«Con 2 que se quieran» Natalia Bolívar (Parte II)
Amaury. Ahí iba yo.
Natalia. El Tavo Machín, el Alejandro de la Guerrilla de Bolivia, estuvo en el clandestinaje conmigo. Hicimos el atentado a la 15 Estación de Policía. Y siempre estuve con ellos. Los llevé a la Sierra, porque yo me quedé con una casa llena de armas, ya clandestina, en el reparto Orfila, donde sucedieron los hechos de Orfila.
Íbamos a hacerle un atentado a Batista, y ya estaba planificado y lo que fueron es a la Sierra a comunicarle a Faure (Chomón) y a la dirigencia que estaba en la Sierra que nosotros íbamos a hacer el atentado. Ya lo teníamos todo, bazooka y todo, pero vino la ofensiva y la toma de Santa Clara y se acabó el atentado que le íbamos a hacer.
Entonces también estuve con Alberto Mora, el hijo de Menelao Mora, Julio García Olivera, Jimenito. Pero el hombre que varió mi vida completa, se llamó José Luis Gómez Wangüemert. Yo puedo decir que mi vida es antes de José Luis y después de José Luis, que le llamaban Peligro.Así que te puedes imaginar.
Amaury. Varias veces ha usado la palabra amigo; amigos, varias veces la ha usado, y cuando nos hemos visto, yo veo que esos amigos suyos le rinden pleitesía, la homenajean constantemente. ¿Uno siempre se merece los amigos que tiene, los amigos que escoge?
Natalia. No, yo no creo que me merezco los amigos que tengo. Pero en realidad, mira Amaury, yo le abro las puertas a todo el mundo. Se pueden quedar amigos o se pueden quedar enemigos. Y en realidad tengo poderosos enemigos.
Amaury. Reconoce que tiene enemigos poderosos.
Natalia. Poderosos, porque, bueno, vamos a ver. Déjame pensar para no caer en una…
Amaury. Es que nadie ha hablado en este programa de sus enemigos y todo el mundo tiene.
Natalia. No, ¡muchacho! yo tengo poderosos enemigos. Yo creo que es que nosotros somos envidiosos. A algunos los respeto, a otros no los respeto. Pero yo también tengo algo que, como tú ves, esto no lo llevo por gusto (se refiere a los collares que lleva puestos), nada de lo que hay aquí está por gusto, nada, nada de lo que tú ves, está por gusto.
Amaury. Sí, no son adornos, está claro.
Natalia. No, no, ninguno es adorno. Los adornos están guardados en la casa porque no los uso. Porque me pesarían mucho y tendría que usar, como me dijo un amigo mío: Oye, ahorita te vas a tener que poner una minerva. Digo, bueno, pero no pienso por ahora, todavía aguanto.
Yo te voy a decir una cosa, si tengo poderosos enemigos, tengo poderosas protecciones. Hay cosas que yo ni me atrevo a hablarlas delante de algo que me rodea. Porque sé que no dura una semana. Entonces no me atrevo a hablar.
Pero eso de los enemigos, quién sabe sea por un problema de envidia, quien sabe sea por un problema de hacerle daño a uno, porque yo he sido muy trabajadora toda la vida. Creo que soy buena madre, me parece, por ahí anda una de mis hijas.
Amaury. Claro, vino con usted, claro.
Natalia. Yo creo que he sido…
Amaury. ¿Y que trabaja también con usted, no?
Natalia. Ella trabaja conmigo. No, ella es la heredera de todo el archivo mío que es muy grande y de todos los libros y de todo. Y en realidad, ella a veces hace más trabajos que yo, y yo le digo, ponle esto y esto y ya. Y dice: ¡pero mami, ya tú no quieres ni escribir! Y le digo, yo, la verdad que no, porque como estoy pintando. Volví a retomar después de 50 años la pintura. Para mí es mi… yo descompresiono, yo me voy del mundo pintando.
Amaury. Ahora, hablando de obra y de legado. ¿Usted cree que nosotros en Cuba le hemos hecho la suficiente justicia a la figura de Lidia Cabrera?
Natalia. No, hijo, ninguna, ninguna.
Amaury. ¿Por qué cree?
Natalia. Porque Lidia Cabrera es la tradición oral. Hay dos sistemas de investigación: el científico de Don Fernando Ortiz, indiscutiblemente, y la tradición oral de Lidia Cabrera. Y ¡por favor!, tú no puedes escribir de religión, ni hacer conclusiones de religión, si tú no te estudias a esos dos personajes y si tú no estudias los libros que tienen ellos hechos. Y uno entiende qué ha pasado en el siglo XIX y principios del siglo XX, porque es la tradición oral.
Amaury. Pero usted tiene un libro donde la homenajea…
Natalia. Yo sí, Tributo, con mi hija Natacha:Tributo, Lidia Cabrera en su Laguna Sagrada. Que nosotros fuimos con Lázaro Ross, lo presentamos, y está dedicado, el libro, a Pedro Betancourt. Y tuve la suerte que los de la Televisión Española, que son muy amigos míos, fueran con su equipo y filmaran todo lo que hicimos allí, que fue el Canto en la Laguna Sagrada, que hay un ojo de agua que lo han tapado, se hizo el canto a San Lázaro, que es fabuloso, fabuloso, el San Lázaro que llora sangre. Fuimos al cementerio. Lázaro cantó en todos lados, Arará, Ayesá, Ganga, Yoruba. Fue precioso, nos pasamos todo el día en eso.
Amaury. Bueno, yo voy a hacer un cambio drástico.
Natalia. Cambia radical, si quieres.
Amaury. Ahora, cualquiera que está mirando se da cuenta que usted es una mujer muy bonita y normalmente la belleza va apareada de muchas relaciones amorosas. Hábleme un poco de sus amores.
Natalia. Bueno, son muchos.
Amaury. Bueno, hábleme de los que pueda, o por lo menos de los más importantes. ¿Usted ha sido una mujer muy enamorada?
Natalia. Sí. A mí un amor nunca me ha durado más de tres años.
Amaury. ¿Pero qué pasa que después del deslumbramiento inicial empieza como un descender?
Natalia. No, es que yo soy celosa, Amaury, muy celosa. Yo soy celosa hasta de las amistades, muy celosa.
Amaury. ¿Ah, sí?
Natalia. Eso te lo estoy confesando, eso nadie lo piensa de mí, pero yo soy muy celosa. Entonces, no sé, las relaciones se volvían un poco complejas y creo que tres años es bastante. Pero te voy a decir, que cada hombre que he tenido, fíjate que yo estoy haciendo mis memorias, no voy a decir que las estoy haciendo, las quiero hacer, y los capítulos van a estar interrumpidos por los hombres que han marcado mi vida. (risas)
Amaury. ¡Que interesante! (risas)¡me va a encantar leer esas memorias!
Natalia. Bueno, vuelvo, quieres que te diga cuáles han marcado mi vida.
Amaury. Sí, sí, quiero que me diga.
Natalia. Bueno, Wangüemert fue un antes y después de Wangüemert.
Amaury. El de siempre.
Natalia. Después de Wangüemert no ha crecido la hierba (risas). Sí, es verdad, después de Wangüemert, la yerba creció pero se quedó ahí. No llegó a ser…,¿cómo se llama la yerba mala esa?
Amaury. El marabú.
Natalia. Bueno, mira, Mariano fue un hombre que me marcó mucho, pero me marcó intelectualmente, me ayudó mucho a comprender la pintura en toda su magnitud. En la época del 57, yo pintaba los rasgos, le pintaba a él el lienzo, con trazos y él venía detrás.
Amaury. Además, Mariano era un hombre que sabía de todo, era un hombre de mucha cultura.
Natalia. De una cultura tremenda, y sabía de música.
Amaury. Lo conocí bien, gracias a Dios.
Natalia. Y bueno, a mí me fue muy fuerte, porque una de las cosas que más a mí me impresionó de Mariano, fue el explicarme con lujo de detalles, Las Meninas, de Velázquez.
La primera vez que viajé a España, fui directo, solté maletas para irme a ver Las Meninas, de Velázquez. Sentarme delante y apreciar todo lo que me había enseñado Mariano de Las Meninas.
Amaury.¿Por qué no tiene correo electrónico con la oportunidad de poderlo tener? me dijo el otro día: No me vayas a escribir por correo electrónico, porque no tengo.
Natalia. Amaury, no uso nada de eso, siempre he escrito a mano o en máquina de escribir y yo tengo mi máquina de escribir. La casa está rodeada de máquinas viejas, desde la Underwood en la que escribí Los Orishas en Cuba, hasta, bueno, todo en máquinas viejas.
Amaury. Ese es un libro capital dentro de la literatura religiosa cubana, Los Orishas en Cuba.
Natalia. Sí, es el que me vuelve a poner en la palestra pública. Bueno, es un libro que yo quise mucho, pero se lo debo y lo voy a decir, porque es que él no me hace ningún caso, a Armando Suárez del Villar y a Reynaldo González.
Amaury. ¿Ah, sí?
Natalia. Armando Suárez del Villar, porque en ese tiempo tuve varios trabajos. Tú sabes que yo limpié tumbas del cementerio, etc., etc. Como no me lo has preguntado, no te lo voy a decir, no te voy a decir más nada.
Amaury. No, no, no se lo pregunté porque pensé que lo iba a decir usted. Pero bueno, ya lo dijo.
Natalia. Es que la vida es muy larga.
Amaury. Ya lo dijo, ya lo dijo.
Natalia. Entonces, con Armando, yo caigo en el Teatro Nacional. Ya antes yo había ayudado a Titón en La Última cena, cuando estaba en el (museo) Numismático, que le di todas las monedas que tuve que ir con ellos y que Titón me pidió una serie de asesoría que yo en realidad, no me interesaba que me pusiera en los créditos, ni nada -él me decía: Te voy a poner en los créditos. Le digo: no- hasta el último de Fresa y Chocolate, que me dijo: oye, te voy a poner en el crédito, y lo le dije: está bien, ponme el crédito, más nada. Pero a Armando Suárez del Villar, a él yo lo ayudé mucho en Santa Camila. Yo hice las tres Camilas; con Verónica Lynn, con Adria Santana, y con Isabel Moreno. Las tres Camilas. Por amor al arte todo. Y estuve, sí, por amor al arte en Réquiem por Yarini, bueno, yo asesoré a Manuel Octavio Gómez, vaya, no sé, he asesorado a mucha gente de teatro y de cine. Y ellos mismos, y sobre todo Armando Suárez del Villar, que es un yiyiyí, me dijo: ¿Por qué tú no haces un libro y así no te molestamos más? Y nos dices cómo camina Yemayá y cómo se viste.
Amaury. Claro, ahí está el referente para todo.
Natalia. Porque el problema es que ellos me enseñaron, y yo lo tengo que decir, porque con Armando Suárez del Villar, yo aprendí a hacer mis conferencias. ¿En qué sentido?, ahora cualquiera las hace, pero cuando yo las hacía, no. De músicos, yo tuve hasta mis grupos musicales y trabajaba con Lázaro Ros. Música y actuación corporal. Y hacía toda la cosa científica, pero hacía también los patakines, los cuentos y todo.
Amaury. Los cuentos, los patakines.
Natalia. Actuados, cantados, o sea, a las conferencias se iba y tú no sabías que estabas viendo una conferencia. Eso lo aprendí, sobre todo, con Armando Suárez del Villar. Porque con Armando tuve que trabajar muy duro.
Amaury. El sentido teatral de todo eso.
Natalia. Y hago como una cosa de teatro. Ahora uso el photoshop, que Natacha hace unos photoshops espectaculares, y además interviene. Pero cuando tengo músicos integro a los músicos. Y cuando tenemos a Coralia aquí, integro a Coralia, de actriz. O sea, yo aprendí mucho con el teatro y con el cine, mucho, mucho, mucho.
Amaury. A ver, voy acercándome a la curva final del programa, porque estos programas desgraciadamente tienen un final.
Natalia. Creo que te hemos llevado demasiado tiempo.
Amaury. No, qué va, para nada, para nada, estoy encantado, estoy fascinado. Ahora son preguntas puntuales. ¿Cuándo la religión afrocubana se convierte en negocio?
Natalia. Oye, qué complejo tú eres, viejo. Bueno, yo no puedo decir cuando se convierte en negocio, porque yo siempre veo la religión de origen afrocubano con la belleza que tiene de ser ecológica, ¿entiendes?, que te enseña a querer todo lo que hay en la naturaleza. O sea, nosotros somos ecológicos. Y en realidad, yo creo, pudiéramos decir que el problema es económico, Amaury, sí, no le pongas más, la situación, tú conoces porque tú vives aquí, no vives en China, ni en París, ni en nada de eso. Si vivieras allá, cuidado.
Amaury. No, vivo aquí y viviré.
Natalia. Pero en realidad la situación económica es dura y hay veces la gente no tiene conciencia de que cuando tú vas a ayudar a una persona tienes que ayudar de okán, o sea, de corazón.
Amaury. De corazón.
Natalia. Si no estás perdido. Entonces llegan a cobrar más, en exceso, y a vivir de esto, que no debe ser. Porque de verdad estas religiones son de mucho amor, de mucho amor. Los viejos vivían muy pobres, todo lo hacían. Si tienes dinero me das un peso, mi’jita y si no, no me das nada. Entonces yo creo que hay un momento muy difícil mundialmente, no es de Cuba solo, mundialmente, entonces se nos va de la mano.
Amaury. Sí, últimamente, yo tengo amigos que profesan y cultivan y son devotos de la religión afrocubana -a cada ratico vienen a casa- Oye, ¿te has visto, te has consultado? les pregunto, ¿no? Y me dicen: sí, me mandan paraldos constantemente uno y otro y cuatro pollos y no sé qué, un chivo y entonces, bueno, yo digo: ¿pero constantemente tienes que hacerte eso?
Natalia. No, no, es que se ha perdido un poco la ética, los principios de esta religión que son unos principios tan bellos, porque es ayudar al prójimo.Y yo creo que tú te haces mejor en la vida, y a ti mismo, ayudando al prójimo. Porque dejas parte de tu vida en lo que tú has podido tener de sabiduría, en el trayecto de tus tantos años vividos.
Amaury. Yo creo que una autoridad como usted diciendo eso en televisión, igual llama a las buenas conciencias a que retomen el camino de la ética.
Natalia. Yo no pienso solo que la religión ha perdido la ética, se ha perdido mucho la familia, se ha perdido el amor al prójimo. O sea, la cosa de que me queda un buchito de sal, y me vienen a pedir sal y digo no, no, oye, si le doy un poquito de esta sal a dónde voy a parar yo. No, se ha perdido mucho eso. Pero yo creo que es porque nos hemos volcado mucho en el amor a la Patria. Yo creo que el amor a Cuba es algo que nos toca mucho. Y se ha perdido el amor a la familia. Y la familia es muy importante, Amaury, es muy importante, porque es la que tienes al lado, es la que te conoce a la perfección y es la que vive contigo. Y es la que no te va a tirar cuando seas viejo para la calle ¿me entiendes?
Yo creo que la familia es fundamental. Bueno, es el eje de toda sociedad. Y yo creo que la gente tiene que reflexionar mucho y tenemos que aprender mucho, tenemos que aprender todavía mucho. Yo con mi edad quiero seguir aprendiendo.
Amaury. Bueno, yo estoy ya en el final de la entrevista. Y lamento no tener más tiempo para hablar en extensus, como se dice en latín, sobre algunos temas.
Pero hay una novela, por cierto, preciosa, la de Quintín Banderas, la novela de Quintín Banderas.
Natalia. Ay, sí.
Amaury. Y ahí en Quintín Banderas, supuestamente, supuestamente no, ocurrió en la novela, bajaron un muerto. No le voy a preguntar, porque no voy a convertir esto en una consulta espiritual.
No le voy a preguntar cómo es que se baja un muerto, ni qué significa bajar un muerto. Cualquier persona que está viendo el programa sabe lo que es: convocar el espíritu de una persona fallecida y que “aparezca”.
Si usted tuviera la oportunidad -y sería mi última pregunta- de “bajar” hoy a un muerto ¿a quién bajaría?
Natalia. Si yo tuviera la oportunidad, yo bajaría a Wangüemert, si yo tuviera esa oportunidad. Porque la tuve con Quintín Banderas, para que veas, pero yo bajaría a Wangüemert, para poder llorar en sus hombros.
Amaury. Bueno, muchas gracias, Natalia, por haber venido y por habernos dado un poquito de su magisterio y por haber visto en sus ojos el destello de lo profundo, nadar en aguas profundas. Hoy pude nadar en aguar profundas. Muchas gracias.
Natalia. No, gracias a ti.
Amaury. Muchas gracias.
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