Sociedades científicas abren puertas a estudiantes villaclareños
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
Son alumnos que tejen aspiraciones, que tratan de dibujar su futuro y responder a la interrogante de que cuando sea grande quisiera ser… Y aunque al final las decisiones pueden variar e inclinarse por otras disciplinas prevalece en ellos una motivación compartida: mirar hacia la educación superior como propósito a conquistar.
Esta realidad la conoce el profesor Alejandro Moya Pérez, uno de los organizadores de la Sociedad Científica en el instituto preuniversitario urbano Capitán Roberto Rodríguez, de Santa Clara que de conjunto con el IPVCE Ernesto Guevara y algunos politécnicos disponen de sus estrategias y acciones para la atención a los jóvenes talentos.
Se trata de un trabajo orientador a fin de consolidar objetivos en la vida a través de las sociedades científicas con múltiples motivaciones para estimular la formación vocacional mediante los círculos de interés, las propias sociedades científicas, las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y diferentes vías.
«Si algo propicia el desempeño de habilidades y la formación vocacional desde la propia vida del alumnado es el vínculo existente entre la enseñanza media, la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV) y el CITMA como herramientas definitorias, sumado a las iniciativas que los orientadores pueden desplegar», precisa Moya Pérez.
En esos intercambios se conversa y existe el debate sobre temas históricos, geográficos, científicos, culturales o de temas actuales. Una labor de mucha paciencia con múltiples maneras de seguir a esos jóvenes llamados a desarrollar aptitudes, actitudes y capacidades.
Hasta el momento el grupo del IPU Capitán Roberto Rodríguez se inclina, mayoritariamente, hacia las diversas especialidades de la medicina, a pesar de lo que implica una vida de sacerdocio consagrada al estudio y al sacrificio.
«Entre las predilectas aparecen la pediatría, cirugía, neurología, neurocirugía, cardiología, sin descartar la microbiología y el estudio profundo de la medicina natural y tradicional», asevera, el instructor.
Bajo la óptica de un docente orientador «la tarea no se puede descuidar ni dejarla a razón de un solo día o llevarla por impulsos, hay que trabajar con ellos a base de sistematicidad, con evaluaciones a través de exposiciones, y para ello existen equipos formados en el trabajo colectivo con la finalidad de enriquecer habilidades y escuchar criterios conjuntos, y sobre todo investigar como elemento prioritario en ellos», considera Alejandro Moya.
Esta labor también demanda trabajar con las particularidades de cada estudiante, saber hacia dónde va y las posibilidades que tiene para alcanzar sus sueños.
Y en el día a día surgen situaciones que merecen seguir de cerca « Tuve en mi grupo a un niño con antecedentes de una familia disfuncional. Por las limitantes de sus padres él asumía, en cierta medida, el sostén de los progenitores para su conducción social. Ante las circunstancias conversamos mucho y determinamos que la mejor opción era vincularlo a un técnico medio cerca de su domicilio a fin de que pudiera atender los requerimientos familiares, sin desvincularse de los estudios. Incluso hubo un gesto muy digno porque sus compañeros de aula recogieron determinada cantidad de dinero y se lo ofrecieron».
Un ejemplo contundente para quienes afirman que la juventud está perdida. Pudiera existir una parte de esta sin motivaciones, pero proliferan excelentes ejemplos como este, entre tantos otros.
«Habrá que seguir insistiendo en nuestra identidad con los símbolos patrios, profundizar en el ideario martiano, en fomentar la sensibilidad por la familia, por los amigos… en pocas palabras, educar con y hacia los valores», afirma este profesor orientador.
—¿Conforme con su labor?
— Quisiéramos realizar más y que todos los estudiantes alcanzaran sus aspiraciones profesionales, a pesar de que algunos viven en lugares tan distantes de Santa Clara como Manajanabo, la Base Aérea y otras comunidades que impone vencer el trayecto diario, pero prevalece el sacrificio individual, y ello vale la mayor recompensa del mundo.
(Las opiniones de un grupo de estos jóvenes sustentan un próximo trabajo).
PIE DE FOTOS
1.- Una mañana de aprendizajes en la reciente sesión dedicada al Día de la Ciencia Cubana desde el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Ernesto Guevara. Allí también estuvieron representados los jóvenes talentos del IPU Capitán Roberto Rodríguez, de Santa Clara.
2.- «Es notoria la madurez que experimentan al realizar sus explicaciones como parte de la Sociedad Científica», subraya el profesor Alejandro Moya Pérez.
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