AGRADECER, la digna virtud de los humanos
Por Ricardo R. González
Hace días extravié mi billetera en los alrededores del Parque Vidal. Lamentaba dos detalles: el haberla perdido ante el recuerdo familiar que encerraba, y porque contenía mi carné de identidad que me obligaría a realizar los engorrosos trámites de solicitud, máxime en los tiempos actuales.
Pasaron apenas horas cuando los buenos amigos y amigas, esos que nunca faltan, comenzaron a enviarme capturas de pantalla de la página en la que reflejaba el hallazgo y de la persona que lo había encontrado.
En circunstancias donde los valores me parecen cada vez más lejanos y casi de otro planeta suscribo la canción de Fito Páez al preguntarse «Quién dice que todo está perdido»… Y muchas personas ofrecieron su corazón y ayuda desinteresada. Ahí están Nerelys Machado, a quien le reconozco que tomó el asunto como suyo, y Verónica Fortes, ambas dieron con ese ángel llamado Joelkis Martínez, quien junto a su hijo recuperaron mis pertenencias, pero también muchos otros que, a través de los días, indicaron, a manera de tranquilidad, que no había pérdida alguna y saben que están presentes con sus capturas de pantallas y mensajes por diferentes vías, por lo que les doy mi aprecio y gratitud al dedicarme su tiempo.
Desde primer momento me hablaron de la amabilidad y gentileza de Joelkis cuando aún no la conocía ni había contactado con ella.
Luego se hizo la magia que tuvo mucho de realidad, y pude constatar las cualidades a las que esas personas se referían.
Dar gracias es mínimo ante el gesto de Joelkis y de su hijo que fue quien encontró la billetera en los alrededores de nuestro Parque.
Demoré en irla a ver. No por descuido ni indiferencia, pero estaba convencido de mi total seguridad, y sus palabras lo reafirmaron al decirme por teléfono: «toma el tiempo necesario que aquí están».
Tenía la certeza de que se encontraban en buenas manos, por eso, también, no me apresuré.
Alguien me dijo: «¿Y vas a divulgar esto?». Lo menos que puedo hacer. Las acciones de personas que engrandecen la vida con solidaridad, y sin interés alguno, llaman a generalizarse para dignificar el curso de los días.
Supuestamente pequeños detalles que lejos de eso se hacen inmensos. Joelkis y su hijo merecen todas las dichas de este mundo. No han sido ni serán los únicos donde todavía existen personas muy honradas, pero fue mi caso, el que sentí, por lo que creo, y estoy seguro, que puedo decir: QUE SUERTE HE TENIDO DE NACER.
PIE DE FOTO Junto a Joelkis el día del encuentro.
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