Creadoras e invencibles
Por Ricardo R. González
Agosto trae el espacio para hablar de ti, ese que siempre se hace pequeño para admirar tu temple de guerrera y las proezas que te hacen invencible.
Cómo decirte cuánto se siente al verte crecer y levantarte mirando al infinito, cómo agradecerte tu paso apresurado con las huellas de un camino abierto a las dichas y, también, ante inesperados tropiezos y sinsabores.
No puede haber alguien capaz de minimizar ese don tan tuyo de hacer realidad la maternidad, de tener el privilegio de escuchar el primer llanto que le anuncia al mundo los destellos por la existencia.
Cómo olvidar que brotan de ti las más dulces caricias, el mejor de los consejos, la mirada más tierna, y la más bella sonrisa.
Observo alrededor y no hay esfera de la existencia que no tenga tus huellas porque ustedes escriben gran parte de la historia. Desde la encumbrada científica, la auxiliar de limpieza hasta esas amas de casa que cubren la retaguardia en los hogares y resultan imprescindibles con su entrega.
Ustedes, federadas, llenan de luz hasta el pequeño sitio que parece abandonado, y a la vez enseñan, educan y aprenden de cada lección que dejan las andanzas cotidianas.
Y no eres perfecta, de acuerdo, pero sí real, tal como eres, vida y obra, obra y vida, esas que merecen más que un día todos aquellos que conforman el universo. Por ello marcas con el signo de lo sorprendente que trae la belleza.
Ustedes comparten el protagonismo de las jornadas. Mujeres empoderadas, valientes que aparecen como la más sencilla entre todas; sin embargo eres tú, sin remiendos, vital.
Abrazamos este 23 de Agosto como parte de un mundo que detesta violencias, discriminaciones, estereotipos, y marginalidades de las tantas que enfurecen las mareas.
Que venga, entonces, el brindis por la equidad y admiremos ese regalo que llega vestido de federada en el trepidar indetenible de la vida.
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