtad de uno hacia sus propios ideales.
Marta. Cómo no, eso es importantísimo, eso es importantísimo. Porque puede uno equivocarse, pueden las cosas no salir como uno quiera, pero hay un ideal y hay una firmeza de pensamiento y hay principios y hay ética. Y esos son valores que únicamente una gente con ideales de verdad, genuinos puede tener y eso es lo que yo admiro en mi esposo.
Amaury. Lo que pasó de alguna forma de él hacia ti.
Marta. Hacia mí, que sí porque él es combatiente, pero yo no, yo me incorporé a la Revolución cuando triunfó.
Amaury. Tú no tenías nada que ver con eso antes.
Marta. No, pero yo me incorporé de lleno, porque, además, muy humilde como yo soy y era. ¿Cómo no me voy a abrazar a una obra que es para los humildes, entiendes? Yo la sentía de verdad y ahí estoy. Pero aprendí mucho de él y él me ayudó mucho en eso. En ver las cosas, en sentir las cosas. En luchar por las cosas.
Amaury. Eso es muy importante. Porque hay personas que quieren que las cosas caigan mientras están sentados ahí.
Marta. No, no.
Amaury. Por suerte yo conozco pocas personas que son así, pero conozco a algunas personas que no quieren luchar por las cosas que merecen.
Marta. No, no.
Amaury. Que quieren que las cosas se las regalen.
Marta. Qué va, no es fácil.
Amaury. Ya sabemos que en esta vida no es así. Martica. A mí me gustaría que estas entrevistas nunca se acabaran. Y entonces yo podía, no solo tomar café…
Marta. …Por cierto, que yo no he tomado ni un buchito de café.
Amaury. …Y no está malo, no está malo.
Marta. Yo soy cafetera.
Amaury. Ah, bueno, pues.
Marta. Como buena cubana.
Amaury. Podemos hacer una cosa que nunca se me ha ocurrido.
Marta. ¿Brindar con café?
Amaury. Brindar con café.
Marta. Bárbaro.
Amaury. Te quiero.
Marta. Y yo, mucho.
Amaury. Te adoro, me ha dado una alegría tremenda que vinieras y me ha dado una gran alegría que trajeras contigo a todos esos duendes maravillosos que te acompañaron, y que de alguna manera se han quedado jugueteando aquí entre nosotros. Y junto con ellos, en su silencio, y yo sonoramente, te aplaudo.
Marta. Gracias.
Amaury. Y te doy un beso.
Marta. Gracias, mi niño.
Amaury. Gracias, mi vida.
0 comentarios