Día Mundial de la Diabetes Mellitus... Aprender a vivir
«Si a partir de 7 milimoles por litro de sangre se considera a un paciente como diabético, imagínese que yo registré 29 en mi glicemia en ayuna y 44 en la posterior», declara Carlos Julio González Braojos luego de pasado el susto.
De cómo Carlos Julio González Braojos sacó fuerza de voluntad para compensar un padecimiento rebelde apoyado en la «casa del amor»
Por Ricardo R. González
Foto: Carlos Rodríguez Torres
«Usted es diabético». Y Carlos Julio González Braojos se estremeció al escuchar el veredicto. Fue en mayo pasado cuando su glicemia provocada registró 29 milimoles por litro de sangre y 44 después de ingerir algún alimento en la segunda extracción.
¡Asombroso récord para las estadísticas médicas!
Rebasaba, entonces, las 200 libras. Comía alimentos sin límite. Sus remotos indicios eran micciones continuas y marcada sed. Llegó a beber hasta un litro de agua seguido, sin contar los dolores en las articulaciones, la vista borrosa a distancia y dificultades en la locomoción.
Asistió al médico, pero nunca imaginó tal diagnóstico. Sintió miedo al conocerlo. Estuvo 15 días ingresado, y por ese temor a enfrentar la vida le costó trabajo abandonar el hospital.
«Al principio las pruebas de orina me daban color ladrillo de manera permanente. Indicaron la insulina. Luego ya apareció el color verde en el reactivo. Me apoyaron con la Glibenclamida hasta que al fin dio azul como matiz normal.»
La inseguridad moldeaba su vida. El cantante y profesor de canto dudaba del próximo reencuentro con los escenarios. Poco a poco dominó la tensión. Exigía un cambio, y un compañero de trabajo lo motivó a fin de que asistiera al Centro de Atención y Educación al Paciente Diabético (CAED) de Santa Clara. Un día traspasó la puerta y encontró…
LA DOSIS EXACTA
Durante una semana recibió mucho afecto y marcados conocimientos. «Un verdadero magisterio. Aprendí que se puede comer de todo pero medido, sin alterar el esquema de alimentación que incluye: desayuno, almuerzo, comida y tres meriendas intercaladas con una de ellas antes de acostarse.»
Carlos Julio piensa ahora que una dieta sin ejercicios no conlleva a nada. «Hago tres caminatas diarias de media hora, junto a otras modalidades de ejercitación. Ingiero frutas y muchas verduras. Pude eliminar el café… En estos momentos peso 70 kilogramos, y lo más importante fue que cambié patrones de vida, ya el médico me retiró los fármacos y tengo niveles normales de glicemia.»
La fuerza de voluntad venció. Para él este centro —inaugurado el 26 de marzo de 2007— constituye la «casa del amor».
Ubicado en la Avenida 7 de Diciembre, número 18, entre Nueva Gerona y Capitán Velazco, próximo al hospital universitario Celestino Hernández Robau, ofrece consulta clínica, además de las correspondientes a podología, nefrología, oftalmología, angiología, dermatología y estomatología. En esta última dictan el diagnóstico con el remitido al área de Salud del paciente.
Son vitales, además, la labor de enfermería, psicología, el laboratorio clínico, los indispensables consejos nutricionales y las sugerencias relacionadas con la cultura física. También propicia, en frecuencia semanal, la consulta de riesgo preconcepcional dirigida a mujeres diabéticas en edad fértil.
El colectivo ha atendido a 811 personas. Antecedentes genéticos, patrones incorrectos de vida y la disminución de la actividad física facilitan la entrada de la diabetes mellitus que suma en la mayor de las Antillas más de 375 mil enfermos conocidos, con predominio del tipo II, no dependiente de insulina.
Unos mil niños del archipiélago portan la enfermedad incluida entre las diez primeras causas de muerte, y que cada 14 de Noviembre convoca al Día Mundial de lucha contra la dolencia, a tenor de que la DM afecta a una de cada 20 personas en el Planeta.
Carlos Julio González Braojos bien conoce las reglas del juego. Invita a compartirlas en pro de la prevención. Gracias a los doctores José A. Barón Ramos, Pedro Padilla Frías y a otros profesionales encontró los nuevos incentivos. Una pesadilla que, afortunadamente, no dejó secuelas renales ni en otros órganos.
Y muy en especial al colectivo del CAED que, según datos preliminares de una encuesta en proceso, el 80 % de quienes han pasado por el recinto santaclareño está compensado.
El cantante elevó su voz, vuelve a colorear la tesitura. Aprendió a vivir. Atrás las malas rachas… Con 69 años y abuelo de seis nietos asevera que nunca es tarde para abrazar la esperanza.
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