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Rostros sin marcas

Rostros sin marcas

La Dra. Yisel Muñoz Alfonso es la coordinadora de la Consejería de la No Violencia en la Casa de Orientación de la FMC santaclareña. Miradas hacia lo real de un mundo complejo.

Por Ricardo R. González

Fotos: Ramón Barreras Valdés

Hace 31 años que Yisel Muñoz Alfonso alcanzó su título de licenciada en Derecho. Desde entonces el camino ha sido diverso en lo concerniente a las leyes hasta convertirse en profesora titular de la Facultad de Ciencias Sociales en su departamento de Derecho.

Una de sus máximas resulta la perseverancia y así logró el doctorado en Ciencias Jurídicas, sin apartarse de ese ejercicio del magisterio que imparte a los alumnos de la carrera de Derecho en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV).

De verbo sostenido, quizás como cualidad indispensable en su profesión, responde sin titubeos a cualquier pregunta, y en medio de sus responsabilidades no declina ese don de ser útil. Por ello un día aceptó colaborar con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y asumir la coordinación de la Consejería de la No Violencia en la Casa de Orientación a la Mujer y las Familias (COMFS), la primera fundada en el país en la capital villaclareña.

Confiesa que la experiencia inició hace, aproximadamente, tres años y surge a partir del Programa Nacional de Adelanto a la Mujer en todo el país. Aunque funciona en Santa Clara asisten residentes en otros municipios y atienden a personas que viven en situaciones de violencia o a portadores de conflictos familiares en busca de ayuda.

Parece que la Dra. Yisel Muñoz es irreverente con la pasividad, no la admite, porque dispone de un proyecto internacional sobre la violencia en la UCLV. «Ruta crítica» se denomina, en el que también forma parte la FMC, la dirección de Justicia y otras instituciones cuyos resultados se aplican en la Consejería.

— ¿Cómo llegar a ustedes?

— Disponemos de un equipo multidisciplinario al que, además de los juristas, se insertan abogados, fiscales, sicólogos, siquiatras y   sicopedagogos. Brindamos atención el segundo y cuarto jueves del mes, en la propia COMFS situada en la Vigía, a partir de una atención personalizada, con consejería cara a cara.

— ¿Nada más?

— El espectro es amplio. Son personas que necesitan comprensión. Por ello según la problemática le ofrecemos asesoramiento y acompañamiento. Coordinamos con otras entidades, con una escuela, un servicio de Salud determinado, con la Fiscalía, Comercio…a fin de encontrar una posible solución o salida ante el problema.

Es un trabajo que lleva sensibilidad, preparación y la interacción con otros sectores, lo que a veces se dificulta porque requiere del consentimiento de instituciones dígase PNR, Vivienda, Comercio, órgano del Trabajo debido a que si son mujeres sometidas a violencia en ocasiones no trabajan, otras tienen dificultades con el acceso a los alimentos a partir de la librera de abastecimientos, sin que ello signifique la concesión del documento, y en dependencia de la situación gestionamos alguna representación ante el bufete, se analiza el caso con la Fiscalía, o acompañamos a la PNR para formalizar una denuncia.

A veces las personas no explican su caso de la mejor manera o no reciben la debida atención y aun así se han logrado resultados.

— Me detengo en algo fundamental: la comunidad, ese lugar de convivencia…

— Hemos tenido siempre la intención de acercar el servicio a la comunidad e incluso intentamos hacer la consejería en este marco, pero no hemos podido realizarlo, aunque no han faltado los encuentros en áreas, en escuelas, centros de concentración femenina, intercambio en consejos populares, entre otros, pero parafraseando la canción de Arjona nos queda como asignatura pendiente.

— ¿Acaso algo complejo?

— No cabe dudas que es en la comunidad donde se sabe quiénes son las personas que viven en situaciones de violencia y cómo buscar el asesoramiento. En esto la FMC tiene un papel importantísimo y nosotros la función de contribuir con nuestro servicio.

Claro en la barriada resulta algo complejo porque requiere de condiciones de privacidad, de tranquilidad y confiabilidad, y no en todos los lugares existen losrequerimientos para proteger a las personas, mas ello no exime la capacitación a las personas que trabajan en el área y pueden conocer a las víctimas de la violencia.

Precisamente uno de los elementos a insistir radica en la preparación y en la articulación con las instituciones y el trabajo en las comunidades

— A partir de su experiencia ¿todavía la población siente temores a la hora de plantear y canalizar sus inquietudes?

— La violencia tiene su tiempo y constituye un ciclo para comprender que se está en esa situación por parte de las personas. Atreverse a formular una denuncia toma su momento, incluso en ocasiones no se quiere reconocer o se forman los estereotipos, el temor al victimario, a exponerse al juicio social, o no confiar en las instituciones para solucionar el problema, por lo que existen limitaciones a la hora de acudir a un servicio.

Creo que se ha avanzado, pero hay mujeres que sí rompen el ciclo y ello merece una mirada porque están en busca de respuesta y de recibir una atención más esmerada. No olvidemos que dejarlo a la deriva pudiera ocasionar un femicidio o derivar en conductas de violencia más graves.

— ¿Pudiéramos decir que al romper el silencio ante la violencia ya se está en un extremo máximo del hecho?

— No siempre, a veces no se dan cuenta que es la raíz del problema y acuden buscando ayuda por otros conflictos familiares, por hijos que maltratan a la madre o padres que lo hacen con sus hijos. No se inscriben como delitos, pero sin dudas son situaciones de violencia y buscan auxilio de cómo salir de esta problemática familiar.

— ¿Existen soluciones inmediatas?

— La violencia es compleja, un tema que no se resuelve en una Consejería ni en una consulta. Debemos ofrecer seguimiento a los casos, a veces demoran meses para que aparezca la posible solución.

Es un fenómeno multifactorial en los que A no es igual a B. Somos seres humanos inmersos en relaciones sociales y familiares complicadas y el trabajo se nos torna complejo.

— En sus vidas personales ¿qué tiempo les ocupa estas acciones?

— Quienes integramos el equipo somos colaboradores, no percibimos remuneración adicional y lo asumimos de manera voluntaria al margen de nuestras responsabilidades lo que incrementa la intensidad laboral. No es solo el día de la Consejería, luego hay que ofrecer seguimiento, lleva atención, pero no nos cansamos. La satisfacción está en poder ayudar y decir que hay especialistas que desean incorporarse a trabajar en el servicio.

— Si vamos a los detalles ¿qué causas mayoritarias provocan la asistencia a la Consejería?

— Mayoritariamente las situaciones de violencia de pareja, golpizas, amenazas, realidades que convidan al abandono de la vivienda. También padres y familiares que maltratan a los niños, abuso a adultos mayores, y algunos casos de acoso sexual, incluso a niños en los que resultan casos de marcada complejidad con la intervención de diversos factores.

— En un mundo tan heterogéneo en el que también existen mujeres que cometen violencia contra hombres y ante tantas situaciones ¿qué experimentan ustedes como seres sociales?

— Algo muy duro. Pasé un curso de Consejería que nos planteaba la necesidad de «dar salud al Consejero» o autocuidarnos porque salimos con la presión de cada historia, nos permeamos de ellas. Muchas veces las personas nos llaman a la casa, incluso en horas de la madrugada, y es imposible no sensibilizarse ante cada problemática y tenemos que prepararnos también para ello por parte de todos los que participamos en la Consejería, y evitar herir a la persona por nosotros mismos. Un gesto, una frase, una palabra indebida puede dañarlo todo.

— Algunas de las actuales tarifas para canalizar problemáticas son muy costosas ¿es algo contraproducente?

— Nosotros no tenemos tarifas, la COMFS es gratuita para todas las personas. Ahora bien los servicios legales tienen que ser pagados a través de una tarifa establecida a nivel del país por el Ministerio de Justicia, pero no todas las personas están en condiciones de sufragar los gastos.

Esta respuesta pertenece a los Bufetes Colectivos, mas hay opciones exentas de pagos para personas muy vulnerables o de rebaja de precio, no así con los acusados que tienen su representación de oficio, pero las víctimas sí deben pagar y aparece como problema ante mujeres que muchas veces no trabajan, tienen dependencia económica de su pareja, con situaciones familiares difíciles por lo que quedan brechas para quienes no tienen posibilidades.

— ¿Es la Consejería portadora de una varita mágica en busca de soluciones?

— Resulta imposible que la totalidad de los casos encuentre el fin de su problema a tenor de que no toda manifestación violenta deriva en delito, por lo que muchas veces quedan en el ámbito familiar, otras los casos no retornan al servicio o vuelven cuando la situación es más grave.

— Qué insatisfacciones quedan para la Dra. Yisel Muñoz?

— Muchas. En el país se está apostando por ofrecer respuestas más adecuadas al tema, pero se requiere de un protocolo que articule a las instituciones.

Abogo por la existencia de servicios especializados para esas personas. Cuba lo necesita, algo integral dirigido a la atención a las mujeres víctimas que aún no existe. Una ley integral en función de ello, y cuando no se cuenta con una legislatura que aborde la totalidad de los tipos de violencia queda solo para determinados asuntos que excluye muchas de las soluciones.

Solo disponemos de la protección de acercamiento, pero debían proliferar otras, aunque el país comienza su accionar en este sentido.

— ¿Su mayor pretensión?

— Que el mundo viva con rostros sin marcas de violencia.     

PIE DE FOTOS

1.- Además de sus responsabilidades profesionales la Dra. Yisel Muñoz Alfonso asume sus tareas ciudadanas y sonríe al llevar con ella el legado martiano que le propicia la utilidad de la virtud.

2.- Durante su intervención en el reciente encuentro con representantes de la FMC, los Tribunales y la Fiscalía.

3.- «La violencia es compleja, un tema que no se resuelve en una Consejería ni en una consulta», precisa la entrevistada.    

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