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soyquiensoy (Ricardo R. González)

«Con 2 que se quieran» Martha del Río (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Martha del Río (Parte I)

“¿Cómo no abrazar una obra que es para los humildes?”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña una de las más grandes actrices que ha tenido nuestra televisión, nuestro teatro, nuestro cine, nuestro radio, de las más conmovedoras, de las actuaciones que yo recuerdo que más me han conmovido, en algunos casos, en el caso del mundo dramático. Y de las que más me han divertido.

Yo la llamé por teléfono para invitarla al programa -la admiro muchísimo, de toda mi vida- y me pasó algo bien interesante, y lo voy a decir antes de que la presente. Y es que ella me dijo: “Tú llevas a personas muy importantes a tu programa. ¿Por qué me has llamado a mí, que tengo una vida tan común?” Y eso para mí, ante mis ojos, ante mi corazón, la hizo todavía ser más grande, la maravillosa Martica del Río. Mi niña.

Marta. Gracias, mi vida.

Amaury. Muchas gracias por venir, por aceptarme la invitación. Porque la verdad, no te sentí muy entusiasmada.

Marta. No, por eso mismo, porque yo pensé que yo no tenía nada interesante para traer a tu programa.

Amaury. Todo el mundo, Martica, tiene algo interesante. Y tú tienes una vida interesantísima. Y vamos a empezar a tejer el hilo del programa desde el principio. Si yo te digo este nombre: Santiago García Ortega, ¿a dónde va tu memoria?

Marta. Bueno, va mi memoria a cuando yo era muy jovencita, y tenía inquietudes artísticas y pude canalizarlas a través de un curso que Santiago convocó de actuación. Y yo estaba trabajando ya, porque yo empecé a trabajar desde muy joven para ayudar a mi mamá. Y entonces vi la convocatoria y fui a hablar con él.

Amaury. ¿Era un actor importante él, no?

Marta. Un actor de carácter, magnífico. Entonces, yo le dije que, bueno, que si él veía que yo tenía posibilidades, porque yo no podía perder ni tiempo, ni dinero. O sea yo le hablé claro. Porque en aquella época se presentaba en la Asociación Cubana de Artistas, de Radio, Televisión, Cine, todo eso se llamaba, la CARTV.

Amaury. ¡Ah!, daban un premio también, ¿no?

Marta. No, no era  un premio. Era un carné autorizando a trabajar.

Amaury. ¿Y no daban un premio? Yo creo que en mi casa…

Marta. Sí, sí, yo fui Actriz Novel de radio, yo tengo ese premio de la CARTV. Pero ellos daban, ellos daban un carné autorizando a trabajar en los medios, en cualquier medio. Si te aprobaban, ellos hacían una prueba.

Amaury. Ah, sí, había evaluación, incluso en esa época.

Marta. Sí, sí, en la misma Asociación, un grupo de actores profesionales hacían una prueba. Y si te aprobaban, entonces te daban el carné provisional y tenías que hacer 42 actuaciones en un año en cualquiera de los medios. Y entonces él me preparó, y me dijo que sí, que yo tenía posibilidades. Me presenté en la Asociación de Artistas. Me aprobaron, yo tengo el carné guardado.

Amaury. ¿Verdad?

Marta. Sí, lo tengo.

Amaury. ¡Qué lindo eso, qué bonito!

Marta. Entonces, el mismo Santiago había terminado de hacer una obra en la sala Hubert de Blanck. Y ahí estaba montando, Cuqui Ponce de León, una comedia, Un cuarto de vino de arroz. Y tenía un personajito de una pepillita y él le habló para que me hiciera una prueba. Y me hizo la prueba, Cuqui.

Amaury. Sí, lo que ahora se llama casting.

Marta. Sí, el casting, me hizo la prueba, me dio el personaje, y ya.

Amaury. Y ahí empezó.

Marta. De ahí arranqué, hasta ahora.

Amaury. Ahora, de ahí no vamos a seguir para acá, vamos a irnos hacia atrás. Porque si fuiste a ver a Santiago, al profesor Santiago, es porque ese bichito había picado antes.

Marta. Ah, sí, desde que estaba en la escuela.

Amaury. Entonces, vamos a ir a dónde tú naciste. Vamos a irnos a hablar de tu mamá, seguramente te va a ser muy grato.

Marta. Seguro.

Amaury. Claro. Irnos a ese momento de aquella niña que estaba en la escuela, que daba clases, que había profesoras que le daban clases. Hablemos de eso.

Marta. Si, bueno, estaba en la Escuela Pública número 6. Esa escuela era muy buena, tenía un claustro de profesores magníficos. Desde la directora, todos los profesores. Y estaba Flora Toyo, la mamá de Flora Lauten.

Amaury. La mamá de Flora Lauten.

Marta. Sí, y estaba la profesora Adelaida Clemente, que era profesora de preescolar. Pero Adelaida tenía inquietudes literarias y escribía. Y entonces ella adaptaba obritas para las fechas patrióticas, después Adelaida devino en una magnífica escritora. Pero bueno, con eso empecé yo. Y ya yo trabajaba en todas las obritas de la escuela.

Amaury. Pero bueno, a ver, ellos descubrieron que tú tenías…

Marta. …Sí, sí, Adelaida…

Amaury. …O tú te acercabas y tú decías: yo quiero, yo quiero…

Marta. No, no, no. Sí, ellos vieron que yo tenía posibilidades, porque la primera obra que me dieron dio resultado, y la otra, y la otra.

Amaury. ¿Y tu mamá, entonces, qué pensaba de todo eso?

Marta. A mi mamá le encantaba y, además, me estimulaba mucho. Mi madre era una persona extraordinaria. Ella me tuvo a mí a los 42 años, yo soy hija de viejos. Pero mamá no era vieja, su mente no era vieja, era muy hacia delante. Mi madre me estimuló mucho, mucho. En aquella época, tú sabes todos los tabúes que habían y equis, y equis y equis.

Amaury. Por eso te lo pregunto.

Marta. Y nosotros éramos muy pobres, éramos muy pobres, y ella me decía: no, no, usted viva según su conciencia, así me dijo ella tiempo antes de morir.

Amaury. Tú tienes una familia, después vamos a hablar de la familia, pero ¿tú crees que lo que después tú has sido como esposa, cómo madre y como abuela, tiene que ver con esa enseñanza que recibiste de tu mamá?

Marta. ¡Cómo no! Mi madre fue una madre extraordinaria. Pero bueno, yo he tenido la suerte de tener un compañero toda la vida, 50 años…

Amaury. Sí, Macho es el final de la entrevista no me lo vayas a adelantar…

Marta. No, pero, bueno, ella estuvo solita, nos crió sola. Éramos cuatro, ella nos crió con mucho esfuerzo. Y ella se hizo maestra habilitada, lo que podríamos llamar hoy por hoy, maestra emergente.

Amaury. ¿Ah, sí?

Marta. ¡Sí señor!

Amaury. Habilitada.

Marta. Habilitada se llamaba, todos esos cuentos ella me los hacía. ¿Tú sabes dónde vinieron a darle a ella el aula para ejercer el magisterio ese? En Pan de Azúcar, donde tenía que recorrer a caballo una cuantas leguas. Y hay anécdotas divinas de ella.

Amaury. ¿Y cuándo vienen para La Habana? ¿Porque tú naciste en La Habana?

Marta. Sí, en Ciudad de La Habana, en maternidad de Línea nací yo.

Amaury. ¿Y dónde vivían?

Marta. He vivido en toda La Habana, Amaury, pobrecita mi madre.

Amaury. Pero nunca en Camagüey, como me dijeron el otro día.

Marta. No, no, de Camagüey es mi esposo, es camagüeyano y ahí vivían mis suegros, los padres de él y mi cuñada, su hermana. Y todas mis vacaciones yo me iba  para Camagüey.

Amaury. …No, lo que pasa es que yo tengo que explicarle a los televidentes, porque es que yo estoy buscando a Martica del Río, hace ya unos cuantos meses y a cada ratico, alguien me decía: No, no la vas a encontrar porque ella está viviendo en Camagüey.

Marta. Niño, si yo estoy saliendo en la televisión a cada rato, ¿cómo voy a estar viviendo en Camagüey?

Amaury. Yo decía, bueno será que está trabajando en Tele Camagüey.

Marta. Esa se quedó atrás, esa se quedó en Camagüey. Lo que el tiempo que yo estuve yendo un poco a Camagüey, porque mi suegra estaba enferma.

Amaury. Y además, tú eres hija adoptiva de Camaguey.

Marta. Si, no, bueno, figúrate, tantos años casada con un camagüeyano, ya me creen…

Amaury. …Y con ese sentido tan propio y tan orgullosamente bello que tienen los camagüeyanos, de ser, ¿no?.

Marta. Si señor. No, y mis hijos…

Amaury. …Los de Camagüey son del Camagüey.

Marta. Mi hijo Dunieski me dijo un día: ¿mami, por qué tú no me pariste en Camagüey? A él le encantaba. Las vacaciones, todas las vacaciones, mis hijos y nosotros nos íbamos para Camagüey.

Amaury. Bueno, a ver, cuéntame de los 14 años que tú estuviste trabajando en un bufete.

Marta. Ah, sí, un bufete en Obispo.

Amaury. ¿Y te interesaba ese trabajo?

Marta. No, mijo, yo lo que hacía era cogerles las llamadas, yo era una niñita, además, yo era tan flaquita y tan esmirriadita, que parecía que tenía menos edad. Yo tenía 14 años y parecía que tenía 12. Entonces, ese era un abogado que conocía a mi madre y le tenía mucho afecto y él, por ayudarnos, me puso allí para que yo me desenvolviera, ¿no? para que cogiera desenvolvimiento, porque yo era de la escuela a la casa, y de la casa a la escuela. Porque además, yo fui así desde niña, estudio y la casa.

Amaury. ¿Y no tuviste en esa época novios, o no quieres que Macho se entere?

Marta. No, no, sí, cómo no, pero si él tuvo como 29 mil, cómo no voy a tener yo. Yo tuve noviecitos. Un amigo de mi hermano, del otro hermano mío, de Eduardo, era mi noviecito, pero los novios de aquella época, Amaury, eran noviecitos de cogiditas las manos.

Amaury. Pero a veces qué importante cuando te tocaban la mano. Uno sentía que se estremecía el cuerpo entero.

Marta. Ay, niño, pero además, en mi casa y eso, pero eso no duró mucho, no duró mucho. A mí me gustaba otro, pero que nunca me dijo nada, otro amigo de mi hermano.

Amaury. Bueno, se lo perdió, si anda por ahí dando vueltas. Si anda, quién sabe.

Marta. No sé ni por dónde andará. Más nunca en la vida lo vi.

Amaury. Sí, pero han pasado cosas tremendas con el programa. Con el pintor, por ejemplo, el Choco, habló de una maestra, la maestra apareció.

Marta. ¿Sí?

Amaury. Gracias al programa, así que bueno.

Marta. Mira eso.

Amaury. No estamos mandándole ningún guiño a aquel amor antiguo…

Marta. …No, no…

Amaury. …Pero, para que se lamente.

Marta. Además, a estas alturas debe estar ya hecho un viejo feo.

Amaury. Bueno, pero tú no, así que bueno.

Marta. Sí, también, también, ya estamos viejos, ya no estamos para esos romances.

Amaury. Yo siempre digo que no, que aquí en este programa la gente no es vieja. Tú me hablaste, Martica, de tu debut con Cuqui Ponce de León.

Marta. Sí.

Amaury. Fue aquel debut en el teatro…

Marta. …En la sala Hubert de Blanck

Amaury. Y hay personas que vienen a este mundo y hacen mucho bien. Y uno de esos casos es Cuqui Ponce de León.

Marta. Sí señor.

Amaury. A quien yo tuve el placer de conocer muchísimo, y recuerdo sus ojos, el color de sus ojos, que eran una belleza. Sin embargo, son personas que se olvidan. ¿No sé por qué? Incluso, los mismos compañeros, cuando hablan del trabajo.

Marta. No, no, pero qué va, yo la tengo muy presente.

Amaury. Yo quisiera que tú hablaras de ella.

Marta. Muy presente, porque Cuqui fue como una mamá para mí. Yo era de la edad de sus hijas, por lo menos, de la más chiquita. Y ella como una hija me trató siempre y yo tengo, inclusive, el programa de esa obra, que yo lo conservo, dice: la primera de una serie. Otra más, porque después hice con ella Escápate Isabel, ahí mismo, otro personajito, en la misma sala Hubert de Blanck. Después hice en la sala Talía, Marea de otoño, y después en televisión.

Amaury. Ya cuando apareció la televisión siguieron trabajando.

Marta. En televisión también trabajé mucho con ella. Después no hice más teatro porque me absorbió mucho la televisión.

Amaury. La televisión agarra a las personas y las exprime.

Marta. Ahí sí que no había tiempo para más, porque además era todo el tiempo. Era ensayo y después trasmisiones en vivo y todo eso, no se podía.

Amaury. No se podía hacer teatro.

Marta. No se podía.

Amaury. Pero Cuqui era de las personas, Cuqui Ponce de León, era de las personas que podía dirigir teatro, con mucho éxito…

Marta. …Y televisión también…

Amaury.  …Y dirigir televisión también, que no todo el mundo lo puede hacer.

Marta. No.

Amaury. Ahora, yo he visto una cantidad de nombres, que para mí también resultan entrañables en mi recuerdo, que son los galanes con los que tú trabajaste.

Marta. Ah, yo fui la galana de todos los galanes, para que tú sepas. Aquel programa de los galanes, todos ellos fueron pareja mía en alguna obra.

Amaury. Aquí yo apunté, porque no quería que se me perdieran todos, o que se me perdieran algunos, aunque se me van a perder: Carlos Alberto Badías, a quien recuerdo, tan bien parecido y tan guapo. Pedro Álvarez, Jorge Marx, Carlos Barba, Rolandito Barral…

Marta. …Rolandito…

Amaury. …Familia de mi esposa…

Marta. …Cómo no, yo tengo una foto con él…

Amaury. …Jorge Félix, a Jorge Félix lo recuerdo mucho. Y por supuesto, Evelio Taillaq, Enrique Almirante, Frank Negro…

Marta. Sí, pero esos fueron después. Enrique Almirante fue también otro galán mío.

Amaury. No, no, no, pura belleza masculina.

Marta. ¡Sí señor!

Amaury. ¿No te tenían envidia el resto de tus compañeras?, porque todo el mundo no tiene ese récord de galanes.

Marta. No, no, no, seguro que no. Y además, que eran compañeros entrañables…

Amaury. …Todos eran gentes buenas…

Marta. …Entrañables, compañeros respetuosos, cariñosos, como unos hermanos, de verdad…, siempre fue para mí, todos tuvieron mucho afecto, mucho respeto, mucho cariño.

Amaury. A mi me gusta rescatar estos nombres, porque son nuestros nombres, son nuestra historia.

Marta. Seguro. Y desgraciadamente como era en vivo la televisión, no se tiene record grabado. Y las fotos se han perdido, las actrices somos las que tenemos algunas fotos, porque siempre había un fotógrafo en el estudio y, por suerte, algunas tenemos fotos, algunos recuerdos. Yo tengo fotos con todos ellos.

Amaury. Sí, que algunos de ellos eran hombres muy…

Marta. …Bernardo Menéndez…

Amaury. …Bernardo Menéndez, padre.

Marta.  Sí, el padre, yo no puedo hablar de Bernardito…

Amaury. …No, no, porque puedes hacer de la mamá de Bernardito…

Marta. …Bueno, de la mamá estoy haciendo ya…

Amaury. …No puedes ser la novia, ni la esposa. Martica, vamos a llegar a un programa, que hoy aquí en el estudio, yo te lo contaba cuando llegaste. Alguien me preguntó: Amaury, ¿a quién entrevistas hoy?, le digo, a Martica del Río. Y entonces me dice: ¡Finita!

Marta. Sí señor.

Amaury. Y muchachos jóvenes, o sea, que tienen que haber recibido ese recuerdo de sus padres.

Marta. De su familia, porque ellos no pueden haber visto ese programa. Ese programa estuvo en el aire 14 años.

Amaury. Casos y cosas de casa. Hablemos de esa época de Casos y cosas de casa. Eran, recuerdo, tres programas humorísticos de muy altos quilates…

Marta. Sí, señor.

Amaury. …Que estaban en la misma semana.

Marta. En la misma semana, cada día había uno. Estaba Detrás de la fachada, los miércoles.

Amaury. “La Fachada, los miércoles. Y los martes era Cachucha y Ramón, ¿no?

Marta. También estaba Cachucha y Ramón, San Nicolás del Peladero, y Casos y cosas de casa, todos los jueves a las ocho y media de la noche.

Amaury. Hablemos de Casos y cosas de casa. Hablemos de cómo se gestó esa idea, de cómo llegó ese programa a la televisión.

Marta. Al triunfo de la Revolución ese programa estaba en el aire. Guillermo de Cuba y yo hacíamos una pareja esporádica en el programa, ya desde antes, desde que surgió.

Amaury. ¿Y sería qué año, 57, 58, por ahí, no?

Marta. Bueno, Jorge era, ¿era Jorge el que lo hacía, Jorge y Normita? No, no me acuerdo exactamente. Bueno, el caso es que Guillermo y yo hacíamos de una pareja, un matrimonio de amigos de la casa, que salíamos esporádicamente en el programa. Pero cuando ellos se fueron, la acción pasó a la casa de Finita y Guardiola, que era como se llamaba el personaje de Guillermo. Después, cuando se fue Guardiola, porque a mí se me iban los maridos así…, menos mal que fue en la televisión nada más. (risas)

Amaury. Menos mal que fue en la televisión. (risas)

Marta. Entonces cuando se fue Guillermo, entró Rivero.

Amaury. José Antonio Rivero.

Marta. José Antonio, que fue el que lo terminó conmigo. Y ya entonces al personaje, en vez de decirle Guardiola, se le decía Ignacio. Y entonces bueno, siguió el programa, 14 años estuvimos en el aire.

Amaury. ¿Y por qué? Bueno, yo recuerdo que te pregunté hace rato y te lo voy a preguntar al aire -yo te hice una entrevista afuera y otra adentro porque estaba desesperado por saber, hacía mucho tiempo que no te veía.

Marta. Tú no eres chismoso, ¿eh?

Amaury. No, no, ese es mi trabajo de ahora, mi segundo trabajo aunque se ha convertido en el primero, increíblemente. Pero bueno, uno no sabe dónde se la tienen preparada.

Marta. Para bien, para bien.

Amaury. Para bien, yo creo. Ahí estaba Ana Lasalle, que hacía de Tecla.

Marta. Tecla, que era la mamá mía.

Amaury. Coqui García…

Amaury. …Coqui García, que hacía de Domingo, un personaje que… Ese programa nunca se pensó que los niños lo vieran, que vaya, les llamara la atención, y fue increíble la telelaudiencia de niños que logró ese programa.

Amaury. ¿Por qué ese programa desapareció? ¿Por qué desaparecen los programas de la televisión? Porque también pasó con Si no fuera por mamá, del que hablaremos un poquito más adelante.

Marta. Sí.

Amaury. Pero esos programas que tienen mucha aceptación  y de repente desaparecen. ¿Por qué desapareció Casos y cosas…?

Marta. Mira, ese programa, bueno, como Núñez Rodríguez…

Amaury. …Nuestro magnífico y maravilloso, inolvidable escritor…

Marta. …Sí, señor. Lo escribieron cuando estaban los otros actores, lo escribían varias gentes. Pero después que se fueron también los escritores, y eso Núñez Rodríguez (Enrique) lo agarró y él creó esos personajes que eran Finita, Ignacio, Domingo, Tecla, que eran los fijos, porque nosotros nos reuníamos y aportábamos cosas de la vida, que como seres humanos que somos y que vivimos en este planeta, y que tenemos circunstancias en la bodega y en esto y lo planteábamos a Núñez y Núñez agarraba todo lo que se le presentaba y lo volcaba, porque esa era una familia cubana.

Amaury. Claro.

Marta. Era un hogar cubano.

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